(Nada me pertence, excepto ideas. El resto es de JK Rowling)


Hermione ya lo había dicho. Era hora de cenar y nada mejor, que ir a un buen restaurante y comer un poco. Amalia estaba jugando en el suelo, con sus bloques y sus muñecos. Hermione la contemplaba desde el sofá, mientras Severus estaba al otro lado de la habitación.

— Podríamos irnos a cenar, todo depende del tiempo. Pero creo que Amalia ya puede salir. La abrigamos muy bien y nos vamos a comer.

— Como desees, Hermione— contestó Snape, caminando hacia la habitación y Hermione, caminó detrás de él.

Amalia soltó sus bloques y los miró. Gateó hacia la habitación, pero sin quererlo Hermione, había cerrado la puerta. Se quedó allí sentada, sin hacer otra cosa que mirar hacia la habitación y chuparse los dedos.

Pasó largos minutos allí sentada. Con un suspiro suave, Hermione trataba de decidir qué vestido usar y Severus, esperaba por ella.

Amalia esperaba.

Y esperaba.

Al final de una larga sesión con los arreglos, Hermione abrió la puerta y pasó junto a Amalia. Ella la miró en silencio y notó que recogía las llaves del hogar. Severus caminó detrás de ella y suspirando, tomó su saco y caminó hacia la puerta.

Se iban, la dejaban. ¡No podían dejarla allí!

— ¡Mamá! ¡Papá!

Pero ellos no la oyeron y sin embargo, Amalia siguió intentándolo con ahínco. Con un suave gimoteo, trató de alcanzarlo. Severus caminaba muy rápido y ella no podía alcanzarle. Se dejó caer en el suelo y se echó a llorar.

Estaban por irse.

Tenía que hacer algo para llamar su atención.

Se sostuvo de los cubos. Nadie sabría como. Comenzó a empujarse. Falló, pero siguió empujándose. Torpemente se puso de pie.

Severus se iba, sin embargo, escuchó suaves pasos detrás de él y ladeó la cabeza. Su hija caminaba. ¿Su hija caminaba?

— ¿Hermione?

— ¿Qué ocurre, Severus?

— Creo que íbamos a olvidar a alguien sin quererlo y éste, se apresuró por venir con nosotros.

Hermione escuchó el estruendo de su caída y su llanto. Sonrió, rió con lo ocurrido y la sostuvo entre sus brazos.

— Perdóname mi amor. Te prometo que no vuelvo a dejarte, no llores. ¡Al menos caminaste, cariño mío!