¡Hola a todos! Primero que nada quiero aclarar que este fic NO es mío, yo solamente lo e traducido al español.
Esta historia le pertenece a BluewolvesChild17 que también es AnimeChick17 en DeviantArt.
Los personaje de: Eri Sincera y sus hijos(c)AnimeChick17... Madana/Suzu Uchiha(c)daggerUndrea (también de DeviantArt)... Y por supuesto el resto de personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto.
Lo único que me pertenece es la traducción.
Bueno una vez aclarado esto espero lo disfruten :)
Secuestrados
Un nuevo miembro de la familia.
Han pasado cuatro largos años desde el final de la gran cuarta guerra Ninja. En la actualidad el sol ya se había ocultado en Konoha, mientras que en la oscuridad de la noche un hombre se materializó cerca de la familia Uchiha. No fue una celebración dichosa para ese sujeto que observaba como el hombre que se creía que era el último de los Uchiha se casó con la mujer que amaba ese día. El hombre misterioso estuvo esperando ese día, en cuanto la guardia de todos los aldeanos bajo lo suficiente como para que él lograra obtener lo que vino a buscar, avanzo por la solitaria y oscura calle hasta que estuvo frente al hogar del "ultimo Uchiha" y abrió una ventana de la casa para adentrarse en ella, siendo tan silencioso y sigiloso como la noche en que cuidadosamente llego. A los pocos minutos el hombre salio del hogar Uchiha con una sonrisa de satisfacción.
Madara sonrió mientras volteaba para volver a fijarse una vez mas en la casa cuyos dueños ignoraban lo que sucedía, luego poso su vista en el paquete que poseía en sus brazos. Pequeños bracitos se extendieron fuera de la manta para luego ir hacia su pequeño rostro de nuevo, la niña estaba despierta, pero no lloraba, parecía ser consciente de que aquel desconocido la llevaba lejos de sus padres, Sasuke y Sakura. "Esto es lo que le sucede por traidor, que estará sin enterarse hasta al amanecer y su matrimonio se destruirá..." una oscura sonrisa se asomo en sus labios y rió entre dientes para luego volver a desaparecer junto con la niña para regresar de dónde vino.
Una mujer de cabello blanco se encontraba en un jardín mientras acunaba a su pequeña hija, en su rostro se notaba desconcierto y se propuso a dirigirse de regreso hacia de su hogar, preguntándose si su marido ya habría llegado a casa. Durante su paseo la pequeña Mai se había quedado dormida. Eri sonrió suavemente observándola y acaricio el cabello blanco y negro de su hija muy parecido al de ella. Entro en su casa para llevar a la niña a su cuna. Entonces Eri notó algo en el jardín cuando dirigió su miraba por la ventana, aun manteniendo a su hija durmiendo en sus brazos con cautela salió a investigar. Un hombre venia caminando por el jardín de su casa. Ella suspiró de alivio cuando reconoció a Madara.
"¿Dónde has estado?" preguntó acercándose. Una vez frente a él, bajo la vista y se dio cuenta del bulto que cargaba en sus brazos. Frunció el ceño: "¿Dónde has estado?" volvió preguntar esta vez con un poco de agresión.
"Enseñando a un traidor una lección..." Simplemente Respondió Madara. Eri lo miro a la cara con atención y entonces noto como el bulto se movía. Ahora más intrigada miró a su marido.
"¿De dónde viene?" preguntó Eri mientras que con una mano sostenía a su hija y la otra mano la levanto para quitar las mantas y así revelar el pequeño rostro del bebé.
"Es hija de Sasuke, va a estar viviendo con nosotros de ahora en adelante." anuncio Madara mirando esta vez a su propia hija. Él sonrió suavemente, "aww la pequeña Maddy está dormida".
"¿¡Has secuestrado a la hija de Sasuke!" exclamo Eri tratando de mantener su voz baja para no despertar a su hija. Madara simplemente asintió con la cabeza como si fuera lo más normal del mundo.
"Vamos a acostar a Mai en su cuna y yo voy a explicarlo", dijo con calma mientras tomaba a Mai de lo brazos de Eri para él entregarle a su esposa la niña secuestrada y empezó a andar de regreso a la casa.
"¿Qué hay que explicar? ¡Regrésala de vuelta!" ordenó Eri con un ligero enojo sin moverse de su sitio. Madara se detuvo y negó con la cabeza.
"El daño ya está hecho y no tengo ninguna intención de regresarle a Sasuke su hija de vuelta, Él me traicionó Eri;... Ahora tiene que sufrir las consecuencias. La niña se queda aquí con nosotros y eso es definitivo", dijo y siguió su camino sin siquiera mirarle a los ojos a su esposa. Con ella siguiéndole de cerca entraron en la casa y caminaron por un rato sin decir una sola palabra hasta que se adentraron en una habitación donde coloco a su propia hija en su cama.
Eri suspiró suavemente y miró a la niña en sus brazos. "¿Sabes cual es su nombre?" preguntó ella resignada, sabiendo que no lograría nada para hacer que cambiara de decisión.
"No... ella se va a llamar Madana" sentencio Madara antes de marcharse de la habitación dejando en claro que no hablaría mas del tema.
"que original", se burló Eri, recordando que Madara había sido inútil en el nombramiento de sus hijos gemelos y su hija. La mujer miró a la joven que estaba aun despierte en su regazo. "Bueno... supongo que la familia a crecido un poco mas..." dijo suavemente dejando que la niña jugara con su dedo, dejo escapar una sonrisa, aunque aun no le terminara de agradar del todo la idea.
Convencer a sus dos hijos, Taro y Jiro, que tenían a otra hermana en lugar de sólo uno era tedioso, pero finalmente lo aceptó cuando su padre utilizo un genjutsu inofensivo para crear falsos recuerdos de Madana. La pequeña Mai, por supuesto, era demasiado joven como para ser un problema. Durante los próximos doce años de vida de Madana, Eri había tomado la apariencia de ser su madre amorosa, mientras que Madara había tomado la idea de ser un padre duro para ella.
Al igual que Madana sus llamados 'hermanos', habían comenzado un entrenamiento serio con su "padre" cuando cumplió doce años junto con Mai, su 'hermana'. El entrenamiento iniciaba a primera hora de la mañana con Mai y después de que ella terminara sus ejercicios con Madara, para luego así entrenar con Madana. Esta mañana no fue diferente.
"Espero que me puedas impresionar hoy Madana..." dijo cruzándose de brazos.
"No te preocupes, lo haré" afirmó Madana sacando un kunai.
"¡puedes hacerlo Dana!" Mai aplaudió con el apodo que le había dado a la chica que le enseñaron a creer era su hermana.
"¡Solo muéstrale al anciano lo que sabes hacer! ...", dijo Taro, el hijo mayor desde debajo de la sombra de los árboles, a la que su padre inmortal frunció el ceño, Taro se rió y se encogió de hombros con una mueca divertida en su rostro. Jiro sólo sonrió alentadoramente a Madana. Madana no sabía si se sentía mejor o más nerviosa con sus hermanos gritando y observando cada movimiento que ella hacia. Su hermano menor Izuna, sólo podía observar los entrenamientos porque él aun tenía diez años y era demasiado joven como para asumir este entrenamiento.
"Cuando estés lista..." dijo Madara mirando a su hija adoptiva. Madana respiró profundo y hondo mientras asentía levemente y miró al hombre al que ella llama Padre. Activó su sharingan y lo observó detenidamente. En todas sus sesiones de entrenamiento él había sido muy duro con ella, a veces su madre se interponía en el entrenamiento para detenerlo porque él la había herido con sus ataques demasiado rápidos como para que ella tuviera tiempo de reaccionar y así poder esquivarlos. Madana a veces se preguntaba si su padre se avergonzaba de ella a causa de esto...
Madana rápidamente lanzó su ataque con la esperanza que lo captura con la guardia baja mientras se concentraba en su oponente y sus piernas para no perder de equilibrio y lograr golpearlo. Madara sonrió y la agarró de su pierna para luego echarla volando hacia los árboles. Fue un movimiento que él había usado en ella muchas veces por lo que Madana reacciono rápidamente aun estando en el aire, e inmediatamente se concentro en centrar su chakra en sus pies, así como su padre le había enseñado y con una vuelta ágil en el aire aterrizó en el árbol más cercano. Rápidamente sacó otro kunai y se empujó a sí misma con sus pies desde el tronco del árbol directo hacia su padre. Una vez más Madara la esquivo y Madana aterrizó mal haciendo que cayera al suelo sobre su espalda. "Ow..." se quedó sin aliento.
"¿Eso es todo?" le preguntó Madara suspirando.
"Ni siquiera cerca", respondió levantándose haciendo signos con las manos. Madara levantó una ceja interesado.
"¿Jutsu de fuego querida?"
Madana sonrió, "Sólo quería mostrarte lo que he estado practicando."
"Muy bien", respondió.
Madana terminó sus signos y disparo una bola de fuego hacia él, pero para su desgracia era más pequeña que cualquier otra que había evocado anteriormente. Madara negó con la cabeza decepcionado. "¡E-Espere! debo estar en mal estado, o algo…" se excusaba Madana con pánico.
"Hn", frunció el ceño. Madana suspiró, tenía el mismo problema, como siempre, cada vez que se enfrentaba con su padre se ponía nerviosa y no lograba realizar sus Jutsus correctamente. Por lo tanto, no fue una sorpresa cuando se encontró unos minutos más tarde sobre sus rodillas y jadeando delante de él. Los otros niños habían quedado en silencio, y Eri había salido de su casa para poder comprobar como iba todo en las sesiones de entrenamiento.
Madara suspiró y se desordeno el cabello un poco mientras la miraba con decepción. "tienes que entrenarte más, no has logrado impresionarme Madana. Me despido...", se despidió de todos dejándola en el suelo.
Eri se acercó y ayudó a Madana a ponerse de pie. "Creo que fue mejor que la última vez querida, vamos a ir hoy a la ciudad y vamos a comer algunos dangos..." dijo suavemente con una sonrisa y limpiándole un poco de suciedad de sus mejillas mientras Madana observaba como Madara se marchaba.
"¿Realmente crees que me fue mejor mamá...?" preguntó. Eri sonrió y la besó en la frente.
"Por supuesto, me alegro que tus hermanos te permitan entrenar con ellos, los resultados se están mostrando", sonrió.
"Padre, no lo cree así..." Madana suspiró resignada.
"Sabes que él es difícil de impresionar, pero lo vas a hacer si sigues practicando. Ahora vamos por esos dangos", la animo su madre con una amplia sonrisa en sus labios.
"Yo puedo llevarla mamá", dijo Taro levantarse. Eri miró a su hijo mayor.
"¿Lo harías?" preguntó su madre.
"¡Yo voy también!" exclamo Mai emocionada. Eri miró a Madana.
Jiro bostezó, "Me gustaría ir, pero ya e hecho mucho por hoy, prefiero una siesta..."
"Eso es porque tu eres un perezoso," se burló Taro. Jiro le sacó la lengua.
"Puedo ir con Taro, mamá, tu dijiste que hoy estabas ocupada con la yerba del jardín", recordó Madana sonriendo un poco.
"Muy bien... pero tengan cuidado", pidió Eri.
"¡Vamos entonces!" hablo Taro y se marcho junto a sus hermanas. Eri sonrió suavemente y miró a Izuna.
"Vamos, ayúdame a hacer algunas tareas" pidió, Izuna se acercó corriendo y tomó la mano de su madre.
"¡bien!"
Cuando Madana pensaba en sus 'hermanos' ella podía admitir que adoraba a su hermano mayor, Taro un poco más que su gemelo más joven Jiro. Taro era más maduro y tomó su entrenamiento en serio, le gustaba tener su cabello largo y dejar que su flequillo en su cara, lo que le daba una mirada oscura, pero seductora, lo único que a Madana no le gustaba de él es que era un poco mujeriego. Aunque se supone que es típico de un niño de quince años que le interesen las mujeres. Jiro tenía el cabello corto con flequillo corto que le cubría la frente, por lo general cargaba siempre una sonrisa lo que le daba un aspecto divertido y juguetón, pero tendía a ser un poco perezoso, hoy al parecer, era demasiado perezoso como para caminar un poco por la ciudad. Taro a veces actúa como un idiota con sus amigos, pero Jiro estaba siempre abierta y amigable con las personas a su alrededor, los dos podrían ser completamente opuestos a veces. Mai, que tiene su misma edad, tenía el cabello blanco y negro y lo llevaba largo con trenzas baja, ella disfruta de sus sesiones de entrenamiento con su padre porque le gusta probarse así misma con él, ella también toca la flauta y le gusta dibujar en su tiempo libre. Mai por lo general era muy ecuánime.
Madana y sus hermanos disfrutaban de sus viajes a la ciudad, ya que la casa Uchiha en la que vivían fue construida a una buena distancia de cualquier ciudad ya que a Madara no le gustaba las visitas, su padre no les permitía que llevaran amigos y nadie en general a su gran casa por razones Madana y sus hermanos desconocían.
Taro, Mai y Madana caminaban por la ciudad buscando a las personas y relajarse del entrenamiento que tuvieron en la mañana. Taro lidero el camino hacia su lugar preferido. Las chicas pronto se dieron cuenta por qué Taro había insistido en que él llevaría a sus hermanas al puesto de dangos. Una sonrisa de satisfacción adorno su rostro cuando se puso a charlar con la joven que había comenzado a trabajar allí. Las chicas se miraron y suspiraron.
"¿Dónde está tu hermano?" preguntó la mujer con una sonrisa a Taro.
"¿Cuál? ¿El pequeño y lindo?" Taro sonrió.
La mujer se rió. "No, uno mayor y lindo, bueno ¿no era su nombre Jiro?"
"Eh, ¿él?" Taro parpadeó. Las de doce años de edad comenzaron a reír.
"Si, él es tan gracioso y dulce, que mal de que no haya venido con ustedes hoy chicos..." la chica suspiró. Las chicas podían jurar que escuchaban como Taro se rompía en pedazos.
"Oh, um Jiro... h-un que se quedó en casa..." Taro alcanzó a decir.
"Oh, bueno pídele que venga la próxima vez, me gusta hablar con él", dijo la muchacha darles sus órdenes. Taro asintió con la cabeza mientras tomaba su orden de dango y las hermanas tomaron las suyas. Después de un gesto amistoso de despedida, los Uchiha siguieron su camino. Tan pronto como estuvieron fuera del alcance del oído de la chica, Mai y Madana empezaron a reírse de la desgracia de Taro.
"Sí, sí ríanse ustedes dos", frunció el ceño Taro y empezó a comer una barra del dulce.
"Oh, lo haremos", se rió Mai. Madana se rió un poco y comió de su propio dango. Caminaron por la ciudad después de comer sus dulces para ver que podían hacer, mientras ellos estaban allí. Madana se separo de sus hermanos sin darse cuenta mientras estaba en su propio mundo.
Un hombre con cabello oscuro perdido en sus propios pensamientos, tomó su bolsa que compro en la tienda de comestibles. Su vida había sido una bruma desde aquella terrible mañana, hace casi doce años, cuando se encontró con una cuna vacía en lugar de su pequeña hija. Él suspiró suavemente y miró alrededor de la ciudad en donde él y su esposa se encuentran de visita para encontrar el paradero de su hijo desaparecido. Miró a su alrededor y parpadeó con sorpresa, que a través de una multitud de personas se fijo instantáneamente en una niña que se parecía mucho a él. Sacudió la cabeza para asegurarse de que no estaba soñando y volvió a mirar, pero para entonces ya se había ido. Suspiró y se frotó los ojos asumiendo que sus ojos le estaban jugando una mala pasada... Tal vez se había vuelto loco por fin...
Taro vigilaba cuidadosamente al hombre por lo que dirigió a Mai y Madana en la dirección opuesta a él. Su instinto fraternal pareció encenderse en cuando noto la mirada del hombre en Madana, por lo que rápidamente junto a sus hermanas y se mezclaron en una multitud en donde Madana estaría fuera de la vista del hombre. Taro no sabía por qué, pero la sensación de un miedo se apoderó de él cuando vio a Madana mirando al cielo sin darse cuenta del hombre. Quería protegerla, porque no sabía por qué la miraba así, él sólo sabía que no le gustaba. Suspiró aliviado cuando el desconocido se marchó. "Vamos a ir a casa parece que no hay nada que hacer hoy...", dijo.
"Taro vi un cartel para un festival, ¿podemos ir?" Mai preguntó.
"Vamos a tener que pregúntale a Papá", sonrió Taro.
"Tal vez podamos decirle a mamá y usaremos algunos kimonos, va a ser divertido", sugirió Madana.
"Sí, gran idea ", sonrió Mai. Los tres salieron de la ciudad a su casa. Taro decidió entrenar un rato y Mai quería saltar sobre Jiro para despertarlo.
Madana decidió buscar en la cocina un pequeño aperitivo antes del almuerzo. Echando un vistazo en ella vio a sus padres, ella suspiró cuando escuchó risas de su 'madre'.
"No, no aquí, los niños estará de regreso pronto", oyó que le decía. Madara se rió entre dientes.
"Es una casa grande, que tiene un montón de habitaciones y nos ignoran querida" susurró él.
"Tengo que hacer la comida", se rió Eri juguetonamente empujando hacia atrás a su marido avanzando. "Podemos hacerlo esta noche, ahora no."
"No quiero esperar", sonrió él.
"Oh, yo voy a hacer que valga la pena esperar", susurró ella.
Madana se sonrojó y se aclaró la garganta. Ambos padres se volvieron a mirarla. "Oh, cariño hola, ¿has tenido un buen momento en la ciudad?" Eri sonrió.
"Um, sí", dijo Madana mirando a Madara.
"No te preocupes por tu padre, sólo necesita una ducha fría", dijo Eri antes de continuar de Nuevo la comida que estaba preparando.
"Yo no necesito una ducha fría", frunció el ceño Madara. Eri negó con la cabeza.
"Entonces tal vez usted necesita una patada y dormir en el sofá una noche de aprender autocontrol", dijo. Madara hizo un mohín cruzando los brazos.
"Mamá, Mai dijo que había un festival en la ciudad, ¿podemos ir?" Madana preguntó.
"Mmm, tal vez, no hemos ido a uno mucho tiempo" pensaba Eri. Madana asintió con la cabeza.
"Vamos a hablar de ello", dijo Madara. "Ahora, ¿por qué no te vas a practicar con Taro? Él esta entrenando en el campo ahora. Quiero un mejor desempeño mañana", dijo.
Madana sonrió y asintió con la cabeza. "Por supuesto, no voy a defraudarlo", dijo saliendo de la cocina. Eri sonrió suavemente y mantuvo a su trabajo.
"¿Qué?" Madara le preguntó.
"Me gusta cuando te ablandas con ella... a veces eres un poco…demasiado duro...", dijo.
"No puedo evitarlo a veces... que se parezca al traidor de su padre... Es irritante...", suspiró.
"Madara ... tu me prometiste que me la tratarías como nosotros a nuestros otros hijos, si seguimos ella... así que por favor sólo intentar ser un poco menos duro , ¿recuerdas cuando era pequeña? la adorabas tanto como a Mai", señaló.
-Muy bien... pero todavía va a ser duro el entrenamiento, que ahora va a ser como los de los chicos ", explicó Madara.
"¿Y Mai no?" Eri preguntó.
"Eri, apenas ha despertado su sharingan a diferencia de los gemelos y Madana, los dos sabemos que va a ser una sanadora como tú, Madana es una luchadora y va a entrenar como uno", sentencio.
"Muy bien..." Eri suspiró. Madara sonrió suavemente y la besó en la mejilla. Taro a continuación, entró en la cocina con algo inquietante en su mente.
Más tarde esa noche Eri suspiró suavemente escuchando como el corazón de su amor lentamente volvía a la normalidad. Madara le frotó la espalda suavemente y coloco una manta sobre sus cuerpos. "Eso que dijo Taro ¿todavía te preocupa?" le preguntó.
-Sí... pensé que iban a renunciar a buscarla por ahora... pero si Sasuke tiene una idea de ella, ¿él ira a buscarla?" Eri preguntó distraídamente trazado su abdomen con el dedo. Madara se encogió de hombros.
"Tendremos que mantenerla cerca de la casa hasta que esté segura", dijo. Eri lentamente asintió con la cabeza y se abrazó a su pecho. Aunque ella no era la madre de Madana de nacimiento y ella tuvo otros hijos, no podía ayudar, pero quería mantener a la niña como su hija. El único miedo que tenía era que Madana conociera la verdad.
