ASESINO.
- Leo, los que estamos aquí reunidos luchamos por la libertad del hombre.
Recuerdos.
Múltiples recuerdos pasan por m mente mientras observo la ciudad que me vio nacer y crecer.
Recuerdo bien cuando me convertí en uno de ellos. Recuerdo que yo era un chico incomprendido, ignorado por todos, castigado duramente por mi familia por cualquier tontería que se le ocurriera.
¡Hasta por revolver la despensa me castigaban!
Dolor.
Era eso lo que sentía: Mucho dolor.
Lo tenía grabado en mi corazón como si estuviera escrito que iba a vivir en medio de ello… Hasta que el Destino me llamó a su merced bajo la apariencia de un…
Hijo de Nadie.
La calle oscura.
Aquél que me salvó la vida…
Dos tipos inconscientes en el piso.
…Y a quién salvé la suya a su vez de morir.
Un hombre encapuchado en medio de ellos con dos cuchillas saliendo de cada muñeca.
El chico estaba asustado ante la imponente figura que se presentaba ante sus ojos.
Sentía miedo, como siempre ha sido desde que tenía uso de razón.
Aquél hombre le miraba fijamente como si hubiera visto un bicho raro; éste sintió las ganas de orinarse de miedo.
- ¿Quién eres? – inquirió el muchacho.
El hombre no respondió.
En lugar de ello guardó sus dos cuchillas de la misma forma en que salieron de sus muñecas; acto seguido, se inclinó al suelo por el lado derecho, esto es para ver si el hombre estaba vivo…
O muerto.
El otro tipo, mientras tanto, había abierto los ojos lentamente; el muchacho, al ver aquello, le quiso advertir al encapuchado que tuviera cuidado, mas éste se volvió al tipejo y, con ojos amenazadores, lo sostuvo del cuello y le dijo:
- Tienes suerte de no estar muerto como tu amigo.
El tipo reflejaba terror.
Parecía que sabía quién le hablaba, y que el tipo rogó piedad jurando no volver a hacerle daño a nadie.
El encapuchado sonrió y le replicó:
- Espero que cumplas tu palabra… Porque no permitiré que le hagas daño a alguien más – y dicho esto, salió de su muñeca una hoja filosa y le cortó un dedo.
El tipo daba alaridos de dolor mientras se levantaba y salía corriendo.
El muchacho, quien había permanecido estático hasta el momento en medio del muro, pensó que era lo mejor ser cauteloso y salir del lugar antes de que algo más pase.
Se dispuso a hacerlo… Hasta darse cuenta de que el hombre ya estaba cerca de él con la cuchilla en mano.
Adiós, mundo cruel, pensó mientras cerraba los ojos…
Nada.
No había pasado nada.
El chico abrió los ojos y se topó con la sonrisa del hombre.
- No te preocupes, muchacho – le dijo, poniendo una mano en su hombro -. Mi problema no es contigo. Vete.
Asintió el aludido y se fue corriendo hacia el final de la calle, no sin antes virar a ver para darle las gracias a su ángel guardián…
Que había desaparecido en medio de las sombras.
Observo cuidadosamente la actividad nocturna de la ciudad.
Al parecer todo marchaba bien esta noche, pero no estaría de más estar alerta.
Mientras tanto, los recuerdos siguen…
El muchacho tenía la boca ensangrentada; había defendido a una joven mujer que corría despavorida por las calles, intentando escapar de una inminente violación a su dignidad y persona. El chico pasaba por casualidad esa misma noche; había salido por la ventana de su casa luego de haber sido nuevamente castigado por no haber posado bien la foto.
Y ahora estaba él ahí, interponiéndose entre el maleante y la víctima.
Exponiendo su integridad física…
Y su vida al momento de que el hombre sacaba un arma de fuego.
Pero el chico no tenía miedo.
Ya no.
El hombre, al ver aquél aplomo de valor, sonrió malignamente y me apuntó el arma…
Sin embargo, algo pasó…
Amanecer.
Un espectáculo sumamente hermoso que me ha llenado de recuerdos hermosos desde aquella noche…
El maleante cayó muerto en un abrir y cerrar de ojos ante la mirada atónita del chico y de la mujer, quien aprovechó salir corriendo para dar gritos a la policía.
El muchacho se volvió para ver a su salvador.
Y ahí, en las escaleras, vio nuevamente al encapuchado.
Sonriente, el chico asentó la cabeza en señal de agradecimiento.
El hombre le dijo en tono dulce:
- Eres noble, muchacho. Personas como tú hacen falta en este mundo lleno de caos.
Sólo hice lo que mi corazón dictaba – le respondió mientras subía por las esclaeras para alcanzar al encapuchado, quien seguía escalando hacia la azotea del edificio.
En una situación normal, el muchacho se habría meado de miedo por las alturas, pero en esa ocasión todo había sido diferente.
Esa sensación de paz, de libertad…
De valor.
Esa sensación le llenaba su ser como nunca antes lo había hecho: Lo hacía sentir dueño de sí mismo, de su mismo destino.
Parecía que aquél hombre le invitaba a que le siguiera, a que descubra ante sus ojos una nueva faceta de la vida misma.
Y ahí, ante el Sol que nacía en el horizonte, el muchacho tuvo una revelación…
… Una revelación que cambiaría mi vida y la de muchos otros.
- Muchacho…
Una revelación que me otorgó una vida nueva…
- Lo que te estoy a punto de ofrecer es un raro privilegio que pocos tienen…
Una revelación…
- Ven mañana la medianoche al campanario de la iglesia. Hay mucho qué explicar… Y poco tiempo para hacer.
Y el chico asintió.
… Que me transformó en lo que soy.
- Leo, los que están aquí reunidos dedicamos nuestras vidas a luchar por la libertad del hombre.
Porque desde esa noche…
- Y yo, Desmond Miles…
… yo …
- … te ofrezco esa vida.
…soy…
- Únetenos.
… Al igual que mis predecesores...
El chico ofreció su mano para que uno de sus dedos sean marcados con el hierro ardiente, en señal de su deseo de unirse a ellos.
A los Asesinos.
A pelear con ellos hombro con hombro.
Un Asesino.
Y ahí, desde lo alto de la azotea, Leopold "Butters" Stotch realiza el salto de fe… El salto que lo convierten formalmente en un Asesino.
Ok, sé que fue pésimo, pero se me ocurrió el día de hoy mientas iba a mi escuela a chambear mi tesis. T.T.
Siempre quise hacer esto!
Nos vidrios!
Amor y Paz! ^_^
