SummaryDel amor al odio hay una línea demasiado imperceptible. ¿Qué pasa cuando Ginny se convierte en una enemiga en potencia? ¿Qué será capaz de hacer por destrozar la vida de Harry?

Atención: Este fic contendrá sexo, drogas, violencia, rituales... Si tu corazón es débil o si eres demasiado impresionable y cerrado al mundo exterior no lo leas.

Lo típico: Estos personajes pertenecen a la Rowling…. Bla bla (no me comáis la cabeza, va?)

DEL AMOR AL ODIO

1. La gota que colmó el vaso

"It's something I scared, it's something I scared

a lot this days

It's something I had and something I lost

Already it hurts, already it places me to wait

To wait the day I had to pay".

Ginny miró aburrida hacia su lado izquierdo, ahí se encontraba su actual novio, Dean Thomas, desde que habían vuelto de vacaciones todo había cambiado demasiado, la relación iba de mal en peor, y Ginny no podía evitar volver a fijarse en Harry Potter.

Era el sexto año para el trío magnífico, y el quinto para la pequeña de los Weasley.

Se levantó sin mirar a ningún lado y salió del Gran Comedor, dio un paseo antes de llegar hasta el campo de quidditch. El estómago le dio un vuelco cuando vio volando a una figura veloz, sola en el campo, haciendo maniobras por el aire. El joven bajó y desmontó de la escoba para saludarla.

- ¿Qué haces aquí? –Harry se pasó la mano por el pelo- No hay entrenamiento hasta dentro de una hora.

- Lo sé –dijo con un hillillo de voz y pateando una piedra- pero tenía ganas de volar un rato.

Harry asintió y miró nervioso hacia las gradas, Ginny siguió desganada su mirada y la enfocó en una chica de pelo largo y rubio, con grandes ojos azules y un rostro muy atractivo. Luna se había convertido en una mujer preciosa, los que antes se metían con ella ahora intentaban enmendar sus anteriores errores haciéndola la pelota a todas horas.

Fue como si un jarro de agua fría cayese sobre el largo pelo pelirrojo de la chica, Harry seguía aún nervioso, enlazando las manos, e intuyó lo que pasaba con Luna. Se agarró el pecho disimuladamente y se encaminó hacia el centro del campo para emprender el vuelo.

Luna se acercó a Harry y Ginny les vio desde el cielo dándose un beso. La pelirroja tuvo que agarrar fuertemente el palo para no perder el control.

¿Por qué ella? ¿Por qué Luna? ¿Qué había hecho esa chica rubia que ella no hubiese intentado ya? ¿Por qué la elegía a ella? ¿Por qué?

Las lágrimas empañaron su rostro y volaron un rato acompañándola en su pena. Cuando el frío la hubo refrescado y la ira hubo descendido un poco, aterrizó bruscamente y se despidió secamente de ellos.

Estaba enfadada, y su furia cada vez iba aumentando, nunca había llegado hasta ese extremo, nunca había estado tan enfadada y nunca había sido capaz de imaginar que era capaz de hacer cualquier cosa por una venganza, una fría, dulce y exquisita venganza.

Chocó contra alguien y casi cae al suelo.

- Weasley será mejor que no les digas a tus padres que tienes una miopía del quince –una risa fría- tendrían que hipotecar eso que tenéis por casa –Ginny levantó la mirada y la fijó con furia en los ojos grisáceos, el rubio abrió la boca sorprendido mientras veía cómo la pelirroja se marchaba sin dignarse a hablarle siquiera.

Se fue a su cuarto, ese día no fue ni a clase, ni al entrenamiento de quiddich, no salió de su habitación, de su cama, ni siquiera bajó para comer ni cenar.

Lloró hasta que sintió que su garganta estaba desgarrada, arañó las sábanas, rompió la almohada, grito ahogándose entre las plumas de la cama, y odió… odió como nunca antes había odiado.

Después de cenar, su habitación se llenó con las voces de sus compañeras y una suave se acercó a los doseles de su cama y susurró si podía hablar con ella.

- No tengo ganas de hablar Hermione –la morena hizo caso omiso y se metió en la cama con ella.

- Tienes los ojos rojos –dijo limpiándole las últimas lágrimas que tenía, la empezó a acariciar el cabello enredado.

- ¿Desde cuándo lo sabes? –la apartó de ella y la miró furiosa. Hermione miró a otro lado y se mordió el labio- ¿Por qué no me dijiste nada? –no respondía y Ginny empezó a molestarse aún más –lárgate zorra.

Hermione la miró con ojos como platos y la boca abierta, Ginny estaba seria, su semblante era impenetrable, no se distinguía ningún sentimiento en su rostro, salvo las lágrimas pasadas y los ojos llorosos, pero en ellos, en el azul eléctrico, esta vez había odio, odio hacia Hermione, odio hacia Luna, odio hacia todo lo que estuviese relacionado con él… con Harry, le odiaba con toda su alma.

- Gin… -la pelirroja llevó un dedo a los labios de la castaña para hacerla callar.

- Te he dicho que te largues –hizo una pausa y sonrió cínicamente- zorra.

Se giró y no miró lo que hacía Hermione, se quedó enseguida dormida.

- . - . - . - . - . - . - . - . -

Despertó y se aseó rápidamente, bajó corriendo al Salón Comedor, con una sonrisa en sus labios, era una sonrisa fría, calculadora. Había estado pensando lo que tenía que hacer, iba a destrozar la vida de Harry y de todos los de su alrededor, aunque eso incluyese a su familia y a sus seres queridos, aunque eso sentenciase su muerte, aunque tuviese que morir o venderse por conseguirlo, lo haría y así se lo juró.

Se sentó al lado de Dean y empezó a degustar su desayuno lentamente, pensando lo que iba a decir en ese momento. Se giró hacia su novio.

- Dean –el chico hablaba animadamente con sus amigos, una mirada esmeralda se fijó en ella- Dean –elevó el tono- Thomas –dijo el apellido con asco, y eso hizo que las conversaciones a su alrededor parasen, Dean se giró hacia ella con cara aturdida.

- ¿Qué pasa cariño?

- Eres repulsivo –todas las miradas se fijaron en ellos- que si quidditch por aquí, escobas por allá, ¿no sabes hablar de otra cosa?

- ¿Gin, qué mosca te ha picado? –era su hermano, Ginny se giró furiosa hacia él.

- No te metas –miró a los demás- y vosotros a comer cotillas –se levantó y miró a Dean- tú y yo hemos acabado.

Miró a Harry, por última vez, no volvería a mirarle sin odio en sus ojos centelleantes, nunca más.

Y se fue, dejando atónitos a todos sus compañeros de casa.

- . - . - . - . - . - . - . - . -

Las clases fueron con normalidad, aún seguía recibiendo miradas de incomprensión provenientes de los gryffindors, el rumor había corrido, y los de las demás casas se habían enterado del inesperado comportamiento de Ginny.

Esa tarde había una salida a Hosmedage, Ginny se había puesto una bufanda y bajaba corriendo las escaleras hasta la puerta del colegio, donde multitud de alumnos se agolpaban esperando para poder salir, todos reían animadamente, conversaban entre ellos y Ginny les miraba con asco.

Luna se acercó a ella y la miró nerviosa.

- Ginny… debería habértelo dicho –se pasó las manos por la coleta para colocar pelitos que estaban fuera de su lugar- pero Harry me dijo que esperase... y yo… yo debí habértelo dicho, somos amigas –se agarró la cara mientras sollozaba- lo siento.

- Éramos amigas –dijo fríamente- más lo sentirás, te lo aseguro.

Dejó de cuadros a la Ravenclaw y empezó a andar mientras los alumnos salían del Castillo.

Ya lo vería…

Su nariz pecosa se puso roja mientras andaban por el camino lleno de nieve, refugió la boca en la bufanda blanca y se fijó en un Slytherin, llevaba un gorro por el que asomaban unos mechones rubios, su piel era más blanca que la misma nieve, tenía una mueca aburrida mientras Crabbe y Goyle hablaban entre carcajadas, y sus ojos observaban todos los movimientos de su alrededor, atentos, como buscando un momento específico.

Los ojos grises chocaron con los de la pelirroja, se quedaron observándola largamente, sin mueca de asco, con una sonrisa burlona pero con algo de curiosidad.

La guiñó un ojo descaradamente y se giró hacia los demás Slytherins que comenzaban a ponerse a su alrededor, dio unas órdenes señalando ciertas direcciones y luego se separó del grupo para andar solo.

Ginny empezó a seguirle, siempre se había preguntado a dónde irían los slytherins cuando iban a Hosmedage, casi nunca se les veía recorriendo las tiendas o en algún bar, nadie sabía dónde se metían la mayoría.

Empezó a nevar y Ginny se envolvió más en su ropa de abrigo, intentando evitar los escalofríos que la recorrían todo el cuerpo.

Malfoy giró perdiéndose de su vista, entrando en una casa de madera, Ginny miró hacia ambos lados buscando a alguien que estuviese cerca, pero no había nadie, una superficie de nieve blanca se extendía a su alrededor, las únicas pisadas que habían eran las de Draco y las suyas.

Cogió aire y se acercó al pomo, miró de nuevo a su alrededor, nunca había estado en aquella zona, estaba muy alejada a Hosmedage, haciendo acopio de valor giró el pomo y empujó la puerta, que se abrió chirriando.

Antes de que pudiese dar media vuelta una mano la agarró del brazo y tiró de ella con fuerza hasta el interior, haciendo que la pelirroja cayese violentamente al suelo y se hiciese daño en las costillas.

La puerta se cerró y la oscuridad reinó, mientras Ginny respiraba nerviosa, intentó ponerse en pie, pero unas manos la volvieron a empujar al suelo.

- ¿Por qué me sigues? –un susurro que daba miedo y luego su cara fue iluminada con su varita. El pelo rubio le caía desordenado por los ojos.

- No lo sé –dijo sinceramente la pelirroja.

Draco se movió e hizo que la luz de su varita alumbrase toda la estancia, no había nada en ella salvo una mesita con una silla. El slytherin cogió la silla y la puso al lado de Ginny, se dejó caer elegantemente y la miró mientras levantaba una ceja.

- No te voy a dar dinero –la miró con ojos lujuriosos mientras soltaba una carcajada al notar cómo Ginny se ponía roja de furia y vergüenza, ante la insinuación que le acababa de hacer.

- No soy una puta Malfoy –siseó peligrosamente, lo que hizo que Draco sonriese aún más- tu dinero te lo puedes comer con esa bocaza sucia que tienes.

Un golpe, Ginny sintió como ardía su mejilla izquierda, y se tapó la cara en un acto reflejo cuando vio que Draco volvía a alzar la mano, entonces la agarraron del pelo y ella no pudo reprimir que unas lágrimas adornasen sus dulces ojos.

- Shhh… -Draco apartó la silla y tiró con más fuerza del pelo de Ginny, haciendo que la pelirroja asiese sus manos con fuerza y le clavase las uñas, mientras un gemido de dolor escapaba entre sus labios entreabiertos – Shh –la limpió las lágrimas mientras la volvía mandar a callar- aunque grites aquí nadie te va a oír.

Tiró más del pelo y lo soltó de golpe, haciendo que Ginny volviese a caer al suelo, la chica se agarró el cuerpo y sollozó mientras le veía arrodillarse para estar a la altura de ella.

- ¿Qué quieres? –su voz seguía sonando amenazadora con un leve tinte de sarcasmo, el rubio se lo estaba pasando realmente bien.

- Yo… -no sabía cómo empezar, pero la mano fría y cristalina que se agarró a su cuello la hizo aclararse- tú... tú eres un Malfoy…

- No me digas Weasley –escupió las palabras con odio mientras la apretaba más fuerte del cuello.

- Me haces daño –gimió.

- De eso se trata –pero aún así aflojó un poco el puño para que pudiese continuar hablando- Sigue.

- Tú le odias –Draco soltó la mano de su cuello y se sentó delante de ella divertido.

- ¿Te refieres a Potter? –Ginny asintió, por lo que Draco ensanchó su sonrisa- ¿mal de amores pobretona?

- Ayúdame a destruirlo –las palabras le pillaron desprevenido, la miró con los ojos entornados y vio determinación en su cara.

- ¿Por qué he de ayudarte? –preguntó más calmado, pero manteniéndose siempre atento a cualquier peligro.

- Porque sin él, todo es más fácil para tu Señor –Draco tuvo que contenerse, estaba realmente asombrado.

- ¿Qué ganas tú? –se levantó y vio como la chica alzaba la cabeza y sonreía con una sonrisa que helaría la sangre de muchísimos Slytherins.

- Venganza –paladeó las letras, como si esa palabra le provocase un estado de éxtasis.

Draco tuvo que reprimir sus ganas de abalanzarse sobre ella, la hubiese violado ahí mismo, se sentó para ocultar la erección que había tenido.

- No hay vuelta atrás –la miró seriamente- ésto no es un juego de enamorados.

- El amor y el odio son dos fuerzas terriblemente peligrosas –Draco se acercó a ella y le pasó la mano por el cabello, en un amago de peinar el pelo que él le había desordenado. Ginny ni se inmutó, siguió contemplando sus ojos grises sin pestañear. El rubio bajó la mano hacia la mejilla que había magullado y luego posó los dedos en los labios de la pelirroja.

- ¿Qué eres capaz de hacer por conseguirlo? –Ginny cerró los ojos y dejó que Draco la mordiese con violencia el cuello.

- Cualquier cosa –unas lágrimas asomaron de sus ojos cerrados y resbalaron mientras se tendía en el suelo y dejaba que Draco se posase sobre ella.

Las manos expertas de Draco se deslizaron por su cuerpo y se metieron por el interior de su ropa, palpando la piel desnuda, pellizcando sus pezones mientras volvía a morderla por el cuello, paseando su boca por los hombros, donde depositaba más mordiscos.

Ginny seguía con los ojos cerrados, intentando no sentir, pero aún así le sentía y para horror de ella sentía placer, no quería que Draco dejase de morderla con furia, no quería que las manos de él dejasen de hacerla daño por el cuerpo.

El rubio frotó su dureza contra su cuerpo y comenzó a bajarla el pantalón, mientras que con otra mano se deshacía del suyo.

Se colocó a su entrada y Ginny abrió los ojos, Draco la miraba, con una sonrisa de superioridad en sus labios.

- ¿Te gusta salvaje? –soltó una risotada mientras la mordía en el cuello y la hacía sangre, Ginny grito mientras le agarraba el pelo.

- No seas bruto, por favor –el rubio la miró levantando una ceja- soy virgen…

Draco se alejó de ella de golpe y se vistió mientras lanzaba maldiciones. Ginny seguía tendida en el suelo, sin entender qué había pasado.

- Vístete estúpida –Ginny se puso la ropa rápidamente.

- ¿Qué pasa? –se levantó y se puso enfrente de un furioso Draco.

- Deberías habérmelo dicho antes –la agarró del brazo y tiró de ella hacia la salida, abrió la puerta y la empujó hacia fuera- mañana lo sabrás.

El rubio cerró la puerta y dejó a Ginny mirando la madera. La pelirroja se encogió de hombros ante el repentino frío y se tocó un lado del cuello, se manchó la mano de sangre y corrió hacia Hogwarts para que nadie la viese en ese estado.

Se encerró en su cuarto y no bajó a cenar, estuvo pensando la mejor forma de disimular sus heridas y decidió levantarse pronto para taparlas con maquillaje mágico.