Advertencias:

Esta historia contiene lenguaje violento y obsceno, escenas fuertes tanto de violencia como de sexo.

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, menos Nadine y su familia que son originales míos.

Hay escenas y diálogos que están inspiradas de otras novelas, series o semejantes, al igual que otras son invención mía.

No sé si se me olvida algo. Para cualquier duda, sugerencia o crítica constructiva, estoy a disposición de quién quiera.

Esto está hecho para pasarlo bien, así que comportémonos como personas civilizadas. Gracias a todos.

Una nueva esperanza

Otro Crepúsculo frío y tranquilo transcurría ante mis ojos un día más mientras ordenaba libros descolocados. Cuando hube acabado, miré con resignación por la ventana deseando que aquel momento fuera eterno. El silencio, la tranquilidad, la seguridad que me daba estar rodeada de todos esos libros llenos de historias que me hacían sumergirme en mundos apartados de mi realidad, la cual no era la que alguien desearía para el resto de su vida.

Volví al mundo real cuando vi entrar a mi compañera sonriente y veloz, debido a las ganas de marcharse.

-Nadine, ¿puedes cerrar tú hoy? es que he quedado y necesito arreglarme. –Dijo eufórica, recogiendo su chaqueta de la silla.

-Claro, no hay problema; Diviértete. -Sonreí de forma amable mientras Jessica me respondía con una amplia sonrisa, y salía corriendo de allí.

Quedaban unos minutos para cerrar y mi desesperación crecía por momentos, ya que no tenía nada que hacer. Miré el reloj y decidí marcharme a casa, quizás con suerte fuera hoy uno de esos días en los que él no aparecería hasta la mañana siguiente, con ese inconfundible olor a pachuli de prostituta barata. Suspiré y apagué las luces saliendo de la sala. Cerré y me dirigí a mi coche.

Metí las llaves en el contacto vacilando en medio de la penumbra nocturna. Suspiré decidida y puse rumbo a casa. Se tardaba casi una hora en llegar, y siempre se me pasaba volando.

Con algo de pánico busqué incansablemente el coche de Ray, mi novio. Bueno, si así se le podía llamar... No vi nada, así que suspiré aliviada, aparcando y dirigiéndome hacia la casa.

Todo silencioso, oscuro. Encendí la luz, aterrada, pero mi miedo se disipó cuando comprobé que de veras él no estaba allí, así que me puse cómoda y decidí hacer la cena.

Después de terminar y recoger me puse a leer durante varias horas hasta que el sueño me venció y decidí irme a la cama, tranquila, relajada y animada, ya que la noche se presentaba sin incidentes.


Al llegar la mañana siguiente el otro lado de la cama estaba vacío. No me preocupé por ello, después de más de un año me acostumbré a que eso pasara de vez en cuando, así que mientras durara aprovecharía para desayunar tranquilamente y vestirme. No obstante, no pasó mucho cuando aquella paz se vio truncada, ya que cuando hube terminado de recoger la cocina, se escuchó el derrapar de un coche fuera, y al rato el sonido de las llaves intentando encajarse en la cerradura. Tuve tiempo hasta de vestirme antes de que Ray cruzara la puerta tambaleándose y apestando a ginebra.

-¡Ya estoy en casa, gatita! -Gritó con voz ronca, adentrándose en la estancia.

Salí al salón sin decir nada, mirándolo de forma repulsiva y odiosa. Intentó besarme agarrándome bruscamente de la cintura, pero yo aparté el rostro hacia un lado.

-¿Qué te crees que haces? -Replicó de forma borde, frunciendo el ceño.

-Apestas a alcohol, y yo tengo que irme al trabajo.

Enseguida me agarró con fuerza de las muñecas hasta que me dolieron, y me zarandeó gritándome que lo hiciera, ya que él me lo ordenaba.

-¡Suéltame! ¡acaso no tuviste bastante anoche con tus amigas! -Dije mientras intentaba escabullirme enfadada, a la par que asustada, aunque luchaba porque no se notara.

Como respuesta me soltó una increíble bofetada que hizo que me llevara la mano hacia la zona golpeada, la cual me ardía fuertemente.

-¡Sigues pensando lo mismo ahora! ¡vamos, obedéceme, puta! –Dijo agarrando más fuertemente.

-No cambiaré de opinión porque me pegues. -Añadí mientras las lágrimas se agolpaban en mis ojos.

Él volvió a golpearme violentamente, pero esta vez me libré de él dándole con la rodilla en sus partes más íntimas; Aquello me dio tiempo para coger mi bolso y salir corriendo de allí llorando. Me monté en el coche todo lo velozmente que pude y me dirigí a la biblioteca.

Derramé lágrimas silenciosas mientras mi mente pensaba rápidamente en tantísimas cosas... El por qué de todo aquello, hasta cuándo.

Decidí dejar de pensar en el momento en el cual llegué a mi destino, aparqué y antes de salir del vehículo suspiré, limpiando mis lágrimas. Aún así se notaba en mis ojos rojos y húmedos que algo había pasado, pero no le di importancia y confié en mi control. Cerré el coche tras salir y avancé rápidamente hacia la entrada, tratando por todos los medios de pensar en otras cosas.

-Hola. –saludé de forma sombría a Jessica, quien ya se encontraba allí. Me dirigí a mi asiento junto a ella, tratando de esquivar su mirada.

-Hola, Nadine. Muchas gracias por lo de ayer, de verdad. –Dijo alegre y sonriente.

-De nada, no tiene importancia.

-¿Te encuentras bien? -Hice un esfuerzo sobre humano por no derramar ni una lágrima mientras contestaba rápidamente sin pensar.

-No –sacudí la cabeza, y cambié la respuesta rápidamente al ser consciente–. Es decir, sí tranquila. No ocurre nada, estoy bien.

No pude terminar con templanza la frase ya que las lágrimas comenzaron a salir, y ella quien me miraba expectante, se levanto rápidamente acercándose más a mí con esa efusividad innata que tiene.

-¡Cómo no te va a pasar nada, estás llorando! Sé que no somos amigas del alma, pero puedes confiar en mí si quieres; Yo intentaré ayudarte.

-Gracias, pero no sé... No creo que sea muy buena idea contarlo. Sólo lo sabe mi hermana, y bueno...

-Creo que ya sé lo que te pasa. ¿Es Ray, verdad? Él... ¿te pegó?

La miré atónita mientras pregunté en un balbuceo.

-¿Cómo lo sabes?

-Tu mejilla, está hinchada y roja.

Suspiré desviando la mirada hacia otro lado mientras hablaba conteniendo mis sentimientos, pero me resultó extremadamente difícil.

-Hace más de un año que pasa esto.

Paramos en seco cuando escuchamos una voz ante el mostrador, una voz profunda, calmada y seductora, aunque sin pretenderlo.

-Buenos días, perdón por la interrupción. –Dijo aquel hombre tan increíblemente guapo mientras me miraba a los ojos de una forma que nadie podría resistir, haciéndome sentir en una situación bastante embarazosa, ya que me encontraba llorando como una magdalena.

-No tiene la culpa, no debería... Perdón. –Me levanté y salí de allí rápidamente entre sollozos aún persistentes. El hombre me dirigió una última mirada entre la extrañeza y la ternura.

Ya en la calle el aire frió me tranquilizó un poco. Dejé de llorar y me dije a mí misma que ella no diría nada, y que quizás me vendría bien que alguien cercano pudiera ayudarme con todo aquel lió. Tenía que relajarme.

Cuando conseguí calmarme por completo, decidí regresar a mi puesto de trabajo, cuando al ir a cruzar la puerta choqué con el hombre que un instante antes me había hipnotizado sólo con una mirada. Hubiera caído al suelo de no ser por su increíble agilidad.

Sentí como sus manos agarraron mi cintura fuertemente, y mi corazón empezó a latir de una forma que nunca había sentido con nadie anteriormente.

Noté su olor, su mirada, sus labios a escasos centímetros de mí, y no pude mantener la mirada fija en sus ojos más de dos segundos, sintiendo una vergüenza tremenda que no sabía de dónde procedía ni por qué.

-Perdóneme, no he mirado por donde iba. –Me disculpé sin mirarlo a la cara, aunque me moría de ganas de observarlo con detenimiento desde tan cerca.

-No te preocupes, ¿te encuentras bien?

-Sí, sí. Muchas gracias.

Noté como me soltó lentamente y mantuvo sus ojos clavados en los míos durante aquellos segundos, que para mí se convirtieron en una dulce e inquietante eternidad. Sonrió de forma leve y salió del lugar con una elegancia digna de reyes. Continué de forma torpe y lenta mi camino hacia el interior de la biblioteca, embelesada aún con su belleza mientras mi mente grabó a fuego todos los detalles de aquel hombre.