Hooola, este capitulo es simplemente la versión modificada –mejorada- espero yo. De la versión, de cualquier manera, muchas gracias por las personas que me dejaron review. A propósito, realmente no importa si se brincan el capitulo. En si, solo mejore la dicción de las palabras, el argumento principal sigue siendo el mismo.
Estamos completamente aburridos, no solo yo, sino mi hermana también, no hay nada que hacer, solo sentarnos a ver programas de Tomy y Dally, que han repetido una y otra vez, lo suficiente para volverse tediosos a ver, estamos tan cansados que no podemos llegar a pelear –y no porque realmente no queramos- sino mas bien, porque la imaginación no da ni para eso.
El sentido de competitividad o simplemente para molestar no está activada, y parece no querer estarlo.
Hastiados de ver la perdida de señal en la televisión –de la cual no había notado- salimos un rato al patio, en este momento incluso el cielo era una cosa buena para entretener. Por eso estábamos recostados, uno contra el otro.
Solos en la casa, mamá y Homero habían salido, ¿Dónde? No sé, pero tampoco es como que me interese en este momento. Igual, no puse atención cuando nos dijeron su paradero.
Sin darnos cuenta, los niños desesperados por algo a hacer, tiende a ser inquietos, en este caso, moví la mano, lo suficiente para rozar contra la de mi hermana, sintiendo un calor inexplicable en mi rostro, voltee la cara a otro lado, incapaz de saber cuál fue la razón para una reacción tan de niñas.
¿Cómo sentir esto por mi hermana come mocos? Nunca había sentido lo que es sonrojarse, y novias a mi corta edad de diez años no han faltado. Pero claro, ella no es una novia, es mi peor enemiga –aunque cuando lo necesito, me escucha- y es mi hermana menor.
Mis pensamientos divagaban demasiado, le hice una señal a Lisa para que se fijara en lo que hacia Flanders, que acaba de recibir algunas cajas, que igual nada tenían de interesante, pero de eso, a pensar en una buena justificación para el sonrojo en mi rostro, prefería averiguar cosas tal vez, demasiado estúpidas.
-¿Qué son esas cajas Flanders?- pregunte sin mucho entusiasmo, con un tono de voz neutral
-Son parte de una compañía, tomen el numero para que no lo marquen por error- me entrego una pequeña tarjeta con números inscritos.
Aunque suene como mi ebrio padre. Estúpido Flanders. No tardamos mucho en llamarles, tardaron menos de hora en llegar con el encargo, lo primero que se me vino a la mente o más bien lo que vi, fue el nombre de la nueva compañía inventada, lo necesitábamos para que nos entregaran las cajas.
-Tengo varias ideas, ¿Qué te parece un fuerte?-pregunto con una sonrisa y lista en mano.
-Hagámoslo entonces- respondí con la mirada enfocada en otra cosa que no fuera mi hermana.
Entre Lisa y yo, comenzamos por armar un inmenso castillo hecho por completo de cajas, incluso más grande que nuestra choza de casa, era gigantesco, la primera en atreverse a entrar fue Lisa, yo no estaba muy seguro de si habíamos construido el castillo lo suficientemente estable para entrar ahí, entro y cerró la puerta tras de sí.
No quería que pasara, pero si la detenía tendría que inventar una excusa, lo bastante creíble, todo para no decir que me preocupaba por ella. Sería extraño, y sorprendente, que lo dijera, incluso en voz alta, seguramente se preocuparía por el grado de mi salud mental.
Quede viendo esa puerta de cartón, vagando por mis pensamiento utilizando el cerebro que muchos –y yo algunas veces- creía no tener, pensando en sus rubios cabellos, los oscuros ojos que portaba, el vestido rojo junto a sus sandalias del mismo color, y esas brillantes perlas, solo comparadas con su sonrisa. Pero de pronto algo corta mis pensamientos… Lisa es mi hermana.
-¡Bart!-con la mirada curiosa, sin ponerse a repasar mucho las cosas.
-¡Quiero entrar!- grite con todas mis fuerzas, viéndola, esperando a que abriera.
-¿Cuál es la contraseña?-por su tono de voz y esa sonrisa burlona, presentí lo peor.
Se me ocurrió una idea, avergonzado y lo suficientemente bajo para que nadie lo escuchara, pero ella lo hiciera, no pensaba repetirlo dos veces.
-Amo a mi hermana- rezongue al escucharla reír al más puro estilo Nelson.
Abrió la puerta, dejándome entrar, me pone triste, es raro, aunque me extraña mas lo que siento por decirle algo como eso y ver que se burla, pero bueno, considerando las bromas que hago todo el tiempo. Sigo siendo su hermano mayor, el que conoce, estará bien todo…
Estará todo bien… Estará todo bien… Al menos eso es lo que quiero creer.
-Y… ¿A qué quieres jugar dentro del castillo?-me miro por arriba de su hombro con una sonrisa.
Esa curiosa mueca que le hacía verse tan tierna –aunque me cueste pensarlo- me recuerda al hecho de no querer que los chicos le dañasen, le insultasen, mucho menos que la hicieran llorar, no soporto verla sollozar; pero a la vez, pensar en esos rasgos tan adorables, y saber lo que provocan en mí, me hacen sentir de lo peor.
-¿No tienes alguna idea Liz?-pregunte con curiosidad, su mirada pareció guiarse a la pared.
-Yo… pues, ¿Jugarías conmigo a la princesa?- sus dedos se movían avergonzados; sin verme por un segundo.
-¿Quieres jugar a eso?-era algo absurdo, no lo esperaba de Lisa.
Lo cierto, es que siempre he creído que ella mucho más madura que la mayoría de las personas –incluso de papá-, con libros a los cuales yo no aspiraría a terminar, siempre sacando buenas notas sin esfuerzo, siendo simplemente, esa pregunta me había descolocado.
-Si Bart… sabes, es que las chicas me evitan por ser una nerd, no me gusta estar sola, sé que no lo entiendes pero casi nadie juega conmigo; no me invitan y yo no quiero decirles por temor a ser rechazada. Las pocas veces que me invitaron, me criticaron después. Prefiero leer, fingir que no me afecta nada, pero eso no es así…-quizás, era la primera vez que Liz me sinceraba todo eso, y claro que me sorprendió, pero no sabía cómo hacerle cambiar de parecer.
Algo se resquebrajo, siempre la considere tan fuerte, inteligente, responsable, aun lo creo de hecho, por eso no veo la posibilidad de que no la ignoren, y me doy cuenta soy de los peores hermanos, no velo por ella como debería, para eso sirven los hermanos mayores, ¿Cierto? Se oía tan triste su voz, derrumbada, como si gritara una y otra vez, sufriendo, nadie le escuchaba, nadie le ayudaba. Atine a abrazarla.
Sus brazos se enredaron en mi espalda, sus lagrimas caían por mi hombro, quería apoyarla mucho mas, pero no sabía que otra cosas hacer, nunca me ha gustado verla llorar, ni a ella o mamá, ahora no sé cómo detenerle. Sin pensarlo mis manos fueron hacia su cadera, la otra a su estrellado cabello, la pegue más a mí…
-Lisa, tal vez no sea el mejor hermano, pero no estás sola, siempre estaré aquí, ¿Si?-susurre contra su oído, de manera pausada, conciliadora.
Lisa me apretó más fuerte, para luego con lentitud separarse de mí, limpio las lágrimas con el dorso de su mano, para luego con el rastro de ellas sonreír, aunque su mueca era de alguna manera frustrante.
-Es cierto nunca estaré sola mientras tu estés aquí… Te amor Bart-replico más tranquila, la voz, levemente rota.
-¡Dejemos las cursilerías, y vamos a jugar!-grite algo nervioso. Cambiando el tema.
-¿Enserio jugaras conmigo a el príncipe y la princesa?-su voz se oía sospechosa, como si dudara de que quisiera.
-Deja de preguntar o me arrepentiré-recomendé con la mirada entrecerrada, en parte era cierto.
Daría lo que sea por verla sonreír así. Tome su mano para subir hasta el último piso, una especia de terraza, la recosté en una pila de cartones fingiendo ser una cama.
-Bueno, ¿Ahora qué hacemos?-preguntó dubitativa, con las manos entre su vientre.
¿Qué es lo que sucedía en las películas que veía Liz de niña –más chica-? Se me ocurrió de pronto, corrí abajo para fingir que apenas iba a entrar, no sé porque mis piernas se movían rápidamente, corría como si de verdad Lisa estuviera en apuros, aunque después de ver como se entristecía era más que obvio que quisiera cuidarla para que no se sienta triste o sola. Tan siquiera por unos momentos, demostrarle que a veces se puede ser feliz, sin preocuparse por los demás.
Al llegar a la terraza, vi como se sentaba con las rodillas flexionadas a su estomago, veía las ramas moverse con el aire, sin notar que a su cabello le pasaba igual, paso una mano por el rostro, tal vez notando mi presencia decidió volver a recostarse, entre como si no la hubiera visto, me acerque a su rostro. E inmediatamente, llegue a recordar esa estúpida película que me obligaron a ver una vez con Maggie "La bella durmiente" me ruborice con pensarlo, antes de darme cuenta estaba frente a ella.
Una sonrisa asomaba en sus labios, sus ojos aun tenían los surcos de lágrimas anteriormente derramadas, los limpie sin pensarlo dos veces, susurrando:
-No debes llorar sola, tampoco debes hacerlo, nunca más, por idioteces que dicen los demás-
Sin más me acerqué a su cara, el plan era un beso en su mejilla, pero un impulso desconocido me hizo desviar hasta sus labios, cerrando nuestros juegos en ellos, delicada textura, finos, pequeños, tan simples, pero encantadores. Lisa no respondía, en shock por la acción, aun con 10 y 8 años respectivamente; sabíamos que esto no estaba bien, éramos hermanos, pero nada parecía ser impulso para separarnos, sus manos fueron hacia mi nuca, las mías a su cintura, la intensidad subía pero algo nos interrumpió.
Los trabajadores de la compañía de cajas, me levantaba del pequeño cuerpo de ocho años de Lisa, sus manos se deslizaban por mi cuerpo hasta caer al lado del suyo. Su cara sonrojada, una sonrisa simplemente hermosa, enojado por la interrupción le ayude a levantarse tomando su mano, el empleado nos amenazó. Pero no es como que le hubieras tomado mucha importancia, entramos de nuevo, esta vez al compartimiento.
-Bart, ¿Qué fue aquello?-pregunto nerviosa, apretando mas mi mano.
Me ruborice, entendía perfectamente la referencia, ¿Cómo responder a algo a lo que no le encontraba ni pies ni cabeza? Avergonzado pensaba en todo eso.
-Esto tal vez nunca vuelva a pasar, creo que es mejor así-desvié la vista por completo de mi hermana. Sonreí de medio lado.
Este sería nuestro pequeño secreto, convenciéndome que por mucho que me hubiera gustado no debía pasar de nuevo. Esa sonrisa silenciosa, que decía que nada saldría del castillo, pasase lo que pasase.
*···*···*···*···*···*···*···*···*···*···*···*···*
Al día siguiente volvimos al castillo un nuevo juego, un nuevo beso, nuevas reacciones, nuevos experimentos, nuevas caricias puras e inocentes –Jajá, Claro- nuevos secretos que esconder, resguardados en ese enorme castillo que sería confidente de mas encuentro. No paso mucho hasta que los empleados volvieron, guerreando, arruinando el aura emanaba ese castillo, ganamos he de decir. No me siento bien con la victoria.
Nelson llego para ayudarnos, -por una razón que aun desconozco- apareció en medio del campo de batalla, pude distinguir un brillo extraño en los ojos de Lisa, de solo verlo me hicieron revolver el estomago, no es como que me importase mucho, con el tono más casual que pude –osease escondiendo la mala gana- le dije que deberíamos destruir el castillo. Ella aceptó, muy a mi pesar, tanto ella como yo sabíamos que esto no debería a pasar.
Los besos, las caricias, miradas furtivas todo eso debía quedar atrás, simplemente debían olvidarse para no recordarse más, todo se destruiría así como el castillo frente a nuestros ojos que se derrumbaba con las gotas de agua caer, por última vez, sosteniendo aquella manguera voltee a ver a mi pequeña hermana dándome cuenta que ella me veía igual, otra vez esas miradas silenciosas que a mi parecer decían "Dejémoslo atrás, sabemos que no lo olvidaremos, pensemos que siempre tendremos el Castillo de los secretos para guardar nuestro secreto"… asentí levemente mientras tomaba su mano.
Tal vez no debí tratar de descubrir lo que siento por mi hermana, ahora he acabado destruido más que al darme cuenta de que amaba a mi hermana y ahora la pierdo sin siquiera haber intentado ganarla, lo peor es que soy demasiado cobarde como para intentarlo y arruinarlo perdiéndola por siempre…
Eso fue lo que pensó Bart, un día, un mes, una semana, un año indefinido, con una importancia tan grande, que sería difícil explicarlo, solo puede asegurar una sola cosa. Termino descubriendo lo que sentía por su hermana, más allá de la hermandad, de esos lazos sanguíneos. Amor, era únicamente eso.
