Holi de nuevo :v ^u^ ¿Qué tal les va? ¿Andan con ganas de leer algo lindo? Así vieron, muy kawaii :3 (okno, No me hagan caso, el aire del hospital pega mucho) X'D

Si quieren algo tiernis, o lindo o lo que sea que esta escrito después de este mensaje (perturbador, tal vez), les sugiero que lean este OneShot :3

(Diabolik Lovers y personajes no me pertenecen, y si Shuu fuera real ya lo hubiera secuestrado)

¡Comencemos!


Ayato

Si las lagrimas aparecen en mis ojos, intenta no mirarme.

Quiero que aun creas que soy el mas fuerte, el que puede protegerte.

Otro sueño, una nueva pesadilla. De su cuarto salió aun con el recuerdo de los ojos de su madre en su mente atormentada. Tan solo verla a los ojos, aunque fuera en sueños, le hacía querer arrancarse las uñas. Olvidar el dolor de aquellos recuerdos con más dolor y poder por fin en paz dormir, como las otras noches. Deambuló bajo la oscuridad de la mansión, buscando un atisbo de luz en su mundo sombrío.

(3:15 am)

En ese sueño, esa pesadilla, su madre lo miraba con cruel decepción desde donde estaba. Él sentía que el aire se le escapaba poco a poco de los pulmones y el agua congelada del lago le entumecía los músculos, aun así el clamó por ayuda a su progenitora. Mirándolo con esos ojos verdes, ella sonreía y negaba con la cabeza. Entonces se sumergió por completo en el lago, abandonado por los brazos de su propia sangre.

Fue cuando despertó con el nudo en la garganta. Siguió caminando por los pasillos mientras olvidaba a la fuerza esos horribles recuerdos. No, ya nunca más debería de sufrir por esa mujer, la culpable de la miserable infancia que ha tenido. Compitiendo una y otra vez con sus otros hermanos, siendo solo una herramienta para Cordelia.

Inconsciente entró en una habitación, siguiendo solo el mismo sendero que todas esas noches de insomnio seguía. Pero aquella noche era muy diferente, y ya no estaba esa aura de superioridad en él. La noche le aterró, se sintió dentro de aquel lago con sus heladas aguas y los monstruos de su interior incitándolo a la locura. ¿Pudo en esa noche sentir el miedo, a pesar de ser un vampiro? Se sintió un niño cobarde, pero no le importó. En aquella habitación también estaba oscuro, pero pudo distinguir una gran cama blanca donde la ocupaba un cuerpo dormido. Se acercó unos pasos hasta quedar al lado de la cama, en el lado vacío. La miró por unos segundos, creyendo que miraba todo de ella, pero solamente miró su rostro. Esa noche si que había cambiado, a pesar de que ningún eclipse se asomaba por las ventanas.

¿Por qué se sentía así? ¿Por qué su corazón latía fuerte con cada trueno que esa tormenta provocaba? La piel se le erizó como hace mucho tiempo, y un temblor recorrió su espina dorsal. Acercándose a la cama se metió debajo de las sabanas, resguardándose en su cura contra las pesadillas. Sus ojos verdes comenzaron a picarle, como un ardor y vio entre la oscuridad nebuloso. Resistió...

"Si no puedes ser el mejor, entonces no me sirves."


Yui

Un adolescente egoísta, arrogante y maligno de día.

Un asustado niño de noche.

No importa que quieras de mí, si me quieres o me odias.

En las noches... quiero protegerte.

Un día completo de colmillos, insultos, "chichinashis" y bromas pesadas del mas irritante de los Sakamaki. La poca sangre que había en su cuerpo la hacía marearse y tener hambre, mucha hambre. Aunque lo que comía vomitaba, no entendía el motivo. Cosas de la anemia, había pensado. Olvidándose de todo lo que pasó en ese fatídico día se acostó, no sin antes de darle contra voluntad el "alimento" a Raito-kun. Bueno... por lo menos no tuvo que darle a Kanato-kun, el si que no la dejaría con sangre. Se preguntó si solo lo hacían por molestarla o de verdad la odiaban tanto. Bueno, casi la mitad. Sabía que Reiji-san, Shu-san y Subaru-kun no la molestaban todo el tiempo como lo hacían los tres hermanos. Pero con el que mas tenía problema era con el típico pelirrojo arrogante, egoísta y malicioso. Suspirando, se metió en la cama con su camisón ya puesto. Dormiría todo el día, y si la mordían que no la despertasen.

Pero no es tan malo... ellos solo se alimentan, si no se alimentaran podrían morir... o lo que sea... Tal vez, si ella deja de resistirse un poco, ellos dejen de atormentarla de esa manera.

- Como si ello llegara a pasar, Yui. - se dijo a si misma con tristeza.

Necesitaba descansar, y luego de dos minutos pudo conciliar el sueño.

(3:15 am)

Se despertó por el movimiento del colchón y las sabanas, pestañeando en la oscuridad mientras se removía inquieta. ¿Quien estaba allí? Era uno de los hermanos, pero no podía saber quien es de lado. Intentó girarse pero una mano en su cintura se interpuso. Optó por voltearse hasta quedar boca abajo, y miró a su lado derecho.

- ¿Ayato-kun?

También estaba boca abajo, con su brazo izquierdo en su cintura y el otro brazo descansando a su costado. No la miraba, estaba mirando hacia la pared. No estaba dormido, lo sabía. Dentro de las sabanas, inconsciente tocó una de sus piernas. ¡Estaba metido dentro de la cama con ella! Aquello hizo que se ruborizarse un poco, pero le preocupó algo. Las noches que él estaba allí, solía abrazarla y ocultar su rostro en el cabello de ella. Ahora... pareciese como si realmente no importara.

- Yo... solamente tuve una pesadilla, vuelve a dormirte.

Yui parpadeó.


Ayato

Traté de que no se notara.

- ¿Ayato-kun?

Ah... escuchó su dulce voz, completa de inocencia y gentileza. Con solo un toque la pudo despertar, era obvio que la chica tenía su sueño muy ligero. Su garganta se secó al sentir su aroma, pero ignoró la sed. Ahora... solamente quería librarse de las pesadillas que atormentaban su mente. Tan diferente, tan frío y sensorial... sintió su cuerpo estremecerse ante su voz, y ni siquiera sabía por qué.

"Tal vez por esta noche, tal vez por ese sueño."

- Yo... solamente tuve una pesadilla, vuelve a dormirte.

¿Esa fue su respuesta? Sola había escapado de sus labios, no era su intención ser tan amable. De esa manera... ¿Aun esa pregunta volaba por su mente? Solo, abandonado y con un frío fantasmal se sentía en ese momento. Buscando entre sueños y pesadillas el amor que le había faltado desde sus primeros años de vida. El amor de una madre a su hijo, un amor incondicional que el mundo no le regaló.

Pero a Yui no la veía de esa manera, oh no. Ella era diferente... Sentía como si podía ser eso y más, en ese momento pudo notarlo. Mañana lo negaría incontables veces, sabía que lo haría.

Pero esta noche...

- ¿Estas bien?

Abrió sus ojos al encontrarse con su voz tan cerca de él, y la vio inclinada a su lado. Sus rosados ojos reluciendo, tan curiosos y vivos que siempre le miraban. Sus cejas decayendo en una expresión preocupada mientras lo miraba... pudo ver con sus ojos esmeraldas las rojizas marcas de los colmillos de alguien más en su cuello, pero esta noche eso no le importó. Ya nada importaba, salvo la sensación de paz que necesitaba con urgencia. Ayato se removió, quedando boca arriba mientras miraba a la humana que se inclinaba sobre él.

A veces te sorprenden, aquellas cosas que cambian tanto tu forma de ser. ¿No es así? Toda su vida viendo a los humanos tan inútiles, tan inservibles que solo podían utilizarse para alimentarse de ellos. Ignoraba el hecho de por qué, ella era muy diferente a los demás humanos inútiles. Sentía como su sangre bombeaba por sus venas y el dulce aroma hacía que la garganta arda con fervor. Aun así, las respuestas de todas sus dudas pasaron a un segundo plano al verla a los ojos. Sus ojos verdes miraban los rosados de ella aun con el picor en estos, amenazando con derrumbar toda su fachada de "No hay nada que pueda contra mí" . No, no podía dejar que Yui viera lo que se había convertido en una sola noche... todo por una estúpida pesadilla. Pero...

Acarició con una de sus manos la rosada piel de su mejilla. Sus dedos inhumanamente fríos recorrieron esa piel suave al tacto, sin ninguna imperfección que la arruinara. Observó con satisfacción como la sangre se acumulaba allí, ruborizando sus mejillas. Yui a veces era bonita, muy bonita. Incluso... le diría hermosa, solo por sonrojarse de ese modo. La oscuridad que dominaba la habitación, solo sus ojos verdes brillaban ante ella.

Suspiró, cerrando sus ojos aun acariciando la mejilla de Yui.

- Estas mas pálida que de costumbre. - le dijo en tono bajo al abrir los ojos, notando la piel nívea de la humana bajo su tacto.

"Yo también te he debilitado" se había pensado. Toda la tarde bebiendo del dulce elixir de su sangre, degustando hasta la ultima mordida en su piel. Sabía que los demás también habían bebido de ella, y eso le enfurecería si no estaría como estaba ahora.

- Yo... estoy bien... - había dicho ella mientras quitaba la vista de sus ojos, aun con las mejillas rojas. - Pero, Ayato-kun, ¿Tú como estas?

Otra vez pudo verlo en ella.

No importaba cuan mal trataran su cuerpo, cual terribles sean las palabras hacia ella, las marcas que dejaban su cuerpo, ella siempre les perdonaba todo. Con amabilidad y siempre de buen corazón, ella se preocupaba por todos y cada uno de sus hermanos. Un trato especial con cada uno desde que llegó a esa mansión, aprendiendo a como entenderlos. ¿Cuan grande era su corazón? ¿Que tan gentil tienes que ser para soportar este infierno en su cuerpo? Ahora pudo verlo, lo que la hacía diferente a ese manojo de humanos que vivía en ese mundo. Nadie podía imitar la fuerza que ella poseía, nadie podía reemplazarla. Como si todos los recuerdos fueran pocos, recordó todas y cada una de las cosas que ella le había hecho mientras estaba en aquella mansión.

- Tú... eres buena. - le susurró, mirándola a los ojos mientras otra de sus manos tocaban su rostro. Ahora tenía cubiertas las dos mejillas de Yui, acariciándolas con sus manos.

Por que siento que... me falta algo...


Yui

No te rindas, por favor no cedas.

Aunque el frío queme,

aunque el hielo muerda,

aunque el sol se esconda y se calle el viento.

Aun hay fuego en tu alma,

aun hay vida en tus sueños.

- Tú... eres buena... - le susurró, soltando su aliento a centímetros de su rostro.

Yui no sabía que decir. Allí, en las manos del muchacho pelirrojo mientras estas acariciaban sus mejillas. Esa actitud, tan impropia de él. ¿Donde estaba "Ore-sama"? Al verlo, creyó que había perdido el sentido o que lo sustituyeron con otro. Al ver sus ojos verdes como esmeraldas, mirándola como si estuviera perdido, sintió todo lo que pensó como un error.

Era el mismo, pero diferente.

Y lo vio, en aquellos ojos verdes. Detrás de esa capa de un esmeralda refulgente, se ocultaba un vacío doloroso. Aquellos ojos rosados que sabían ver dentro del alma de una persona, pudo ver esa alma marchita que anheló toda su vida algo. Ese algo, que jamás pudo conseguir por su cuenta. Un vacío que intentó llenar con aquella meta, aquel deseo.

El deseo de ser el mejor, el líder. Alguien... superior.

Sin pensarlo, su mano acarició el rostro del pelirrojo. ¿Qué es lo que necesita? ¿Por qué? "¿Por qué me duele tanto que él esté así...?" Las preguntas que Yui se hacía en la cabeza, dejaban entrar demasiados sentimientos. Aquellos sentimientos, esas sensaciones en el pecho hurgaron en su mente. Pasando a si a sus ojos, que dejaron caer gruesas lagrimas arriba de Ayato.

- Lo siento... - se disculpó, pues no quería enojar al vampiro. Intentando quitar las molestas lagrimas que caían sin razón.

Un frío tacto quitó un par de su mejilla, haciéndola estremecer. Pero, cuando quiso darse cuenta...

...se encontraba en los brazos de Ayato. La abrazaba fuerte, apretándola contra su pecho. Las gruesas sabanas de seda se deslizaron y taparon a ambos cuerpos, proporcionándoles calor. Yui se asombró, las raras veces que él la había abrazado... Un escalofrío recorrió su espalda cuando el la acarició con suavidad y lentitud. "Tan cálido..." . Sonrió, feliz.

Tal vez no pueda haber una cura para el dolor de Ayato-kun, pero si eso le hacía feliz... ella haría todo lo posible para que no vuelva a sufrir.

(3:30 am)

- Ayato-kun... ¿Puedo preguntarte algo?

Quince minutos pasaron, en la que los dos en la cama habían permanecido despiertos. Sin hacer nada, solo abrazándose con fuerza. Las respiración tan tranquilas de los dos, una solamente por el placer de respirar y otra por la necesidad de sus pulmones. Un corazón latiendo... y otro aspirando a volver a latir. Dos pares de ojos abiertos, del rosado mas intenso y el verde brillante. Manos frías y cálidas, cada una en el cuerpo del otro.

Ese era un buen lugar.

- Si... si puedes. - le respondió él aun en susurros. Yui seguía preguntándose si era lo adecuado. Pero... no había otra manera de saberlo que no sea esta.

- ¿Por qué... etto... - no sabía como hacerlo.

- Habla. - la voz casi severa le recordó al viejo Ayato. Suspiró aliviada.

- ¿Por qué tú... tienes que ser el mejor?

-...

Silenció. Un frío silencio que hizo escuchar el aullido de las bestias en los bosques. Se quiso golpear mil veces en la cabeza, o mejor ser succionada por todos los Sakamaki de una vez al sentir como el cuerpo del vampiro se estremecía debajo de su cuerpo. Nuevamente le entraron ganas de llorar al verlo así, desde que entró hasta que la apretó entre sus brazos. Débil...

No, ese no era su Ayato-kun.

- Tengo que ser el mejor. No puedo perder contra nadie.

Su susurro fue tan bajo, tan invisible, que Yui casi cree que fue solo su imaginación.

Aun sin comprender... fue como un dilema para ella, un enigma. La historia detrás, algo debía haber detrás de aquella obsesión. Todo fue... toda su vida queriendo superarse. Así era el y así lo sería siempre, ser siempre el mejor. Ella nunca lo cambiaría, no podía ni quería. Así era Ayato-kun, un adolescente arrogante y egoísta que no dependía de ninguna mujer y era superior a los demás... así era él.

Y así lo quería.

- Ayato-kun es el mejor, si el dice que es el mejor... - le susurró, apretándose más a su cuerpo con un pequeño movimiento. - Ayato-kun es el mejor para mí también.

Y así lo amaba.


Ayato

Sigo sin entender los sentimientos...

Pero, contigo, no es problema.

- Ayato-kun es el mejor para mí también. - le había dicho ella, en aquella oscuridad que amenazaba con tragarlos.

Incluso siendo absorbido por sus recuerdos pudo escucharla, su voz tan suave diciendo que para ella era el mejor. ¿A pesar de todo, ella podía decir esas palabras? Una opresión en su pecho le sacaba el aire con cada exhalación, agitando su garganta. Se sintió, aunque fuera la primera vez, como un humano igual a Yui.

Se escuchaban los pasos fuera de la habitación, el murmullo de muchas personas queriendo interrumpirlos. ¿Podrían ser solo su imaginación? No, no podrían serlo. Las voces eran muy claras y fuertes, que se fueron disipando al tiempo que se alejaban de la puerta. Volvió a exhalar el aire, aliviado. No quería que le quitasen su tiempo, ni ahora ni nunca. Se arrepentiría en la mañana por pensarlo pero... quería estar con ella en ese momento, solo con ella.

Hubo un gran silencio después de aquello, solamente contando sus respiraciones. ¿Por qué no podía hablar, incluso decirle algo alentador? ¿Acaso no tendría las palabras? Aunque las tuviera, no las diría. Tal vez... lo que le sucedía ahora le pasase en la mañana y no quisiera darle falsas esperanzas, si volviera a ser el mismo Ayato de antes. Volvería a tratarla mal y a beber incontables veces de su sangre hasta dejarla en desmayo, la molestaría eternamente solo para su propia diversión y tal vez tendría mas de donde molestarla ahora. Esta noche solo era un momento de debilidad.

Pero aunque sea un momento de debilidad, ¿No podía disfrutar de él? Allí, teniéndola entre sus brazos, se sentía como si fuese el ultimo de los paraísos. ¿No sería lo ideal pasar así la noche, y olvidarse de todo lo demás? Aunque sea por solo unas horas, unos instantes en los que sus cuerpos se tocaban, él quería sentirla. Quería sentir que era solo de él y de nadie más, saber que siempre podría contar con ella... como algo más. La sangre que bombeaba en el cuerpo de Yui le incitaba a clavar sus colmillos en su suave piel, mas no lo haría. Esta noche, por hoy solamente, no probaría de su sangre. Esta noche no le haría daño.

Tal vez mañana... pero ahora abrazarla era su misión.

- Ayato-kun... ¿Quieres contarme de que va tu pesadilla?

...

- ¡Esta helada, madre! ¡No puedo respirar! - gritó el niño pelirrojo, manoteando en el aire por aquel milagro que lo sacase del agua. - ¡Ayúdame!

Sus ojos verdes miraban con desesperación la alta figura que estaba en la orilla, con un fino vestido oscuro y cabello largo del color de las uvas. Tenía una expresión fría y burlona en su rostro, sonriendo con malicia mientras miraba al niño que se ahogaba. No se inmutó en absoluto.

- Si no puedes ser el mejor, entonces no me sirves.

"¿madre...?" su voz fue callada por las frías aguas del lago, hundiéndolo y llevándose su cuerpo hasta las profundidades.

Entonces...

Un cambio drástico de escena.

Ahora es un adolescente, con su uniforme escolar. Miraba con la misma expresión de Cordelia al cuerpo que luchaba desesperadamente por ser libre de aquel martirio húmedo. Solo podía ver el agua y los brazos salpicarla, más a su alrededor no se encontraba nada sino una inmensa oscuridad. Dijo algo que ni él logró escuchar, con sarcasmo y odio hacia aquel cuerpo. La cabeza del ser se alzó con los rubios cabellos empapados y sus ojos rosados suplicaron salvación.

- ¡Ayato-kun!

El grito horrorizado fue callado por otras manos envueltas en seda negra, y allí desde aquellas aguas oscuras, emergió el cadáver pútrido de su madre tomando entre sus brazos a la joven. Tapó sus boca y encarceló sus brazos, hundiéndola mientras esos ojos rosados llenos de terror miraban a Ayato con suplica. Tampoco se inmutó, en absoluto.

- De tal palo, tal astilla.

Se giró al escuchar a un masculino hablarle al oído, pero fue demasiado tarde. Cuando quiso darse cuenta también había probado de las aguas congeladas. El cuerpo no se movía y como si fuera de piedra se hundía rápidamente en las aguas. Sus ojos esmeraldas vieron como aquel hombre de cabello verdoso y traje negro se alejaba de allí.

Las aguas lo llevaron hasta su profunda y solitaria muerte.

...

- ¿Ayato-kun? - volvió a llamarle, ahora preocupada.

Los recuerdos se detuvieron milagrosamente por su llamado, y agradeció que aquella pesadilla parase en esa noche. Apretó el cuerpo de Yui contra el suyo, resguardándose en el calor de ese pequeño cuerpo femenino.

- Ya no tiene importancia. - le dijo él, sincero y silencioso.

Y las verdad entró en sus ojos como la brisa cálida del verano infernal.

Aquel cuerpo femenino, lleno de la más dulce sangre que haya podido probar en siglos, era su rendición. Desde las raíces de su sedoso cabello rubio hasta las delicadas puntas de sus pies. Le llamaba con sus ojos, tan llenos de energía y fe, incitándole a la locura. Aquel corazón humano que latía cada vez mas fuerte conforme acercaba su cuerpo... Todo de ella, le hacía estremecer. En ese momento supo que, si ella llegase a desaparecer de la tierra, el mismo no podría soportarlo. ¿Por qué? No lo supo, tampoco quería saber.

Solamente quería... aferrarse a ese cálido sentimiento una vez.

- Ayato-kun...

- Dime.

- Etto... ¿Puedes dormir hoy, conmigo?

Una simple pregunta, que lo llenó de satisfacción.

Aunque no le hubiera preguntado, incluso si se hubiera negado a las patadas, él dormiría con ella en esa noche. Nada en el mundo evitaría su deseo nocturno, el poder tranquilizar sus temores con el dulce aroma de Yui... era lo que necesitaba, su deseo...

Con un movimiento de manos, y la rapidez que solo alguien como él poseía, levantó el rostro de Yui cerrando sus labios con un beso gentil.

La sensación de calidez, el tacto y el perfume dentro de su boca fueron el remedio. La cura, de esos males tormentosos que torturaban su mente inestable. En aquella oscuridad, bajo las sabanas de seda blancas, se prometió no hablar de lo sucedido nuevamente. Aunque le haya encantado. La separó de sus labios, dejándola atónita.

A veces las emociones te llegan de sorpresa, y lo único que puedes hacer es saborearlas, sin disfrutarlas. Aquellas emociones eran como ella: Saboreabas su sangre pero sin disfrutar su cuerpo y su pureza. Pudo ser el mundo, caprichoso y cruel, que le dio esa pesadilla solo para darse cuenta del gran error que estaba cometiendo. El error de herirla nuevamente, de darle falsas esperanzas otra vez. Solo que había sido irresistible, el probar sus labios y el sabor de su interior. Era delicioso y estaba lleno de calidez, más aun que el de su sangre.

Esta será la ultima vez.

Se olvidaría de esta noche en la mañana, pero disfrutaría de ella el tiempo que durara. Volvió a apoyar la cabeza de Yui contra su pecho, cerrando sus ojos con alivio. Las respiraciones de ambos eran tranquilas, pero notó cuando ella ya se había dormido. Él también volvió a dormir, con la cura de su dolor entre sus brazos. El lago congelado, la cínica mirada de Cordelia, el ahogo de su garganta, ya no aparecieron nuevamente.

Esa noche, Ayato ya no tuvo pesadillas.

*~fin~*


Etto... ¿qué les pareció este?

Estoy pensando en hacer uno de estos (diferente obvio) de Shuu, Subaru, Reiji, Kanato y Laito también. Me he emocionado mucho *u*

Pueden dejar sus Reviews en el lugar de reviews (soy subnormal).

Si les gustó, pueden añadirle a favoritos y esperar el siguiente capitulo!

Estaré entre subir el de Laito o el de Subaru, así que... ¡Será una sorpresa!

Lo publicaré en unos... dos días, cuando este terminado inmediatamente lo subiré ^u^

¡De nuevo muchas gracias por leer!

Bye bye! :D

By: Shelikernr (que solamente tiene cerebro para escribir cositas cursis, LOL)