Título:

Cat, Sakuras and you.

Pareja: Sasuke U./ Hinata H.

Edad: 8/9 años

Tipo: Two-shot (Máximo 4 capitulos)

Agradecimientos: A mi adorada beta, Hinamori Uchiha. ¡Muchas gracias :)!. FELIZ DIA PERÚ.

Advertencia: No tiene concordancia con el manga, no hay plan de golpe de estado, no hay masacre Uchiha. Son una familia Feliz.

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Era de tarde en la aldea. Las hojas de cerezo, pequeñas flores de tono rosas, caían partidas —por culpa del viento— en las orillas de las veredas. El parque, embelesado de pequeños listones y cintas decorativas, parecía compartir un poco de la emoción que azotaba a todos los pobladores de Konoha: El festival de Hanami

Aunque claro, no todos estaban conscientes de ello.

—Oh Sasu, vamos, será divertido. —La mujer sonrió con suavidad, era muy hermosa. Vestía un kimono azul claro con destellos blancos y lilas, tenía su oscuro cabello amarrado en dos trenzas.

—No, me quedaré a esperar a Itachi —el pequeño Sasuke se cruzó de brazos mientras veía como su madre le besaba la frente. Los Uchiha era una de las familias más importantes de toda la villa, por lo que tenían uno de los mejores sitios reservados para contemplar la exquisitez de la flor tradicional de Japón, Sakura.

—Pero de seguro que aún no llega de su misión —aseguró— además él sabe donde estaremos, así que cuando llegue nos alcanzará. —Trató de convencerlo con su melodiosa voz.

El niño desvió la mirada hacia la ventana de su habitación. Tenía una expresión de tristeza marcada en sus oscuros ojos.

—Pero él me lo prometió —susurró bajito mientras fruncía el seño. Mikoto, su madre, trató de formar una sonrisa en un intento de animarlo, pero de sus labios sólo brotó una mueca amarga.

Aparte de ella, Itachi era al único al cual Sasuke le tenía confianza, aunque la relación obviamente era diferente. Itachi era su hermano.

Para el pequeño moreno, el mayor de los Uchiha era símbolo de competencia, de adoración, de perfección. Antes, siempre que podían, trataban de pasar tiempo juntos, sin embargo ahora que su hermano había ascendido a ANBU, eso era casi imposible.

No tenía tiempo de jugar, de practicar, ni de hablar de cosas tan triviales o siquiera pelear como cualquier hermano. El estaba cambiando. Y Mikoto sabía el por qué.

Fugaku, desde siempre tenía grandes expectativas para su progenitor. Es por eso que concentraba toda su atención en él, dejando a un lado a su menor hijo, como a un trapo sucio, un estorbo viviente.

Al principio la actitud agria de su padre le afecto, pero luego se fue acostumbrando a la idea de ser alguien inexistente frente a sus ojos, además, el vínculo especial que tenía con Itachi logró opacar considerablemente aquél hueco vacío que había dejado en su corazón.

Pero ahora que el mayor se estaba distanciando… no sabía qué hacer.

—Puedes esperarlo —dijo con la voz más dulce que haya podido surgir de sus labios. Su hijo la observó con los ojos repentinamente iluminados—. Iré a encontrarme con tu padre en el parque de la plaza, cuando venga Itachi, vienen enseguida. —El niño sonrió con gratitud mientras cerraba los ojos al sentir la mano de su madre revolverle con suavidad sus cabellos.

—Gracias —respondió—. Esperaré a Itachi en el parque de en frente.

—Ten cuidado —dijo mientras alisaba el kimono azul marino de su hijo—. Adiós Sasu-kun —susurró mientras le besaba nuevamente la frente. Esta vez, el Uchiha no opuso resistencia.

Cuando escuchó el "crack" de la puerta de salida, que indicaba la partida de su madre, el moreno se arrodilló en el piso, e inclinándose por debajo de su cama sacó una caja de cartón vieja.

Abrió el empaque y tomó entre sus manos una foto de su hermano y él juntos. No puedo evitar sentir un calorcito dentro de sí, cuanto lo extrañaba. Sus dedos se deslizaron dibujando la silueta de ambos, en lo que parecía ser un risco.

De repente, su vista paro hacia otra caja de color más oscuro, en donde diviso unas pequeñas garritas sobresaliendo

—Mao. —El pequeño gato maulló al escuchar la voz de su dueño. Al igual que Sasuke, tenía unos grandes y singulares ojos, cubiertos de un color oscuro. El niño lo cargó en sus brazos y lo acomodó en su cama, acariciando sus cálidos pelajes.

Lo había encontrado hace unas semanas en el basurero, estaba todo enclenque y sucio. Aún recordaba el momento en que el minino alzo su pequeña cabecita, y en vez de maullar escandalosamente, frotó su mejilla con la de él en un suave ronroneo. Ambos estaban necesitados de amor.

Sus padres jamás le permitirían tener una mascota en la casa, luego del incidente de los peces, ninguno de los Uchiha sería lo suficientemente capaz de aceptar a otro ser bajo su protección. Pero ya era diferente, él ya tenía nueve años y era lo bastantemente capaz de tener bajo su amparo y responsabilidad a un animalito.

Aunque claro, a escondidas.

—Sasuke-kun —el nombrado hipó del susto, guardó a Mao en su caja mientras le dejaba restos de pescado que habían comido la noche anterior.

Rápidamente corrió hacia la ventana, viendo pisos más abajo, a su madre al lado de una mujer de bonitos ojos claros, al ver las señas de ella para que bajara, cerró la ventana y se dispuso a abrir la puerta.

—Oka-san, Onne-san. —Saludó mientras se inclinaba levemente en señal de reverencia.

—Yoshi, te presento a mi hijo, Sasuke —la mujer de ojos raros sonrió y se inclinó hasta quedar a la misma altura que el nombrado.

—Es un gusto conocerte —declaró con una sonrisa que hizo ruborizar al infante.

Al igual que su madre, traía un kimono, aunque de tonos morados y azules. Sus cabellos largos eran de un color lila oscuro, casi tocando al negro, su piel nívea la hacía ver más joven de lo que era y sobretodo, aquellos ojos cristalinos, parecidos a los de la luna, eran lo más puro y hermoso que había visto en su vida.

De repente, las miradas de ambas mujeres se centraron en un pequeño bulto que se escondía por detrás de la puerta, Sasuke imitándolas, entrecerró los ojos y vio a un niño de ojos muy parecidos a los de la mujer que se encontraba aun inclinada. Supuso por los rasgos similares, que era su hijo

La mujer que respondía con el nombre Yoshi cuestionó

—¿Segura que no tienes problemas…? —Mikoto interrumpió

—Claro que no —se acercó al oído de su amiga y susurró bajito— además a Sasuke le hace falta pasar con niños de su edad, casi siempre está solo. —Ambas mujeres asintieron con pesar, sus hijos eran iguales en ese aspecto.

—Itachi, mi hijo mayor, vendrá dentro de unos minutos y nos encontraremos, no estarán solos —aseguró ante la expresión de duda de su amiga.

La mujer de ojos claros asintió y retrocedió unos pasos hasta llegar donde la pequeña se escondía.

—Ven —y trayéndola de la mano, se acercaron hacia donde se encontraban ambos. Uchiha Sasuke la observó con una ceja alzada, debido a sus cabellos extremadamente cortos, había jurado que era varón.

La examinó nuevamente, tal vez la oscuridad de la casa había contribuido, puesto que al ver su rostro más de cerca, para nada se parecía a un niño, es más le pareció… ¿linda?

Tenía unas largas y pobladas pestañas, su piel pálida la hacía ver como una muñequita de porcelana y aquel rubor en sus mejillas le daba vida a su rostro, haciéndola ver inocente y pequeña. En efecto, era una niña.

—Hinata, el es mi hijo Sasuke —señaló al pequeño Uchiha que aún se encontraba sorprendido, la infante observó con sus grandes ojos luna al nombrado y luego, girándose levemente donde su madre le preguntó con timidez.

—¿E-es ni-niña? —ambas mujeres abrieron los ojos como platos, la señora Uchiha se ruborizó y se imaginó a su hijo de mujer. No pensó mucho. A decir verdad, los rasgos suaves y sus largos cabellos la hacían ver como una. En cambio, la señora Hyuuga desvió la mirada hacia sus pies, conteniendo la risa.

A sólo a unos pasos, Sasuke mantenía expresión de perro muerto y había jurado que si no fuera por las damas presentes, hubiera vomitado en ese mismo instante —"¿Cómo podía confundirlo con una niña?"

Luego de unos segundos, Yoshi fue la primera en reponerse.

—No hija —la voz se le quebraba, estaba segura de que en cualquier momento iba a estallar en risas—. E-es niño

La niña al darse cuenta de su error se inclinó en un ángulo de noventa grados y repitió con voz atropellada—: Go-Gomen nasai, gomen nasai, y-yo en verdad lo siento —su rostro se encontraba rojo de la vergüenza. Se sentía una tonta al confundirlo.

—No te preocupes —Mikoto le sonrió—. ¿Verdad Sasuke?

El niño al verse nombrado, recobró el color y frunció el seño —"¿Cómo podía confundirlo con una molestosa niña?"— pensó, iba a responderle ciertas cosas pero al ver la expresión de su madre, sólo dijo:

—Si —la niña notó el aura de venganza que rodeaba al Uchiha. Tragó saliva mientras su piel adquiría un leve tono morado.

—Hina-chan —acarició con ternura sus mejillas pintadas de un color rosa—. Se buena niña ¿vale?

Y con un beso en la frente, ambas mujeres se despidieron de sus hijos.

Había pasado ya unos minutos desde que sus progenitoras se habían ido, y ambos seguían en el mismo lugar, sin mover ni un solo músculo. Hinata, incomoda por las miradas penetrantes del niño, se aventuró a hablar.

—H-hol…

—No me hables —interrumpió con voz cortante. El rostro de Hinata pasó de morado a verde. Ciertamente iba a hacer un día muy largo.