Disclaimer: Desde las profundidades siniestras de nuestra mente, hemos vuelto con esta pasión prohibida, rompiendo con las parejas establecidas y desafiando los estándares de la sociedad mágica. Claro, los personajes le pertenecen a JK Rowling. A Millionaire's First Love, no nos pertenece en ningún sentido. Es de sus respectivos creadores. Esta historia es parte del Reto «Verano de películas» del Drinny fest, del grupo Drinny/Dranny: ¡El mejor amor prohibido!
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A MILLIONAIRE'S FIRST LOVE
By
The Darkness Princess & Lady Muerte
Para ustedes que nos miran desde el cielo.
Siempre estarán en nuestros corazones.
D.B.M.F.
*º*º*º
Destinos entrelazados.
Draco Malfoy era hijo único de una familia reconocida de la clase alta y poderosa de Londres. Su infancia estuvo colmada de lujos y amor, pero entonces su vida había dado un completo giro, reventando la burbuja en la que vivía. A partir de ahí todo había sido distinto, había tenido que adaptarse a las nuevas circunstancias en las que se encontraba y eso para un niño no fue tarea sencilla.
Desde que había entrado al Instituto Durmstrang, no había perdido un instante para meterse en líos por su comportamiento hacía cierto sector de estudiantes que no cumplían con sus estándares de belleza, dinero, personalidad e inteligencia que los hiciera merecedores de estar en ese lugar. Esto había provocado que continuamente terminara batiéndose en duelos, al principio sólo en horarios de escuela y conforme había crecido el problema también se había incrementado.
Justo en este momento estaba metido en un serio dilema, a la mitad de una batalla de patadas, puños y armas blancas en el estacionamiento propiedad de un exclusivo casino. Sus infelices rivales, habían osado tacharlo de tramposo en un juego de póker después de perder y él, siendo quien era, no iba a permitir que mancharan de esa manera su reputación. Era obvio que él no necesitaba ni un *lev de esos miserables, pronto sería inmensamente rico, algo que sin duda esos jamás tendrían ni sus sueños más imposibles.
—Vamos, pronto llegará la policía —apuró Blaise Zabinni, uno de sus amigos de batalla, mientras aventaba a un sujeto al suelo como si se tratara de un saco de patatas.
—Vete tú, yo aún no termino con éste —anunció sin molestarse en girarse para verlo.
—¡Demonios Draco! —El moreno bien parecido, lanzó una mirada exasperada a su amigo, su respiración intranquila se agravó aún más al escuchar las sirenas. Él no podía permitirse ser arrestado ni involucrado en otro caso alteración al orden público, su madre no se lo perdonaría esta vez y menos por estar en un país extranjero, y la verdad era que no quería probar de lo que era capaz su madre con tal de darle un escarmiento. *Oxum Zabinni era una mujer con la cual se debía andar con cuidado de ahí que no le durara ninguno de sus siete maridos.
Malfoy estrelló contra la pared al tipo con el que peleaba, teniéndolo controlado y acorralado, se permitió ver de reojo el panorama. —Crabbe, Goyle, lárguense de aquí.
Los dos gorilas que solían custodiarlo, asintieron dejando libres a sus presas y sin más desaparecieron entre las filas de coches lujosos.
—Fue una muy mala idea haberse metido conmigo Poliakoff, te diré algo que acabara un poco con tu analfabetismo, imbécil. Soy un Malfoy, tengo las cuentas de banco repletas de dinero… y desde el 1 de enero seré multimillonario.
Poliakoff ni siquiera puso atención en lo que decía, poco le importaba en realidad. Su único ojo abierto se encontraba alerta observando con temor la llegada de la unidad policíaca. Buscó zafarse del agarre de aquellas manos que parecían ser las de una señorita a primera vista pero a la hora de estrellarse contra su cuerpo sin duda tenían la fuerza de un hombre. El temor subió por su garganta y sus dientes tenidos de rojo tintinearon.
Draco soltó una risa oscura, disfrutando de ver como el tipo que había osado desafiarlo estaba por ensuciar sus pantalones, vaya porquería de humano.
—Fuera de aquí escoria, yo si tengo que pagar mi salida de la cárcel… cosa que por lo visto tu no. —Le lanzó un último puñetazo certero a su cara antes de dejarlo ir.
Las patrullas con luces rojas y azules rodearon la zona, las personas corrieron como ratas a esconderse en sus alcantarillas, mientras él miraba con fastidio y horror su atuendo, le habían arruinado otro conjunto excelente. Se acomodó con tranquilidad su saco, así como las mangas. Maldijo en silencio al darse cuenta que había perdido un gemelo de oro que tenía grabado el escudo de su familia.
—Alto ahí, ponga las manos en alto —ordenó la oficial, apuntándole con su arma.
Draco se sabía por completo el protocolo, algo que no estaba bien para ser un mimbro de la clase alta, pero bastaba decir que poco le importaban las reglas de comportamiento que debía seguir un chico de su edad en su círculo, él no tenía a nadie a quién rendirle cuentas, así que… ¿por qué preocuparse?
Se pasó la mano por las hebras rubias de su cabello, notando lo despeinado que se encontraba, odiaba estar desalineado. Bufó con enojo más al sentir la lastimosa luz de las lámparas de los uniformados posadas en él. Hizo lo que le pedían mientras torcía sus labios en una sonrisa de suficiencia, ¿cuánto tiempo tardaría esta vez Snape en sacarlo?
—Otra vez usted, señor Malfoy —exclamó la agente Kseniya, bajando su arma y enfundándola.
—Y usted siempre apareciendo en todos los lugares a los que voy —profirió permitiéndole asir sus manos—, comienzo a creer que eso no es casualidad —Sus labios se alzaron en una media sonrisa—. ¿Acaso está interesada en mí?
Ella exhaló con incredulidad, mientras elevaba su ceja observando el desastre de jovencito que tenía frente a ella. Comprendía que él creyera que podía tener a cualquier chica a sus pies, era después de todo un pequeño diablo con apariencia de ángel, pero definitivamente ella no estaba interesada en terminar de criarlo, además que eso sería ilegal.
—No tendríamos que vernos si aprendiera a comportarse —reprendió, avanzando hacia él con las esposas colgando de sus dedos.
—¿Me esposara?
—Sabe que sí.
—Me encantaría que lo hiciera en otras circunstancias —sugirió utilizando su talento de seductor, pasando sus pupilas oscuras —gracias a la adrenalina— por la figura femenina.
La agente Kseniya era una mujer madura pero bastante atractiva, según sabía ella nunca se había casado, se había dedicado solamente a su carrera, de ahí que mantenerse en forma fuera más un hobbie que una obligación del departamento.
—Cierre la boca o agregaré otro cargo a su lista —ordenó justo al tiempo que las esposas se adherían a sus muñecas.
—Sabe que eso no me detendrá.
—Un día cometerá un error tan grande que no se reparara con sólo pagar la multa —dijo empujándolo para que avanzara.
Draco chasqueó su lengua. —Gracias por sus deseos.
—Sólo cállese y entre al auto.
*º*º*º
Draco estaba desesperado, había pasado ya 24 horas desde que había ingresado a los separos. ¡Jamás había estado ahí por tanto tiempo! Era insultante.
«¿Qué demonios está haciendo Snape? Lo despediré apenas salga de este horrendo lugar. Sí, eso haré.»
Se aferró a los barrotes. Desgraciadamente le había tocado compartir la celda con un borracho, drogadicto, que había osado poner sus manos en él creyendo que se trataba de una zorra. Semejante idiota, ¿cómo se había atrevido?, y él por supuesto lo había golpeado para sacárselo de encima. Afortunadamente el borracho se había quedado dormido después y él ni siquiera se había atrevido a intentar ir al mundo de Morfeo. Éste no era un lugar digno para que un Malfoy pasara la noche.
¡Maldito Snape!
—¡Hey hermosa...!
«¡Otra vez no!».
—Serás imbécil, ¡¿cuántas veces tengo que decirte que soy hombre?! —rabió, girándose feroz. Tener el cabello ligeramente largo y los rasgos finos, no lo hacían una mujer.
—Mejor para mí —escupió el borracho, pasando su lengua por sus asquerosos labios partidos.
Draco lo miró con horror, sólo esto le faltaba, que el tipo terminara siendo no sólo un adicto al alcohol sino un gay, eso no mejoraba en nada su situación.
—¡Sáquenme de aquí, están violando mis derechos y les juró que les haré pagar!
—¡Callen a la mariquita! —gritó otro preso que se encontraba en la celda vecina.
—¡Idiota, atrévete a repetir eso!
—¡Mariquita!
—Ven aquí hermosa, me gustan rudas como tú.
Draco cerró los ojos con fuerza, sabía que debía haberle partido los dientes, al menos así no podría hablar. El sonido de unos pies arrastrándose de forma torpe lo puso alerta. Se giró de golpe justo para sentir el vaho repugnante del hombre sobre su rostro, tosió casi vomitándose en el proceso.
—Malfoy estás fuera —anunció el guardia llegando para abrir la reja.
—Apresúrese —ordenó escurriéndose lo más rápido posible de aquella jaula podrida.
—Adiós amorcito —musitó el hombre mandándole un beso.
—Morirás —rumió con los ojos entrecerrados.
—Basta Malfoy, deja de buscar problemas o te regresaré ahí —advirtió el policía.
Draco iba echando fuego por la boca y humo por los oídos, nada más al ver a su querido padrino Severus Snape, comenzó a despotricar sobre él y su ineficiencia.
—¿Qué fue lo que te llevo tanto tiempo? ¡Estuve ahí 24 horas! Pude haber pescado una enfermedad, algún bicho… ¡Estas despedido!
Severus era un hombre duro y oscuro, no se inmutaba ante los berrinches y caprichos de su ahijado. Él se había vuelto su tutor después de la muerte de Abraxas Malfoy, el hombre que se había encargado del niño cuando había ocurrido ese terrible accidente en auto que habían sufrido Lucius y Narcissa.
Crecer sin padres, no había sido nada fácil, podía haber tenido todo lo material a su alcance, pero lo más importante le había hecho falta. Su abuelo había sido un hombre frío y alejado, de él había aprendido a no mostrar sus emociones, pero no a amar.
—Mañana abordaremos un avión a Inglaterra.
—¿Qué no entiendes? ¡Estás despedido! —soltó avanzando furioso hacia la salida del edificio.
—No puedes despedirme.
—¡Demonios! ¡Sólo unos días más y podré hacerlo! Entonces serás un maldito desempleado.
*º*º*º
Draco caminaba por el corredor del aeropuerto, acababan de aterrizar en Londres, hacía tantos años que había dejado ese lugar que volver lo hacía sentirse miserable y vacío. Su abuelo nunca había querido mandarlo lejos a estudiar, pero finalmente eso se había terminado cuando se había muerto, entonces Snape lo había llevado a Bulgaria al Instituto Durmstrang, alejándolo de todo lo que había sucedido.
Tragó en seco, recordando la imagen de aquella mujer en esa cama de hospital. Dios, el corazón le dolía como nunca, ese dolor siempre estaba ahí acompañándolo pero estar tan cerca de ella, lo hacía más consciente de él.
—Mi madre me matará —aseguró Blaise con angustia—, se suponía que no volvería hasta año nuevo y ahora averiguará lo que pasó. ¡Ese Snape es un bastardo!
—Dime algo que no sepa —comentó seco.
Blaise no agregó nada más, pues sólo le basto dejar de quejarse para darse cuenta del estado de ánimo de su amigo.
—Te veo luego.
Draco sólo hizo un gesto con su cabeza antes de abordar el vehículo de lujo que lo llevaría a uno de los hoteles de su familia, él no había vuelto a Malfoy Manor desde aquel evento que le arrancara a sus padres y no pensaba hacerlo ahora.
*º*º*º
Ginevra Weasley, conocida con cariño como "Ginny", era una menuda chica, su cabello rojo se podía ver a gran distancia y era famoso en *Ottery St. Catchpole, el pueblo donde vivía, en Devon, Inglaterra.
Entonces, ¿qué hacía una chica de pueblo en la gran ciudad?
La respuesta no era fácil, había tomado la decisión de ir en un arranque y ahora ya no creía que fuera una gran idea. Se mordió el labio inferior, miró con atención la casa frente a la que se encontraba. Desdobló el papel que tenía entre sus dedos congelados, leyendo una y otra vez la dirección.
*…Romilly St, City of Westminster.
Era el lugar, su corazón latió acelerado, algo que no debería sentir. Estaba por avanzar cuando un periódico arrugado y viejo se metió entre sus pies a causa de la ventisca que corría por las calles.
Se tragó sus emociones y se inclinó para quitarse ese papel, apenas lo levantó con intensión de depositarlo en su bolso para tirarlo después en un contenedor cuando vio una imagen maltratada que la impactó. Intrigada trató de extenderlo lo que provocó que rompiera pero aún así pudo leer el encabezado y confirmar que no había alucinado, ella reconocía al joven en la foto.
«No puede ser…».
Su corazón dio todo un vuelco en su pecho, tuvo que respirar profundamente pero le tomó más que un momento recomponerse, pero finalmente lo hizo, ordenando así la bola enmarañada de pensamientos que reinaba en su mente.
Primero debía continuar con lo que la había llevado ahí, antes de hacer cualquier otra cosa. Se arrebujó en su abrigo de segunda mano y caminó hacia la puerta. Requirió un esfuerzo de su parte tocar el timbre, hacia años también había estado frente a ella, ¿podían resultar las cosas diferentes esta ocasión?
*Muriel Prewett era una mujer recia de 72 años, Ginny no había convivido con ella, pero sus hermanos sí, el único recuerdo que tenía de ella no era algo memorable, ni de lo que quisiera hablar.
La puerta de madera se abrió lentamente dejando ver a su tía, Ginny la apreció notando cada rasgo, había envejecido desde la última vez que la había visto y seguía teniendo esa fea nariz aguileña. Ella agradecía a todos los santos no haberla heredado.
—¿Qué se le ofrece?
Los labios de Ginevra se mantuvieron cerrados casi como si estuvieran pegados, había ido allí llena de preguntas y discursos, pero ahora no estaban más en su mente. Los ojos enrojecidos de Muriel la recorrieron, sus dedos huesudos se dirigieron a los lentes que colgaban de su cuello con una jareta. Al colocárselos, estudió a la chiquilla frente a ella, no tardó mucho en reconocer ese cabello y esas pecas.
—¿Qué es lo que haces aquí?
El tono tan golpeado y la expresión enojona de la mujer la hicieron balbucear. —Yo-yo…
—Habla de una vez muchacha —apremió—. ¿Vienes aquí por dinero? —Volvió a repasarla con sus ojos inyectados de sangre, hizo un sonido de desaprobación. —Se los he dicho antes, no tengo ni un solo penique para ustedes, ya he hecho suficiente ayudando a tu hermano *William con su boda, incluso le preste mi diadema a su esposa y acomodando a ese arrogante de Percival en un buen trabajo, pero por el resto de buenos para nada de tus hermanos no puedo hacer nada… no merecen mi ayuda.
Ginny sintió como el cuerpo se le calentaba de enojo y las lágrimas escocían en las esquinas de sus ojos. ¿Cómo podía expresarse así de ellos, ella precisamente? Ron tenía razón no debería haber venido.
—Tienes mala cara, no será qué… ¿acaso estás embarazada? —Al no escuchar su respuesta asumió que era así— ¡No puedo creerlo! Sólo esto le faltaba a nuestra familia… ¿y qué es lo que esperas que yo te de dinero para criarlo?, ¿abortarlo? No me sobra dinero para esa clase de cosas, sólo vete de aquí.
Ginevra apenas parpadeó cuando la puerta se cerró en su nariz, sus ojos llenos de agua, se desbordaron en lágrimas.
—Es una bruja. —Se limpió el rostro con un manotazo y se alejó de ese lugar. Su intento había sido inútil, no la necesitaba, no volvería…
*º*º*º
Lejos de ahí, Draco Malfoy se encontraba en el antro de moda de la ciudad acompañado de sus viejos amigos. La música electrónica resonaba por todo el lugar mientras un buen número de chicos se retorcían y rozaban a su ritmo. Los tragos de colores aparecían sin descanso por su mesa en la zona VIP.
—Deja de quejarte tanto, pronto serás oficialmente millonario, sólo faltan unos días —exclamó Blaise, quién finalmente había logrado escaparse de su casa y de su madre para estar ahí y no seguir perdiéndose la diversión. Odiaba ser al que sólo le contaran vagos detalles de lo que había ocurrido la noche anterior.
—Multimillonario —corrigió Draco, dándole un trago a su bebida.
—Maldito presumido.
—Son muchos ceros de más —añadió, sonriendo con descaro.
—¿Y qué es lo que piensas hacer? —inquirió Theodore Nott, un joven de piel pálida y cabello color caramelo de ojos lapislázuli que solía usar lentes, que bien podía pasar por el típico chico nerd, de no ser por su personalidad y amistades.
Draco siempre había considerado como su igual a Theo, su padre había sido gran amigo del suyo y lo hubiera seguido siendo de no haber muerto. Lo había conocido desde temprana edad y a pesar de vivir en países distintos no había algo que pudieran ocultarse, se conocían bastante bien y eso incluía las tretas de ambos para engañar al resto.
—Lo primero será irme de aquí, luego tendré todo el dinero y el tiempo del mundo para averiguarlo —manifestó recargándose en el sofá de piel, momento que Pansy Parkinson aprovechó para deslizarse cerca de él y acariciar su rostro, dándole la oportunidad de darle un buen vistazo a su escote.
Draco quería a la chica pero a veces lo fastidiaba tanto al punto en que sólo la deseaba lejos de él. Sin duda aceptaba que había sido mala idea haber salido con ella, ese detalle sin duda había arruinado su amistad y atrofiado a su amiga con la posibilidad de que algún día terminaran frente al altar, cosa que a él no le interesaba en lo más mínimo. ¿Por qué comprometerse con alguien? Él podía tener a quién quisiera, cuando quisiera… y era todo lo que necesitaba en su vida.
Theodore hizo una mueca antes de sonreír. —Terminarás arruinado.
—Que más quisieras —repuso divertido—, pero no te preocupes seguro podrás trabajar para mí cuando te gradúes.
—Imbécil, como si lo necesitara.
—Pensé, ya sabes que se me da ayudar a los pobres.
—"Draquito el amante de los pobres", todo un encabezado —opinó Blaise alzando sus manos para darle énfasis, como si tuviera el periódico frente a él.
—Idiota —dijo, dándole un golpe en la espalda a su amigo.
—Por favor. Draco no se codea con esos —cuchicheó Pansy con la nariz arrugada como si algo apestara.
—Ya, ya… ¡por nuestro querido amigo Draco! ¡Salud!
Juntaron sus copas antes de beber su contenido.
—Te estás poniendo sentimental, negro.
—No todos los días podemos salir a divertirnos contigo en Londres y este es tu hogar, deberías volver.
El ánimo de Draco cambió por completo, bajó su vaso dejando que cayera sobre la mesa. ¿Por qué no volvía? Todos lo sabían.
—Déjalo ya Blaise, tu amor enfermo por él, no necesita que este junto a ti 24/7 —replicó Theo buscando aligerar la situación, bien sabía que había cosas que era mejor no sacar a relucir.
—Te advierto Blaise que Draco es mío —manifestó Pansy, apuntándole con su dedo con perfecta manicura.
—No soy gay Pansy —rumió entre dientes.
Draco se levantó del asiento y avanzó a la multitud.
—¿Y ahora a dónde va?
—Déjalo Pansy —sugirió Theodore.
—Pero yo… quería que bailáramos —profirió cruzándose de brazos, haciendo claramente berrinche.
—Justo por esa actitud, Draco siempre se va con otras que no lo cansan —declaró Blaise, sonriendo divertido.
—¡¿Qué?! ¡Eres un tonto!
Thedore exhaló, esto siempre ocurría.
—Como lo envidió, ¿por qué mi madre es tan sana? —comentó Zabinni poco después, cuando Pansy por fin se había tranquilizado.
—Eso es horrible Blaise, además tu madre es una mujer muy agradable.
—No la conoces —replicó crispando sus cejas con pesar.
—Te aconsejo que no digas eso frente a Draco —profirió Nott, sabía que a su amigo no le gustaba nada que terminara haciéndolo sentir como un huérfano y también sabía que Blaise no habla tan en serio, pues escondía lo mal que la había pasado al no haber crecido con su padre y si con múltiples padrastros. Su madre era después de todo lo único que tenía a pesar de tener sus diferencias. Y él también comprendía a Draco, pues cuando aún era niño había perdido a su madre, su padre había rehecho su vida pero para él la familia se había muerto con su mamá.
—No lo diré.
La mirada azul de Theodore se perdió entre las personas iluminadas por luces de colores, no podía ver a Draco pero estaba seguro que volvería, sólo necesitaba un momento para congelar nuevamente sus emociones y recomponer su máscara.
*º*º*º
Las horas pasaron, Ginny se encontraba más tranquila, el mal rato que había pasado se había quedado atrás junto con sus lágrimas. Al entrar al lujoso hotel, se quedó inmutada, había tanta luz y opulencia por todo el lugar que no creía que fuera real. Estatuas, cuadros, esculturas, objetos de exhibición… ella era lo único chocante en ese lugar.
Dio pasos por el lugar recorriendo el recibidor, observando el restaurante por la pared de vidrios transparentes, la música suave del piano llegó hasta ella. Las mujeres lucían arregladas y hermosas con vestidos carísimos, llevando con arrogancia joyas hermosas, acompañadas de hombres adinerados, ya que pocos de los que estaban ahí, a su juicio podrían considerarse guapos.
¿Qué se sentiría llevar una vida así?
De inmediato se sintió tonta por pensar eso, no ella no quería nada de eso para ser feliz, lo que ella esperaba no tenía nada que ver con riqueza.
Se recargó en un pilar estaba realmente cansada por el viaje, por caminar hasta ese lugar, tal vez esa también había sido una mala decisión y ni siquiera debía estar ahí. Deseaba poder deslizarse, pero estaba segura que de hacerlo la echarían, no estaría bien visto tener ese comportamiento en ese lugar.
Su estómago rugió de hambre, sacó un chocolate de su abrigo y atrapó entre sus dientes la barra mientras frotaba sus manos heladas.
El guardia de seguridad la miró con sospecha, sí la estaba calificando y no le tomaría más que unos segundos darse cuenta de que no cubría con el estándar para estar en ese lugar. Así que optó por huir del ahí, el lobby era tan grande que tardaría en encontrarla, si se proponía hacerlo, aunque claro estaban las cámaras que echarían a perder sus cálculos.
Sólo necesitaba estar un poco más, lo suficiente para ver a esa persona.
Se comió su chocolate y miró una vez más su reloj de pulsera, pasaba de la media noche. Tal vez esa persona no aparecería por ahí, quizás la mucama a la cual le había preguntado se había equivocado y toda esa espera sería en vano.
*º*º*º
Draco aparcó su Ferrari frente a la entrada del hotel, un hombre uniformado de pies a cabeza la abrió la puerta del coche.
—Bienvenido señor.
—Encárgate de él —señaló aventándole las llaves. Caminó hacia la calidez del hotel dirigiéndose hacia los elevadores, los empleados al verlo lo recibían con un saludo cordial y otros no tanto pues no lo toleraban, él lo sabía por supuesto y disfrutaba molestándolos.
Despreocupado apretó el botón del elevador, fue en ese momento mientras esperaba que notó la presencia de una chica extraña y corriente que miraba hacía donde él se encontraba.
«Pero ¿qué diablos?».
Miró a su alrededor buscando a alguien más a quién esa chica conociera, pero no había nadie, lo que decía que era a él a quien miraba. Sabía que era la fantasía de toda chica, pero tenía estándares y él estaba muy por arriba de esa chica fea, de cabello espantosamente rojo. Estaba seguro que no era una empleada, no tenía uniforme y era obvio que no era una clienta de su hotel, entonces únicamente le quedaba una posibilidad.
—Sólo esto me faltaba.
La puerta de espejo del elevador se abrió y se cerró mientras él tomaba una decisión acerca de ella. Él ni siquiera debería tener que encargarse de eso, para eso estaba la vigilancia, pero lo iba a hacer, porque evidentemente eran unos incompetentes. Avanzó hacía ella y la miró sin mucho entusiasmo, demostrando la antipatía que sentía.
—Este es un hotel de cinco estrellas.
Ginny se quedó sin aliento al verlo acercarse, pero al notar su actitud, su emoción se fue apagando.
—¿Y eso qué?
Draco enarcó su ceja, vaya chica sinvergüenza. —Olvídate de prostituirte aquí.
—No te preocupes por eso, estoy embarazada —respondió con un gesto parecido a una sonrisa que se convirtió en una al ver la reacción de él.
—¿Qué? —Vaya zorra, ¿cómo es qué había llegado hasta ahí? Si antes se había sentido noble, ahora haría que rodaran las cabezas de su personal de seguridad.
—¿Hay un motel por aquí cerca? Este sitio es demasiado caro.
Draco soltó un ruido de incredulidad. Se rio y la miró de nuevo con la ceja alzada. —Cínica
Ella no añadió más y él achicó sus ojos, de alguna forma retorcida encontraba graciosa aquella situación.
—Está bien, estas de suerte pobretona… considérate afortunada —Sacó su cartera entregándole un par billetes—. No en mi hotel, ¿eh?. Lárgate.
Ginevra observó con los ojos entornados el dinero en su mano, abrió la boca para detenerlo, pero él se alejó de inmediato, apenas mirándola de reojo al entrar en el elevador.
—Genial. —Eso había sido fantástico.
Dos humillaciones en el mismo día, vaya suerte.
Él era un chico demasiado atractivo con una muy mala actitud, definitivamente una combinación que ella no toleraba. Él no era para nada como esa persona a la que deseaba ver, tal vez debería darse por vencida, ese chico era claro que no llegaría y ella debía ir a dormir.
*º*º*º
Draco entró a su suite en el hotel, corrió la puerta de vidrio hacia su pequeña terraza mientras fumaba un cigarro observando como la nieve caía y el recuerdo de aquella pelirroja se desvanecía en el pasado.
Llevaba varias noches sin ver las estrellas y deseaba hacerlo ahí en Londres, ya que en Bulgaria no experimentaba la misma sensación, aunque sabía que sería prácticamente imposible, estaban en invierno y eso sólo quería decir nieve a todas horas.
Había sido una noche como esa en la que sus padres habían muerto, no recordaba mucho de ese día, ni tampoco de las semanas que le habían seguido y no deseaba hacerlo, estaba mejor así.
Ya era suficiente con lo que se había quedado en su mente, no necesitaba material extra para tortura o pesadillas.
De cualquier forma recordar o no recordar no cambiaría en nada su vida, seguiría sintiendo lo mismo.
Estaba solo.
*º*º*º
Ginny se quedó cerca de una parada de autobús, nevaba y no quería terminar como una paleta de hielo. Dirigió su mirada hacia las luces brillantes del hotel, podía haber utilizado el dinero que le había obsequiado el príncipe arrogante, pero eso sería como estar de acuerdo con la impresión que él tenía de ella y no, eso jamás.
Ya encontraría un motel.
—Buenas noches —murmuró para sí, para esa persona y ese chico rico.
*º*º*º
Draco dio una vuelta en su cama y entonces la encontró, ahí estaba Pansy envuelta en sus sabanas de seda. Su cabello negro se expandía por la almohada de forma desordenada, su cara mostraba una paz que nunca tenía cuando se encontraba despierta y con toda esa energía, sus brazos estaban extendidos hacia él, buscándolo.
«¿Qué hace ella aquí?».
—¡¿Qué demonios?!
No recordaba cuánto había tomado la noche anterior, pero definitivamente debía haber sido mucho, para haber terminado teniendo sexo salvaje con Pansy, porque eso debería haber sido. Se echó un vistazo a sí mismo, notando que sí efectivamente estaba desnudo y tenía muestras de pasión en su cuerpo.
Sin duda una estupidez.
—Draco —pronunció adormilada, tallándose los ojos, logrando que la mancha oscura bajo ellos creciera.
—Pareces un payaso —comentó logrando que ella frunciera su ceño primero antes de tomar consciencia y soltar un quejido.
—No me mires —dijo cubriéndose el rostro.
—¿No crees qué es algo tarde? —dijo con obviedad, alejándose de ella.
—¡Draco! No seas así —chilló tirándose a sus brazos.
—¿Y cómo quieres que sea? —añadió con sarcasmo— Quítate de encima —Abandonó la cama tomando su bóxer del lugar en el que había quedado relegado—. No quiero hacer esto, sólo vete.
—Pero… nosotros —tartamudeó, sentándose en la cama jalando las sabanas con ella para cubrirse.
—Sí, lo sé… y para que lo sepas ni siquiera lo recuerdo —contestó de mala forma. A su mente sólo venían imágenes vagas, él había llegado al hotel solo y se había topado con esa extraña chica, a la que había despedido después de darle dinero. Lo que había pasado enseguida no lo tenía claro, era evidente que estaba pasando por un periodo de lagunas mentales, cortesía de la borrachera que se había puesto.
Pansy se sintió ante sus palabras, su cara se bañó de decepción. Draco apartó su mirada, odiaba que las chicas fueran tan sensibles y lloronas.
—¿Cómo pudiste olvidarlo? Vine porqué tú lo quisiste, estuvimos tomando unos tragos y me pediste que pasara la noche contigo…
—¿Qué? —Toda esa historia se le hacía tan ridícula, lo único que quedaba claro es que había estado tomando y había estado con ella.
—Eres un insensible.
Él soltó un chasquido. —Pansy, no me cambiaras nunca, esto no irá a ningún lado… déjalo como un buen rato que pasamos los dos y ya.
—Yo no…
—Sí y no quiero seguir con esto, hablamos después —murmuró a manera de despedida, salió de la habitación para que ella pudiera cambiarse, mientras él fumaba un cigarro, pero apenas anduvo por el lugar cuando su mayordomo Doug apareció con un traje para él.
—Buenos días, señor.
—Joder, me has dado un susto, ¿qué no sabes tocar? —refunfuñó. "Dobby" como él solía decirle de forma peyorativa, llevaba trabajando con su familia décadas y tenía esa costumbre de andar por los rincones como un fantasma.
—Le he traído lo que usará el día de hoy —dijo pretendiendo no darse cuenta del estado en el que se encontraba su jefe.
—Ya estoy grandecito puedo escoger mi ropa y vestirme solo —respondió agitando su cabello con su mano en una señal de exasperación.
—Perdone, señor.
—Sólo vete y ordena mi desayuno en el restaurante, bajare en una hora.
—Únicamente usted desayunara o también la señorita con la que se encuentra.
Draco le lanzó una mirada de pocos amigos, mientras una profunda "v" se acentuaba entre sus cejas. —¿No fui claro? Dije mi desayuno, lo que quiere decir que sólo será para mí.
El viejo hombre asintió apenado, realizando una gran inclinación antes de salir.
Pansy salió del cuarto poco después con el rostro lavado y los ojos ligeramente hinchados. Draco se levantó del sillón donde estaba, agradecía que hubiera sistema de calefacción, porque de no ser así no hubiera aguantado estar ahí con nada más que una prenda encima.
—Ya puedes usar tu cuarto.
—Pans no es personal —dijo al pasar junto a ella.
La chica tragó en seco y antes de que él se alejara lo detuvo para abrazarlo. Draco se dejó hacer, no quería seguir peleando con ella.
—Pide que te lleve uno de mis chóferes.
—No y no permitiré que sigas tratándome como una de tus aventuras a las que despides así como si nada.
—A ti no te estoy despidiendo, sólo te estoy diciendo hasta luego —comentó separándose de ella, avanzando hacia su habitación.
Pansy sonrió de forma amarga, él sólo decía "hasta luego" porque eran amigos, no porque hubiera algo especial entre ellos.
—Deberías cambiar la contraseña del lugar, eres demasiado simple.
Él se detuvo, buscando comprender eso.
—La fecha en que recibirás tu herencia no es algo que pocos sepan —añadió antes de partir.
*º*º*º
Ginny no podía creer que estaba haciendo eso, pero prefería darle su dinero en la cara a ese grosero engreído. Entró al hotel nuevamente, de día le parecía un lugar más sobrio y frío que de noches, quizás se debía a la ausencia de la magia de las luces. El baño del motel había sido una porquería antihigiénica que ni siquiera se había atrevido a tomar una ducha o cualquier otra cosa ahí, así que entrar al tocador de damas de ese lugar era como estar en el cielo de los baños o algo parecido.
Justo cuando se encontraba lavando su cara y sus dientes fue que notó el pequeño cuadro en la parte derecha de la pared junto a los espejos. Era una pintura sobre una casa de campo con sus muchas ventanas, algo como lo que ella siempre había deseado. Lo único que afectaba su apreciación era que estaba desacomodado.
Negó con su cabeza y terminó de lavarse. Su transporte saldría en una hora y no debía perderlo, mucho menos a causa de ese tonto chico. Así que mejor se apresuraba y terminaba con toda esa situación.
*º*º*º
Draco pasó la hoja del periódico que estaba leyendo mientras disfrutaba de un espléndido desayuno, había tenido que tomar un remedio para su resaca, pero ahora sin el malestar comenzaba a sentirse mejor y su mente lo agradecía.
Después de estar meditándolo durante su ducha, se había dado cuenta de la razón de las últimas palabras de su amiga, la muy… astuta, se había colado a su cuarto. Él había bajado a tomar unas copas al bar, el resto era fácil de adivinar, ella se había entrado a su habitación cuando él ya se encontraba durmiendo y una cosa había llevado a la otra.
Si, definitivamente Pansy no era como las otras, esa chica era más inteligente de lo que aparentaba y era capaz de hacer cosas como esa con tal de salirse con la suya, pero no se lo permitiría más.
Leyó lo importante de una nota de finanzas y bajo el periódico dándose cuenta de que esa pequeña zorra embarazada estaba de nuevo en su hotel, mirándolo otra vez de esa forma.
«Seguro que volvió por más dinero, no debía haberle dado nada.»
Hoy no estaba de tan buen humor como ayer para tolerar esto.
Ginny alzó su mano, saludándolo desde el barandal de madera donde se encontraba recargada.
—Mierda —mencionó Draco, se levantó molesto por la interrupción yendo hasta ella—. ¿Cuál es tu problema? ¿Por qué estás aquí todavía? ¿Acaso conseguiste un cliente en mi hotel? ¿O vienes por más dinero?
—Estoy aquí para verte —respondió como si su presencia en el lugar fuera de lo más natural.
—¿Qué?
—El cuadro en el tocador de damas esta desequilibrado. Ve y arréglalo —indicó como si fuera su madre, avanzó un poco y le robó una fresa de su desayuno—. Rico… —murmuró con una sonrisa, amaba esa frutilla. Regresó sobre sus pasos observando el rostro aristocrático deformado por el escepticismo— por cierto, ten —Tomó su mano y dejó en ella el dinero completo que él le había dado—. Ahí tienes tu propina.
Al concluir se alejó con paso saltarían ante la mirada atónita de Draco y sus empleados que habían presenciado todo.
—Pero ¿quién se cree?
De inmediato el gerente del lugar apareció con la cara cayéndosele de vergüenza.
—¿Es así cómo diriges este hotel? —reclamó de mala talante.
—Haré que arreglen el cuadro ahora mismo.
—¡No eso, idiota! ¡Me refiero a esa zorra loca! —explotó, tenía la cara tan roja que por un momento sus empleados creyeron que jamás volvería a ser pálido.
—Me encargaré enseguida.
—No quiero volver a verla por aquí, ¿entendiste?
—Sí, señor.
—Y despide al jefe de seguridad, ahora.
*º*º*º
Ginevra tenía una gran sonrisa de triunfo en su cara, esperó con singular alegría su camión, ojala ese hubiese aprendido la lección. Había sido tan gracioso, lograr hacer enojar al niño mimado, estaba segura que gracias a eso, él no la olvidaría.
Afortunadamente el viaje fue tranquilo y pronto estuvo en casa, dejando así atrás esa ciudad que sólo le había traído sinsabores y amarguras.
*º*º*º
Y por fin llegó el día que Draco tanto había esperado, despertó lentamente, desde la media noche se había convertido en un multimillonario, sólo tenía que ir a esa odiosa junta con Snape para arreglar los documentos.
Anoche la había pasado en grande con sus amigos y recordaba haber ligado con una chica aspirante a actriz que había realizado ya algunos comerciales. Astoria se llamaba, vaya nombre le fueron a poner sus padres, pero tenía que reconocer que era realmente hermosa no sólo de cuerpo, su cabello era dorado y caía en rizos por su angelical rostro, sus ojos verdes chispeantes parecían dos piedras preciosas.
Era una pena que ella no hubiese querido acompañarlo a su suite, se había perdido de mucho, pero tarde o temprano caería en su cama como lo hacían todas.
Se levantó de buen humor y no se sorprendió al salir de la ducha el encontrar a "Dobby" con un conjunto de ropa a unos pasos de él.
—Feliz año, señor.
—Bien, esta vez tu ganas… usaré eso.
Sus labios se crisparon en una sonrisa ladeada, ese día comenzaba su nueva vida, no más escuela, se desharía de Snape y se dedicaría a disfrutar de su dinero como nunca.
*º*º*º
Draco sentado cómodamente en su silla frente al grupo de abogados que dirigían sus negocios, escuchaba con una sonrisa bonachona la lista de bienes que había heredado y las cantidades de dinero en distintos bancos.
—Ahora pasare a leer la cláusula final.
—¿Qué? ¿Cuál cláusula? ¿Por qué nadie me había hablado de ella? —Eso le sonaba mal, taladró con su mirada a Snape, esperando que dijera algo que lo tranquilizara, pero él muy desgraciado seguía ahí inescrutable, sentado como una piedra.
—Señor Malfoy, guarde silencio para que pueda continuar.
Él colocó una mueca, desesperado porque acabara de una buena vez.
—Este testamento tendrá efecto sólo cuando el heredero cumpla los requisitos.
—¿Es un chiste? ¡Tengo la edad estipulada en ese maldito papel! ¡Además la fecha en que todo pasaría a mis manos es hoy! ¡No me vengas con estupideces!
El abogado ni siquiera se preocupó en responderle. —El heredero deberá ser transferido al Colegio de Hogwarts…
Draco esta vez no se pudo quedar en su lugar se levantó impulsado por su enojo. —Esto es una jodida farsa creada por ustedes para arruinarme la vida y así poder seguir viviendo de mi dinero.
— …y deberá graduarse ahí con un alto promedio, de no ser así las propiedades y bienes irán a la caridad.
—¿Qué? ¿Mi dinero a la caridad? ¿Qué diablos le pasó a ese viejo chiflado? Él jamás habría hecho eso, ¡soy su único familiar! Quiero ver ese testamento, seguramente lo cambiaron ineptos, defraudadores…
—Draco contrólate —pidió Severus, lanzándole una dura mirada.
—¿Lo sabías? ¿Eres participe de esto?
—Termina de escuchar lo que tiene que decir el abogado.
—En caso de que el heredero no esté de acuerdo puede renunciar a sus derechos y recibirá sólo el 0.1%.
—Olvídalo... estás despedido.
—Serás transferido —declaró Snape levantándose—. Gracias por sus servicios —agregó para los abogados.
—Tú también estás despedido.
—Harás lo que te digo y recuerda, que no tienes derecho a despedirme —afirmó estoico.
Draco soltó una risa sin emoción. —Esto es una basura, no iré a ningún lado y todos ustedes son unos imbéciles.
Salió de la oficina como un demonio dispuesto a disfrutar del día como lo tenía pensado, esos viejos cascarrabias no le arruinarían la vida.
Anduvo por pasillo del piso que lo sacaría del lugar, topándose con un cuadro de su abuelo. Maldijo vejestorio lo había jodido todo.
—Lo vas a lamentar, verás lo que voy a hacer con tu dinero —Sacó su celular de la bolsa de su pantalón—. Tengan mi coche preparado…
—No puedes usarlo —mencionó Snape a su espalda.
—Quieres dejar de seguirme, no necesito una niñera —farfulló.
—No tienes derecho a usar el coche, ni la suite, ni Malfoy Manor ni ningún bien a menos que decidas cumplir con lo estipulado en el testamento o que aceptes el 0.1% de la herencia.
—Y tú coge tu pensión y lárgate —dijo antes de regresar el celular a su oído escuchando la respuesta de su trabajador—. ¿Qué estás diciendo? ¿Cómo qué no tengo derecho a usarlo? ¡Es mío! ¡Demonios! —Colgó su celular y se giró rabioso— ¿Qué fue lo que hicieron?
—Está es la dirección de donde vivirás y la otra es de la escuela a la que asistirás —habló estampando el sobre en el torso de su ahijado—. Si necesitas ayuda sólo tienes que llamarme.
El desconcierto se quedó grabado en su rostro, el sobre cayó al suelo mientras Snape se alejaba.
Lo odiaba.
Aventó su celular y maldijo hasta el cansancio mientras pisoteaba ese papel hasta casi destruirlo.
Ese debía ser el más horrible día de su vida y lo peor era que ni siquiera se trataba de esa tonta superstición de haberse levantado con el pie izquierdo.
*º*º*º
Esto no estaba pasando se repitió una y otra vez mientras iba en ese viejo autobús camino a ese pueblo perdido en las montañas. Ni siquiera se había atrevido a contarle a sus amigos, no estaba de humor para soportar sus burlas.
Todo era culpa de ese maldito viejo, ¿por qué no simplemente le había dejado todo y ya? Tenía que complicarlo con sus ridículas indicaciones.
Se contrajo en su asiento buscando protegerse de todos los horrores que lo rodeaban, el autobús olía a rayos, ¡había animales ahí dentro por mil demonios! Eso debería estar prohibido por alguna ley, era antigénico, ni siquiera podía respirar con calma, el aire apestaba, la gente hedía y le sonreía como si fueran amigos lo cual era peor.
Se acomodó sus audífonos, subiendo el volumen a su ipod mientras pretendía que el panorama de niebla, nieve y montañas era de lo más interesante que había visto en su vida.
Era patético.
Después de horas o tal vez pasaron siglos, no lo sabía, había sido el viaje más largo y eterno de su vida, llegó a Ottery St. Catchpole. Al descender del autobús se dio cuenta que era un pueblo más paupérrimo de lo que pensaba.
¿Ahora cómo se suponía que iba a llegar a su casa?
No había ningún coche esperando por él.
—Maldito Snape —rumió. Seguro se estaba cobrando cada una de las que le había hecho pasar, pero no se iba a salir con la suya.
Él no estaría ahí mucho tiempo, ni siquiera un mes.
Tomó sus maletas y fue en busca de algún medio de transporte digno que lo llevara a su casa, pero no esperaba encontrarse que lo más decente sería una carreta de un trabajador que llevaba paja y sacos de alimento para sus animales.
—La dirección que me diste es aquí, sigue ese camino y encontraras el lugar que buscas.
El hombre no había dejado de parlotear en todo el recorrido y él sentía que la cabeza le explotaría, prácticamente salto lejos del vehículo con sus maletas y que ni siquiera pensara que le iba a agradecer.
—Cuídate Draco, nos veremos por aquí.
Él cerró los ojos con fuerza, armándose de paciencia. Siguió la senda que maravillosamente alguien había limpiado de nieve hasta llegar a lo que parecía ser la entrada principal.
Cansado aventó la puerta de hierro y entró topándose con un hombre grande y robusto husmeando en lo que parecía ser el jardín.
—¿Qué mierda de casa esto? —exclamó, echando un vistazo al lugar, su cara se deformó en un feo gesto.
Esto no era un sitio digno para un Malfoy, era… era hórrido, parecía el hogar de unos pobretones.
—¡Muchacho como has crecido! —exclamó alegre el hombre— Soy Rubeus Hagrid.
Draco apartó la mirada de la casa para ver al sujeto, analizándolo, llegando a la conclusión de que no lo recordaba y no era de su agrado.
—¿Quién diablos eres?
—Soy el jardinero.
—¿Por qué estás aquí?
—Para cuidar del jardín.
—¿Por qué te molestas? Es invierno, todo está muerto y congelado, además nadie vive aquí…
—Ahora tú vivirás aquí.
—Olvídalo. Estás despedido, tu trabajo es una pérdida de tiempo y dinero de mi cuenta —manifestó dándose la vuelta y yendo hacia la puerta, intentó abrirla pero esta se atascó, logrando que él se enojara y recargara su peso para lograr hacerse paso.
—Estúpida puerta —se quejó, ladeando su rostro para buscar al hombre—. Estás recontratado, arregla esta porquería de lugar.
—Lo haré, pero primero terminare con el jardín.
—Quiero que lo hagas ahora, esta puerta no sirve. ¿Me has oído? —Le dio una mirada mortal antes de internarse en la casa.
—Menudo chico ha resultado, necesita un par de lecciones —recitó para sí, rascando su larga barba.
*º*º*º
Draco revisó cada habitación de esa casa sintiéndose más miserable, definitivamente debía ser una broma, ¡era un maldito cuchitril de cuatro por cuatro con pésima decoración!, parecía la casa de Drácula y no de una persona del siglo XXI.
Definitivamente éste no era un lugar digno de un Malfoy.
Dejó caer sus maletas en lo que creyó que era la habitación principal o al menos eso creía por lo menos esta le parecía más amplia que las otras. En definitiva esto le causaría claustrofobia y otros daños mentales.
Apenas vio el cuadro de Abraxas en la pared contraria a la cama y como pudo lo bajó.
—Eres un maldito, pero no te saldrás con la tuya, haré que te revuelques en tu tumba —señaló tirando el cuadro por el balcón al patio—. Deshazte de él —le gritó a un sorprendido Hagrid.
º*º*º*
Draco apenas pudo tomó una ducha para quitarse esa peste del camino, encontrándose con que el boiler eléctrico no servía porque no había luz.
—Lo más probable es que venga alguien por la mañana —comentó Hagrid como si fuera lo más normal, echándole un poco de aceite a las uniones de la puerta.
Draco gruñó aferrándose a una toalla, temblando como un animal mojado. —¿Qué? ¡Alguien debe venir ahora!
—No lo creo.
—Entonces haz algo tú —mandó volviendo sobre sus pasos a su habitación, pero al ver que su orden no se cumpliría, regresó al cuarto de baño y terminó de ducharse, no iba a quedarse así de ninguna manera, prefería padecer una gripe a estar sucio.
Una cosa era no tener herencia ya, y otra comenzar a actuar como un verdadero pobretón.
Al salir se encontró con que su celular se estaba quedando sin batería, tenía llamadas, mensajes y varias notificaciones que ahora no podría revisar.
Estupendo.
Se cambió de inmediato colocándose ropa caliente, se metió bajo las mantas buscando que su cuerpo volviera a su temperatura, quedándose dormido. Finalmente después de un rato bajó para buscar algo de comer. No había visto a ninguna otra persona de servicio más que Hagrid y eso no pronosticaba nada bueno.
Al entrar ahí comprobó que no había nada ni nadie, ni si quiera un pan para comer.
—Maldito Snape…
Se suponía que debería haberse encargado de que todo estuviera listo para su llegada, pero ahora vería. Tomó su celular y marcó su número.
—¿Qué sucede Draco?
—Este lugar es un infierno, no hay nada, ni siquiera ¡comida o luz! ¿Cómo diablos esperas que viva aquí?
Esperó escuchar una respuesta, pero sólo oyó el sonido de su celular apagándose.
—¡Rayos! —Tuvo el impulso de aventar su celular, pero entonces recordó que no tenía dinero para comprar otro y que ese era nuevo, pues el anterior había sufrido un accidente.
Buscó por todo el lugar a su empleado como perro rabioso. —No hay comida.
—Bueno muchacho tendrás que arreglártelas solo con eso —profirió sacudiendo de sus manos, acababa de prender la chimenea esperando que calentara un poco la casa, aún tenía que prender la del cuarto de Draco o se congelaría sin el sistema de calefacción.
Malfoy estaba a punto de jalarse los cabellos, escupió por lo bajo toda clase de improperios. —¿Hay algún restaurante por aquí?
—*El Caldero Chorreante está a unos kilómetros de aquí al sur y Cabeza de Puerco es lo más cercano…
—Olvídalo. —Sonaban espantosos esos nombres, ya podía imaginarse la clase de comida con cochambre que debían vender.
En serio había caído en la dimensión desconocida.
—Hay una tienda en la gasolinera a unas calles de aquí.
—¿Y también tiene un nombre extravagante? —cuestionó irónico.
—Bueno…
—No quiero saberlo —añadió antes de escuchar otra tontería.
Salió de la casa casi enseguida, no quería que le sorprendiera la noche, podía perderse o peor aún, ser atacado por algún animal salvaje o asaltado por los pobretones del lugar.
Mandar a ese hombre como se llamara que trabajaba para él en su lugar, no era una opción, podría haberle comprado cualquier alimento procesado barato, logrando así matarlo definitivamente. No podía confiar en los gustos de ese hombre, parecía un montañés que sólo comía animales que él cazaba, de sólo pensarlo el estómago se le revolvió.
*º*º*º
Ginny colgó la manguera de la bomba de gasolina y se giró hacia las personas con una sonrisa.
—Hasta luego.
El coche arrancó y ella volvió a su lugar en la tienda en la caja registradora. Había comenzado a trabajar ahí desde hacía un año y medio. Le gustaba pasar sus tardes ahí, la distraía de su vida; sabía que no era el trabajo soñado por ninguna chica de su edad, a nadie le gustaba lucir esa gorra, ni esa chamarra color amarillo combinada con gris y mucho menos terminar oliendo gasolina en lugar de a perfume, pero la hacía ganar un salario que era muy necesario en su hogar.
Draco sintió un alivió bañarlo al ver la mentada gasolinera, eso no había estado tan cerca como había pensado, pero al fin podría hacerse de algo decente para llenar su estómago. Apenas entró a la tienda supo que definitivamente ahí no habría lo que estaba buscando de marcas y productos.
—Debí saberlo, este pueblo tiene un pésimo gusto.
La frente de Ginny se llenó de arrugas cuando sus cejas se encontraron. Esa voz se le hacía lastimosamente familiar, pero no podía ser. Alzó su rostro dejando que sus ojos buscaran al dueño, sorprendiéndose al ver ahí al mismísimo Draco Malfoy, tomando un par de productos de los estantes.
«¿Qué hace él aquí?».
La confusión se adueñó de ella. Parpadeó como esperando que ese se esfumará del lugar, pero no, definitivamente eso no pasaría, no era una alucinación él estaba ahí y eso no tenía por qué importarle, no y no.
El universo tenía sus extrañas formas de hacer que las personas se reencontraran y eso los incluía a ellos.
Él se dirigió a los refrigeradores, tomó otro par de cosas y entonces caminó hacia la caja despreocupado con su andar arrogante como si fuese un dios que no mereciera tocar ese suelo impuro.
Ginevra rodó sus ojos y se preparó para lo inevitable. El aire se coló con rapidez a su nariz y a sus pulmones, casi era como si esperara que eso calmara su estado de inquietud, pero no fue así.
Eran de esos momentos en los que a la mente se le escapaba el control de las emociones. Al sentir el pesó de su mirada humo, ladeó su rostro como esperando que la visera de su gorra tapase sus rasgos y así evitar que él la reconociera.
—Y una caja de cigarros.
—Sin cigarros. —Se atrevió a decir, mordiéndose al instante la lengua. No debía haber dicho eso, pero tampoco iba a venderle ese horrible vicio, ni a él, ni a ningún menor de edad.
—¿Qué? —cuestionó poniendo por primera vez atención a la chica que se encontraba en la caja.
—No hay cigarros para estudiantes.
Él chasqueó su lengua. —Y a ti qué te impor… —La palabra se quedó por la mitad, él conocía a esa chica, se encogió un poco para poder ver bien su rostro, quedándose de piedra.
No, esto era una jodida mentira.
No podía ser que hasta ella estuviera en ese recóndito lugar. ¿Qué carajos estaba sucediendo? ¿Acaso todas las personas que le caían mal aparecerían ahí?
Demonios.
—Eres tú.
Ella no tuvo otro remedio que alzar su cara, dejándose ver bien. Sus ojos azules miraron la expresión mitad desconcierto y mitad enojo que él tenía. No le extrañaba que fuese así.
—¿Arreglaste el cuadro? —Fue lo único que logró articular y sabía que había sido patético.
—No.
—Debiste hacerlo —contestó, metiendo todos los productos en bolsas de papel reciclado.
—Soy el dueño y sino sabes lo que eso significa, te lo explicare. Tengo cientos de empleados a mi servicio que se encargan de todo por mí, eso incluye arreglar cuadros de tocadores.
—Ashh —murmuró sintiendo su irritación crecer, ¿cómo podía aguantarse y no lanzarle un puñetazo por odioso?—. Son 18.50.
Él sacó su cartera escogiendo una de sus muchas tarjetas, aventándosela al recibidor sin delicadeza. —¿Sorprendida?
—Ni un poco. —Tomó la tarjeta y la pasó por la terminal.
—No finjas, sé que sí —interpeló esperando alguna reacción de su parte, pero nada, ella siguió en lo suyo, ignorándolo—, y… ¿vives por aquí?
—¿En serio? —Alzo sus ojos y él pudo notarlo gracias a las luces que brillaban divertidos. ¿Acaso se estaba burlando de él?
—Ni si quiera creas que es porque me interesa saber.
—Inténtalo mejor la próxima vez —dijo disfrutando internamente del giro que estaban tomando las cosas.
—Para que lo sepas yo no salgo con chicas feas y mucho menos embarazadas que se prostituyen en hoteles caros.
—Y yo no salgo con insípidos rubios narcisistas con aires de grandeza —replicó observando con un chispazo de satisfacción el mensaje que había salido en su terminal—. Esta tarjeta está congelada.
Draco todavía no se recuperaba del primer golpe que le habían dejado esos comentarios a su ego cuando había llegado uno nuevo.
Era una vil mentira de esa zorra seguramente para avergonzarlo, porque ese maldito abogado no se atrevería a hacer eso ¿o sí?
—No has sabido utilizarla, lee lo que dice en ella.
Ginny apretó sus labios buscando no reír, la cara de él estaba perdiendo arrogancia e incluso creía ver un rastro de sudor en su frente.
—Tarjeta de platino, pero no sirve.
—Estas equivocada y te lo demostrare. —Arrancó su tarjeta de los dedos de ella y volteó la terminal hacia él, realizando el proceso comprobando con disgusto que ella había dicho la verdad.
Cabreado, sacó otra de sus tarjetas, pero lo mismo sucedió con cada una de ellas. Todas fueron rechazadas.
Envilecido como nunca, apretó su mandíbula y se enderezó notando la sonrisita de burla que lucía esa extraña chica.
—Está descompuesta —aseguró veloz, sus mejillas le ardían por el disgusto. El sabor amargo en su boca hablaba de su bilis derramada por pasar esa vergüenza—. ¿Sabes lo mucho que tengo en mi cuenta? Ni siquiera yo lo sé, porque se incrementa cada día. ¿Entiendes?
Ella ya no ocultaba para nada que la estaba pasando en grande a sus costillas. —Fanfarrón.
La palabra le cayó como un pellizco en una zona muy sensible. —¿Qué dijiste? —cuestionó con los ojos entrecerrados.
—Que no me podría importar menos, ¿tienes o no tienes con que pagar?
Draco ofendido, sacó un par de billetes que cubrían la cuenta. Ella lo tomó y procesó la información en la computadora, dejando que la impresora sacara su recibo, mientras ella buscaba su cambio.
Él tomó las bolsas casi arrebatándolas del lugar, fue en ese instante en el que esperaba su dinero que vio sus manos, su cara se torció en un feo gesto.
—Quédate con el cambio, tus uñas están sucias… no sé como permiten que labores así.
Ginny sintió aquello como una puñalada y más después de la última mirada que él le había dado. Alzó sus manos a la altura de su rostro, estudiando sus uñas.
Un nudo se formó en su pecho, mientras lo observaba alejarse a través de la pared de vidrio. Instintivamente frotó sus dedos por su chamarra, deseando que con eso se fuera la sensación que él le había dejado.
—Están limpias —dijo en voz alta como si esperara que sus palabras fueran escuchadas por él.
*º*º*º
* Lev: es la divisa de Bulgaria. El código ISO 4217 para esta unidad monetaria es BGN y su abreviatura Lv. Se subdivide en 100 stotinki. Información de Wikipedia.
* Oxum, es el nombre que le colocamos a la señora Zabinni ya que no se menciona en HP cuál es.
* Ottery St. Catchpole: es una pequeña ciudad situada en Devon, Inglaterra. Dato extra: el pueblo tiene tanto población muggle como mágica, aquí en esta historia no manejaremos la parte mágica del mundo HP.
* Dirección inventada.
* Tía Muriel, sabemos que es familia de Molly, pero no está claro si era por parte de su madre o de su padre, aquí le colocaremos el apellido Prewett. Esperamos su comprensión.
* William, nombre completo de Billy Weasley.
* Modificamos la dirección del Caldero Chorreante y de Cabeza de Puerco.
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Continuará…
¡Gracias por leer!
…
La historia es una adaptación de la película "A Millionaire's First Love". Título original Baekmanjangja-ui cheot-sarang. Dirigida por Kim Tae Gyung. No será una copia fiel, pondremos muchas escenas y otros detalles que no estarán en la trama original. Es realizada para el Reto «Verano de películas» del Drinny fest, del grupo Drinny/Dranny: ¡El mejor amor prohibido! En Facebook.
Esperamos contar con su apoyo y sus comentarios.
Participan otras nueve historias de adaptaciones de películas por si gustan leerlas, se irán colocando esta semana.
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(´¸.·*´¯`*»— — The darkness princess & Lady Muerte.
