Disclamer: Saint Seiya no me pertenece, sino saldrían más Ikki y Hyoga juntos XDDD y Camus x Milo sería pareja oficial :3
Advertencias: Este fic es shônen ai en su mayoría (romance entre chicos sin llegar a representar detallademente las relaciones sexuales), pero habrá capítulos donde pasará a yaoi XD (especificando esas relaciones :D). De todas formas, para eso aún falta muuuucho camino. Hay demasiadas parejas como para comentarlas todas, pero las principales serán Camus x Milo e Ikki x Hyoga.
Aviso que, aunque en algunos momentos lo parezca, no va a haber shota. Nup, nup.
N/A: Este fic es una de esas ideas que se me ocurren cuando voy a por el pan (cosa que algunas de mis amigas ya incluso temen XD). Tiene mucho tiempo y en su día no la quise empezar porque iba a ser muuuuuy larga (por lo menos para mi ritmo de escritura). Pero bueno, me he atrevido y espero terminarlo.
Les dejo el prólogo, que no tiene mucho que ver de momento :D Besos n3n!
· Dear Child ·
Prólogo
Se cayó de nuevo, pero no cejó en su empeño.
Dos manos cálidas se tendieron frente a él y las apresó decidido. Pronto notó como lo levantaban, poniéndose en pie de nuevo.
Dio un paso vacilante, sin dejar de agarrarse a aquellas manos protectoras. En cuanto notó que todo estaba en sitio se atrevió a dar un paso más.
Las manos se alejaron de él, y notó, más que vio, los pasos de esa persona alejarse un tanto. Él estaba demasiado ocupado mirando como sus piernas lo sostenían sin caerse.
Un tenue gruñido emergió de su garganta y sus pequeños rizos se agitaron cuando, sin precedente, empezó a correr. Ese acto causó más revuelo que el que podía imaginar, aunque para él había sido toda una revolución.
Cayó de nuevo, pero no tocó el suelo. Las manos suaves lo sostuvieron y tiraron de él hasta hacerlo volar por los aires.
–¿Has visto eso? –preguntaba la madre orgullosa– ¡No sabe caminar y ya quiere ir corriendo!
El padre contestó a sus palabras con una risa baja y gutural.
–Será digno de su posición –habló el hombre–, parece que siempre quiere superarse.
El niño rió feliz, aunque no duró mucho sin que empezara a removerse. La mujer dejó al bebé en el suelo y anduvo tras él, vigilando para tomarlo si caía de nuevo.
Pero el niño fue capaz de caminar hasta la manta en la que su hermana reía, viéndolo corretear. El pequeño se dejó caer sobre su trasero y ambos no tardaron en enzarzarse en una pelea que terminó en abrazos y risas.
La madre suspiró y dibujó una sonrisa triste en su rostro. Los mellizos eran casi idénticos, sólo los diferenciaba el sexo.
Se sentó al lado de su esposo y este pasó un brazo por sus hombros, apretando el antebrazo y adivinando sus pensamientos.
–Ya tienen casi un año.
La mujer no dijo nada, asintió con un movimiento lento de cabeza.
–El entrenamiento empezará dentro de poco.
–¿En serio seremos capaces de separarlos? –habló ella, con el ceño fruncido– Es cruel el destino que les espera.
–Es ese el método –el hombre suspiró, apretándola contra su cuerpo–. Tú mejor que nadie deberías saberlo.
–Se ven tan felices juntos...
Los dos callaron, observando como los dos hermanos ahora se entretenían observándose el uno a la otra, en un juego silencioso pero aparentemente absorbente para los dos.
–Ha sido así siempre –rompió la madre el silencio–. Reencarnación tras reencarnación.
La niña empujó al niño, tomándolo desprevenido y haciéndolo caer. Rieron de nuevo y se enredaron en otra pelea amistosa, ignorando el hecho de que vida tras vida, la pelea que ahora les unía era lo que siempre los separaba.
