Bridgette apretó los dientes mientras prefirió dirigir su mirada al suelo. A su alrededor todos los niños se habían callado e incluso la visitante, quien no la conocía de nada, había comprendido que no era momento para entrometerse.
Por su parte Félix mantenía la misma pose con la cual había finalizado su discurso, enfatizando la intención de este, la cual no era más que hacer daño. Mantuvo la mirada fija en la chica quien apretaba los puños con impotencia. Por un momento aunque fuera inconscientemente se alegró de que la chica no tuviese poderes pues sino él probablemente estaría acabado.
Todo el mundo estaba expectante, esperando una reacción por parte de la chica quien se mantenía como roca. Cuando el eco del grito de Félix se dejó de escuchar por los pasillos la chica se movio. Bridgette le dedicó una respetuosa reverencia antes de marcharse por uno de los pasillos del lugar, sorprendiéndolos a todos y decepcionando a muchos que esperaban ver una pelea.
Tan pronto como se fue, Félix recuperó la compostura: — Siento que hayas tenido que ver esto — habló con cuidado ante la invitada quien asintió a su disculpa — continuemos hacia mi despacho.
— ¡Félix! — gritó la chica al entrar a su despacho con un estruendo.
— Te lo repito Rena, para ti, Profesor Agreste — contestó secamente sin siquiera mirarla.
— Ya claro — respondió irónica mientras le cerraba de golpe el portátil. Félix se limitó a alzar una ceja ante su comportamiento insolente.
Rena Rouge era una héroe avanzada apenas con catorce años era la miembro más joven del equipo de héroes activos los "Quantic Kids" cuyo líder no era nada menos que Chat Noir. Ella siempre había tenido talento, y su poder para crear ilusiones era extrañamente útil, siempre y cuando estuviera bajo su control. (Algunas veces cuando estaba enferma proyectaba sin querer sus pesadillas haciendo del lugar una casa encantada.)
— ¿Qué? — dijo con autoridad intimidando un poco a la niña.
Es cierto, puede que Rena fuera muy talentosa pero todos en ese lugar lo eran, tenían una habilidad especial que necesitaba ser potenciada, controlada o hasta en algunos casos suprimida. Sin embargo, por muy talentosos que fueran él era el mejor. Él tenía muy probablemente el peor poder de todos, su poder consistía en atraer toda la energía negativa que rondaba por el aire, si concentraba mucha energía podía llegar a hacer cosas impresionantes, para recolectar esa energía usaba un anillo con una piedra especial que había aprendido a manejar, sin embargo había un efecto secundario, debido a la energía residual que no era absorbida por el anillo tenía una suerte de perros. Pero gracias a mucho trabajo y esfuerzo y a un traje diseñado para alimentarse de esa energía, Chat Noir vio la luz. Se convirtió en el héroe de la ciudad, y poco después en director de esa escuela, donde todos le respetaban, por mucho que no quisieran, era un gran héroe, y lo admiraban por eso. Pero eso no quitaba que fuera un completo idiota con los demás. Es cierto que no tuvo la mejor infancia de todas y precisamente por su habilidad estuvo mucho tiempo encerrado, y sufriendo pero eso no significaba que tuviera que hacer lo mismo con cada persona en la escuela.
— Discúlpate — ordenó la chica recuperando su confianza — Sabes perfectamente que lo que dijiste estuvo muy fuera de lugar.
— Ella, estaba fuera de lugar — habló levantándose para poder enfrentarla correctamente. — Sabía lo importante que era esta visita para... para nosotros y aun así se metió.
— Intentaba ayudar — continuó defendiéndola.
— No lo hizo.
— Heriste sus sentimientos.
— Estamos hablando de Bridgette, se le pasará en unas horas — le restó importancia.
— El que sean de Bridgette no le resta valor a sus sentimientos — contestó furiosa — el que ella sea sincera con respecto a sus sentimientos no quiere decir que sean menos valiosos que los tuyos, así que discúlpate.
Félix le dirigió una mirada furiosa y a su espalda la librería tembló, Alya se apartó ante el ruido con un brinco, mientras que con una agilidad envidiable Félix atajó el libro que caía hacia él. Si había algo que odiaba más que cualquier cosa era el hecho de no tener razón. El tener que admitir que estaba equivocado, su orgullo era casi lo más preciado para él así que el tener que renunciar a él para dar la razón a otra persona, simplemente no lo soportaba.
Tomó el libro por el lomo, tal y como lo había atajado, y señalo a Rena con él listo para contestar cuando por fuera se escuchó un grito: "¡Se ha ido!" justo antes de que Mercury entrara como un rayo en la habitación sin permiso.
— Se ha ido — repitió con una mirada suplicante hacia el rubio, pero este solo frunció el ceño confundido.
Mientras tanto por la puerta entraron Mime y Melody, jadeando: — Bridgette — añadió Mime jadeante.
— ¿Qué? — preguntó Félix sorprendido.
Se giró sobre sus pasos y volvió a su escritorio, pulsó el comunicador de seguridad y en una pantalla holografíca el jefe de seguridad apareció diligente como siempre: — ¿Sí, señor?
— ¿Donde está Bri... la señorita Cheng? — corrigió rápidamente.
— ¿La señorita Cheng? Se fue — aseguró el guardia sin una pizca de duda — de hecho tomó su moto señor — añadió.
— ¿Qué haremos ahora? — preguntó con preocupación Mercury encarando a Félix.
— Ya volverá, os quiere demasiado — entre ellos se miraron atónitos ante la respuesta pero la única que se atrevió a contestar fue de nuevo Alya.
— ¿¡Es qué eres imbécil!? ¿¡Qué pasa con la alerta de ciclón!? ¡Llevamos una semana evacuando y preparando la ciudad para recibirlo y tú... — Félix abrió los ojos con sorpresa, la alerta de ciclón, no sabía nada de ella y él no había ordenado ninguna evacuación, el no había hecho nada de eso. Eso era lo único que odiaba más que no tener razón, perder el control.
— Salid de aquí.
— ¿Irás a buscarla?
— Salid de aquí.
— Irás a buscarla.
— Salid de aquí — lo había dicho con tal furia que ni siquiera Rena se atrevió a responder y todos se alinearon para salir por la puerta ahora un poco descolocada gracias a Mercury.
— Discúlpate — dijo Alya antes de cerrar la puerta de un portazo.
Ignorándola volvió a contactar con el jefe de seguridad.
— Active el cierre de emergencia — ordenó con tranquilidad.
— Ya está activado señor, la señorita Bridgette ordenó activarlo una vez los invitados entraran...
— ¿¡Y CÓMO DEMONIOS SALIÓ ELLA!? ¿Quien la dejó salir? ¿Es qué el hecho de que esté activado el cierre de emergencia no es pista suficiente para no dejar a nadie salir? — gritó furioso.
— Nadie la dejó salir señor, ella usó su llave maestra, tiene una desde el accidente del incendio de helado — Félix casi quiso golpear su cabeza con el escritorio. Cortó la llamada abruptamente y pulsó otro botón, activando un compartimento en la pared revelando su traje.
No tenía más opción.
La ciudad más cercana estaba a dos horas de los terrenos de la "escuela". Eso fue lo que pensó al salir, pensó que le daría tiempo a llegar para cuando empezara la tormenta, pero no tuvo cuenta de que la escuela tenía de hecho unos terrenos muy amplios, una montaña entera para ser precisos, por lo tanto, aprovechando la evacuación por la tormenta no dudó en correr lo más rápido que pudo.
Cuando salió de los terrenos la calma aún estaba presente, pero pronto el viento empezó haciéndose más rápido y brutal a cada segundo que pasaba, la lluvia tampoco se hizo esperar y antes de que se diera cuenta una ligera lluvia que picaba le nublaba ligeramente la visión, sin embargo ni siquiera se dio cuenta de las adversidades hasta que el viento empezó a desequilibrar la moto, estaba muy ocupada intentando no perdonar a Félix.
Ella lo quería, quería a Félix Agreste, estaba enamorada de él. Le había gustado desde la primera vez que lo vio sonreír y se dio cuenta de lo valiosa que podía ser esa persona. Ella conocía su corazón, y sabía exactamente lo que sentía. Solían decirle que era rara por ello, o incluso solían acusarla de estar mintiendo en cuanto a sus sentimientos. Pero a Bridgette nunca le importó, había visto en muchas personas el dolor que provocaba un corazón indeciso y siempre se había alegrado de que el suyo fuera tan claro y abierto. Por eso nunca se escondía a llorar ni fingía estar emocionada, había vivido siendo sincera, diciendo lo que pensaba y sentía en el momento en el que lo sentía, y en su opinión, había vivido bien.
Por eso cuando lo vio sonreír, el día de su entrevista, ambos tirados en el suelo, evitando los ataques de aquellos niños, y su corazón decidió saltarse un latido, ella se dio cuenta de que "Me gustas" después de decir esas palabras, la guerra empezó, Félix, quien no la creía se dio a la tarea de demostrar que estaba mintiendo, lo que a ella le pareció adorable y poco a poco fue cayendo más y más por él. Félix decidió que no le gustaba (el que ella estuviese enamorada de él) y se volvió mucho más frío con ella, quién tuvo que aprender mucho para poder defenderse de sus ofensivas. "No se permiten relaciones entre el personal" le había dicho una vez, "No estamos en una relación, solo tengo sentimientos por ti, y no puedes prohibir eso" había resuelto ella con tranquilidad, sinceramente a ella no le molestaba que Félix se estuviese metiendo constantemente con ella, era como una especie de ritual. Félix tendía a reprimir todos sus sentimientos pero también era extremadamente racional, y no podía demostrar que la hipótesis de Bridgette con respecto a sus sentimientos era mentira, entonces solo podía significar que era cierta, para alguien como Félix, que había sido tantas veces traicionado, eso simplemente era imposible.
Pero normalmente no discutía con cosas que no entendía, como los sentimientos, solía poner a prueba su inteligencia o su adecuación para el trabajo, después de todo era una guardiana en una institución de gente especial, sin poderes, si los niños quisieran podían hacerla pedazos, o al menos eso es lo que él creía, ella podía defenderse perfectamente en esos debates, tenía la partida ganada, pero...
Esa vez se había pasado, él no tenía derecho a decir lo que dijo, ella tenía razón.
O al menos es lo que tenía que repetirse una y otra vez para no perdonarlo, pues una parte de su mente seguía excusando su actitud, pero no. Él había hecho a su corazón dudar. Y eso le dolía, y la enojaba. Solo el pensar que tenía que verle de nuevo la ponía en tal dilema consigo misma que era abrumador. Su pecho dolió con tal fuerza, y se sintió tan impotente. Sabía que no iba a poder evaluar esa situación objetivamente así que decidió alejarse para verlo de otra manera, en cualquier otro momento, esa habría sido una maravillosa y muy madura idea. Alejarse y pensar exactamente lo que siente antes de hacer algo de lo que te arrepentirías. Esa idea era definitivamente la más sensata, o lo sería si no hubiera una alerta por ciclón.
Para cuando llegó a los suburbios la lluvia se había vuelto espesa y con la fuerza del viento en su contra, esta picaba en su piel, se le era muy difícil ver y además tenía que estar siempre atenta a las cosas que empezaban a volar por allí.
Estaba empapada, y asustada pero por lo menos su mente estaba un poco más en paz.
Todo iba relativamente bien hasta que empezaron a volar los buzones, debido a la lluvia no lo vio venir y este golpeó desequilibrando la moto.
No supo que ocurría hasta que se vio a si misma en el aire, flotó durante unos segundos antes de darse cuenta de que todo lo que sube tiene que bajar, y se encogió en el aire para recibir el impacto pero por mucho que lo intentase nunca abría sido capaz de imaginar cuanto dolería aquello. Sintió el golpe en la espalda robándole de los pulmones todo el aire, antes de que se viera arrastrada por el asfalto debido a la cinética. Su ropa se rasgó en pedazos y lo siguiente fue su piel, sintió como miles de pequeñas heridas se abrían y eran atacadas por la lluvia hiriente, la cuál tampoco le dejaba respirar bien. Cunado dejó de rodar por el asfalto apenas podía pensar en lo que estaba pasando. Su cabeza daba vueltas mientras lo único que deseaba era respirar correctamente, todo estaba borroso y pasaba endemoniadamente rápido, el viento seguía haciendo volar cosas así que a ella también era capaz de arrastrarla, quería levantarse pero era incapaz de hacer que su cuerpo respondiera, dejó caer la cabeza en el asfalto justo para ver como la moto a unos metros de distancia de ella se arrastraba lentamente. Si no se levantaba pronto...
El aire volvió a sus pulmones, y con toda la fuerza que pudo reunir se incorporó temblando.
— Esta bien — admitió para sí misma — puede que no fuese buena idea.
— Me alegra saber que por lo menos te das cuenta de tus errores —contestó una voz a su espalda que hizo que se le erizaran los pelos de la nuca apenas pudo distinguirlo mientras la tomaba en brazos. Chat Noir lucía como un fantasma entre la lluvia, al verlo el nudo en su garganta volvió y el manojo de emociones que tanto la incomodaban hizo que se mareara.
Bridgette temblando se aferró a él y le dijo al oído débilmente: — ShenQi.
El edificio ShenQi también conocido como el edificio milagroso, era un edificio abandonado situado literalmente en el centro de la ciudad, era famoso por su singular diseño, era octogonal estaba cubierto enteramente por cristaleras negras que reflectaban todo a su alrededor e impedían que se viera nada desde fuera, tenía diez pisos y en el último d ellos había una casa igualmente octogonal y negra que parecía un templo chino, había sido diseñado Xu Fu Cheng, pero nunca nadie supo cual fue su función o si quiera como funciona, solo se sabe que las cristaleras siempre están limpias, no importa cuantos grafitteros lo intenten son incapaces de hacer que sus obras duren...tampoco se puede entrar por ninguna parte, no tiene puerta, ha habido mucha gente que lo ha intentado entrar en el ShenQi siempre es una atracción pero nadie había sido capaz de hacerlo.
Y en cualquier otra ocasión Félix abría protestado, pero esa vez no había tiempo. Bridgette estaba mal y su pecho dolía por esa razón, así que comenzó a correr pues su bastón con el viento era un poco inútil.
— Hasta arriba — ordenó Bridgette con convicción — hay que llegar arriba — agregó tomando de su espalda su bastón extensible.
— ¿Estás loca? — preguntó Félix alarmado mientras ella le daba el bastón.
— Clávalo y confía en mi — suplicó mientras se agarraba con más fuerza a su cuerpo pues cada ve se sentía con menos fuerza — ahora — chilló cuando estaba a cierta distancia.
Tal y como Bridgette sugirió, Félix clavó el bastón en el suelo y se impulsó como si fuera una jabalina lo que los envió directamente a la última planta del ShenQi. La segunda vez que aterrizó ese día fue menos dolorosa para Bridgette pues Chat Noir se había usado así mismo de escudo, odiaba eso, pues ahora más que nunca deseaba estar contenta pero simplemente no podía. Se levantó cojeando y Félix quien había aterrizado a unos pocos metros se levantó a ayudarla. Ella alcanzó la pared (de la casa del último piso) y esta se activó, se encendió como un árbol de navidad y de la nada una puerta se abrió haciendola caer dentro mientras que Chat Noir tuvo que correr para no quedarse atrapado fuera.
"Cierre de emergencia activado" dijo una voz robótica femenina que parecía venir de todas partes.
— ¿Qué es esto? — preguntó Félix confuso.
"Desbloqueo personal activado, Bienvenida, señorita Cheng" volvió a hablar la voz "Los escáneres han detectado, una, forma de vida más. ¿Desea eliminarla?"
— No — dijo Bridgette en un suspiro.
"Comprobación de seguridad finalizada" Y tras decir eso las luces del lugar se encendieron. Era una habitación amplia con una decoración oriental pero a él no le importó mucho analizar su ambiente, por fin pudo ver a Bridgette con claridad y su pecho se contrajo. Bridgette tenía raspones sangrando por todas partes y quién sabe si tenía heridas más graves que aún no había visto, estaba completamente pálida y sus labios estaban morados por el frío, temblaba y respiraba con dificultad, tenía tantas cosas que no sabía por donde empezar, se acercó presuroso y la ayudó a incorporarse:— Bridgette...Bridgette —la llamó.
Ella seguía despierta pero estaba cansada y tenía mucho frío: — Asis..Asis — le costaba bastante respirar así que no podía articular bien las palabras — Asistencia médica — dijo por fin y el edificio respondió. En el suelo un camino de luz lo guiaba hasta una puerta se iluminó.
Félix la tomó de nuevo en brazos y corrió hacia la puerta, nada más entrar se cerró y comenzó a bajar, un ascensor "Solo el paciente es permitido en el área de curas" volvió a hablar la voz.
— Pero...
— Puedo hacerlo — dijo Bridgette bajando los pies al suelo, seguía empapada así que cuando toco el suelo con los zapatos estos se exprimieron un poco.
— Claro que no puedes — dijo Félix afianzando su agarre — ¿Tu te has visto? No te pienso dejar sola.
— Lo harás — aseguró la chica con una pequeña sonrisa arrogante. En ese momento la puerta se abrió y ella un poco temblorosa se soltó y salió del ascensor.
Félix iba a seguirla. Estaba decidido a seguirla. Pero no lo hizo. Las puertas se cerraron y fue entonces cuando el se sintió capaz de moverse. Se acercó a la pared donde había estado la puerta pero ya no había nada, no podía hacer nada. El ascensor comenzó a subir y las puertas se abrieron de nuevo en la misma sala de antes.
Félix se sentía mal. Estaba preocupado muy preocupado, no entendía nada, sin embargo por mucho que quería concentrarse en resolver el misterio, no podía, lo único que quería saber era si Bridgette estaba bien. Él había tomado una baliza de emergencia pero ir volando cuando hay tormenta no es nunca una buena idea así que apenas llegó a la ciudad había decidido ir a pie siguiendo la señal de su moto, si hubiese llegado un poco antes. El recuerdo de ver a Bridgette tirada en medio de la carretera, la sensación de haber llegado demasiado tarde, la culpa, el alivio cuando la vio moverse, la impotencia. Todo permanecía realmente vivo en su pecho repitiéndose una y otra ve en su cabeza.
"Le importaría descalzarse para entrar a la estancia" la voz lo volvió a sorprender.
Se miró las botas.
— Supongo — contesto desconcertado.
Otra puerta se abrió.
"Espero que encuentre algo de su agrado"
Félix frunció el ceño y se asomó a la puerta, era un armario. Miró el traje, estaba empapado. Cedió.
La voz había estado insistiendo por horas. Deberías descansar, deberías comer, deberías entrar en calor... Pero a él no le importaba demasiado, Bridgette aún no había vuelto, pregunto por quinta vez: — ¿Puedo ir a verla? — pidió tímidamente, era vergonzoso pedir esa clase de cosas.
"La paciente está actualmente, descansando de su cirugía, puede que tome unas, horas, en despertar" Eso no lo tranquilizaba para nada. "Usted también debería descansar" volvió a abrir una puerta que daba a una habitación pero él negó con la cabeza vagamente mientras se levantaba del sofá y volvía a caminar en circulo.
La estancia que era una mezcla de recibidor, cocina, comedor y salón principal, era ciertamente enorme, tenía un suelo de parqué claro y el techo se iluminaba completamente funcionando como una enorme lámpara de luz agradable y suave. en medio de la estancia había en un cuadrado lo que al principio pensó que era un jardín zen de arena negra pero resultó se una chimenea que tenía en el una constante llama encerrada por un cristal. Los muebles era bajos pero cómodos y varios estaban directamente en el suelo, y todos ellos estaban hechos de madera con colores armónicos marrones y rojizos. Las paredes eran completamente negras, sin puertas, pues estas se iban abriendo según la necesidad de la persona. La cocina era prácticamente automática y de alguna forma estaba llena de comida. No había ningún aparato electrónico a parte de los de la cocina, no televisión, ni radio, ni teléfono, bueno, estaba esa voz que estaba seguro que venía de algún aparato electrónico pero no sabía de donde exactamente. Lo que si había, y por todos lados, eran libros. Muchos estaban directamente en chino, pero había una gran variedad de temas, estilos y lenguas. Si no hubiese estado tan ocupado pensando en Bridgette y en la culpa que sentía probablemente habría pasado un tiempo agradable.
No supo cuando se quedó dormido, pues en esa habitación no parecía que pasase el tiempo, solo sintió el impacto con el suelo al caerse del sofá.
"Le dije que debía descansar"
Recordó esa irritante voz abriendo la condenada puerta de nuevo.
— No quiero — repitió enojado, estirándose en el suelo antes de levantarse. — ¿Y Bridgette? — preguntó un poco avergonzado.
"La paciente está actualmente, despierta"
Por inercia alzó los ojos hacia el techo, buscando la procedencia de la voz: — ¿Puedo verla?
"Solo los pacientes son permitidos en el área de curas" el chico resopló enojado y una idea loca pasó por su cabeza, quizá era descabellado pero por alguna razón necesitaba verla.
Si solo los pacientes entraban pues él sería un paciente.
Se dirigió a la cocina, empezó a abrir cajones pero todo estaba limpio no había nada con lo que se pudiera hacer daño. Así que un poco desesperado colocó una mano en el cajón y tomó aire, intentó mentalizarse para la estupidez que iba a hacer. Y se dispuso a cerrar el cajón, con su mano dentro.
"Bienvenida señorita Cheng"
El ascensor se abrió y a Félix le fallaron las piernas dejándolo en el suelo, realmente no quería romperse nada, se sentía como si el tren que lo iba atropellar parase justo a tiempo. Se sintió aliviado, pero también se sintió enojado, contento y triste, y muy culpable. por esas razones odiaba a Bridgette, lo hacía un manojo de emociones estúpidas.
Ella salió del ascensor con un hanfu blanco largo y su cabello suelto, había recuperado el color y en su cara unas pocas tiras cubrían heridas menores. Recorrió con la mirada la habitación hasta chocar con su mirada, Félix ignoró aquellos extraños pensamientos que les decían que estaba preciosa y, armándose de valor se dirigió hacia ella.
Bridgette solo esperó a su encuentro mirando hacia la pared: — Muéstrame el exterior — pidió cortesmente y todas las paredes se volvieron transparentes dejando ver la gran tormenta que ocurría en el exterior, Félix se sorprendió por la tecnología del lugar, las paredes eran cristales opacos y aún así estaba insonorizado pues a pesar de ver los rayos caer e iluminar el cielo nunca, en ningún momento mientras estuvo allí escuchó nada — parece que vamos a estar aquí un tiempo — volvió a hablar. Su voz era ronca y rasposa, pero hablaba con miedo, miedo de empezar esa conversación.
— ¿Es eso lo único que tienes que decir? — dijo incrédulo. Ella le miró con seriedad — ¡Casi mueres! — gritó con enojo. — Si hubiera llegado un poco más tarde...
— ¿No era eso lo que querías? — dijo fría — y cito, ¿que "desapareciera de una vez de tu vida"?
— Bridgette... esa no el la cuestión.
— Si que lo es — le respondió mirándole a los ojos — Heriste mis sentimientos — habló con voz entrecortada, él no pudo responder — yo soy una persona que tiene las cosas muy claras Félix. No me importa que te metas conmigo, que intentes hacerme creer que soy tonta, o inútil o mala en mi trabajo porque no lo soy y lo sé. Sé que soy lista, sé que soy buena en mi trabajo y sé que te quiero — la mirada de Félix huyó y se posó en el suelo, tragando saliva. — Siempre he tenido eso muy claro. Sé leer mis sentimientos mejor que la mayoría, y sé que mis sentimientos por ti son reales, y estoy orgullosa de ello. Pero... — en su pecho el sentimiento de impotencia que había vivido en aquel momento volvió — me hiciste dudar. Me hiciste avergonzarme de quererte como lo hago, me sentí contrariada. Estaba furiosa y triste pero aún así, — hizo una pausa y respiró con tranquilidad mientras una pequeña lágrima asomó — en ningún momento, mis sentimientos cambiaron. Por eso tenía que irme. Necesitaba analizar lo que me ocurría, arreglar mi cabeza y mi corazón antes de tomar ninguna decisión de la cual me podría arrepentir. Porque cada vez que pienso en ti una parte de mi quiere abofetearte y otra quiere abrazarte — rió sin gracia y dirigió su mirada al exterior — siento como si esta tormenta se desarrollara en mi interior — carraspeó y se limpió las lágrimas. En cuanto a Félix, estaba estático, como una piedra. Quería hacer cualquier cosa para aligerar el ambiente pero después de las palabras de Bridgette la voz lo había abandonado. Y no era tanto por la sensación de culpabilidad sino más bien por lo identificado que se había sentido. "Siento como si esta tormenta se desarrollase en mi interior", lo definía, estar en una constante lucha contra ti mismo.
— Lo siento — fue casi un susurro pero para Bridgette fue suficiente, sonrió.
— ¿Acaso Rena te ha obligado? — bromeó más tranquila, limpiándose las lágrimas con el dorso de la manga de nuevo.
— La verdad es que sí — admitió avergonzado pero más relajado. El peso de su pecho se aligero, aunque fuera tan solo un poco —y me rompieron la puerta del despacho — recordó con amargura, mientras que ella se reía.
— Oh por mis dioses, no quiero imaginar lo que harán cuando me vaya — comentó despreocupada.
— ¿A qué te refieres? — preguntó confuso.
"Señorita Cheng, es hora de su, medicación, esto la hará sentir, soñolienta, así que le recomendaría, descansar, tras tomarla"
— Muchas gracias — respondió diligente. Después se dirigió a Félix. — Es lo que estaba diciendo antes...— el ambiente se volvió más pesado.
— Volverás ¿verdad? — preguntó aunque casi parecía más bien una suplica.
— No — tardó en responder y tras hacerlo trago duro para reunir el valor — No puedo controlar mis sentimientos por ti, nunca pude, y nunca me pareció mal, pero... ¿y si alguna vez decides que quieres hacerme daño? — sugirió incómoda — yo... no podría defenderme, no , no querría... defenderme, no me importaría que me hicieras daño, no lo haría... — admitió — y no quiero que eso pase, otra vez. No quiero tener miedo a que puedas hacerme sentir tan mal de nuevo porque ¿qué te impide hacerlo más veces? — le miró. — Desde el primer momento en el que te dije que te quería, decidiste que era tu enemigo. No quiero estar expuesta a eso más —se tocó el pecho con la mano hecha un puño — ya no creo poder aguantarlo. — hablaba con cuidado como si le estuviese hablando a un niño con un berrinche, a pesar de todo no quería que él se sintiera responsable por nada, bajó la cabeza y entonces se dirigió a la cocina. Félix la interceptó tomándola del antebrazo.
— Vuelve — dijo sin mirarla. Quería decir que no lo haría más, quería prometer lo que fuera con tal de que ella volviera, pero no quería mentir. Y no estaba seguro de poder cambiar. Nunca antes lo había intentado, pero nunca antes había querido intentarlo con tanta fuerza.
Ella se liberó del agarre con su otra mano, estaba fría.
— Lo siento.
Entonces volvió esa sensación, sintió de nuevo aquella tormenta "desarrollarse en su interior", sintió la impotencia, el dolor, el anhelo y la traición, pero era incapaz de enojarse realmente, porque ella tenía un punto, tenía razón. Y su corazón dolió y en sus ojos aparecieron lágrimas su cuerpo no respondía a sus ordenes y solo quiso huir.
— Eh, tu, apaga eso — dijo despectivamente sin embargo la voz lo entendió y las paredes volvieron a ser negras — Ahora, tomaré esa habitación — y la puerta se abrió de nuevo.
