Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia que leeran ahorita es de mi propieda.
SUMMARY
Ella, una joven gerente de un prestigioso hotel en Venecia-Italia, con un prometedor futuro.
Él, joven mafioso de una de las grandes organizaciones de Italia.
Caminos cruzados, corazones latiendo al mismo ritmo, pidiendo ser amados y entendidos...
¿Podrá un amor lleno de obstáculos, de mentiras y engaños, capaz de luchar contra todo y todos?
¿O se romperá y tomarán rumbos distintos...?
Capítulo beteado por: Mirem Sandoval Callañaupa
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PREFACIO.
Todo había pasado tan rápido que no me había percatado que todos me estaban engañando, que la persona que había creído que podía ser un padre para mí, había resultado ser mi peor enemigo.
Y si alguna vez creí que el amor era para mí, me había equivocado, solo me había servido para hacerle daño a las personas que de verdad me habían amado y que ahora solo podían sentir infinito odio hacia mí. Por qué sí, esa era yo: el ser más despreciable y ruin que alguna vez pudó haber pisado esta tierra.
Capítulo 1. La recepción.
Era Julio, uno de mis meses favoritos, había un clima muy variable, aunque claro, siempre era delicioso. Con sus maravillosos paisajes, ver cómo las islas se lograban cruzar entre si y dando un aspecto romántico, aunque eso solo se podía ver de noche, pero era algo admirable. Sus hermosas calles adoquinadas y su excelente comida, era lo que observaba cada vez que transcurría por sus calles, tenía lo que había deseado. No era la persona más rica del mundo pero vivía cómodamente, en el poco tiempo que tenía de vivir en Venecia, Italia; había aprendido a disfrutar de su hermosa cultura.
Trabajo en el hotel EL BAUER como gerente de recepción, eso me ha servido para conocer muchas personas que siempre tienen en común algo… disfrutar de su cultura.
Era viernes, siendo gerente, ese día me tocaba dar asistencia a las recepcionistas ya que al ser un día final a la semana laboral y a su vez el inicio de fin de semana, teníamos mayor afluencia de cliente. Así que me dirigía hacia el hotel, eran las 8 de la mañana aunque la cuidad de Venecia se caracterizaba por una cultura antigua y pintoresca, no podría faltar lo vanguardista y nuestro hotel era uno de los más vanguardistas de la zona.
Al entrar vi a Anita, mi mejor amiga desde hace años; era una persona muy amable, pequeña, de cabello semi-ondulado hasta los hombros de color rojo cálido, con unos hermosos ojos verdes que contrastaba muy bien con su fina piel blanca; en realidad era una joven muy hermosa la cual hacía que se me bajaran unos diez puntos a mi autoestima, sin embargo tenía un carácter muy lindo y eso había servido para que nos lleváramos muy bien. No creo que hubiéramos sido amigas si ella hubiera sido una chica presumida, y tengo que mencionarlo que cuando habíamos estudiado, la gente que no la conocía creía que era una niña creída, pero si la conocían podían llevarse de maravilla con ella.
—Buenos días Anita, ¿qué tal amaneciste? —saludé.
—Buenos días licenciada Swan, muy bien y ¿tú? —preguntó.
—Bien gracias, pero te he dicho un montón de veces que cuando estemos solas me puedes llamar Bella, o ¿es que no me consideras tu amiga? —cuestioné. Notando que sus mejillas se tornaban un poco rosa.
—Lo siento Li… Bella, creo que es la costumbre. Además, por supuesto que te considero mi amiga —contestó un poco nerviosa.
—Eso está mejor, ahora empecemos con el trabajo ¿está bien? —pregunté. Anita asintió y empezamos otro día más de trabajo.
—Bueno, ¿ya empezaste el arreglo de las llaves disponibles?
—Así es Bella, ya está todo listo para una buena jornada de trabajo —dijo animadamente mientras me sonreía.
—Muy bien Anita, entonces que comience ¡un nuevo día! —contesté.
Empezamos relevando a las chicas que habían estado en el turno de la noche, arreglamos los datos de los huéspedes recién llegados, me pusieron al tanto de quiéneshabían hecho reservaciones por internet para tener listas sus habitaciones cuando llegaran y así fuimos organizándonos en el trascurso de la mañana. Poco a poco el hotel iba tomando vida de nuevo. En la noche siempre llegaban clientes pero no eran los mismos que en la mañana; la mayoría de las personas que venían eran turistas muy amables, maravillados por la hermosura que la cuidad ofrecía, eran pocos los que se creían superiores, con respecto a los que trabajábamos en el hotel, y querían tratarnos como sus sirvientes; con el paso del tiempo había aprendido a cómo ser paciente y amable con ellos. Estar con Anita, como compañera de trabajo, había servido para divertirme y no amargarme y así no terminar como mi antigua jefa.
Todo eso me había servido para conocer a nuevas personas y saber un poco más de otras culturas ya que los únicos lugares que conocía eran Brasil, mi pueblo natal, Bolonia, que fue ahí la primera cuidad que conocí cuando me fui a estudiar y tengo que decir que fue un lugar muy hermoso, y luego mi amada Venecia dondehabía logrado tener una vida más o menos normal después de la muerte de mi familia.
Habíamos logrado tener una excelente mañana con Anita, ser amigas desde hace años también influía mucho. Eran las 11 de la mañana, estaba sentada revisando los últimos datos de los nuevos huéspedes; cuando llegó un huésped, no le puse mucha atención cuando habló, porque habíamos quedado con Anita que ella iba a atender a los nuevos huéspedes mientras yo terminaba de organizar todo pues en media hora esos documentos tenían que ir a archivos y contabilidad.
—Buenos días señorita, tengo una reservación a nombre de Arthur Cortez —dijo el señor con una voz ronca y profunda.
—Buenos días señor Cortez, en un momento le verifico su datos —contestó Anita.
Mientras se ponía a verificar la información, yo ya había terminado de archivar todo, y era hora que se llevaran todo el papeleo al departamento de contabilidad. La verdad no quería ir, la última vez había tenido un medio rocecon un chico nuevo que se quería pasar de listo pues se creía el más inteligente, así que me acerqué disimuladamente a mi amiga y le dije —Deja yo lo hago, ve tú a dejar esos archivos —Anita no dijo nada pues ella misma sabíapor qué no había querido ir, la última vez que fui ella casi me tuvo que golpear para que me calmara.
—Buenos días Señor Cortez, en un momento le digo cuál será su habitación —lo saludé amablemente.
Cuando lo vi, me sentí rara no sé cómo que lo conociera, no pude seguir pensando pues él muy amablemente me contestó —Claro no hay problema. —Se me quedó viendo muy raramente como si me evaluara. Intimidada, bajéla mirada y me puse a buscar todo los datos, su reservación lo había hecho por internet. Lo más raro era que iba a pagar en efectivo al llegar al hotel, algo que casi no era muy permitido. Además tenía otra reservación, era una suite exigiendo que fuera de dos camas y que estuviera muy cerca de su habitación, sus exigencias se podía ver que no estaban fuera de común, para alguien que no sabía las normas de este hotel, pero en mi caso era distinto porque según tenía entendido solo se podía hacer ese tipo de reservaciones por teléfono y con una cantidad de dinero por adelantado y ninguna de las anteriores había sucedido así que se podía decir que esta persona era más conocida de lo que suponía.
—Bueno Señor Cortez, aquí están las llaves de las suites que usted solicitó, espero que su estancia en Bauer sea de su agrado —dije amable.
—Muchas gracias Señorita, uhm disculpe, ¿cómo es su nombre? —preguntó, jamás un huésped me había pedido mi nombre. En recepción siempre era cuando hacía mis rondas por el bufet para alguna sugerencia o algún reclamo, así que me tomó desprevenida y creo que él lo notó porque me dijo—. Disculpe que se lo pregunte, sólo que usted ha sido muy amable —se excusó.
—Mi nombre es Isabella Swan, gerente de recepción y será un gusto atenderle —contesté.
—Muy bien, muchas gracias Señorita Swan ha sido usted muy amable —repuso con una sonrisa y se marchó.
Hasta ese momento pudeobservar cómo era. Piel blanca, su cabello era de un negro profundo dándole un toque muy… ¿siniestro? y con un corte a su edad pues debía tener unos treinta y tantos, de mediana estatura y muy bien vestido, como uno de esos importantes ejecutivos, y sus ojos que eran de un café claro, pero un color algo extraño que juro que había visto en otra persona, al igual que sus rasgos. Se me hacían parecidos a… no,debo de estar soñando, aunque tengo que admitir que era una persona muy amable, pero sus ojos decían algo que me había dejado bastante inquieta.
Gracias a Dios llegó Anita, lo que me extrañó es que llegó murmurando y diciendo varios impropios bajo el aliento. Me limité a preguntarle, porque se le notaba en el rostro que no tenía muchas ganas de hablar, eran cosas que poco a poco había aprendido después de vivir unos cuantos años juntas.
—Y ¿terminaste de transferir los datos? —le pregunté.
—Sí, ya están todos listos. Con este último huésped cerré la lista de la mañana, luego sólo nos queda la de la tarde, que espero que sea menos. —Logre distraerla ya que medio sonrió aunque aún se notaba que estaba bastante molesta.
—Muy bien, entonces creo que podemos ir a almorzar, porque no se tú pero yo me muero de hambre. —Me felicite porque había logrado sacarle una buena carcajada y no media risa.
—Ay amiga tú ¿desde cuándo estás tan hambrienta? Si soy yo la que menciona el almuerzo casi siempre. — ¡Ups! creo que se dio cuenta de mi intento de distracción, sólo puse una sonrisa inocente y me encogí de hombros, ella volvió a sonreír—. Tengo que enseñarte mejor a como ser menos obvia, pero venga vamos "comer". —Lo último lo dijo haciendo comillas en el aire.
Nos dirigimos al bufet ya que nosotros teníamos el privilegio de comer con los demás huéspedes, claro un poco alejado de ellos pero siempre en la misma estancia. Tengo que decir que en este trabajo obtenemos muchos beneficios porque no en cualquierlugar podíamos gozar de comer en el bufet del hotel.
Cuando íbamos a medio camino nos encontramos con otra de las chicas que trabajaban en el hotel. Se llama Ángela Weber, de cariño le decíamos Angie, era una persona muy amable y estaba un poco mayor pero a la vez muy sabia. Ella era la gerente de contabilidad, una persona muy estricta y buena para los números pero jamás dejaba de lado su amabilidad que poseía y por eso era la más respetada y también muy querida por nuestro grupo de trabajo.
—Hola Angie, ¿qué tal va la jornada de trabajo? —le preguntécon una sonrisa.
—Hola Bella, pues muy próspera y llena de números, como todos los días —repuso riendo algo muy propio de ella y que nos hizo reír mucho a Anita y a mí.
—Bueno ya que esta mañana para ti ha sido llena de números, por qué no almuerzas con nosotros —le pregunté.
—Claro,será un honor poder almorzar con ustedes —contestó con una gran sonrisa que nos contagió a las dos.
—Bueno, pues no se diga más, a comer se ha dicho —repuse.
Entre risas y bromas nos dirigimos al bufet, nos divertimos mucho y me reí bastante de las bromas que Angie le jugaba a Anita, ahí me di cuenta de lo que había puesto de un humor de perros a Anita, Angie no se había aguantado para contarlo.
—Resulta que a nuestra amiga aquí presente, se le declararon en medio de la oficina de contabilidad a todo pulmón y sin ningún rastrado de vergüenza.
Habían sido las palabras que había utilizado Angie antes de empezar a contar una historia bastante divertida que puso a mi amiga de travesura bastante roja.
—Cuando acá, esta señorita, llegó a mi oficina. —Señaló a Anita que tenía oculta su cara entre sus manos—. También había llegado el chico que a ti te había sacado de casillas la semana pasada, y bueno desde que Thomas entró y se fijó que Anita estaba ahí, fue como si hubiera visto el regalo más hermoso del mundo y se quedó como un bobo observándola y claro nuestra amiga. — Señaló con un movimiento de cabeza a mi amiga que ya empezaba a medio a reírse—. No se dio cuenta, entonces no se percató cuando nuestro amigo se le acercó peligrosamente y quedó muy cerca de su espalda. Yo como soy tan amable le hice señas a Aní que ni cuenta se dio y cuando se dio la vuelta, dispuesta a irse, chocó con él y cayeron al suelo. Lo más gracioso del asunto es que, estando en el suelo y la puerta de mí oficina estaba abierta Thomas se le declaró a todo pulmón diciendo "Que hace un ángel tan hermosa en esta tierra, Dios me dio la oportunidad que callera en mis brazos y jamás la soltare", lo recitó a todo pulmón y así como él había dicho, no la soltó. Nuestra amiga entonces toda asustada pensando que era un lunático le pegó en la cabeza con los documentos que tenía en la mano, y cuando la soltó le dijo que estaba loco y salió corriendo tropezando con los pies de él, pero corriendo como loca de mi oficina. —Terminó de contar Angie riendo y Aní llorando de la vergüenza y la risa y yo pues con unas ganas tremendas de ir al baño por tanto reírme.
—En mi defensa tengo que decir, que de verdad creí que era un loco y que me asustó mucho —comentó Aní ya un poco más calmada. Nos miró seria, cosa que no duró mucho ya que nadie aguantó mucho y así empezó una ronda de risas.
PVO NARRADOR.
Las tres jóvenes hermosas disfrutaban de un almuerzo entre más risas y anécdotas, sin saber que no muy lejos eran observadas por un hombre que en su mirada solo se podía distinguir avaricia y poder, sabía desde el momento en que entró al hotel que su viaje ya no sería tan desastroso; había encontrado lo que por tantos años buscó. La mujer capaz de aceptar muy bien, su nuevo invento, pero también estaba consciente que convencerla no sería nada sencillo, pero como todo genio tenía un as bajo la manga y no sería precisamente el dinero que podría pagar por ella; su arma seria la esencia de ella, su bondad.
—Me la paséen grande Angie, gracias por almorzar con nosotras, creo que vamos a repetirlo más a menudo —comenté, con una gran sonrisa en los labios.
—Secundo lo dicho, pero sin risas a costa mía —comentó apenada mi amiga.
—No te preocupes Aní, siempre hay que disfrutar cada cosa que la vida te ofrece porque si no, no tiene chiste —repuso Angie.
—Tienes toda la razón, creo que hay que disfrutarla con todo lo bueno y malo que ella te da —apoyé. Eso hizo que volviera a pensar en el Señor Cortez, había sido muy amable, no tenía que estar comparando su parecido con mi amigo.
—Así es chicas, pues si no vives la vida, la vida vive por ti y se ríe de ti y créanme que no es agradable, mejor ríanse de ella y verán cómo les va todo bien —dijo sabiamente teniendo toda la razón del mundo.
—Bueno, creo que llegamos a donde te encontramos, sana y salva de regreso —comentó Aní.
—Sí, creo que así es. Bueno, nos vemos más tarde chicas y trataré de mantener a rayas a nuestro chico poético. —le aseguró a Aní con una gran sonrisa malévola, huyendo antes que mi amiga dijera algo. Yo medio reí por lo absurdo de la situación, ya que a mí me había salido como un patán y a mi amiga como un poético.
Entre risas por parte mía y sonrojos por parte de Aní regresamos a trabajar, gracias a Dios la tarde fue más tranquila solo unos cuantos clientes que eran muy tranquilos, los cuales nos permitieron estar muy tranquilas durante el resto de la tarde.
Eran las cuatro y media de la tarde cuando oí la voz de una joven, yo estaba agachada recogiendo unos papeles que se me habían caído cuando intentésacar unos archivos que están muy juntos y pesaban como los mil demonios, me levanté rápidamente dándome un fuerte golpe en la cabeza. Ya que estaba sólo yo, pues Anita se había marchado al baño, una joven de unos diecinueve o veinte años se encontraba parada con una gran sonrisa, me dio un poco de pena pues estaba claro que había oído mi golpe pero gracias a Dios no comentó nada, y yo tratéde no ponerme roja, algo imposible, pero lo logré. Así que pude saludarla sin ponerme en más vergüenza. —Buenas tardes, ¿en qué le puedo ayudar, señorita? —preguntélo más relajada que pude.
—Buenas tardes, disculpe estamos buscando a nuestro pariente y sabemos que está hospedado aquí —contestó.
—Muy bien, me podría dar el nombre para ver si se encuentra en el hotel, por favor —repuse.
—Claro, disculpe, se llama Arthur Cortez.
En ese momento me quedé congelada y olvidé por completo mi golpe y el dolor pulsante que sentía, era el nombre del señor que había estado en la mañana y que tanto dolor de cabeza me había dado, tuve que actuar rápido pues no quería que se diera cuenta que estaba un poco mal con lo que me acababa de decir, así que me dispuse a buscarlo, y vaya coincidencia, se encontraba en el hotel cuando a estas horas no había nadie en el hotel, ya que todos se iban de paseo, pero traté de pensar que era porque los estaba esperando.
—Aquí está, ¿desea que lo llame o le dejara un recado? —le pregunté.
— ¡Ah! Por favor llámele, creo que de todos modos tiene que bajar a recibirnos —comentó con una reluciente sonrisa.
—Claro —contesté.
En realidad no quería hacer esta llamada pero no podía, vaya momento en que se le ocurre ir al baño a Anita pensé. No me tocaba de otra que hacer la llamada, así que llamé la extensión dea la habitación del Señor Cortez; mientras esperaba observé a la chica, y vaya que si con Anita se me bajaba la autoestima unos 10, con ella se me bajaba unos 30. Era una persona muy bella, y se le notaba que tenía mucho dinero pues iba muy arreglada aunque eso no hacía perder su amabilidad y eso era mucho, lo que sítenía muy resaltante era esos ojos azules brillantes y alegres , pero que escondían muchos secretos. Su cabello no era largo más bien, tenía un corte en todos los sentidos muy cerca de su cuello, que hacía ver su cara de porcelana en forma de duendecillo. Era Americana pues era igual su acento con el del Señor Cortez, era de estatura baja sin los enormes tacones que usaba. Rápidamente me distraje al oír la voz del Señor Cortez. —Buenas tardes —respondió él muy amable, como había sido en la mañana.
—Buenas tardes Señor Cortez, le habla de recepción.
-—Ah, ¿es usted Señorita Swan? —me dijo, me sorprendí que reconociera mi voz.
-—Así es —comenté muy tranquilamente.
—Dígame entonces, Señorita.
—Llamaba para comunicarle que tiene visitas en recepción y, ¿sí podría bajar? —comenté lo más tranquila y amable que pude, pues estaba muy nerviosa.
—Claro ya bajo —respondió.
—Muy bien, buenas tardes —le dije, él me correspondió igual y colgó.
Cuando levanté la vista, observé que la joven me observaba muy detenidamente, pero rápidamente volvió a sonreír. — ¿Ya le comunicóde mi presencia? —preguntó.
—Así es Señorita, puede tomar asiento —le dije, ella sonrió y se sentó en el mueble que estaba enfrente de mí.
Sentí su miradamuy penetrante en mí en cada momento, traté de ignorarla, pero me era imposible. Era como si quisiera poder decirme algo, pero que solo me observara era muy frustrante, así que cuando llegó Anita sentí un gran descanso, ella sonrió y pude sentirme más tranquila. Pero como vi esteera el día que no podía estar tranquila, cuando alguien más se acercó a la recepción y dijo con la voz más hermosa que he oído en mi vida.
—Disculpe, ¿no sabe si ya irá a bajar el Señor Cortez? —preguntó.
En ese momento levanté la vista y quedé en estado de shock, jamás había visto un ser tan hermoso como él, que parecía el mismo ángel de Miguel. Su tez pálida, que concordaban muy bien con ese rebelde pero sexy cabello brocino, y esos labios que te hacíapreguntar qué tan dulces podría ser probar unos manjares tan exquisitamente hechos; como dije lo hacía ver tan malo que era un pecado, más aún esos ojos, unos ojos capaz de hacerte perder totalmente, unos ojos de un intenso color verde esmeralda que te empujaban a querer pecar para siempre.
BUENO SOY NUEVA EN ESTO Y JAMAS E DEJADO QUE NADIEN VE LO QUE ESCRIBO PERO HOY ME ANIMO, ASI QUE ESPERO LES GUSTE, ESPERO UN COMENTARIO PARA SABER SI ME DEDICO A ESTO O ME MUERO DE HAMBRE , JEJEJE.. BESOS Y NOS LEEMOS...
