Dean acababa de llegar y ya odiaba aquel lugar. No entendía por qué su padre había decidido de repente dejarlo todo y asentarse en aquel pueblo apartado y pequeño de cualquier grande ciudad. Simplemente no le entraba en la cabeza.
Por el contrario y como era de esperar a Sammy le había encantado la idea. Por fin podría ser un «niño normal» y dejar de cambiar de colegio cada 3 meses. Podría tener amigos y hacer los deberes sin tener la incertidumbre de cuando se marcharían.
La casa que John Winchester había comprado era bastante amplia, contaba con 4 habitaciones,2 baños,cocina, salón y un jardín de considerable magnitud. Dean había elegido la habitación más separada de las 4, cuanto menos se cruzara con John mejor. No es que a él le encantara de ir de un lugar a otro, pero tampoco le gustaba vivir en pueblos pequeños donde todo el mundo te conocía.
¡Maldición! Como lo odiaba ya...
Una vez instalados subió a su cuarto y se encerró, llevaban horas abriendo cajas y colocando harto.
Alguien llamó a la puerta y entró sin esperar su respuesta.
-¡Sammy no te he dado permiso para que entraras!-le espetó enfadado.
-Papá dice que bajes-le informó ignorando la bronca.
-Pues dile a papá que no me da la gana bajar.
-Dean-suspiró su hermano menor-han llegado invitados, sería grosero no bajar a saludar.
No tuvo más remedio que ceder. Bajó a regañadientes y con cara de pocos amigos y entró en el salón.
-Hola-saludó secamente
-Este es mi hijo mayor, Dean-se apresuró a presentarle John-Ellos son nuestros vecinos de en frente. Michael y Anna Novak. Son hermanos.
Dean les tendió la mano y se mantuvo en silencio mientras su padre hablaba. Aquellos chicos no eran mucho mayores que Dean. Anna, pelirroja y guapa, parecía tener como máximo un año más que él y Michel, muy rubio y de severos ojos grises a lo sumo tendría unos 25 años. Aunque hablaba como un auténtico adulto.
Dean pronto averiguo que los Novak eran en total 5 hermanos: Michael,Gabriel,Rafael,Anna y Castiel y que había sido Michael quien prácticamente les había criado a todos. Con un padre ausente al que apenas veían una vez al año y una madre que falleció al año de nacer el pequeño Castiel había sido el hermano mayor quien había cuidado del resto. Ese dato hizo que Dean simpatizara un poco con Michael, él mismo se había pasado toda su vida cuidando de Sammy.
Por su parte Gabriel tenía fama de bromista y trasnochador, algo que no gustaba nada al mayor y que era un secreto a voces en el pueblo. Rafael era arisco y muy prepotente para el gusto de Dean, sinceramente, le caía muy , la única chica de todos los hermanos había dejado el instituto y pensaba casarse pronto-maldición tenía solo 18 años...- y el último, Castiel era casi un enigma para Dean.
A pesar de llevar allí una semana no le había visto ni una sola vez y la gente tampoco tenía chismes que contar sobre él. Aunque no quisiera admitirlo al mayor de los Winchester le carcomia la curiosidad por conocerle.
-¿Listos para el primer dia de instituto?-les preguntó John mientras hacía tortitas para desayunar.
-Preparadisimo papá-dijo con entusiasmo Sam que levaba la mochila cargada hasta arriba de libros.
-¿ Y tú Dean? ¿ No tienes ganas de conocer a tus compañeros?
-Ardo en deseos John-contestó con ironia
-Vamos chaval, seguro que conoces a buena tu último año, si sacas buenas notas podrás ir a la universidad.
Dean bufó, si algo tenía claro es que en cuanto terminara aquel año se largaría de allí,pero no a la universidad precisamente.
-Yo quiero ir a Stanford-intervino Sam
-Eres aún un enano Sammy, deberías dedicarte a pensar en otras cosas y no llevar tantos libros en la mochila si no quieres seguir siendo el «bicho raro»-le espetó.
-Dean...-la voz de John sonaba a amenaza-no hables asi a tu hermano.
-Al cuerno-replicó enfadado echando chispas por los ojos.
-Eres un idiota-le insultó Sam
-¿ A qué te...?
-¡Dean! ¡Basta ya!-rugió John Winchester
Los dos hermanos cerraron la boca y 20 minutos después salieron camino al colegio. Dean se montó en el precioso Impala que su padre había desechado y por ende regalado a él e hizo que Sam montara atrás para que no le molestara. Aquello era lo único bueno que le había pasado desde que llegaron a ese pueblo, que John le regalara el Chevy a cambio de que llevara y trajera a Sam del colegio. Encendió la radio a todo volumen y pisó el acelerador.
Cuando llegaron se aseguró de que Sam entraba bien a la escuela, por su parte él se dirigió a la primera clase del día.
Matemáticas. Un lunes a primera hora. ¿A qué imbecil se le habría ocurrido aquello? Dean Winchester supo que iba a tener que hacer grandes esfuerzos para no quedarse dormido...
Entró en la clase y cruzó toda la habitación hasta llegar a los asientos más alejados de la pizarra. No agachó la cabeza ni intentó pasar . Él era Dean Winchester y ser nuevo no le suponía ningún problema, todas aquellas caras nuevas no iban a amedrentarle.
-Vaya tio, nunca había visto a un «nuevo» con tantos aires como tú-le dijo el chico que se sentaba justo al lado.
-Dean Winchester-se presentó-Llegué aqui hace un poco más de una semana.
-Chuck Carver. Llevo aqui toda mi vida-replicó divertido
-En realidad es «El Profeta»-intervino el tio que se sentaba delante.
-Calláte Ass, estás zumbado-contestó molesto el aludido.
-¿ Por qué le llamaís asi?-preguntó Dean sin poder evitarlo.
-Se pasa el día escribiendo cosas que solo él entiende y anunciando el acostumbrarás-dijo dandole un golpecito en el hombro.
Dean pasó el resto de la clase preguntandose con qué clase de gente se había juntado ya el primer día. Cuando al fin terminó la tortura de las matemáticas miró su horario de nuevo: Historia,lengua y la última clase del biologia.
-Que bien tio-exclamo Ass-tenemos las mismas clases excepto la biologia.
-¿Qué teneís vosotros?-preguntó Dean
-Yo informática y «El Profeta» va a religión.
-¿Religión?
-Era lo más fácil-se defendió Chuck
Las siguientes horas más que escuchar la explicación de los profesores se las pasó escuchando como Ash y Chuck se insultaban él uno a otro mientras se arreaban hostias por debajo de la mesa.
-¿Nos vemos después en el RoadHouse?-preguntó Ash a Dean cuando terminó la clase de lengua.
-¿Es ese bar que está al lado de la piscina de verano?
-El mismo.
-Nos vemos luego allí.
Dean asintió con la cabeza. Aquello no había estado tan mal aunque esos dos estaban totalmente idos de la cabeza. Se encogió de hombros, mejor eso a dar con un pijo estirado de esos...
Mientras buscaba el aula donde se daba biologia se perdió, por lo que fue el último en llegar, la profesora Linda Hesser le miró con cara de pocos amigos pero no dijo nada.
De nuevo Dean se fue al fondo de la clase y se sentó en el único sitio libre que quedaba, sacó el libro y lo abrió por la página que había indicado la profesora y maldijo entre dientes.
-Oh por favor ¡No me jodas!-exclamó al ver por el tema que iban a empezar mientras sintió como algo se le clavaba en la coronilla y le recorría un escalofrío. Levantó la cabeza con cuidado y por primera vez reparó en que unos ojos grandes y azules le miraban sin parpadear. Empezó a sentirse algo incómodo con la situación.
-Ehh Dean Winchester-se presentó sin saber muy bien como proceder. El chico le seguía mirando, sin inmutarse.
-Castiel Novak-dijo al fin-Me alegro de conocerte,he oido hablar de ti.
Ahora fue Dean quien se quedó mirandole sin pestañear ni una sola vez.
Asi que él era Castiel Novak, el hermano pequeño de sus vecinos de en frente, el chico misterioso que no se había dejado ver ni una sola vez. Le repasó de arriba a abajo sin poder evitarlo, estaba claro que el chaval era normal del todo, a parte de esos ojos tan jodidamente profundos y monos (¿Monos? ¿En serio,acababa de pensar en qué tenía los ojos monos?), tenía el pelo oscuro y la piel algo pálida, vestía bien aunque en parte le tapaba una curiosa gabardina que no se había quitado ni aún estando dentro.
Dean carraspeó, intentando sacudirse el ensimismamiento. A Castiel no le había pasado desapercibido el rato que le había estado observando.
-Yo también he oido hablar de ti-repuso rapidamente-aunque no tanto como de tu otro hermano, el que dicen que es un juerguista y...
estúpida bocaza acababa de meter la calló y musitó una disculpa.
-Supongo que te referirás a Gabriel-no parecía molesto-le gusta mucho ir de fiesta y cosas asi. A Michael no le agrada su actitud.
-¿A ti no te gusta...esto..salir de fiesta y esas cosas?-preguntó Dean sintiendose idiota
-No. Tampoco tengo con quien hacerlo.
-Tendrás amigos-suspuso Dean.
-No. Tan solo algunos compañeros de clase con los que me llevo bien.
No hablaron el tiempo que quedaba, Castiel se limitó a escuchar con atención y a coger apuntes mientras la profesora explicabla la reproducción de las celulas. Por el contrario Dean hizo de todo menos eso, y aunque no quería, no podía evitar echarle miradas de reojo al chico que estaba sentado junto a él.
Si antes tenía curiosidad, ahora se habría acrecentado.
¿Por qué no tendría amigos? ¿Le daban de lado? ¿O prefería evitarse problemas con su hermano mayor que estaba claro que no aprobaba las juergas? ¿Simplemente es qué no quería tenerlos?
O quizás-pensó inconscientemente-nadie se había acercado lo suficiente para conocerle trás esa aureola de misterio que desprendía...
Cuando el timbre tocó Castiel empezó a recoger todo con cuidado, poniendo empeño en que sus apuntes y las hojas no se doblaran o estropearan.
-Ha sido un placer, Dean-dijo mientras pasaba por su lado.
-¡Hey Cas!-le detuvo-¿Quierés qué te lleve a casa?
Vio la sorpresa y la confusión en sus ojos y su ceño medio fruncido.
-¿Te he molestado? Solo decía que...
-Nadie me había llamado nunca asi-interrumpió.
-¿Cómo?-preguntó Dean sin entender.
-»Cas»
-Oh...yo...lo siento, si no te gusta...pensé que...
-No, no te preocupes-y por primera vez dejó asomar una leve sonrisa-me gusta «Cas»
Dean pareció relajarse y le devolvió la sonrisa.
-Bien, Cas ¿Te llevo a casa entonces?
Castiel asintió y ambos se dirigieron juntos hacía el aparcamiento. El chico se acomodó en el asiento de copiloto y cerró con cuidado.
Dean no encendió la música.
Y además se alegró de que Sam tuviera entrenamiento de baloncesto y no fuera con ellos.
Estaban solos y aunque no llegaba a comprender por qué a Dean le gustaba.
