¡Ése idiota!
Prompt (FI): De todos los cafés del mundo tuvo que elegir el mío.
Disclaimer: ¿Kuroko no Basket? De Tadatoshi Fujimaki.
Kagami está molesto.
No, es más que eso, está furioso y sólo quiere ir tras el idiota que lo ha puesto en ese estado furibundo. ¡Oh! Porque no es la primera vez que aquello sucede... cada vez que se ven, que para su desgracia se encuentran fuera de la cancha, algo así de fatídico y estúpido sucede entre los dos.
Y siempre, en cada ocasión es el maldito de Aomine Daiki el culpable de su molestia y mal humor como en ese preciso momento.
—¡Maldición, ése idiota! —¡Kagami vuelve a golpear la mesa con ambos puños haciendo que la bebida que tiene enfrente y que ha pedido luego de lo acontecido se derrame de su vaso.
Mientras Kuroko, que está sentado enfrente de él trata de calmarlo con su usual tono de voz y su expresión neutra al seguir tomando tranquilamente de su propia bebida.
—Cálmate por favor, Kagami-kun —le dice—, no fue para tanto.
—¡¿Hah?! ¿Qué no fue para tanto? —Pero escucharlo decir eso sólo hace que se enoje más y se incline hacia adelante para reclamarle—. ¿Es que no lo viste o qué, Kuroko? ¡De todos los malditos cafés del mundo, el bastardo de Aomine tuvo que venir aquí y tomarse el mío como si nada y luego marcharse! ¡El idiota lo hizo a propósito como siempre que nos vemos! ¡Lo sé, estoy seguro de eso!
Y es que es la misma historia de siempre. Sea cual sea el lugar en el que está comiendo —o cenando—, el idiota de Aomine se aparece, se acerca a él y termina devorando su comida para luego marcharse con su maldita sonrisa arrogante y un burlesco gracias por la comida dejándolo furioso y frustrado por su maldita acción.
—¿Tú crees? —Su sombra lo mira unos segundos y vuelve su atención a su bebida—. Quizá sólo estás exagerando un poco, Kagami-kun.
—¿Exagerando? —Repite indignado—. ¡No lo hago y... tampoco lo defiendas, Kuroko!
—No lo hago. Yo sólo estaba diciendo...
—¡Pues no digas nada! —Gruñe al interrumpirlo, resoplando cansado y volviendo a recargarse en el respaldo de la silla. Su ceño fruncido y molestia no se van—. ¡Cuando lo vea me las pagará! ¡Ya verá!
Y con esa idea en mente, mejor llama a la señorita de la cafetería para pedirle algunos postres y bebidas más. Aomine no va a arruinar su apetito por esos dulces y postres y como ha dicho, la próxima vez que lo vea se las pagará. Ya está cansado de todo eso y debe ponerle un alto absoluto. Eso mismo es lo que hará en la siguiente ocasión cuando lo vea.
Fin.
