Advertencias:Nuevo fic, Yullen, AU, violencia!
Nadie habla del club de la pelea
by
Katou Yuu
La ciudad de Londres debería ser un lugar pacifico, sus estudiantes chicos educados y amables. No deberían tener más preocupación que sus estudios, así debería ser al menos hasta que la academia del Oeste comenzó a extender su influencia como los mas rudos de la zona, las academias a su alrededor se rendían ante ellos, pues ninguna era rival para sus delincuentes estudiantiles.
No estaban conformes con que el Oeste fuera suyo, querían el control completo de la ciudad, el Este era territorio inexplorado aun, algunas academias ponían resistencia y solo susurraban que no podrían enfrentar al "Demonio Blanco" que residía en el Este.
"Patrañas"
Había dicho su líder, barrerían con ese tal "Demonio Blanco" y reclamarían el control de la zona como suyo.
Llegaron a media jornada estudiantil para verificar la zona.
Su presencia no pasó inadvertida. Un puñado de chicos con aspecto descuidado, bates de baseball, parados en la entrada, hizo que varios alumnos se asomaran por las ventanas. Era hora del almuerzo y todos sentían pena por aquel que estuviese en problemas con ellos.
- Brayan, creo que llegamos temprano - dijo un chico al líder de los "Puños de Hierro", como se hacían llamar.
- No seas idiota, si llegamos a la hora de salida, ese idiota podría escapar - dijo golpeando al chico en la nuca - además, así podremos ver a las chicas lindas.
- Es cierto, ese demonio tiene acaparadas a Lenalee Lee y Road Kamelot - dijo otro con una cicatriz en el rostro.
- Después de derrotarlo, su harem quedará a nuestra merced - Brayan sonaba convencido de su éxito, todos festejaron su determinación.
La escuela del Este estaba catalogada como la cuna de chicas hermosas e inaccesibles.
- No creo que ellas les hicieran caso aunque fuesen en su escuela - dijo un chico tras ellos.
Todos voltearon a verlo con furia. Tenía el cabello blanco, una cicatriz a lo largo de la parte izquierda de su cara y cargaba una enorme bolsa de la que sacaban dangos que engullía en segundos.
Ambos chicos vieron al albino que era mucho más bajo que ellos, parecía un mocoso frente a ellos, pero su imagen concordaba con la descripción que les había llegado del "Demonio Blanco".
- Mejor piérdete mocoso - dijo Brayan empujándolo, ese chico solo era un impostor.
Le había empujado algo fuerte provocando que la bara de dangos que trataba de comerse fuera a parar al suelo.
- Que pasa vas a llorar, mocoso, corre con tu mami - dijo entre risas su acompañante de la cicatriz.
- Yo la verdad...- el albino había bajado su rostro y su cuerpo temblaba mientras los otros reían - Solo quería ser amable - dijo finalmente levantando mostrando en su rostro una gran sonrisa falsa, digna de un buen psicópata, aquella sonrisa les provoco un escalofrió al par de maleantes.
Antes de que sus cuerpos pudieran reaccionar ante el peligro ya estaban tumbados en el suelo adoloridos, todo fue tan rápido que ni vieron cuando el albino se fue.
Allen se subió a la barda y saltó dentro de la escuela cuidando de no tirar otro dango.
Cada mañana saltaba la barda antes del almuerzo y regresaba con comida de afuera, parecía que la de la escuela no era suficiente.
Caminó por el patio ante la mirada atónita de los presentes. Los maestros agradecían el receso y estaban demasiado ocupados ignorando su existencia que pasaban por alto su comportamiento.
-¡Walker! - le llamó un chico rubio con el cabello arreglado en una trenza y dos lunares en la frente.
Allen sonrió de inmediato y hurgó en su bolsa de papel.
- Volviste a saltar la barda - su mirada y brazos cruzados indicaban lo ansioso que estaba por darle una reprimenda.
- Como todos los días - Allen miraba su frente y recordaba que al conocerlo estaba convencido de que un lunar era su botón de apagado y el otro de encendido - Por eso te traje algo - dijo extendiendo una rebanada de pastel selva negra en un domo transparente.
- No vas a sobornarme, soy del consejo estudiantil y... - Link no pudo seguir hablando, Allen había puesto un pedazo del postre en su boca.
- Nos vemos mañana, Link - dijo alejándose y dejando a un enojado y extasiado Howard Link.
Allen Walker no podría calificarse como un delincuente común, simplemente saltaba la barda en busca de suministros y se peleaba de vez en cuando con algunos bravucones, extrañamente se había ganado un apodo tan intimidante como el del "Demonio Blanco". Sus notas no eran perfectas, las chicas no podían negarse a su atractivo natural y su brillante sonrisa marca Colgate, pero aun así Walker no le parecía tan intimidante como los rumores decían, increíblemente los índices delictivos de su zona habían descendido por la presencia de Walker, las academias a su al redor parecían guardar cierto respeto, era algo absurdo, pero Walker no era consciente de su influencia en ese momento.
Los bravucones heridos, pertenecían a una de las academias cercana a la gran academia del Oeste, algo le decía que esto no era más que el principio, algo estaba a punto de comenzar, una guerra.
Vio a Walker alejarse y simplemente negó con su cabeza, era simplemente un pensamiento absurdo.
La noticia del fracaso de la banda de Brayan corrieron por toda la ciudad. Al día siguiente, los enemigos de esa banda, liderados por un tal Yohan, llegaron a enfrentar a Allen. Con la misma velocidad fueron derrotados y un par de videos fueron colocados en Youtube.
Después de aquellos, cada semana ocurría un nuevo encuentro con un Milton, un Brandon, un Yonaiker... Toda la escuela esperaba en las ventanas para no perdérselo.
Allen derrotó a cada comisión sin siquiera preguntar sus nombres o lugar de procedencia. Link veía a lo lejos como el absurdo pensamiento se había convertido en una realidad.
-Allen, ¿estás bien? - dijo Lenalee tomándolo del hombro, llevaba media hora sentado en la misma posición.
-¿Te hirieron? - dijo Road agachándose para verlo.
- No... - Allen tenía en las manos una pavlova aplastada.
- Era un buen postre - suspiro - Esos tipo no dejan de llegar. Simplemente deberían rendirse - dijo Allen.
Lenalee simplemente sonrió y le mostro un par de galletas caseras.
- Pensé que te gustarían - Allen puso sus ojos llorosos aceptando las galletas.
El fracaso constante en la conquista del Este comenzó a hacer ruido en la cabeza del líder del Oeste.
Si quería algo bien hecho debía hacerlo el mismo, no podía confiar esos inútiles débiles.
Kanda Yuu seguía escuchando historias de los ataques inesperados del "demonio blanco".
Almorzaba en la azotea de su escuela mientras trazaba un plan.
-Debemos atraparlo antes, de camino a la escuela - dijo después de analizar el patrón
-Cuantos hombres necesitarás- dijo Marie pensando en los desertores que habían mermado su número después de los encuentros.
- Sólo nosotros - señaló a Alma, Daisya y Marie - pero yo me enfrentaré solo.
- Viste lo que le hizo al último grupo, no va a funcionar.
- Claro que sí - la campana sonó marcando el fin de la reunión, todos se fueron a holgazanear a otros lados.
- ¿Para qué quieres conquistar el Este? - dijo Alma tirándose a su lado
- Solo quiero ver si he encontrado un rival digno de mi fuerza - dijo Kanda con una sonrisa maliciosa y Alma supo que Kanda realmente estaba ansioso de enfrentarlo, después de todo no había nadie que permaneciera en pie después de que Kanda sacaba a Mugen de su funda.
- Pues parece que ese "Demonio Blanco" es muy rudo. Cabello blanco, sonrisa malévola, una cicatriz en el rostro y según que mide dos metros.
- Eso lo veremos, pronto acabaran las clases, en marcha - dijo Kanda levantándose y tomando a Mugen.
Había dejado en el piso a un montón de gigantes ingleses. Todo aquel que lo subestimara por su aspecto se enfrentaría a una paliza.
Kanda no estaba conforme con su apariencia, nadie se creía que un chico atractivo y cabello largo fuese el líder de la banda más temida, pero no iba a hacerse un mohicano para mostrar rudeza, Mugen, su bokken, los callaba de inmediato.
-Hay videos de las peleas - dijo Alma pasando el dedo por su celular
- No voy a verlos - sentía la emoción de la espera y no deseaba anticipar ningún movimiento de su oponente.
- Como quieras... Pero en verdad te sorprendería - Alma se levantó.
- Entonces prefiero verlo con mis propios ojos frente a frente.
Alma sabía que no podría convencerlo de mas nada, cuando Kanda tenía un objetivo en mente le era muy difícil hacer que desistiera, el tomo su espada para acompañarle en señal de apoyo, brincaron la barda de su academia, nadie ya se atrevía a decirles algo simplemente entraban y salían a gusto y sobre las clases podrían obtener apuntes de las chicas que babeaban por Kanda y su fama de chico malo.
Se subió en su motocicleta y Alma ocupo el asiento de pasajero.
-Quedan 15 minutos- dijo Alma viendo rápidamente su celular.
- Llegaremos en 5 - Kanda encendió la motocicleta y a toda velocidad cruzaron la ciudad.
Kanda se estacionó en la esquina dejando su motocicleta al otro lado de la calle. La escuela parecía desolada y la mañana se sentía fría.
Kanda y Alma caminaron siguiendo la barda.
- ¿No deberíamos estar en la entrada?
- dicen que escapa de clases, nadie lo haría por la puerta principal, además, debe estar alerta, esos idiotas no lo han dejado un solo día.
Kanda era una piedra en los estudios, le daban mucha pereza y odiaba que no le explicaran por qué debía aprender toda esa mierda. Pero al planear estrategias y acorralar a sus víctimas sacaba sus mejores cualidades.
Cuando llegaron tras los edificios, en una parte donde la barda parecía más baja. Escucharon a un chico pujando. Pronto aparecieron sus manos tratando de sostenerse de la barda y su cara roja por el esfuerzo.
Kanda y Alma lo vieron divertidos. Parecía tener muchos problemas.
Cuando estuvo sobre la barda, respiró profundo y los miró por un momento, Kanda ya había perdido el interés y miraba alrededor analizando posibles rutas de escape.
Alma miró al chico, tenía el cabello blanco pero era bajito, su cabeza estaba casi cubierta por la capucha de su sudadera. Pero dudó de todo cuando lo saludó con la mano y siguió tratando de bajar de la barda.
-Kanda, creo que es él.
- ¿Esa sabandija?- Kanda no quería creer que ese enano debilucho era por quien había cruzado la ciudad entera - ¡Oye tu!- lo llamo.
El chico que estaba muy concentrado en seguir con lo suyo los ignoraba y hablaba de que postre comprar cuando llegara a la tienda de conveniencia de la esquina.
- ¿Si?- los miro un tanto confundido entonces Kanda noto que tenía una cicatriz en su rostro. Esto tenía que ser una broma, quizás era parte de su pandilla.
- ¿Donde está el demonio blanco?
-No lo sé - dijo algo confundido.
- Quizás nos equivocamos - dijo Alma aunque el chico extrañamente concordaba con parte de la descripción.
- Lo siento, quisiera ayudarlos pero hay una tarta que quiero comprar- dijo alejándose disimuladamente.
Notas finales: nueva historia, espero que le haya gustado, promete mas violencia y drama en el siguiente capitulo.
