Boys Don't Cry
por Karina
Caminando por las oscuras calles de Zaibach se podía divisar a lo lejos la gran fortaleza flotante, uno de los orgullos del gran imperio. Tenía que apurar el paso, ya que si no lo hacía llegaría tarde para el día más importante de su vida.
En todo caso, trotar un poco le serviría de calentamiento. Durante todos estos años, Nathan había entrenado muy duro para cumplir el sueño de su vida, ser parte del famoso y respetado escuadrón llamado Cazadores de Dragones, y haría lo que fuese necesario para formar parte de esa prestigiosa elite.
A medida que se acercaba, podía ver la creciente conmoción que se agolpaba en las afueras del regimiento. Miles de muchachos, de aproximadamente 15 años esperaban ansiosos su turno para dar los exámenes preliminares que los llevarían a ser seleccionados. Todos conocían la rigidez de estos exámenes, ya que tanto la parte física como la mental, así como el conocimiento eran puestos a duras pruebas, lo que era lógico, ya que la competencia era dura y sólo los mejores entraban.
-Así es... estoy seguro que mi hijo formará parte de los ''Dragonslayers'' se preparó durante muchos años para esto, estoy seguro que lo logrará... - era uno de los tantos padres que decidían acompañar a sus hijos, ya sea para darles ánimos, o simplemente para acompañarlos.
Él estaba solo, como siempre. Desde pequeño se las tuvo que arreglar solo para sobrevivir, así que ya estaba acostumbrado a la ausencia de sus padres, a ser independiente, a valérselas por sí mismo.
-¿No estás nervioso?- se acercó a preguntarle un muchacho, quien se comía compulsivamente las uñas, lo que delataba su nerviosismo. El chico era de cabellos claros y muy ondulado, sus ojos eran claros también, y tenía la apariencia de un chico muy despistado.
-Algo- respondió Nathan. Siempre le incomodaba que gente extraña se le acercara a hablar -¿y tú?-
-Sólo un poco... por cierto, mi nombre es Guimel ¿cuál es el tuyo?-
-Nathan-
-Gusto en conocerte-
-Sí... lo mismo digo-
En ese momento hubo gran revuelo en la puerta principal del gran recinto. No veían nada, pero se podían escuchar algunas voces.
-¡Miren... es el Capitán de los Dragonslayers... ! -
-¡Sí... y viene hacia acá...!-
De pronto, la multitud se abrió paso y pudieron divisar a un chico alto y albino, sus ojos eran rojos, caminaba de un lado a otro, observando a todos los nerviosos muchachos que esperaban su turno para dar los exámenes. Caminaba con cierto aire de grandeza, mirando a todos con un aire de desprecio.
-Dicen que es el demonio en persona- alguien dijo
-No seas exagerado- le contestaron
-¡Pero es verdad!, dicen que es sádico, y que trata mal a todo el mundo... -
-Sólo estas diciendo esas cosas para asustarnos-
Obviamente, el chico de los cabellos albinos escuchaba todo estos comentarios y por alguna razón disfrutaba tener esa impresión de demonio en la gente.
-Conque él es el Capitán de los Dragonslayers- dijo Nathan para sí
-Sí... se llama Dilandau Albatou y dicen que es terrible-
-No sé si será terrible, pero se nota que es un engreído- dijo Nathan
Lamentablemente, el comentario de Nathan fue escuchado por Dilandau quien estaba dándole la espalda a los chicos. Se giró lentamente y se dirigió hacia donde estaba Nathan y Guimel, empujando a sus dos guardias.
Se acercó a mirar a Nathan y lo miró de pies a cabeza, muy fríamente.
-Y yo no sé si eres muy valiente o muy estúpido, pero se nota que te hacen falta unas bofetadas para que se te quite lo insolente- le respondió Dilandau.
La gente que estaba cerca quedó enmudecida. Al parecer, los comentarios que se escucharon eran ciertos. Nathan estaba sorprendido, nunca pensó que iba a escuchar su comentario... Maldición, siempre su gran bocota lo ponía en problemas. Si quedaba seleccionado, tendría que ponerse un parche en la boca para no meter la pata a cada rato. Pero como estaba acostumbrado a hacer lo que quería, si a alguien no le gustaba lo que decía, simplemente los mandaba al infierno y asunto arreglado.
Miró a la gente que estaban a su alrededor y todos lo miraban como diciendo 'pobre chico, con eso ya no tiene ninguna oportunidad'
Al fin le tocó su turno para dar los exámenes. Primero comenzaron con los de conocimientos. Aparte de la historia de Gaea y de Zaibach, les hicieron preguntas sobre tecnología, mecánica, y otras cosas. Luego de esto, venían los exámenes en los que se ponían a pruebas las habilidades de combate de cada joven. El manejo de los Alseides, los guymelef de Zaibach fue lo que más le gustó, ya que era muy hábil con ellos, lo que compensaba su debilidad en el manejo de la espada. No es que no fuera hábil, pero su contextura delgada era algo que jugaba en su contra, pero trataba de compensarlo con su gran agilidad.
Una vez terminada todas las pruebas lo único que tenía que hacer era esperar. Esperar durante un largo mes. Salió muy tarde del recito así que se dirigió a su casa. Y al decir su casa, se refería a un pequeño cuarto que una señora del local en donde trabajaba le arrendaba. Él trabajaba ahí, ya sea haciendo el aseo, cargando algunas cosas, lo que fuera por unas pocas monedas y un lugar donde vivir. Apenas llegó a su habitación se tiró en su cama y se quedó completamente dormido. Estaba exhausto.
-Hijo, te llegó una carta- se escuchó detrás de la puerta. Nathan, quien estaba en pie desde hace unos momentos abrió la puerta. Era la Sra. Meryl, quien estaba parada con una gran sonrisa, como siempre. Sin decir nada le entregó el sobre y esperó a ver la expresión de Nathan. Con ansias la sacó rápidamente del sobre y la leyó.
-Sabía que ibas a quedar seleccionado. Te lo merecías-
Así fue como llegó a los Dragonslayers, ese selecto grupo de soldados respetados en toda Zaibach. Sin perder el tiempo, comenzó a empacar sus cosas, aunque en realidad no necesitaba llevar muchas cosas porque no necesitaría muchas. Una vez que su maleta estuvo lista, bajó al local para despedirse de la única persona a la que respetaba e incluso, había tomado un enorme cariño. Su infancia fue bastante traumática, y siempre se preguntaba qué habría sido de él si no fuera por esa señora. Era la única familia que tenía.
-Meryl san, ya es hora de que me vaya- le dijo.
-¿Tan pronto?- le respondió la señora algo desilusionada. Era una señora de unos 50 años aproximadamente y por la mirada en sus ojos se podía decir que su vida había sido difícil, pero también mostraban una calidez especial.
-Usted sabe que no me gusta llegar atrasado- le respondió Nathan, dejando su maleta en el suelo. La mujer tomó las manos del muchacho y mirando a sus ojos grises le dijo.
-Ahh, pareciera que fuese ayer cuando llegaste aquí, todo sucio y desnutrido... y ahora eres todo un muchacho, algo flaco aún, pero ya eres todo un joven... estoy muy orgullosa de ti, Nathan-
-Y yo estoy muy agradecido con usted, Meryl san, a usted le debo mi vida-
Y con esto, Nathan besó las manos de la anciana, tomó su maleta y se fue.
Al llegar al regimiento, se dio cuenta que esta vez no había tanta conmoción como en el día de los exámenes, sólo unos cuantos chicos y sus familiares. Seguramente estaban ahí los seleccionados. Mientras esperaba a que los llamaran, el chico de cabellos ondulados apareció ante él.
-Qué sorpresa verte nuevamente, Nathan- le dijo con una gran sonrisa en el rostro.
-¿Qué tiene de sorprendente?- le respondió Nathan secamente
-Nada... sólo que pensé que con el comentario que hiciste ese... -
-Eso no tiene nada que ver -
-Oye, no creo que dures mucho con esa actitud-
Guimel tenía razón. Si no controlaba su boca, lo más probable era que ésta la metiera en serios problemas.
-¿Sabes a qué hora es el recibimiento?- Preguntó Nathan, cambiando el tema.
-En un par de minutos-
En efecto, pasaron unos cuantos minutos y un soldado salió a llamar a los seleccionados. Al entrar al recinto los hicieron formarse para luego hacerlos pasar a unas casillas. Ahí, se les tomaban algunos datos personales y se les asignaban el número de sus habitaciones. Una vez que todos los nuevos miembros sabían el número de sus habitaciones, fueron transportados a unas grandes naves flotantes, que eran las encargadas del tráfico de personas y armamento desde el regimiento hasta la fortaleza flotante. Una vez que ya estaban en la gran fortaleza, se les condujo a sus respectivos dormitorios, debían cambiarse de vestimenta. Las habitaciones, al parecer todas iguales, eran bastante pequeñas, nada muy lujoso. Sólo tenía lo justo y necesario, una cama, un closet con varios uniformes, ropa de entrenamiento, toallas etc., también tenía un pequeño baño, con una simple ducha, un lavabo, un espejo y el escusado. Puedo vivir con esto pensó Nathan. Desempacó las cosas de su maleta, se refrescó la cara en el lavabo y se puso de inmediato su nuevo traje de Dragonslayers. Se miró en el pequeño espejo que estaba en el baño y una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro. Al fin lo conseguí pensó.
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Jejeje, este es mi primer fic que escribo sobre Escaflowne, espero que esté quedando decente -_- ... bueno, de cualquier forma, comentarios, críticas, tomatazos, cartas de amor, cadenas, amenazas de muerte, etc... envíala a mi mail hotaru_albatou@hotmail.com o sólo deja tu comentario
