Hola fanficreaders! Cómo andan? Acá les traigo un nuevo fanfic, espero que les guste y lo disfruten. Gracias por leer, dejen sus reviews! Besitos, Ness :)
Los personajes no me pertenecen, son de la maravillosa Meyer *-* salvo los que yo cree para este fic.
Uniendo Nuestras Vidas
El despertador sonó, como lo hacía habitualmente, a las seis de la mañana. Rosalie se cubrió la cabeza con la almohada ignorándolo, hoy era uno de esos días en los que quería quedarse durmiendo hasta tarde. Pero no sería así.
Apagó el despertador a duras penas, y con los ojos todavía cerrados buscó sus pantuflas… se las puso al revés, pero poco le importaba. Fue a cepillarse los dientes y lavarse la cara en el baño de su habitación, últimamente dormía sola, ya que su esposo se encontraba fuera del país trabajando.
El teléfono sonó y Rosalie puso los ojos en blanco ignorando a la persona que se le ocurría llamar a esas horas dejando que el buzón de mensaje recibiera la llamada.
–Rose, amor, buenos días… Llamaba para decirte que no podré estar con ustedes mañana, mi trabajo se atrasó y me ordenaron quedarme un par de semanas más. Espero que tu y los chicos se encuentren bien, mándales un saludo y…nos vemos.
Rosalie al escuchar el mensaje se puso furiosa; el mensaje era de su esposo… Royce King, cada día lamentaba más el haberse casado con ese idiota.
Terminó de arreglarse y despertó a sus hijos, les preparó el desayuno y se despidió de ellos, dejándolos solos por una hora hasta que su tío los lleve a la escuela.
–Mamá, ¿cuándo volverá papá?–le preguntó Thomas. Ella se acercó a sus hijos y los miró con tristeza.
–No lo sé cielo, pero no se preocupen, las cosas van a mejorar pronto ¿sí?–les dijo ella, dándoles un último beso de despedida antes de irse al trabajo–los quiero, cuídense.
–Adiós, mamá–saludaron los niños a coro.
Rosalie odiaba dejar a sus hijos con la duda de su padre, y odiaba a Royce por dejarla sola con sus hijos.
–Maldito imbécil–maldecía ella mientras se subía a su auto. Condujo con cuidado hasta el hospital.
Rosalie había estudiado medicina, pero a los tres años de comenzar a estudiar la carrera, decidió especializarse en pediatría. Poco después de terminar sus estudios universitarios, conoció a Royce, un banquero especializado en administración bancaria. Al principio pensó que lo que había en ellos era realmente amor, pero después de que se casaran Royce empezó a viajar por su trabajo, y Rosalie había quedado embarazada. Él no se tomó muy bien la noticia, pero le salió bastante bien fingir lo de la "familia perfecta", tanto que cada vez que demoraba en volver a casa, chantajeaba a sus hijos con juguetes y a Rose con joyas, claro que ella no era muy ingenua y todo terminaba en discusión. Ahora Royce ya no le traía joyas a su esposa, y a sus hijos seguía trayéndoles juguetes costosos.
–Rose, tenemos a una niña en urgencias, se golpeó la cabeza tropezando en la escalera de su casa…–Rosalie apenas había puesto un pie en el hospital cuando la enfermera, Anne, quien era su secretaria, le fue a dar los informes del inicio del día. A veces Rose trabajaba sin parar y llegaba tarde a casa, perdiendo momentos con sus hijos, pero todo lo hacía por ellos.
Ese día transcurrió rápido, Rose decidió ir a comprar unos víveres al supermercado antes de volver a casa.
Mientras compraba, en uno de los pasillos del supermercado, donde se encontraban las latas y demás, Rose vio a una niña adorable con varias latas en sus brazos que parecía se le iban a caer en cualquier momento, tenía los ojos grises casi azules y el cabello oscuro. Trató de no darle mucha importancia, hasta que escuchó como todas las latas caían al suelo. Lentamente se fue dando vuelta, y por suerte a la niña no le pasó nada y se acercó a ayudarla.
–Tranquila, ¿estás bien?– le preguntó Rose, la niña asintió y tomó dos latas para después irse. Rose frunció el ceño y se dispuso a levantar las latas que la niña había dejado.
–Déjelo, yo lo arreglo, es mi trabajo–dijo uno de los encargados del supermercado. Rose le sonrió y se fue.
Mientras pagaba las compras en caja, notó a la misma niña que había visto antes, solo que ahora no estaba sola. Al parecer estaba con su padre, y había otra niña más grande con ellos.
Fue al estacionamiento a dejar las bolsas en el baúl de su auto, y no pudo evitar como el hombre que había visto antes con las niñas, hablaba con sus hijas.
–¿Y nos vas a llevar a ver a One Direction el mes que viene?–le preguntaba la más grande. Tenía el mismo cabello y los mismos ojos que la niña más pequeña.
–Supongo que sí, princesa, ahora suban o no voy a llegar a preparar la cena– el hombre era musculoso, su cabello también era oscuro y sus ojos eran azules. Rose lo veía como un oso, y era muy apuesto. El hombre notó que Rose lo observaba y le sonrió, ella se ruborizó y se apresuró a subir al auto.
Rosalie no dejó de pensar en ese hombre hasta que llegó a su casa y se puso a pensar en los dos hombrecitos que si eran importantes en su vida. Llegó con una sonrisa y se dispuso a acomodar las compras mientras también preparaba la cena.
–Chicos, ¿cómo pasaron el día hoy?–preguntó ella sin obtener respuesta–¿Chicos?–los volvió a llamar–¿Thomas, Noah?– nada. Al parecer estaba sola en casa. Tomó su celular y llamó a su hermano.
–Rose–le respondió su hermano luego del segundo tono.
–Jazz, ¿estás con los gemelos todavía?–le preguntó.
–Si, hermana, no te preocupes… nos estamos divirtiendo con Alice en una pizzería, ¿vienes?–Rose rodó los ojos algo molesta, no le gustaba que sus hijos fueran a esos lugares.
–Jasper, no puedo, mañana tengo que trabajar y los chicos tienen escuela, tráelos ahora o iré a buscarlos–le ordenó Rose, enojada.
–Tranquila, al menos deja que terminen la pizza–le dijo Jasper. A Rose le caía muy bien Alice, había logrado que su hermano, en cierta forma, sentara cabeza. Aunque eso duró solo los primeros meses en los que salían, ahora ya llevaban más de un año juntos.
–Y un cuerno, Jazz, dame la dirección, iré por mis hijos–le dijo ella, firme con su decisión.
–Aguafiestas–le dijo su hermano para después pasarle la dirección de la pizzería. Rose terminó de ordenar, y fue a buscar a sus hijos.
Los encontró con Alice en uno de los juegos donde debían lanzar la pelota lo más lejos para obtener un buen puntaje. Fue directamente hacia ellos, y Jasper apareció frente a ella con una sonrisa angelical bastante fingida.
–Oh vamos, nunca los dejas divertirse–le dijo él.
–Jasper, pueden divertirse en casa, y aunque sea podrías avisarme a donde los llevas–le dijo ella a su hermano.
–Si te decía donde los iba a llevar, no me ibas a dejar… Rose, antes eras más divertida, ¿Qué pasó?–Rose ignoró su comentario, y fue a saludar a los niños. Thomas y Noah eran gemelos, tenían nueve años y eran rubios al igual que su madre, y con los mismos ojos que ella, azules.
–¿Cómo están mis amores?–dijo abrazándolos, ellos le devolvieron el abrazo.
–Mamá, ¿no viniste para arruinar la diversión o si?–le preguntó Noah. Ella le sonrió y revolvió su cabello.
–Digamos que sólo vine a supervisar que la diversión no sea demasiado exagerada para un día martes–les dijo ella. Fue a sentarse con su hermano y decidió comer una porción de pizza.
–¿Ves? No es tan malo–le dijo él bromeando–Por cierto… tu adorado esposo ¿no volvía mañana?
–Ya sabes cómo es, seguro está con su maldita secretaria disfrutando unas vacaciones de lujo en quién sabe dónde…–dijo ella, masticando la pizza con bronca.
–Rose… ¿se lo dijiste a los gemelos? Aunque sea…prepararlos, ya sabes… lo tuyo con Royce no durará un viaje mas–le dijo su hermano.
–No puedo decírselos… van a preferir irse con su padre, y quien sabe, el muy idiota puede llamar a sus malditos abogados para obtener la custodia completa–dijo ella, observando cómo sus hijos seguían jugando.
–Tu también tienes buenos abogados, y sabes que Royce no podrá ganarte, eres mejor que él– Rose terminó su pizza y se puso de pie.
–Luego veremos eso, Jazz, pero gracias… te veo mañana–dijo ella abrazando a su hermano, saludó a Alice y se fue con sus hijos a casa.
