¡Hola! Bueno, por partes, como decía mi sádico amigo Jack:

- Este es mi primer FanFic, ¿vale? tengo experiencia escribiendo historias originales, pero nunca se me había ocurrido "usar" los personajes de otra persona. Así que paciencia ^^

- Sí, también es la primera vez que me meto en las oscuras aguas del Yaoi, así que nada de Lemon, gente :)

- Sólo hay un personaje original mío (Boom) y no pienso emparejarla con nadie, me gustan los Akatsuki tal como están, teh he ~

- Los Akatsuki NO me pertenecen, son de Kishimoto.
(Boom es mía, mía)


Boom

Ruidos. Ruidos extraños que Boom hacía siglos que no oía. Ruidos de los vivos. Pero en aquel sitio sólo habitaban los muertos, Suzume y ella, ¿le engañaba el oído?

- ¡Deidara! - a Boom casi le dio un vuelco el corazón al escuchar la voz femenina que llamaba al tal Deidara. ¿Cuánto tiempo…cuándo fue la última vez que vio a otro ser humano?

- ¡Voy, Konan, un! – otro vuelco al corazón. ¡Había más gente!

Tal vez me encuentren y me quieran como sirvienta, pensó Boom. La sola idea de volver a ser útil la entusiasmaba. Aunque…cabía la posibilidad de que sus nuevos amos fueran como los anteriores…Un escalofrío de miedo casi quebró la columna de la niña. ¿Y si…? ¿Y si le obligan a...? Eso no le gustaba nada.

Otros ruidos y distintas voces apagadas interrumpieron los pensamientos de Boom. Suzume se coló justo entonces entre los garrotes para aterrizar al lado del oído de la chica.

- Son diez personas, nueve hombres y una mujer muy bonita – le susurró el gorrión al oído. Boom asintió, dando a entender que quería más información. – Todos llevan unos abrigos negros muy grandes con unas nubes rojas pintadas. Y tienen unas pintas muy raras. –Concluyó el pajarillo.

- Gracias, Suzume – susurró la niña.

Los ruidos empezaron entonces a acercarse. El pequeño cuerpo de Boom se tensó instintivamente. Si ella hubiese podido, hubiera adoptado una posición defensiva. Pero ni su corazón ni sus extremidades se lo permitían.

- Busca en el sótano, mocoso, tal vez encuentres algo útil – dijo una voz masculina. La voz usaba un tono monótono e indiferente, pero a Boom incluso le pareció que se trataba de alguien irritado.

- ¡Si, Sasori no Danna, un! – Boom reconoció esa voz como la del tal Deidara de antes. ¿Le parecía a ella o el chico repetía la sílaba un todo el tiempo?

Pasos apurados, como en una carrera, bajaban hacia su sótano. Era cuestión de minutos que la encontraran. La niña se hizo un ovillo en el suelo frío y esperó. Y rezó a un Dios compasivo (al cual ella aún no había conocido nunca) que sus nuevos amos no fueran como los anteriores.

Los pasos llegaron frente a su celda y se detuvieron en seco. Boom sintió un par de ojos clavarse en su pequeño cuerpo y sus rezos se hicieron más fuertes en su cabeza. Un chirrido le indicó que la puerta de la celda se había abierto. Luego los pasos se acercaron, con sigilo y cautela, hacia ella. La presión pudo con la niña, que abrió los ojos despacio y levantó la cabeza hacia la figura que se alzaba ante ella. Un chico que debía de rondar los diecinueve años le devolvió la misma mirada de incomprensión.

- ¿Hola, un? –murmuró despacio, cómo queriendo romper el silencio. -¿Quién eres, un?

- Soy Boom – susurró la chica. Lo dijo tan bajito que creyó que el otro no la había oído. Y efectivamente.

El chico, presumiblemente conocido como Deidara, se agachó para verla mejor. Se dio cuenta de que la niña tenía, tanto los tobillos y las muñecas, enganchados en largas y pesadas cadenas. Para qué, se preguntó, alguien iba a ponerle cadenas a una niña de este tamaño.

- ¿Cómo has dicho que te llamas, un?- le volvió a preguntar con suavidad.

Boom dudó si su voz sería esta vez suficientemente alta para que un oído humano la oyese. Estaba tan acostumbrada a hablar con insectos y gorriones que ya no se acordaba de cómo se entablaba una conversación con personas.

- B…Boom –consiguió tartamudear.

- ¿Boom, un? –Repitió Deidara- . ¿Y qué haces aquí, Boom?

Morir, pensó la chica. Y no era mentira, lamentablemente. Si sus amos la habían abandonado así era porque querían que muriese.

- Me…me…Se olvidaron de mí –dijo ella. Ésa verdad era más bonita que la real.

Deidara la miró con atención. O al menos con toda la atención que se puede teniendo en cuenta que la celda estaba a oscuras. Parecía una niña muy pequeña, estaba en los huesos. El artista se preguntó cuándo habría comido por última vez.

- Oye Boom, me llamo Deidara, un. – Y le dirigió una sonrisa a la chica, un gesto que pretendía consolar a alguien que lleva siglos muerta por dentro. Y lo consiguió. – Vuelvo en unos minutos, ¿de acuerdo, un?

Boom asintió débilmente, aún deslumbrada por la sonrisa del chico. No recordaba haber visto nunca a nadie dirigirle una sola mirada de afecto. ¡Y él le había dedicado una sonrisa entera! ¡Para ella sola! Su dañado corazón se quejó de las nuevas emociones, provocándole una tos que más bien parecía un ataque de espasmos.

Deidara, que para entonces ya corría como un demonio por la nueva base de los Akatsuki, temió por la vida de la chica. Si el señor Líder no la necesitaba, le pediría que la matase. Y, para ser sinceros, Boom le había dado pena.

Encontró a Pain discutiendo con Sasori. Cuándo éste último lo vio entrar, le dirigió su mirada de Ahora no, mocoso y continuó con su respetuosa discusión con el Líder. Pero Deidara, sin molestarse a pensar que luego su maestro intentaría matarle, se encaró con Pain.

- Líder-sama, he encontrado…er…algo en el sótano, un –dijo atropelladamente.

Pain le miró unos segundos antes de preguntar:

- ¿Y no puede esperar, Deidara?

El tono le dejó claro al artista que más bien significaba un ¿Por qué no te largas, Deidara?.

- Mm…Creo que debería verlo, Líder-sama, un –titubeó.

Acompañado esta vez por Sasori y el Líder, Deidara volvió a bajar como un relámpago hacia la celda en dónde Boom peleaba con su corazón defectuoso.

- Bien, mocoso, espero que sea algo que valga la pena –le susurró Sasori. Vaya, alguien está de buen humor hoy, ¿eh?

A Deidara no le hizo falta responder. Sólo señaló a Boom y dejó que ellos se encargaran del resto. Al principio, ninguno de los dos hombres se movió. Estudiaron la situación desde lejos, cómo sospesando la posibilidad de que aquel pequeño cuerpecillo atado a grandes cadenas pudiese atacarlos. Pero, cuando Deidara se acercó a la chica y ésta no dio muestras de querer hacerle daño, tanto el maestro de marionetas como el señor Líder se tranquilizaron.

- Se llama Boom, un –les informó Deidara-. Dice que se olvidaron de ella.

Pain la observó unos segundos desde su posición hasta que decidió acercarse. Toda su figura oscureció la vista de Boom y le provocó otro escalofrío. Este hombre era muy grande y parecía importante. Así pues, la niña decidió hablarle con respeto, como a su antiguo señor.

- Levántate –le ordenó Pain. De todas las órdenes que alguien podía darle a Boom, ésta le hacía especial gracia. ¿La razón? Sus piernas dejaron de funcionar hacía meses.

- Nada me agradaría más, señor, pero me encuentro temporalmente inválida –musitó con la voz más dócil que encontró. La respuesta provocó una mueca molesta en el Líder.

- ¿Por qué tienes cadenas? – le preguntó cortante-. ¿Eres peligrosa?

La niña reprimió una sonrisa. ¿Cómo alguien podía creer que ella era peligrosa? ¡Sí ni siquiera podía moverse! Aun así, negó con la cabeza desde el suelo y esperó la siguiente pregunta de su nuevo amo. Inesperadamente, el hombre al que Deidara llamaba "Sasori no Danna" fue el siguiente en hablar:

- Dices que te abandonaron aquí, ¿cierto? –tenía una voz agradablemente suave y honda, aunque la irritación que la niña había oído antes aún no había desaparecido por completo. – ¿Por qué alguien abandona una niña inválida y además la ata con gruesas cadenas?

- Porque mi señor quería que muriese –susurró Boom. Sin que se diera cuenta, los ojos se le llenaron de lágrimas. Ella había asumido esa verdad hacía tiempo, pero jamás la había formulado en voz alta. Y la verdad en voz alta dolía mucho.

Los tres hombres guardaron silencio unos instantes, antes de que el interrogatorio continuase. Fue Deidara el que mató el odioso silencio:

- Si te quería muerta… ¿por qué no matarte directamente, un? – sólo después de preguntarlo, el chico se mordió la lengua. Vaya, no había tenido demasiado tacto con ésa pregunta. Al fin y al cabo, a nadie debe de parecerle agradable que hablasen de su posible asesinato.

Sin inmutarse, Boom miró a Deidara y le sonrió.

- Estoy enferma y pronto moriré –la chica susurró la frase, cómo intentando evitar el fatal destino que ya había asumido-. ¿Para qué iba a ensuciarse las manos si yo ya tengo media alma en el otro barrio?

Cualquiera se hubiese conmovido con las palabras que acababa de musitar la pequeña, pero hablando de criminales de rango S la cosa cambia. Lejos de sentir lástima o compasión por Boom, Pain tomó la decisión de dejarla justo dónde estaba. La niña no le proporcionaba ninguna utilidad a su organización y, cómo ella misma había dicho, pronto sucumbiría ante la enfermedad que se la estaba llevando poco a poco. De hecho, sería compasivo y no la ofrecería a Hidan para uno de sus sacrificios. Con esto en mente y sin mediar palabra, el señor Líder dio media vuelta y ordenó a sus subordinados que le siguiesen.

Y a Boom la volvió a consumir la oscuridad y el silencio de su húmeda celda.

- Em…Líder-sama, ¿qué haremos con Boom, un? –titubeó Deidara. Al escultor, más joven e impresionable que los demás Akatsuki, le preocupaba el destino de la chica.

- Nada –fue la única respuesta de Pain. Y con ello, se encerró en lo que sería su nuevo despacho a poner orden.

El chico rubio se quedó parado en medio del pasillo, incapaz de procesar lo que su líder acababa de decirle. Y se quedó allí hasta que una conocida voz, irritada como siempre, le apremió desde atrás.

- ¿Piensas quedarte ahí plantado todo el día, mocoso? Apartate del medio –Sasori ladró más que dijo.

Borde, pensó Deidara. ¿Siempre tenía que ser tan antipático con él? Realmente, su maestro nunca se preocupaba por tratarlo con nada que se pareciese el respeto y, más imposible aún, con afecto.

Acostumbrado a las palabras de su odioso maestro, Deidara se apartó, dejándole paso. Justo cuando empezaba a perder de vista a Sasori, el recuerdo de Boom volvió a preocupar al artista. La niña se iba a morir allí abajo, ya fuera de hambre o de enfermedad. Y, sin poder evitarlo, corrió como un loco hasta la cocina de la nueva base Akatsuki. Pensaba llevarle algo de comer a Boom porque, al fin y al cabo, el Líder no le había prohibido alimentarla, ¿no?


Ya, la tortura de leerme ha acabado, podéis abrir los ojos, venga xD

Los comentarios serán bien recibidos y las críticas constructivas serán recompensadas. No dejéis que esta novata caiga en el olvido, recordad que cada vez que no comentáis, Hidan sacrifica un gatito.

Gracias por su atención ~