Nota de autora: Antes que nada, tengo dos cosas que decir. Primero, esto es algo así como una anécdota, algo tonto que me pasó.

Segundo. El cargador de mi computadora se rompió. Tengo que conseguir uno nuevo, o adiós a mi querida bebe. Mi hermana me presto el suyo por un día, pero ese día ya se acabado, y estos son los últimos momentos de batería.

Bueno, solo eso. Disfruten de una de las muchas cosas totas que me han pasado, y que he escrito.


Goma de mascar

Se sentía mareada y necesitaba del vital aire, pero esa goma de mascar atorada en su garganta se lo impedía. Eso era patético. Sabía que había muertes estúpidas en el mundo, ¡Pero la de ella era absurda y tonta! Dios debía de odiarla. Mucho.

Movió las manos de forma desesperada queriendo llamar la atención de alguien a su alrededor, golpeo su pecho intentando que de aquella forma, la obstrucción en su garganta por fin cediese y la dejase vivir.

Desistió, dejando que lo que fuese a pasar pasase. Era momento de despedirse del mundo.

Sintió una presión en su estómago, señal de que alguien estaba intentando ayudarla. Aun había esperanza.

El alma volvió a su cuerpo cuando sintió como aquella cosa del demonio salía de su garganta. Respiro con desesperación aire, para luego proceder a abrir los ojos y encontrarse con su salvador.

Unos ojos rojos fue lo primero que vio. Podía reconocer esa mirada; Brick Him, el chico de ojos rojos, cabello naranja y cuerpo de modelo. El sueño de toda chica.

Allí estaba él, a uno centímetros de su rostro y con su chicle de menta en la mejilla. Dios, o quien quiera que estuviese allá arriba, debía de odiarla.

Aquello era vergonzoso. Demasiado.

Prefería mil veces estar muerta por una cosa tan tonta como una goma de mascar, porque después de esto, ya no podría volver a verle a la cara.