Cap. 1 A un año de…

El sonido de las hojas siendo rasgadas con el incesante rasguño de la pluma recién mojada en tinta era el recordatorio de que con su nuevo cargo venían nuevas responsabilidades, pilas y pilas de documentos con respecto a transacciones, acuerdos y leyes para mantener el equilibrio en esa nación que recientemente había no solo tenido que pasar por uno de los veranos más "fríos" que se recordarían por siglos, sino que ahora además de tener a una poderosa reina también tenía poderosos enemigos allá afuera.

Entre rasguño y rasguño se escuchó un tenue suspiro, la chica tras la pluma lo sabía, sabía las implicancias de los eventos que acaban de pasar y por sobre todo sabía que esta calma de verano podía llegar a su fin en un abrir y cerrar de ojos a menos que jugara las piezas adecuadas en el orden correcto.

Vio a su alrededor pequeños copos de nieve cayendo sobre los documentos, sobre sus hombros y sobre el escritorio, aun cuando era verano su poder podía presentarse sin problemas pero en vez de sentir miedo solo sonrió suavemente, su poder ya no le recordaba los años de aislamiento o de su antiguo mantra que pocas veces ocupaba ahora, cada copo de nieve le recordaba a quien había logrado entregarle la forma de descongelar Arendelle e incluso su propio corazón.

-Anna- se levantó de la pesada silla de roble en la cual yacía y asomo su mirada por el vidrio del segundo piso. En primera instancia pudo ver su reflejo, la maldición le había dado de nacimiento un cabello rubio platinado que llevaba atado por una trenza totalmente desordenada, su piel también se había vuelto muy blanca y helada como la nieve que podía convocar a voluntad. Al enfocar un poco más la mirada pudo verla. Ahí estaba ella, radiante como el sol de verano, la pequeña niña pelirroja y pecosa que la despertaba en las noches porque "el cielo estaba despierto y debían jugar". Soltó una pequeña risa llevándose una de sus delicadas manos hacia el rostro, aun en solitario no olvidaba los gestos de cortesía, no así su hermana que veía reír a carcajadas junto a Kristoff, su mejor amigo.

Inicialmente ella pensaba que Anna y Kristoff eran novios, bueno era de esperarse, el rubio algo torpe y con un serio problema para socializar la había llevado a verla a North Mountain perdiendo su fuente de trabajo en el proceso, luego la había llevado al castillo después del accidente donde congelo su corazón y la trajo al castillo dejándola en manos de Hans pensando que "era lo correcto". Pero después de una conversación ocasional que tuvieron hacia un par de meses se enteró que no solo no eran novios sino que Kristoff veía a Anna como una hermana pequeña a quien proteger, haber sido criado por trolls no había sido malo en lo absoluto pero sin familia humana anhelaba sentirse parte de algo y a su vez Anna solo le dio una mirada de esas que solo ella podía dar donde le reprochaba haber pensado algo así.

Sus facciones se tensionaron mostrando una mueca de dolor, recordaba como en su intento de alejarla casi la había matado, aunque si pensaba las cosas detenidamente si la había matado y solo por el deseo de los dioses su corazón se descongelo frente a ella, por el acto de "amor".

Después del accidente con Hans, Anna le había pedido al rubio que le ayudara con lecciones de esgrima y defensa personal, se le había metido en la cabeza que sería algo así como "Joan" la chica que estaba colgada en el cuarto de las pinturas, sería el caballero de la reina y la protegería de cualquier intento de agresión aunque tuviera que dar su vida, "aunque ya di mi vida por ti una vez Elsie". Esa frase dicha durante el término de una de las prácticas con el rubio le había causado un dolor que prefirió esconder y enmascarar en una risa apagada. Kristoff no lo noto, Anna si y de ahí vino la siguiente frase que dejo sin habla a la reina de hielo "Elsie, yo daría mi vida mil veces por ti, te amo más de lo que crees".

Puso su mano contra el cristal dejando una pequeña capa de hielo alrededor de esta – yo también te amo, de una forma que no podrías creer – susurró dejando que el hielo avanzara por la ventana más de lo debido… -el mantra, repite Elsa, repite – en su mente las palabras dichas por su padre cuando le entrego su primer par de guantes para evitar que dejara capas de hielo en todo lo que tocara – ocúltalo, no sientas… - se había prometido no volver a usar esa frase pero conforme los meses pasaron se vio en la obligación de volver.

-¡ELSAAAAAA! – Pudo escuchar un grito provenir del exterior, vio el hielo, vio la nieve, respiro hondo y abrió con cuidado la ventana – ¡Elsa!, ¿estás bien?, vimos hielo salir de la ventana, ¿quieres que suba?- sintió sus mejillas arder al ver a la pelirroja con su uniforme de entrenamiento que no dejaba mucho a la imaginación, en su mano derecha un "waster" de madera bastante astillado por las constantes prácticas y su rostro cubierto de sudor y polvo que le daban un aire tan… tan… - estoy bien chicos, solo son problemas del reino nada importante, sigan con su práctica – antes de esperar respuesta cerro la ventana dejando a los dos esgrimistas mirándose aturdidos preguntándose que había sido todo eso.

Por otro lado la "reina de hielo" se derretía de solo recordar la imagen que acaba de pasar frente a sus ojos, aun en su vestido totalmente hecho de cristales de hielo sentía un fuego recorrerle todo el cuerpo, ese fuego tenia nombre y era Anna, pero estaba prohibido.

-Mama, Papa, ¿Por qué tuve que nacer con dos maldiciones? – miro el retrato de sus padres en una de las paredes del estudio, sus miradas frías y estoicas no arrojaban respuesta alguna aunque Elsa ya sabía lo que debía hacer. Se sentó nuevamente, respiro hondo y hundió la gruesa punta de la pluma en el tintero sosteniéndola con fuerza, derritió el hielo y la nieve a su alrededor evitando arruinar el trabajo ya avanzado y siguió en lo que estaba como si nada hubiera sucedido.

-

-a veces me gustaría que fuera más abierta conmigo… - suspiro la chica pecosa de ojos azules mientras tomaba un gran trago de agua atragantándose en el acto y tosiendo compulsivamente luego de este.

- ya te he dicho que debes beber con más tranquilidad – sonrió de lado el rubio a su lado quien también bebió para luego sentarse a su lado – debes dejarle su espacio Anna, ella también debe reacomodarse luego de todo lo que paso, ahora es reina, tiene responsabilidades y cosas que hacer… -

-Si pero ya va más de un año de eso – interrumpió la pelirroja recibiendo un vaso de agua cayendo sobre su cabeza.

-también te he dicho que debes dejar que las personas terminen de hablar, interrumpir no es cortes – le sonrió y revolvió su pelo con malicia para desordenarlo más de lo que ya estaba – deberías adoptar ese estilo te queda bien.

-cállate y ayúdame a recoger el equipo – ambos se levantaron del improvisado haciendo en el que estaban, internamente agradecía el intento del rubio por sacarla de sus pensamientos pero nada podría hacerlo, nada exceptuando a ella y esa mirada fría que se suscitaba en sus ojos cuando trataba de esconder algo.

¿Había hecho algo mal de nuevo? ¿Su Elsa creería que estaba con Kristoff de nuevo?, esperen, ¿su Elsa?, bueno es verdad que desde hacía tiempo que Elsa había pasado a ser de su propiedad en sus pensamientos, en sus sueños y durante sus prácticas, su imagen le daba fuerza para seguir sin importar el cansancio o los golpes certeros que le daba su maestro para intentar debilitarla, quería convertirse en su caballero a toda costa en caso de que algo malo pasara.

Pero algo había comenzado a crecer en ella además de su ya desarrollada fuerza, era algo que se removía cada vez que se encontraban durante la cena, algo que saltaba cada vez que durante la noche se metía a hurtadillas en su habitación y la observaba dormir para luego acostarse a su lado. Si era raro, eso no lo hacían los hermanos de ningún tipo, como se lo había explicado Kristoff hacia un par de meses atrás cuando luego de una pelea con la "reina de hielo" corrió hacia la casa que se había comprado a regañadientes su amigo por sugerencia de su alumna. "Lo que me estas describiendo es amor, pero una forma diferente de amor, tu no la amas como hermana sino como algo más".

Realmente agradecía tener al grandulón de su lado que en vez de reaccionar asqueado ante la noticia solo dijo "son tan obvias que ni ustedes se dan cuenta". En verdad quería creer en esas palabras pero sabía que en ningún caso sería correspondido tal sentimiento, ni siquiera pensaba en contarle, no se arriesgaría a perderla.

-Oye distraída, ya nos vamos con Sven y Olaf, ¿vienes o te quedas con tu "reina"? – esa última frase le valió un zapato volando directamente a su cabeza por parte de la más baja y un "Si me quedare con "mi reina"" seguido de unos pasos presurosos y la risa del bromista de fondo – vamos chicos, creo que hoy será el día en que todo se sepa y será mejor que estemos lejos del castillo.