Esa tarde fresca, cuando Naru beso a Mai en la privacidad de su oficina, el aludido nunca se esperó que de parte de su novia lo correspondiera con un fervor y una fuerza llameante, al meter su lengua en su boca. Ella lo continuó como si fuera lo más natural. Los ojos del joven se abrieron, notando como la muchacha con los ojos cerrados, daba todo de sí y él... bueno volvió a cerrar los ojos, pero eso no quito que fue inaudito.

La taza del escritorio, se volcó al mover su brazo derecho, manchando varios papeles y aunque suene raro a Naru no le importó, solo le interesaba no quedarse atrás ante la muestras de afecto -demasiadas efusivas- que ahora su novia se encargaba de darle y no al revés.

Lo suave y sensual que fue al comienzo, desapareció, convirtiéndose en un vigoroso intercambio de saliva. Los labios moviéndose y pegándose, los lenguas recorriendo la cavidad bucal de cada uno, las manos de Mai acariciando con intensidad los cabellos peinados -y ahora no- de Naru, el susodicho atrayéndola mas, por la cintura.

Era un beso salvaje, hambriento, desesperado. Un beso feroz.

Tanto, que en algún momento la chica mordió el labio inferior de su novio, estirando levemente el mismo provocando un desgarre, una herida. Siendo interrumpido el contacto, cuando el sabor de sangre inundo las papilas gustativas de la chica, percatándose de lo que había hecho abrió los ojos y se separó, lo miró atónita con su corazón acelerado y respiración por igual como si lo de recién no fue causado por ella, quien se apartó viendo como había quedado Naru; Estaba desarreglado, con los labios hinchados y herido en el labio inferior, la mordedura de su dientes aun notable. Mai se ruborizo hasta las orejas, desviando la mirada todo lo posible de él por lo provocado.

En el ínterin, Naru sonrió levemente mientras se acomodaba levemente sus cabellos y entretanto se pasaba el dedo índice por sus labios, quitando rastros de sangre, su pecho bajando y subiendo, recuperando el aire. Eso le pareció muy sexy a Mai, quien no pudo evitar observarlo de reojo.

— Besas como un animal —su voz salió ronca e increíblemente seductora. Literalmente lo había dejado sin aliento—Al parecer no solo tienes tu instinto... —expresó, sus ojos entrecerrados no apartaban la mirada de ella que no sabía cómo responder.

Por segundos, minutos, la estuvo mirando. Mai lo observaba disimuladamente, la cual no se imaginaba que él quería o mas bien aguardaba por un próximo ataque. En fin, Mai había sacado su lado más salvaje en la tarde, y aún quedaba la noche...