Préstame a tu novia
Ron Weasley golpeteaba una y otra vez con la suela de su zapato debido al nerviosismo. Hace unos minutos acababa de recibir una llamada de su hermana informándole que iba a casarse, su voz sonaba temblorosa de la emoción. Él hubiese podido mostrarse sorprendido, pero minutos más antes su madre le había marcado al celular, contándole la novedad de Ginny y segundos después reprochándole sobre no tener novia, sobre no tomarse en serio su vida a sus veinticuatro años. ¡Veinticuatro años! ¡Él todavía estaba en la plena juventud! ¡Oh, claro! Casi lo olvidaba. Su madre tenía su pequeño gran defecto: la necesidad incontrolable de ver a todos sus hijos casados y creadores de nuevas familias. No era que esto hubiese puesto nervioso a Ron, ya que no era la primera vez, no. La razón de su tembladera eran las últimas frases de su progenitora: "¡Ron, ya me cansé de esto! Si no te comprometes pronto, antes de que Ginny se case, ¡yo misma me encargaré de hacerlo!". Adorable, ¿verdad? Pero bueno… cuando a Molly Weasley se le pasaba una idea por la cabeza no había manera de hacerla cambiar de opinión, y era aún más terca cuando se trataba de sus hijos. Ron cambió de posición y escondió su rostro entre sus manos, necesitaba pensar, necesitaba encontrar una solución. Maldijo a Harry, por pedir la mano de su hermana menor y meterlo indirectamente en este obstáculo.
—¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer? —repetía cada vez en voz más baja—. ¿Qué voy a hac…? Draco… ¡Draco! —exclamó como si la simple idea se le hubiese pasado como un rayo. ¡Eso era! ¡Draco, su mejor amigo! ¡Él podría ayudarle! Draco conocía a varias chicas (a pesar de estar casado), tal vez una de ellas podría echarle una mano y lograría fingir un noviazgo falso. Sus manos buscaron su celular de manera torpe, revisó los cajones del escritorio en el que estaba sentado, encontrándolo en el tercer compartimento. Hizo la marcación rápida y aguardó con el aparato apegado a su oreja, oyendo el típico TIN, TIN, TIN.
—¿Diga? —reconoció la voz somnolienta de su amigo al otro lado de la línea, al parecer lo había perturbado de un sueño profundo.
—¡Draco! Perdón por despertarte… ¡Necesito pedirte un favor! ¿Podrías venir a mi casa?
—¿Qué? ¿Ahora…? ¿Estás loco? —no sonaba como si estuviese realmente molesto, pero sí fastidiado por la petición de su amigo pelirrojo—. No puedo, Ron. Estoy muy ocupado.
—¿Ah, sí? ¿Con qué? ¿Durmiendo…? ¿O… debería decirlo, una velada romántica con Astoria? —Draco chasqueó la lengua y aunque Ron no podía verlo sabía que el rostro del rubio no era el mejor, que había cambiado su semblante seriamente.
—¡Bien! ¡Iré! Dame media hora y estaré ahí —dijo con sorna y colgó.
Ron sonrió. Se levantó y caminó en dirección a la cocina, quizá por una bebida. Llegó al refrigerador y escogió una lata de gaseosa, la destapó y bebió de ella. Se puso a pensar por un segundo, no debió molestar a Draco, ¡pero diablos! ¡Necesitaba ayuda! Sin embargo, su forma de amenazarlo no fue de amigo. Bromeó con él sobre Astoria, porque sabía perfectamente la situación de Draco y su matrimonio, casi podía decir que estaba en pleno pique, directo al fondo del mar. Y además… ese no era su único secreto. Draco mantenía un romance con otra chica, él le había prometido la gloria y su amor, pero Ron sabía que era una estrategia de Malfoy para atraerla más. Hermione era su nombre. Despreció la insensibilidad de Draco, él la utilizaba y no hacía más que mentirle ya por tres meses seguidos. Hermione no se lo merecía, el pelirrojo pudo saber parte de la vida de aquella chica. Era bailarina en proceso, poseía un rostro precioso (en eso tenía buen gusto Draco), las veces que había interactuado con ella podría considerarla como una chica animosa y alegre, y al igual que ellos contaba con veinticuatro años. Por muy remoto que parezca, Hermione era amiga de Astoria, la esposa de su amigo, y se cuidaba de que ella no se enterara de nada. Ron también era elemental en este engaño, él era el que los cubría y ayudaba en las ocasiones en donde se le reducían las salidas. Revisó el reloj de pared, el cual marcaba las nueve de la noche.
Toc, toc, toc
Ron giró la cabeza hacia la entrada de su casa y dejó la gaseosa en la mesa central de la cocina. Caminó y abrió la puerta hallando a Draco enfurruñado. Sonrió discretamente y lo dejó pasar haciéndose a un lado, su amigo entendió el lenguaje corporal y obedeció. Anduvo hasta la sala y se sentó en uno de los sillones mullidos. Ambos no dijeron ni una sola palabra hasta que Ron hubo llegado hasta él. Pensó con precisión sus palabras y estuvo a punto de hablar, cuando Draco abrió la boca y le interrumpió.
—Antes de que digas algo, estaba con Hermione —contó jugueteando con sus manos, tenía la mirada en el suelo. Ron no sabía que agregar, por lo que se mantuvo en silencio—. No la había visto en una semana… ¿podrías ser más inoportuno?
Ron rodó los ojos y bufó.
—¿Acaso estás pensando en recriminármelo, eh? —inquirió Ron sentándose frente a Draco—. Tal vez sea el último amigo en el planeta que encubre a su compañero cuando piensa que él es una basura despreciable por estar con dos mujeres a la vez —Draco estaba a punto de hablar pero Ron se decidió a seguir—. ¿En serio piensas que estás haciendo bien? ¿No crees que sea vil de tu parte?
—¿Vil? ¿De verdad crees que para mí es fácil, Ron? ¡Pensé que eras el que conocía perfectamente mi situación!
—No creo que se te sea tan difícil.
—Ron… Mi padre jamás aceptará a otra mujer que no sea Astoria, me desheredará por completo. ¿Y yo qué? ¿No puedo ser feliz?
—Nadie te dice que no lo seas. Pero no creo que sea necesario hacerle creer a Hermione que te separarás de Astoria y que… que la amas….
—¡La amo, Ron! —estalló poniéndose de pie—. ¡La amo, la quiero, la necesito!
—¡Entonces deja de ser tan lelo y comienza a actuar como un hombre! —dijo Ron y por primera vez se oyó exactamente como su padre. Y es que Draco era como un hermano para él, y se preocupaba por él y quería lo mejor para él. Confraternidad y amistad de cuatro años los unía—. ¡Por Dios! Astoria no es estúpida, se dará cuenta en un par de semanas… Y Hermione… se te acabarán las palabras y ella no se creerá lo que digas.
Draco volvió a sentarse y escondió su rostro tras sus manos. Era duro pero debía aceptarlo. Ron traía razón, no podía ni debía de actuar como tal. Recordó que no estaba allí para discutir sobre sus problemas amorosos, suspiró con pesadez y decidió concluir el tema con la voz más pausada y entendible.
—Tranquilo, mis padres nos invitaron para pasar la semana completa en París… —dijo—. Pero bueno… ¿qué querías?
Ron contuvo la respiración por unos segundos, exhaló sonoramente y regresaron bruscamente a la razón principal de la reunión. Recordó las palabras de su madre, su amenaza disfrazada de regaño y la necesidad de él.
—Necesito una chica…
—¿Te refieres a una…?
—¡No! Una chica… —tragó saliva—, como novia.
—¿Qué…? ¿Novia? ¿Para qué?
Ron le relató su historia y las dos llamadas de las féminas.
—… sabes cómo es mi mamá…
—Terca —completó Draco—. Lo siento, tío… pero, aunque sé qué lo que quieres pedirme, te tendré que decir que esta vez no podré ayudarte —se lamentó asintiendo con la cabeza.
—¿Qué…? ¿Por qué no? Tú conoces casi la mitad de chicas que existe en este planeta.
—Sí, pero no todas terminaron como ellas querían… ya sabes, todas querían atraparme, pero no pudieron. Si las llamo, estaría arruinado —advirtió encogiéndose de hombros—. Ahora, con las únicas que tengo… una relación civilizada es con Astoria y Hermione…
—¡Eso es! ¡Hermione! —exclamó inconscientemente. Draco frunció el ceño, receloso. Ron sonrió fingidamente pero no logró convicción—. Draco… ¿no te importaría prestarme a tu novia, verdad? —soltó la pregunta así, sin más ni más.
El semblante del rubio se tornó serio.
—¡¿Qué?! ¡¿Estás majara?! ¡¿Hermione….?! ¡Jamás! —gritó frunciendo el ceño más, indignándose ante la estúpida y revuelta propuesta de su amigo—. ¡Definitivamente te volviste chiflado!
—Mira… solo sería por unas semanas…
—¡¿Semanas?! ¡Ja! ¡Sólo semanas! ¿Ah sí? ¿Y tu helado, de qué sabor lo quieres? —ironizó mirándolo con incredulidad. Ron rodó los ojos nuevamente a la perspectiva de Draco—. Sé que estás desesperado por lo de tu madre y lo del "compromiso"… —hizo comillas con los dedos al aire— pero debes encontrar tú una solución… Deberías arreglártelas solo…
—¡Pero mira! ¿O sea que no cuenta las veces que he salvado tu maldita reputación escondiéndolos debajo de mi abrigo a ti y a Hermione cuando Astoria se acercaba? ¿Dónde quedó los "amigos sobre todas las cosas"? ¡Sé un buen amigo y ayúdame! ¡Además… esto serviría para confundir a Astoria y crea que no te acuestas con Hermione!
Draco se inmutó. Nuevamente Ron ganaba una batalla. Dos de dos en un día. Apretó los dientes y resopló como un toro. Evadió la mirada azul y se vio atrapado. Favor se pagaba con favor, y Ron le había hecho una infinidad que se llevaría su vida entera devolviéndolos todos con intereses incluidos. Tragó saliva ruidosamente y se rascó la barbilla, signo de nerviosismo visiblemente. Clavó sus grises ojos sobre los de su mejor amigo y chasqueó la lengua.
—Hermione no se alegrará de esto.
Ron sonrió, eso significaba una afirmativa de Draco. Ahora el último detalle… convencer a Hermione… ¡eso no sería fácil!
