Ni los personajes (Meyer) ni la historia me pertenecen, esta es una adaptación de una de las novelas de Anne Mather

CAPÍTULO 1

Bella recordaba con toda claridad la primera vez que vio a Edward Masen. Fue con ocasión de su décimo aniversario. Como favor muy especial, Lady Newton había aceptado que le hicieran una fiesta de cumpleaños en el jardín, si bien en una zona bastante alejada de la casa. Recordaba también el entusiasmo con que esperaba la llegada de aquel día. Hasta entonces, sus aniversarios habían pasado casi desapercibidos. Tan sólo algunas veces su madre la había llevado al cine, después de terminar con los preparativos de la cena.

Pero esta ocasión era muy especial. Después de todo, las amas de llaves debían procurar que sus hijos se hicieran notar lo menos posible. Nadie podía negar que Lady Newton había sido muy bondadosa con la madre de Bella cuando su padre falleció repentinamente, dejando a su viuda con una niña de tres años y sin medios para sostenerse.

Su padre había sido agricultor y la vivienda que ocupaba el matri monio pertenecía al dueño de la granja. Cuando llegó el momento de abandonar la casa, la madre de Bella estaba desesperada. Lady Newton, que era precisamente la propietaria de la finca, sugirió que Renée Swan y su hijita fueran a vivir a la casa grande. El ama de llaves iba a jubilarse y cada vez era más difícil encontrar trabajadores domésticos responsables. De esta forma, la buena señora aseguraba su futuro en lo que a buen servicio doméstico se refería y ayudaba a la viuda, pero con el tiempo Bella se fue volviendo un problema para su madre, por su carácter rebelde e inconformista. Sin embargo, a los diez años todavía no podía observar la situación con ojos críticos y a los tres, carecía por completo de opinión.

Lady Newton era viuda también. Su esposo había fallecido en un accidente automovilístico. Después de su muerte, Lady Newton se puso al frente de la finca, y se desempeñó de manera tan atinada, que todo el mundo sospechó que desde antes de enviudar la manejaba subrep ticiamente. Tenía un solo hijo, el nuevo Lord Newton, y estaba deci dida a que no mermara su herencia a causa de la muerte del padre.

Durante sus años escolares, Bella veía rara vez a Mike Newton. Después de cursar la enseñanza secundaria en el colegio de la loca lidad, el joven fue a estudiar a la ciudad y durante las vacaciones su madre no lo perdía de vista. La señora Swan le había explicado a Bella que su madre adoraba al joven, puesto que era lo único que tenía en la vida. A Bella le parecía que la dama llevaba una exis tencia muy solitaria, ya que ella, a pesar de las limitaciones que se le imponían, tenía una vida social muy activa fuera de la casa. Contaba con muchos amigos y a menudo compadecía al joven pálido que de cuando en cuando observaba jugando solo en el jardín.

Una semana antes de la fecha del décimo cumpleaños de Bella, Lady Newton ofreció una cena. Era a principios de junio y la señora Swan había trabajado intensamente durante quince días para que la dama pudiera recibir dignamente a sus invitados, que pasarían la noche en la casa. Se había desatado tal afán de limpieza, que hasta Bella había intervenido, ayudando a los sirvientes que fueron contratados para la ocasión. Se invirtieron muchas horas en la prepa ración de la comida. Los vinos también fueron seleccionados con todo cuidado, enfriados a la perfección y Bella se quedó fascinada al contemplar la mesa, con el cristal y la plata refulgiendo a la luz de los candelabros.

La fiesta fue un éxito, y como muestra de agradecimiento por su trabajo, Lady Newton sugirió que tal vez a la señora Swan le agra daría organizar para su hija una fiesta de cumpleaños la semana pró xima.

En los años que siguieron, Bella habría de especular acerca del carácter de aquella mujer que trataba de recompensar a su ama de llaves, sin tener en cuenta que tal vez la interesada hubiera preferido descansar en lugar de sumergirse de nuevo en la fatigosa labor que im plica la preparación de una fiesta.

De todas formas, se organizó el convite a la perfección. Aquella tarde, el sol brillaba con esplendor. Bella ayudó a su madre y a Jared, el jardinero, a colocar en el jardín una mesa, donde pondrían los bocadillos, los pasteles y una enorme jarra de naranjada. A Bella le parecía que todo estaba igual que la noche de la fiesta de Lady Newton. Siete niñas habían sido invitadas y la festejada ocupó la cabecera junto a la tarta helada en la que se destacaba la inscripción "Felicidades, Isabella".

Llegaron las invitadas, y la niña, con manos temblorosas, abrió los regalos. Su mejor amiga, Jessica Stanley, hija del maestro de la escuela, le obsequió un bonito prendedor de perlas, que Bella insistió en ponerse de inmediato. Comenzaron los juegos y la señora Swan les ofreció como premio bolsas de caramelos.

Cuando llegó la hora del té, Bella presidió la mesa con actitud de gran señora, tratando de imitar a Lady Newton. Era su primera fiesta y estaba decidida a que fuera todo un éxito, pero de pronto co menzó a llover. Unas cuantas gotas al principio, pero más espesas después, que cayeron sobre su cabello y sobre la tarta, arruinando por completo la inscripción.

Bella se puso en pie de inmediato, profundamente desilusio nada. Su madre no estaba allí en aquel momento, pero seguro que había advertido la lluvia desde las ventanas de la cocina. La niña se volvió desolada hacia la casa, pero no vio ni a su madre ni a Jared, el jardinero. Las otras niñas le aconsejaron que se sentara de nuevo y se olvidara de la lluvia, porque pronto pasaría. Bella levantó la vista y se dio cuenta de que en el cielo no había ni rastro de nubes.

Una enorme gota le cayó en un ojo y mientras ella se llevaba las manos a la cabeza, las otras niñas se reían nerviosas y protestaban por que un verdadero aguacero estaba cayendo sobre la mesa. Bella sabía que no estaba lloviendo porque el cielo se hallaba despejado y las hojas de los laureles estaban secas.

Sin embargo, las gotas seguían cayendo y las invitadas se hallaban tan absortas en lo que sucedía, que no intentaron averiguar su pro cedencia, mas la festejada advirtió un grueso chorro que se arqueaba sobre el seto y, con una exclamación de furia, se lanzó hacia los ar bustos.

De inmediato se escucharon risas ahogadas y la lluvia cesó tan súbi tamente como había comenzado. Bella no se detuvo. Con torpes movimientos se abrió paso por entre las ramas y fue a dar al otro lado del seto. Allí encontró los aspersorios del sistema de riego que usaba Jared. Vio que alguien desaparecía por una de las esquinas de la casa. Era una figura masculina, que Bella no logró reconocer.

Se lanzó a perseguirle, aunque dudó por un momento, pensando en el delicado vestido de flores que su madre le había bordado espe cialmente para la ocasión. El dobladillo estaba desprendido y lleno de tierra. Su indomable cabellera marrón le caía sobre la cara en completo desorden y el prendedor de perlas había desaparecido. Sus amigas gritaban y la señora Swan, al escucharlas, acudió para ver lo que ocurría. Con muchos esfuerzos, Bella volvió a abrirse paso por entre los arbustos, ante la mirada compasiva de sus asombradas amigas.

— ¿Qué esta pasando aquí? —inquirió la señora, alarmada.

A! unísono, media docena de voces trataron de exponer lo sucedido, pero el ama de llaves esperó hasta que la propia Bella estuvo en condiciones de explicar la situación. La niña terminó su re lato con cierto temor, porque estaba casi segura de que su madre no habría de creerlo, mas se sorprendió al ver que estaba tan disgustada como ella. Al escuchar lo que había ocurrido, su rostro se contrajo y en seguida volvió silenciosamente a la casa.

Bella la observó con tristeza mientras se alejaba, pero las otras niñas se le acercaron para preguntarle qué había sucedido. Aceptó las muestras de simpatía y admiración de sus amigas por la forma en que había logrado ahuyentar al intruso. Trató de no mirar hacia la mesa, pero cuando lo hizo, se sobresaltó al comprobar que la tarta estaba deshecha y los sándwiches empapados. Tan sólo las gelatinas se mante nían intactas.

Bella seguía allí, rodeada por sus amigas, cuando volvió su madre, pero no venía sola. La acompañaban Lady Newton y un mu chacho de unos dieciséis años. Era bastante alto, delgado, de faccio nes angulosas, cabello cobrizo y tez morena. Bella se preguntó cuál sería su nacionalidad, pero no le cabía duda de que él había sido el autor del desastre.

La niña levantó los ojos y se indignó al descubrir un brillo de burla en los del joven, aunque su semblante aparecía contrito y solemne. Ig noraba quién era y qué hacía en la casa, pero deseaba intensamente que Lady Newton le mandara arrestar por la policía.

—Como puede ver, señora, la mesa ha quedado arruinada —ex plicaba su madre a Lady Newton. Después se volvieron hacia el grupo de niñas y en aquel momento, Bella tomó conciencia del estado las timoso en que se encontraba.

Se sintió avergonzada, pero no se movió. Lady Newton la miró, se volvió hacia el chico y soltó una carcajada. Él también se rió y con tagió a las niñas que, alborotadas, no cesaban de gritar y reír, pero eso no le sirvió de consuelo a Bella. Con un sollozo de humilla ción, se lanzó corriendo hacia la casa y no se detuvo hasta llegar a su habitación. Nunca se lo perdonaría a sus amigas ni a Lady Newton... y mucho menos al idiota de cabello rojizo, que le había arruinado la única fiesta de cumpleaños que le habían ofrecido.

Naturalmente, con el tiempo les perdonó y ella misma fue capaz de reírse de aquel fiasco, pero nunca en presencia de Lady Newton. Aquel día marcó una nueva etapa en su vida, porque comenzó a darse cuenta de las diferencias que separaban su mundo del de la dueña de la casa.

Supo que el muchacho era un pariente lejano de Lord Newton, hijo de su primo, Anthony Masen, que tenía varias haciendas en Brasil y que había escandalizado a su familia en 1947, al casarse con una joven indígena de ascendencia portuguesa que esperaba un hijo suyo. El muchacho se había criado en Sudamérica y se hospedaba con Lady Newton mientras su padre hacía los arreglos necesarios para matricularlo en una de las universidades más prestigiosas de Ingla terra.

Durante los años siguientes, le vio en varias ocasiones. Como su hogar se hallaba tan distante, por lo general pasaba las Navidades y la Semana Santa con Lady Newton. En alguna ocasión, ésta le confió a su ama de llaves que su sobrino era una buena compañía para Mike, que era tres años menor y sentía una gran admiración por su primo.

Bella aprobó los exámenes para ingresar en la secundaria, pero cuando tenía diecisiete años, abandonó la escuela con muy malas notas, para sorpresa de la directora, que le había vaticinado un bri llante futuro profesional. De todas formas, el sueldo de un ama de llaves no era suficiente para costear estudios superiores y Bella decidió aceptar un empleo en la biblioteca local. Amaba los libros y allí podía leer casi todo lo que se publicaba.

Antes de dejar la escuela había tenido varios novios y continuaba saliendo con algunos pretendientes. Había sido testigo de la lucha librada por su madre para sacarla adelante y no quería colocarse en la misma posición precaria. Tenía reputación de fría y calculadora, lo cual no era totalmente cierto. En realidad, deseaba obtener algo más de la vida que una casa hipotecada y unos cuantos chiquillos. Así es taban las cosas, cuando un buen día recibió una invitación para asistir al baile de primavera. Tenía dieciocho años.

Había estado saliendo con Seth Clearwater, un joven agricultor que había sido invitado a aquella celebración anual.

Al principio no estaba segura de aceptar, porque sabía que Lady Newton asistiría al baile, pero para su sorpresa, su madre la apoyó.

— ¿Y por qué no habrías de ir? —Inquirió, agitando sus maltra tadas manos—. Te han invitado y eso nada tiene que ver con la se ñora.

Pero Bella pudo darse cuenta de que su madre no comentó el asunto con Lady Newton; por lo tanto, la dama se sorprendió al en contrar a la jovencita bailando con uno de los terratenientes locales.

Bella se estaba divirtiendo mucho. Su vestido era precioso y ella sabía que le quedaba muy bien. En el tiempo transcurrido desde aquella desastrosa fiesta infantil, había cambiado notablemente. Su cabello, que había adquirido un bello tono caoba con reflejos rojos, le caía sobre los hombros formando una sedosa cortina que acentuaba la profundidad de sus grandes ojos chocolate. Era bastante alta, pero no muy delgada y su busto asomaba provocativamente por el atrevido escote de su traje, que era de color verde esmeralda. De todo esto era consciente, pero ignoraba que otros ojos, muy pare cidos a los de Lady Newton, la observaban con marcado interés.

Pasaron algunas horas antes que un joven pálido y esbelto, apro vechando la ausencia temporal de su compañero, se le acercara para pedirle una pieza. Bella sabía quién era y Mike Newton no igno raba tampoco la identidad de la joven, aunque se sorprendió al com probar lo diferente y hermosa que podía ser ataviada de aquella forma, ya que invariablemente la veía vestida con pantalones vaqueros o con el uniforme de algodón que usaba para su trabajo. Aquella no che estaba esplendorosa y Mike Newton tuvo que reconocer que era la muchacha más interesante de la reunión.

Bella, que estaba predispuesta en su contra, le halló muy agra dable por sus buenos modales y su sentido del humor, que no tenía nada de vulgar.

Mike conocía a todos los presentes y sus comentarios ingeniosos y cáusticos hicieron que la joven les observara con otra dis posición.

La malicia de sus comentarios no la ofendía. La murmuración era deporte obligado en una aldea tan pequeña como King's North y todo lo que estaba escuchando le había sido sugerido por su madre. Además, era evidente que Mike estaba tratando de hacerle sentirse mejor en aquel ambiente tan selecto. El hecho de que la hubiese invi tado a bailar, precisamente a ella, le halagaba profundamente.

Seth estaba esperándola cuando terminó la pieza y su actitud denotaba lo disgustado que se encontraba.

—Espero que no estés interesada por ese tipo afeminado e inútil —exclamó al advertir las mejillas sonrosadas de ella.

— ¡No es afeminado! —replicó Bella, indignada—. Es un mu chacho encantador. Un caballero, algo que tú nunca llegarás a ser.

Seth la miró, ofendido, y de inmediato la joven se sintió aver gonzada.

—Perdóname, Seth. No tenía intención de molestarte. Lo que ocurre es que he simpatizado con él de inmediato

Seth aceptó las excusas porque no deseaba perder la amistad de la joven. Estaba enamorado de ella y tenía esperanzas de ser corres pondido. Conocía su reputación y sabía que no había tenido novio formal. Sin embargo, sus esfuerzos habrían de resultar infructuosos, porque una semana después, Mike comenzó a salir con Bella, a pesar de la desaprobación de sus respectivas madres.

— ¡No seas ilusa, Bella! Los muchachos como Mike nunca se casan con chicas como tú. Lady Newton no permitirá que su hijo se comprometa con la hija de su ama de llaves.

— ¿Por qué no?

Todas sus compañeras de la biblioteca habían visto el coche de portivo de Mike estacionado ante la puerta, esperándola y la envi diaban por su buena suerte. Todas menos Jessica. Había hecho un frente común con la madre de Bella y acusaba a la joven de aceptar las atenciones de Mike porque le interesaba su dinero. Ella lo negaba rotundamente, pero en el fondo se preguntaba si el hecho de que su pretendiente fuera tan rico no le haría más atractivo a sus ojos.

La señora Swan, sentada en su cómodo sillón frente al fuego, le decía:

—No sabes lo que estás haciendo, Isabella, pero no puedo culparte. Tú y yo hemos tenido que trabajar duramente para ganar nos la vida. Pero debes pensar que ese joven tiene el mismo carácter que su padre. No es difícil que cualquier día estrelle su coche contra un árbol y no quiero que tú estés a su lado en ese momento.

—Mike no conduce de esa forma, mamá. Es cierto que le gusta la velocidad, pero te aseguro que es muy cuidadoso —replicó la joven, impaciente.

—Eso será cuando está sobrio —repuso la señora con gesto de preocupación—. Creo que nunca le has visto ebrio, pero dicen que le gusta beber más de la cuenta y además, por fuerza tiene que distraerse cuando tú vas a su lado, porque seguramente... bueno, tú ya me en tiendes...

— ¿Sexo? —preguntó Bella, mientras se paseaba inquieta—. No hay sexo entre nosotros. Yo no lo permitiría aunque él me lo pi diera.

— ¿Qué sabes tú de eso? ¿Qué harías si tuvieras que enfrentarte a una situación difícil? No lograrías comprender lo que quiero decirte ni en cien años. Pero debo advertirte que en la vida de toda mujer, llega un momento en que la situación queda por completo fuera de su control.

—Mamá, ignoro los hechos de la vida tal como tú los concibes. Lo que conozco muy bien son las reacciones químicas del organismo.

— ¿Así se llama ahora? —replicó su madre, burlona—. Está bien, Bella; eso no tiene importancia. Lo que no debes olvidar es que para Lady Newton tú eres solamente una chica más en la vida de su hijo, al que finalmente casará con la muchacha "adecuada".

Bella salió fumosa de la habitación. Su madre tenía razón en sus juicios respecto a Lady Newton, pero ella se negaba a aceptar que Mike fuera como decía. Su novio era completamente distinto: atento, educado y divertido.

Dos días después, la joven comprobó lo divertido que podía ser. Habían ido a un club nocturno de la ciudad y, de madrugada, se en contraban en la carretera. Bella sabía conducir porque había to mado lecciones el año anterior cuando compró un pequeño utilitario para ir y volver del trabajo. A la salida del club, la joven había inten tado ponerse al volante porque Mike había bebido en exceso, pero él no se lo permitió.

—No estoy bebido, cariño, ¿qué te crees?

Bella ocupó su lugar en silencio. Tal vez exageraba porque no había podido olvidar la advertencia de su madre. Trató de conservar la compostura, pero su actitud parecía disgustar a Mike y, en lugar de conducir con cuidado, con gesto de desafío decidió exponerse a riesgos innecesarios. Las palmas de las manos de Bella estaban húmedas y al llegar a una curva peligrosa, Mike se echó para el lado contrario y en aquel momento, la joven vio las luces de un coche que avanzaba directamente hacia ellos.

Apenas si recordaba lo que ocurrió después. Mike lanzó un ala rido y se llevó las manos a la cabeza. Ella se abalanzó para tomar el volante y girarlo hacia la derecha. El auto deportivo derrapó peli grosamente, pero Bella había logrado esquivar el golpe de frente.

Cuando por fin logró detener el coche, temblaba violentamente, pero Mike estaba deshecho. Había sepultado la cabeza entre las manos y parecía que estuviera sollozando. El conductor del otro ve hículo se les acercó para preguntar qué había sucedido y al levantar Mike la cara para responderle, ella pudo comprobar que había lá grimas en sus ojos. Entonces Bella explicó brevemente que el vo lante se había roto y que una maniobra oportuna había evitado la tra gedia. El otro creyó que la sangre fría de Mike les había salvado la vida.

Cuando se quedaron solos, Mike se arrojó en brazos de la mucha cha, llorando.

—Perdóname, Bella —le dijo, angustiado y aunque ella estaba muy impresionada, tuvo que consolarle.

Después, los labios de Mike buscaron los de Bella. Con torpe za, sus manos trataron de desnudarla y ella se apartó con repug nancia.

Pasaron varios días antes de que volvieran a verse.

Bella deseaba estar sola para poner en claro sus sentimientos.

Cuando por fin llegó a la conclusión de que sus relaciones habían terminado, se sorprendió al encontrarle un día a la puerta de la bi blioteca. Sin pronunciar una sola palabra, se sentó junto a él en el coche y le lanzó una mirada interrogante.

— ¡Ya lo sé, Bella, debí venir antes..., pero necesitaba tiempo para pensar! —No hizo intento alguno para poner en marcha el coche.

— ¿Y qué es lo que has pensado?

—He pensado en nosotros. —La miraba a los ojos—. ¿Quieres ca sarte conmigo?

Bella se quedó sin voz. Hubiera esperado cualquier cosa, menos aquello.

— ¿Qué dices? ¿Casarme contigo? ¿Estás hablando en serio?

—Nunca en mi vida he hablado más seriamente. Te quiero lo su ficiente como para desear tenerte junto a mí el resto de mi vida.

—Pero tu madre se opondrá —objetó la joven, entristecida. Durante varios días, había estado meditando sobre la situación. Ahora sabía que en realidad no le amaba y que su posición social y su dinero la habían deslumbrado hasta el punto de no permitirle advertir sus graves defectos. Sin embargo, la sorprendente proposición de Mike le hacía dudar, porque le estaba ofreciendo la oportunidad de escapar del ambiente mediocre y opresivo en el que se movía. Pensó que Lady Newton se iba a oponer y también su propia madre.

La proposición era muy tentadora, sobre todo por la reacción que iba a producir en el pueblo. ¡Bella Swan convertida en Lady Newton, la nueva dueña de la casa grande!

Su pulso se aceleró. ¿Qué le estaba sucediendo? ¿Cómo podía tomar en cuenta aquella absurda petición, si tan sólo unos minutos antes se sentía aliviada al pensar que por fin estaba libre del asedio de Mike? Consideró con desagrado lo que vendría después de la boda y se preguntó si podría soportarlo. La intimidad del matrimonio la lle naba de aprensión. La verdad es que nadie la había atraído hasta en tonces y había llegado a pensar que era incapaz de amar a ningún hombre... Más estaba segura de que su situación no iba a cambiar nunca y no se atrevía a dejar pasar aquella brillante oportunidad. No es que fuera interesada tan sólo práctica, pero ¿hasta qué punto podría llevar a cabo sus planes sin lamentarlo en el futuro?

Tal como era de esperarse, Lady Newton se opuso al matrimonio, manera violenta y decidida. Cuando Mike le comunicó su resolución, el altercado se escuchó hasta la cocina donde se encontraba Bella, con los labios tensos y los ojos cerrados, tratando de ignorar que ella era la causante de la terrible querella familiar.

Su madre tomó las cosas con más calma. Le repetía una y otra vez que era una tonta si pensaba que un hombre como Mike Newton podía hacerla feliz a pesar de todo su dinero.

La fecha de la boda se fijó para poco antes de la Navidad. Los recién casados volarían a Barbados, donde permanecerían dos se manas. Bella percibía, satisfecha, la envidia y la admiración de sus amigas y se sentía halagada al ver su foto publicada en los perió dicos junto con la de Mike, pero no lograba acallar la voz de su con ciencia cuando intentaba justificar la decisión que había tomado.

Derrotada, Lady Newton aceptó los hechos con resignación, al menos en apariencia. Llevó a la joven a su modista de Londres y al gunas veces acompañó a los novios al teatro. Bella resultó ser una discípula muy aventajada y, aunque no simpatizaba con Lady Newton, la respetaba. Esto facilitaba las relaciones entre ambas.

Por su parte, Lady Newton tuvo que reconocer que la joven no era ninguna estúpida y que sabía bien lo que se hacía. Sin embargo, en ningún momento perdió la esperanza de que Mike recapacitara y rompiera el compromiso.

Bella se iba sintiendo más segura a medida que se acercaba la fecha de la boda. Mike se comportaba de manera inmejorable; no bebía, se mostraba complaciente, atento y conducía su coche con me sura y precaución, hasta que llegó el primero de diciembre, fecha del baile anual del Club Rotario.

Lady Newton era miembro prominente de dicho club y en esta ocasión también recibieron una invitación su hijo y su prometida. Bella pasó muchas horas en su habitación, preparándose para la velada. Lady Newton había tomado a su cargo la organización y Bella estaba decidida a hacer un buen papel. Su traje de noche, de terciopelo color crema, realzaba su magnífico porte y su juvenil be lleza. En el cuello llevaba un hermoso collar de perlas, regalo de su prometido. La felicidad brillaba en su rostro y, al mirarse al espejo, pensó que nunca había estado más atractiva y mejor vestida que aquella noche.

Su madre la examinó sin entusiasmo. En las últimas semanas, la señora Swan había envejecido notablemente y Bella a veces se preguntaba si de verdad le agradaría la idea de retirarse a vivir sola en la cómoda casita que Mike le había comprado; pero después de todo, ya tenía cincuenta y tres años y no podía seguir trabajando toda su vida.

Mike y Lady Newton la esperaban. Cogió su bolso, se despidió de su madre y se encaminó hacia la casa grande. Llegó hasta el salón principal, con paredes cubiertas de madera, techo artesonado y una enorme chimenea. Retratos al óleo de los ilustres miembros de la familia, adornaban las paredes. Los suelos estaban relucientes y Bella recordó que su madre se había pasado la vida puliéndolos a mano, a pesar de que contaba con la ayuda de electrodomésticos. Había también mullidas alfombras, pesados cortinajes y dos enormes sillones frente al fuego chisporroteante de la chimenea. El gran salón tenía un ambiente casi medieval y a Bella siempre le había im presionado por su austera belleza.

Lanzó una mirada a la escalera y después se dirigió a la biblioteca, donde Mike y su madre, por lo general, tomaban un aperitivo antes de la cena.

Casi al llegar a la puerta, un hombre se incorporó de las profundidades de uno de los sillones y le dijo:

—Buenas noches, Bella.

La joven se detuvo, sorprendida por la repentina aparición. Por un momento, llegó a pensar que se trataba del fantasma de alguno de los antepasados de Mike. Pero ninguno de los Newton había sido tan alto ni tan moreno. Entonces cayó en la cuenta de quién era aquel hombre.

—Buenas noches. Si no me equivoco, usted es el señor Masen.

No deseaba entablar conversación, pero tampoco podía darse el lujo de ignorarle. Hacía por lo menos cuatro años que había visto fugazmente al culpable de que su única fiesta infantil de cumpleaños se arruinase. En realidad, Edward Masen nunca se le había acercado, ni siquiera para disculparse por lo que había hecho, y ahora la sa ludaba tranquilamente, como si fueran conocidos. ¿Cómo se atre vía?... ¿Y qué estaba haciendo allí?

...

Bueno, aquí os dejo el primer capítulo de esta adaptación. Espero que lo disfruteis tanto como yo y por favor, si veis algún fallo que me haya saltado sin querer os agradecería que me lo comunicaseis.

Acepto todo tipo de rewiews, aunque estas sean críticas xD

Tricia.