Hola! Bueno este es mi primer Fanfic de Fairy Tail & creo que se podría decir el primer fanfic decente que escribo! Tambien quiero darle las gracias a Rairaku-san por apoyarme a escribir este Gruvia! Y a pesar de que sea un poco dramático, creo que os gustara! Disfruten de la lectura ^^
Los personajes de Fairy Tail no me pertenecen, sino que pertenecen a Hiro Mashima. Solo me pertenece Mizu, que fue un personaje creado por mí
Capitulo 1: El maldito día
Era un día lluvioso, raro, porque siempre solía hacer buen día con un sol abrasador. Me encontraba en mi gran cama fría. Llevaba puesto unos pantalones cortos de pijama con una camiseta de tirantes de color lila. Mientras abría mis ojos poco a poco, miré por la gran ventana que había frete a mi cama y solo vi un simple discurrir de plácida agua. Me desperté lentamente, mientras frotaba mis ojos para abrirlos completamente. Estiré mis piernas, me puse las zapatillas y fui hacia el cuarto donde se encontraba Mizu.
Fui cuidadosamente para no despertarla. Abrí la puerta poco a poco, para poder contemplarla dormir como un ángel. Escuchaba su respiración, y se notaba que dormía plácidamente. Fui acercándome lentamente a su pequeña cama para despertarla, pero algo llamó mi atención. No podía ser, aquel maldito día había vuelto a llegar después de tres años. Me acerqué un poco más, y observé el calendario de gatitos de mi pequeña que se encontraba en la pared. Mi cuerpo comenzó a fallarme, todo me temblaba y unas ganas de morirme en aquel mismísimo instante me invadieron. Tuve que sentarme en un lado de la cama de Mizu y tranquilizarme. Seguía sin creérmelo. Una gran tristeza recorría mi cuerpo rápidamente, dejándome sin fuerzas. Mi cuerpo seguía sin responder. Sin poder contenerme más una pequeña gota de agua caliente recorrió mi mejilla. Era totalmente imposible no derramar una sola lágrima por aquel suceso que hace 3 años sucedió. Repitiendo en mi mente una y otra vez "Tranquilízate, no llores.", pero no servía para nada. Hacía ya tres años que mi amado, Gray, había desaparecido sin explicación. Estaba segura de que no se fue por su propia voluntad, pero cada día lo negaba un poco más. "Él nunca me dejaría, él me amaba", me repetí. Pero de nuevo brotó una lágrima de mis ojos.
Me limpié las dos lágrimas que bajaban por mis mejillas y me acerqué al rostro de mi pequeña para despertarla de un susto para poder verla sonreír y así quitarme el mal estar que en aquellos momentos me asolaba. Poco a poco, empezó a abrir sus parpados y me miró con aquellos preciosos destellos azabaches que eran la viva imagen de los de su padre. Pero sus labios se curvaron un poco. De repente estiró sus pequeños bracitos para abrazarme fuertemente. Me sorprendí al ver que me abrazaba de esa manera, pero acepté su abrazo. Ahora mismo era lo que más necesitaba. Pero unos segundos después empezó a abrir sus labios y me susurró: "mamá, no llores".
Mi corazón se paró un instante al oír aquellas palabras que salieron de su boca. No podía créelo, y no quería, no quería que ella me viera de aquel modo. Así que respiré fuertemente y intente mentir lo más que mi cuerpo de dejara.
―Cariño, mamá no está llorando.―dibujé una leve sonrisa en mi rostro.― Tranquila― murmuré apesadumbrada procurando disimular mi precario estado al tiempo que le acariciaba aquella melena larga y suave de pelo negro.
Desgraciadamente, mis fuerzas me fallaron y una nueva gota de agua brotó de mi tristeza. Me era imposible no llorar, pero debía permanecer lo menos frágil posible con Mizu, no quería que ella me viese triste por ninguna de las maneras.
―Sí lloras. Y siempre por culpa de papá.― Me echó en cara con una voz seria e intimidante.―¿Tanto daño te hizo?― preguntó deshaciendo el abrazo con brusquedad.
Me miraba con esos ojos azabache fijamente esperando la respuesta. Tenía toda la razón, por lo único que yo lloraba era por él, pero no era porque me hubiera hecho daño. Él nunca me hizo daño, pero si lo pienso realmente tiene razón, si él no me hubiera hecho daño no lloraría. Pero el dolor que yo siento no es porque él me lo hiciera, sino porque él no está aquí conmigo. Lo añoro y mucho. Echo de menos todo su ser.
―Él no me hizo daño.―seguía con su miraba fría.―Hace mucho tiempo, antes de que tú nacieras, uno años atrás, tú padre casi dio su vida por mí. Gracias a una persona que nunca conocerás ya que está muerta, mucha gente como tu papa no murió. Pero él al ver que al intentar protegerme murió se alejó de mí. Si te preguntas porqué, simplemente le dio miedo, como si que fuéramos novios no era bueno. Y pues después de un largo tiempo en el que se mantuvo pensativo y esquivo, como abstraído de la realidad, un día, inesperadamente, me invito a una cita.― sonreí― Y allí bajo la luna llena, me explicó que el estuvo alejado de mi porque había necesitado tiempo para pensar, pero la única conclusión a la que llegó fue que no podía estar sin mí. Y desde ese momento nos hicimos novios. Pero un día la oscuridad se cernió sobre nosotros, un día me desperté y él ya no estaba, no dejó ni una nota ni nada. Ese mismo día en el que tu papá se fue yo me di cuenta de que estaba embarazada de ti.― Suspiré al recordar como fue el momento en el que me di cuenta de que me quedé embarazada de mi pequeña, feliz y triste, incomprensible.― Tú papá nunca me hizo daño. Todo lo contrario, él me cuidó y me quiso como los príncipes en un cuento de hadas.― Finalicé mi explicación con alguna que otra lágrima, mientras recordaba aquellos momentos junto a él.
―Entonces, ¿porque lloras? Si no es por culpa de papá, ¿de quién es?―preguntó mirándome con esos ojos llenos de frustración al no saber el porqué de mi tristeza.
La miré con una sonrisa alegre. No sabía cómo explicarle mis sentimientos. Pero intenté ser lo más clara posible para acabar aquella conversación y distraerme con algo.
―Lloro por él. Pero no porque él me haya hecho daño. Sino porque lo echo de menos.― La cogí en brazos y me la llevé a la cocina para desayunar.
Entramos en la cocina, mientras la zarandeaba de un lado a otro entre mis brazos para ver esa sonrisa, que en estos momentos era mi razón para seguir con vida. Mi cocina era pequeña pero tenía su toque moderno, con armarios de madera oscura y lo demás.
―¿Qué te apetece desayunar hoy?― le pregunté sentándola en una de las sillas que había en la cocina.
―Mmm… Un vaso de leche con chocolate y unas galletitas de esas que nos dio ayer la tía Lucy.― sonrío divertida, se veía que tenía ganas de probarlas.
―¡A sus ordenes!―dije cogiendo lo que necesitaba de los estantes.
Cogí unos vasos y ahí puse la leche con el chocolate, le puse una cuchara a cada uno y los llevé a la mesa del comedor. La pequeña Mizu, fue por sí misma y se sentó en su silla. Hacía frío y miré por la gran cristalera que había frente a la mesa. Aquel día oscuro, me volvió a recordar aquel día en que Gray desapareció, recuerdo perfectamente como las gotas bajaban por esa misma cristalera hace 3 años. Cada 18 de Febrero, el día en el que desapareció, llovía, pero siempre supuse que sería por mi culpa, no podía no estar deprimida y la lluvia me recordaba lo triste que estaba. Dejé esos pensamientos a un lado para otro momento y fui a por las galletas. Tenían muy buena pinta, eran de chocolate y caramelo y estaban blanditas y olían ¡deliciosas!
―Mami, ¿hoy iremos al gremio?―me miró con cara de pena mientras se comía un trozo de una galletita.
―Claro princesa, aunque llueva tenemos que ir.― sus ojos se pusieron tristes y siguió comiendo su galleta divertida.― ¿Están buenas?
―Buenas no, buenísimas.―contestó mientras se acababa sus galletitas contenta.
Ambas acabamos el desayuno. Dejé a Mizu viendo un poco de televisión, mientras recogía la mesa y fui a mi habitación a ponerme la ropa para ir al gremio. Me puse unos pantalones largos de color negro apretados y una camisa blanca con detalles azules de manga corta, recogí mi pelo en una trenza dejando unos pequeños mechones por mi rostro y me puse unas botas negras. Para complementar me puse una pulsera azul y unos pendientes a juego. Me maquillé un poco con una máscara de pestañas y un brillo labial que apenas se notaba. Cuando estuve lista fui a coger a Mizu para llevarla a su habitación y vestirla. No puso reproche y vino conmigo, ya se estaba quedando dormida de nuevo, con su carita de ángel, ya que apenas eran las 8 de la mañana y ella se solía despertar pasadas las 9. Apagué el televisor y fui a su habitación la puse encima de su cama y miré por su armario. Tenía muchos vestiditos sin estrenar, ya que no le gustaban, pero como madre que soy hoy iba a llevar uno.
―Princesa mía, sabes que hoy Kisu-kun vendrá al gremio?.― pregunté divertida.
―¿De verdad?― su cara se iluminó totalmente.
―¡Si! ¿Quieres que te ponga este vestidito que te compré ayer?― dije mientras le enseñaba un vestidito, era de color azul clarito y tenía una flor bordada de color rosa. Le debía llegar por debajo de las rodillas y era de manga corta.
―Hmn.― asintió.
Sabía que no le gustaban los vestidos, pero también sabía que el hijo de Erza, Kisu-kun, a mi pequeña le gustaba, no cabe decir que es guapo, con sus ojos dorados y pelo rojo, pero quizás aquello solo era amor de niños, aunque me gustaría que de mayor estuviera con él, era muy responsable y maduro a pesar de sus solo 4 añitos, uno más que Mizu.
Cogí algunas prendas y le puse el vestido, unas mallas blancas y unos zapatitos azules.
―Ven, siéntate aquí.―dije mientras palpaba mis rodillas. Ella vino enseguida y se sentó para que la peinara.
Le peinaba aquella melena larga y negra como la de su papá. Era suave, muy suave. Después de peinarla varias veces, le hice una coleta arriba con todo el pelo bien recogido y luego le puse unos clips para que no se le soltara nada y la dejé levantarse.
―¡Hermosa!― comente mirando cómo se miraba en su espejo. Pero mi mirada nuevamente se dirigió a aquel maldito calendario.
―Gracias, mami.― se sonrojó un poco y le dediqué una gran sonrisa en mi rostro, crecía muy rápido!
Me levanté de la cama de Mizu y me fui al recibidor. Cogí mi bolso de color negro, metí lo necesario como las llaves, el teléfono, etc y fui a avisar a Mizu para irnos al gremio.
―¡Princesa! Venga ven que nos tenemos que ir.― grité para que me escuchara y rápidamente vino con su bolsito azul colgando.
Abrí la puerta, salimos, y la cerré con llave. Las dos bajamos las escaleras hasta abajo, fuimos a donde estaba el coche con los paraguas y entramos. Era un coche azul oscuro y normal, no era ni pobre ni millonario. Simplemente estaba bien, cumplía mis requisitos así que la verdad me parecía perfecto. Senté a Mizu en su silla trasera, le abroché el cinturón y le di un pequeño beso en su frente. Cerré la puerta, me senté en mi asiento y encendí el coche. Íbamos rumbo al gremio mientras ambas cantábamos la canción que sonaba. "¿Will you still love me when I'm no longer young and beautiful? ¿Will you still love me when I got nothing but my aching soul?."(¿Seguirás amándome cuando deje de ser joven y hermosa? ¿Seguirás amándome cuando no tenga nada solo mi pobre alma adolorida?). A pesar de que la canción fuera triste y tranquila, a ambas nos gustaban las canciones así. Mizu seguía cantando la canción, mientras sobre mi rostro se deslizó una gota de agua. Aquellas canciones tristes, me ponían triste y era lo que menos necesitaba ahora, pero con tal de ver a mi pequeña feliz, la dejaba. Seguimos unos 10 o 15 minutos hacia el gremio, cantando canciones deprimentes, pero aun así nos divertíamos. Al llegar aparqué mi coche y salí de él. Fui a desabrochar a Mizu y la bajé del coche. Cerré el coche y nos fuimos al gremio.
Abrimos nuestros paraguas y después de algunos pasos más, llegamos. Como cada persona que entraba, siempre todos se giraban y saludaban.
―¡Buenos días!― saludaban todos los de gremio.
Nosotras, como siempre, les dedicábamos una sonrisa a todos y nos adentrábamos dirigiéndonos a la barra. No había mucha gente ya que era algo temprano, todos debíamos estar ahí a eso de las diez y eran las nueve. Ya se encontraban Laxus y Mirajane con sus dos hijos y su hija, también estaban Levy y Gajeel junto a su hijo y algunos más. Al saludarlos a todos, fui hacia una parte del gremio donde se podría decir que era más para todos los niños pequeños. Era un trozo todo con colchonetas, colores y demás. De ellos se encargaba Asuka, la hija de Al y Bisca, la cual ya tenía 10 años y ella era la que se encargaba de los niños, era muy cariñosa y le gustaban mucho. Así que me dirigí a ella.
―¡Buenos días guapa! Te dejo a Mizu un ratito mientras voy a mirar las misiones.― dije mientras le daba dos besos y me despedía dándole un beso a mi princesa también, "pórtate bien" le susurré y me fui.
Había muchas misiones, ya que había muchos más miembros en el gremio, pero muchas eran fáciles y aburridas. Pero capto mi atención. Era sobre recoger un collar de una gota de agua mágica o cosas raras y la recompensa era grande. Cogí el papel para seguir leyéndolo pero de repente un gran ruido llego a mis oídos ocasionando que me girara a ver misteriosa.
-¡NO SE QUÉ HACER! ¡NO SE QUÉ HACER! ¡NO SE QUÉ HACER! ¡NO SE QUÉ HACER! ¡AYUDÁDME!- gritaba muy alto un peli rosa desde la puerta con una rubia en sus brazos.
Me acerqué más para ver mejor quiénes eran y eran ¡NATSU y LUCY! Natsu, que llevaba su ropa habitual, con una cara de asustado que parecía que se lo iban a comer con Lucy en brazos, llevaba un vestido de color rosa liso algo largo, con cara de dolor y enfado y sudaba mucho. Preocupada me acerqué rápidamente.
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Bueno y, ¿Qué os ha parecido? ¿Os ha gustado? Bueno principalmente gracias por leerlo! Espero algún review y así animarme a subir el cap 2 que no se cuando lo subiré. De nuevo GRACIAS!
Adelanto: El próximo capitulo quizás entra más en Natsu-Lucy, ya verán porque, pero el capitulo 3 será 100% Gruvia.
Saludos,Mariera-san.
