Sólo les pido que no me linchen por esto. Es el primer fic acerca de un anime que hago en toda mi vida. Esto es sólo la introducción, no digo muchos nombres ni doy buenas descripciones, pero le puse una que otra pista pa' que sepan de quienes estoy hablando. Las demás dudas hasta el primer capítulo.
FMA: New Generation
Prólogo
La puerta principal se abrió estrepitosamente, haciéndole dar un salto en su silla. Vio todo el papeleo sobre su escritorio, aún tenía la pluma en la mano. No tardó nada en darse cuenta de que la lámpara de noche nada hacía por la iluminación pues el sol penetraba con todo su fulgor en su habitación. La ventana había sido abierta por alguien, pero no por él. Miró el reloj sobre la mesita que había junto a su cama. Se había dormido sentado en el escritorio mientras hacía su trabajo. No podía creerlo, ya pasaban de las ocho de la mañana. Bostezó, se frotó los ojos y se levantó.
Luego de lavarse la cara, completamente despierto, bajó a la sala donde reinaba el silencio. No veía a nadie cerca. Hubiera querido levantarse más temprano. En eso pensaba cuando notó lo agradable que estaba el día. Las ventanas de la sala, o más bien de toda la casa, estaban abiertas de par en par, dejando que fluyera el aire fresco y su hogar estuviera completamente iluminado. Le encantaban los días así, porque en días tan bonitos no podían pasar cosas malas. Estaba a punto de sentarse en el sofá, pero oyó un estruendo metálico proveniente de la cocina, lo que de nueva cuenta lo hizo sobresaltarse, aunque sólo un poco. Pero se alegró al saber que no estaba solo.
La puerta de la cocina se abrió, y la chica al verlo le sonrió un poco avergonzada. Todas las sartenes y las ollas estaban tiradas en suelo. Estaba agachada recogiéndolas.
-Uy, perdón-se disculpó con una sonrisita-, fue un accidente. Es que estaba muy apurada.
En respuesta, él le devolvió la sonrisa.
-No te preocupes, no me confundas con tu mamá. ¿Por qué no me despertaste?- se acercó una silla, y se sentó a la mesa que había ahí.
-¡Ay, papá, si te veías tan tranquilo dormido!- se rió, su padre frunció el ceño- No, en serio. ¿Cuándo se te ve durmiendo hasta estas horas de la mañana? ¿Ya te has visto esas ojeras?
Fue colocando las sartenes en su lugar. Encendió la estufa.
-¿Qué no tenías que irte ya con tus primos?- le preguntó confundido cuando abrió las alacenas. Después tomó unos huevos de la canasta.
-En eso estaba pero luego me dije: mi papá se va a morir de hambre sin mamá en casa.
No le cayó en gracia el comentario, pero se lo tomó a juego de todas formas.
-Me haces ver como un inútil. Deja eso, yo me encargo. Tú apresúrate, van a pensar que no vas a ir y se van a poner muy tristes.
-¿Los quieres revueltos o estrellados? ¿O cocidos?
-No, yo me encargo.
-Olvídalo, además ya te pusiste en tu puesto- lo veía muy cómodo sentado en esa mesa-, te voy a preparar un desayuno digno de ti. Porque eres el papito más lindo de todos.
Le pellizcó cariñosa y juguetonamente las mejillas.
-Está bien-dijo su padre-, pero date prisa, no se vayan a ir de paseo sin ti.
-¡Que ni se atrevan!- exclamó con voz grave, pero en broma, blandiendo una espátula.
El olor a huevos guisándose en el aceite caliente junto la salsa agregada al final impregnó toda la cocina.
-¿Y a dónde fue tu madre?-le preguntó mientras le servía su desayuno.
La muchacha sacó un vaso y lo llenó de jugo de naranja. Lo puso junto a su plato.
-Cosas de ella-dijo dando un resoplido y volteando los ojos-. Bueno, fue con la modista de la otra ves. La que recién se mudó por aquí cerca. Mamá le puso los ojos encima desde que vio el vestido de novia que le hizo a la hija de la señora Roberta. Y ahora la anda persiguiendo para que me haga uno.
Lo último lo dijo como si fuera la más amarga noticia del mundo. Su padre sí pareció divertido ante esa información.
-¿No estarás pensando casarte o sí?-le preguntó en broma a lo que ella respondió abriendo completamente ojos y boca indignada- Ni siquiera me has presentado a mi futuro yerno.
-Cuidado con esas risas, no te vayas a atragantar con el desayuno.
-Ay, si ya sabes que estoy bromeando-le dio un pequeño abrazo.
Inmediatamente su hija esbozó una sonrisa que rápidamente se convirtió en risa.
-Ya lo sé, sólo estaba siendo dramática. Ya sabes que yo no me enojo, ¡dramatizo! Pero ya en serio, papá-adquirió un tono suplicante-, tienes que decirle a mamá que deje de buscar la forma de meterme en un vestidito de gala-lo dijo en tono chillón-, ya sabe que no quiero fiestas cursis ni vestidos elegantes. Pero no habla mi idioma, tú sabes.
-¿Sabes? No creo que eso ocurra-miró a su hija decepcionarse-. Vamos, ya conoces a tu mamá en ese aspecto. Le gustaría ver a su hija vestida como una mujercita.
La chica puso cara de fastidio, pero como era su costumbre, desapareció al instante, y adoptó la misma expresión que tenía cada vez que se le ocurría una idea.
-¡Ah! Pero ¿sabes qué me haría realmente ver como una "mujercita"?
Cómo ya había dejado su plato vacío, se puso de pie, y se dispuso a abandonar la cocina.
-No, y ya te hemos dicho tu madre y yo por qué.
-Si lo piensas-trataba de convencerlo mientras lo seguía a la sala-, una mujercita es una chica como yo, pero más madura ¿no? ¿Y qué dice más "madura" que un…?
-No.
- ¿…automóvil? Por favor.
-Mi respuesta sigue siendo no.
-Es increíble- se quejó, tronando los dedos por su fracaso-. ¿Cómo esperan que madure si me siguen tratando como una niña?
En eso se escuchó que llamaban afuera desde un carro. Su padre se asomó por la ventana. Precisamente, una camioneta bastante rústica esperaba afuera, el conductor tocaba impaciente el claxon. Algunos niños estaban en la parte trasera, riendo y platicando mientras esperaban a su prima.
-A veces no sé como es que te pareces más a tu tío que a mí-observaba divertido al hombre rubio que pitaba y pitaba.
-¡Me estás llamando ogro!-le reclamó su hija cuando apareció con un morral de colores colgado de su hombro, y un gran estuche de guitarra en su mano.
Se despidió con un beso y un abrazo fuerte.
Se oyó que el chofer gritó "Ya era hora de que salieras"
-¡Ja! Tenías miedo de apareciera- le respondió ella, lo que hizo enojar a su tío.
-¡No te pongas respondona o te dejamos!
Los chicos que iban atrás rieron, pero también su prima, ya que así se llevaba con su tío. Su padre la vio juntarse con sus sobrinos, y ya estaba arrancando el vehículo. Pero antes de que se marcharan, gritó:
-¡Cuídala bien, Ed! ¡No te pongas gruñón sólo porque te gane jugando con las cartas!
Ya iban muy lejos, pero alcanzó a distinguir un: ¡Entonces que no haga trampa!
Se metió a su casa divertido, sonriendo, esperando que su vida fuera así de bella por siempre.
