Hola, ¿que tal? Se preguntaran qué es esto. Esto comenzó como un proyecto de colectivo, y cuando nos dimos cuenta ya teníamos un par de capítulos hechos.

No sabemos cuantos capítulos va a tener esta historia, sabemos que va a tener los suficientes para que contemos todo lo que queremos contar.

Las parejas ya están decididas, pero van a tener un desarrollo lento. Las actualizaciones van a ser esporádicas, vamos a actualizar cuando tengamos capítulos.

Si a pesar de esto nos siguen leyendo, esperamos que les guste tanto como a nosotras escribirla ;)

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Esas cosas que pasan cuando llegas tarde a tu propia ceremonia de selección

Todos pensaban en el niño que no había llegado a la ceremonia de selección.

Quizá la carta jamás había llegado a destino. Quizá se había caído en el lago y el calamar había decidido convertirlo en su cena. Quizá Filch lo había encontrado vagando por ahí y lo había encadenado a una pared para dejarlo morir.

Pero antes de que pudieran continuar con las teorías absurdas sobre el niño-que-no-apareció, las enormes puertas dobles del Gran Salón se abrieron y todos voltearon a mirar a los recién llegados. Se trataban de Hagrid, el profesor de cuidados de criaturas mágicas y guardabosques, y un revoltoso niño de cabello blanco y negro, que examinaba todo con sus curiosos ojos dorados. Parecía que se había bebido un caldero de poción energizante, daba pequeños saltitos de emoción y no parecía avergonzado por llegar último y mucho menos por interrumpir la selección.

La directora McGonagall observó con desaprobación al recién llegado y con un gesto de la cabeza le indicó al profesor Longbottom que hiciese sentar al niño para su dichosa selección.

—Bokuto, Kotarou—los novatos que quedaban en la fila a la espera de ser seleccionados se miraron entre sí, y al notar que el único que se movía era esa mata de cabello bicolor, suspiraron hastiados. Ellos habían estado allí desde el comienzo, y hacían pasar al que se había retrasado quién sabe por qué.

Justo antes de que el parlanchín sombrero seleccionador cubriera sus ojos, logró distinguir a su mejor amigo en la mesa de Slytherin. Y supo cuál sería su hogar por esos siete años por delante.

—¿Qué tenemos aquí? —Sonó directo en su cabeza la voz del sombrero, Bokuto le dio una mirada, intentado distinguir si se movía o algo. —Creo que la casa indicada para ti sería…

— ¡Hey, hey, hey! ¡Yo quiero decidir! —Chilló él a todo pulmón. Todos los presentes lo miraban anonados, ¿Qué problemas tenía ese niño?

— ¿Sí? ¿Cuál es tu sugerencia? —Bokuto al oírlo sonrió.

—Quiero ir a Slytherin.

El sombrero guardó silencio y luego dejó escapar una risa sin humor.

—Definitivamente Slytherin no es la casa para ti, ¿Por qué no Gryffindor o Hufflepuff? —Él negó con la cabeza, molesto.

—¡No, no! ¡Slytherin es la indicada, mi mejor amigo está ahí!

—No puedes simplemente decidir en base a eso.

—¿Por qué no? ¡Es mi vida!

—Por esa clase de pensamientos es que Gryffindor es tu lugar.

—Pero yo no quiero ir ahí, ¡Y se acabó!

—…Eh.

—Se acabó.

—Bueno, no sé qué va a salir de esto pero…

Y Bokuto sonrió cuando el sombrero bramó: ¡Slytherin!

Se levantó orgulloso de su hazaña y se dirigió a la mesa de su casa. Kuroo lo observaba con una mezcla de curiosidad, asombro y adoración.

— ¿Cómo, con tu cerebro de búho defectuoso, terminaste aquí?

—Mi encanto no tiene límites, hasta los sombreros caen rendidos a mis pies.

Y así comenzó la fabulosa vida de Bokuto Kotarou en Hogwarts.