Camine entre los atestados pasillos de aquel piso de oficinas.

Siempre atestado de movimiento y lleno de gente, era uno de los despachos de abogados más importantes de la cuidad, tal vez a nivel mundial no era nada, pero para los ciudadanos de esta ciudad, aquel hombre de traje negro, impotente mirada color carbón, cabellera azabache que bajo las luces de su oficina parecía tener reflejos azules, su porte de caballero, y su cuerpo de adonis, pero lo más importante, era un desgraciado con aquellos que fueran sus enemigos, pero el más fiel con sus amigos.

Ahí la palabra clave, y lo que más le llenaba de miedo, aquel abogado de gran renombre en aquella ciudad, la había citado en su despacho justo a las 3 en punto, ella se había negado insistiendo que su trabajo como doctora no se lo permitiría, pero él insistió tanto que no pudo negarse al final.

Y le llenaba el miedo, debido a que ella no era considerada la "amiga" de aquel hombre, podría solo decirse que era una conocida.

Disculpe… - llamo a la secretaria, una joven y dulce chica de no más de 20, al menos eso aparentaba, de una cabellera negra, casi violácea, cuando la secretaria la miro, sonrió y le mostro sus ojos de un peculiar color perla, peculiares debido a que la retina del ojo, era igual de clara, llegándose a perder.

Srta. Haruno – saludo, a lo que contesto con un asentimiento de cabeza – el Sr. Uchiha la espera dentro, pase – y con eso bajo de nuevo su vista a los apuntes que tenía en una libreta y tecleo algo en la computadora.

Ella solo susurro un "gracias" y continuo andando, al llegar a la puerta del despacho toco levemente, escucho un seco "adelante" y a paso decidido entro.

Sr. Uchiha, ¿puedo saber el motivo por el que me requiere? – pregunto ella al entrar, sin siquiera mirarlo al rostro, el estaba sentado detrás de su escritorio, algunos documentos en sus manos y algunos más sobre la computadora portátil que descansaba sobre el escritorio de color caoba donde el azabache estaba trabajando.

No sea tan formal, llámeme Sasuke, por mi parte la llamare Sakura – ella le miro sin entender, se supone que ella no debía estar ahí, ni siquiera quería estar ahí, el había insistido tanto en que era un asunto urgente.

Déjese de rodeos, dígame para que me ha citado – el hombre del traje negro hiso una mueca de disgusto, tal vez por el tono que uso la chica. Aunque ella era la más sorprendida, jamás elevaba el tono de su voz, pero algo le decía que debía alejarse de aquel sujeto.

Por su parte el solo sonrió de medio lado, tomo los documentos y los guardo dentro de un cajón en el escritorio.

Hmp… - se levanto y comenzó a caminar hacia Sakura. La chica tembló, tenía algo de miedo, el cual se reflejaba en sus ojos color jade, los bellos rosáceos de su nuca se erizaron.

Hable Sr. Uchiha, que no tengo todo el día – dijo ella en un intento por parecer firme, pero su voz había flaqueado justo al final. El sonrió por el efecto que tenía en ella, se había percatado de aquello desde la primera vez que la vio, y por dios que el recordaba aquel día.

Llámame Sa-su-ke – dijo con un tono que al parecer de ella era tremendamente sensual, mas el hecho de separar por silabas su propio nombre, que acaso estaba seduciéndola.

Ella se cruzo de brazos, le miro con molestia. Realmente ese sujeto era despreciable.

Sr. Uchiha como parece que no tiene nada que decirme me retiro – se dio la vuelta y comenzó a caminar, Uchiha actuó rápido, la tomo por el brazo, haciéndola girar, poso su otro mano a su cintura, y desconcertando a la pelirosa la beso.

Ella estaba sumamente impresionada, no contesto el beso, más bien se molesto el doble de lo que ya estaba, es que aquel sujeto aun no lo entendía, ella no estaba interesada.

El placer de probar por fin aquellos labios rosas que lo hacían delirar, pasó demasiado pronto para su gusto, no solo porque la pelirosa lo había abofeteado, sino que también él había dado un tremendo rodillazo en su entrepierna.

Que eso le enseñe a no molestarme – y hecha una furia aquella mujer salió de la oficina.

El se reprendía diez mil veces dentro de su cabeza, no le molestaba el hecho de besarla, había valido la pena. Pero si se reprendía el no haberle dicho lo que planeo toda la mañana, lo que llevaba planeando varios días, por dios ella le volvía loco, no se le insinuaba, era tan seria, le trataba con indiferencia, incluso parecía que le odiaba, y aquello solo acrecentaba su deseo por conocerla.

Ella era una verdadera mujer, realmente el hecho de que lo golpeara, no disminuía en nada sus deseos de tenerla solo para él, mas bien, le recalcaba que ella seria la mujer perfecta para crear una familia.

Vaya hermano, pero si elegiste bien, si conquistas a esa chica… deberás que tendrás a tu complemento – esa era la voz de su hermano quien lo miraba desde la puerta de su despacho, había visto al menos la parte donde Sakura, aquella chica que le robo la razón, le había golpeado.

Cállate – el aun estaba recargado en su escritorio intentando que el dolor pasara.

Eres idiota, tanto que practicaste tener una cita con ella, y lo arruinas arrojándotele encima – y era verdad, su hermano tenía razón, aunque jamás lo admitiría su ego era demasiado grande para aquello – solo te queda volver a intentar.

Y lo seguiré haciendo – por que el morocho sabia que ella era la mujer para él.