Uhhhh volví, después de mucho tiempo... voy a continuar con mis otros fics prontito prontito :D gracias por leer.



------- La tierra del silencio -------

Capitulo 01. Llegadas, encuentros e iluciones

De días como aquellos podría

decirse que tiemblan por empezar…

1944

Y estoy aquí. Me mantengo aferrado a la vida a pesar de mi alma casi destruida. Mi único aliciente es tu rostro, si no fuera por el ahora lejano recuerdo y el anhelo de volver a contemplarte aunque sea por un mínimo instante, mi espíritu ya hubiera abandonado mi cuerpo.

"Al mal tiempo buena cara" no es precisamente una frase que se pueda aplicar en este lugar. Aquí la gente no posee esperanza alguna, están vacíos, no hay sueños en los que puedas escapar de la realidad. Todo es gris. Solo hay penas y maldad en el aire, solo eso es lo que respiro.

Ya ni siquiera me quedan mis amigos, todos se han ido. Pero, francamente, creo que están mejor así, sin sufrir este calvario asqueroso.

Caras frías, sin remordimientos por nada de lo que se haga o diga, corazón de roca dura por donde veas. Asqueroso olor a perfidia, alemanes con uniformes: monstruos, monstruos...

Esto apesta.

1932

- El piano es un instrumento bello y complejo. Cuando uno lo toca con propiedad –, dijo una joven mientras tocaba una pequeña melodía – y sobre todo con el corazón, puede hacer hasta que el corazón del más malo de los hombres lata al compás de las notas en el interior de su pecho – terminó con una nota grave que acompañó con su respiración.

- Rukia, sueles decir cosas conmovedoras cuando estas frente al piano – elogió la otra muchacha sentada a su costado, que a pesar de ser alumna de Rukia, no le llevaba muchos años de menos.

- Eres amable, Anabella, son cosas que siento cuando rozo con las yemas de mis dedos las maravillosas teclas del piano. Creo que para tocar, necesitas unir tu corazón con la melodía que interpretas, de lo contrario, tu música estará vacía y siempre le faltará algo –. Rukia hablaba con mucha seriedad, cosa usual cuando dictaba clases. – Con esto hemos acabado la clase de hoy, sé que tienes otras actividades programadas y no debemos de interferir con eso.

- Rukia – dijo la muchacha mientras su maestra y amiga se ponía el abrigo.

- ¿Qué sucede?

- Tengo miedo. He escuchado algunas historias espantosas sobre lo que está pasando con los judíos, por supuesto que es en otros lugares muy lejos de aquí, pero ¿qué pasa si ocurre lo mismo algún día en Berlín? Tú sabes que mi familia es judía y no quisiera que nada de eso llegara a pasar.

- Anabella, no te preocupes, esas cosas son habladurías, no debes temer por rumores que escuchas, solo se fiel a la verdad y a los hechos. Sabes que siempre contarás con mi apoyo, tú y tu familia en caso de cualquier situación. Mi hermano mantiene relaciones estrechas con el partido alemán. Él es recto, pero siempre estará dispuesto a ayudarte, pero no temas, no va a pasar nada.

Se despidieron y la joven se marchó.

- Gracias, Rukia – susurró cuando la puerta ya se había cerrado.


- Hey, ¡qué pasa hombre! Más cuidado con mi maleta que llevo cosas muy valiosas – un joven con el cuello de la camisa abierto y la corbata en el bolsillo bajó del tren.

- Cuidado que por lo que lleva en esa maleta es capaz de golpearlo – habló otro hombre que bajó tras de él, llevaba las mismas pintas pero este tenía el cabello largo y rojo sujetado con una coleta, a diferencia del otro que lo tenía corto y naranja.

El hombre de los equipajes volteó para ofrecerle disculpa.

- Lo lamento caballero.

- Ok, viejo, no te preocupes, no es para tanto – dijo cogiendo las maletas junto a su amigo-. La próxima vez trátalas como si fueran tuyas y no habrá el más mínimos problema – terminó de decirle mientras se alejaban.

Ambos siguieron caminando por la estación rumbo a la salida y a coger un taxi.

- Oye, Renji. Tu violonchelo crece más cada día, ¿no? – dijo riendo al ver semejante bulto en el estuche y en la espalda de su amigo.

- Idiota, solo porque tu violín es una piltrafa diminuta y envidias la grandeza de mi instrumento, estás celoso.

- Vale, vale, mejor concentrémonos en encontrar esa casa y principalmente al que nos contrató, ese tal Urahara. Debo decir que esta ciudad no es tan diferente a Polonia – comentó Ichigo-, tiene cierto aire a nuestra tierra.

- No me interesa tu tristeza por dejar Polonia, solo vamos a trabajar y aquí nos quedaremos hasta que se nos acabe el contrato, después… lo que venga, vendrá. Así que no me vengas con sandeces y rollitos estúpidos que conozco por donde vienen tus intenciones de mencionar Polonia – Renji se adelantó unos pasos.

- Jaja, ya cálmate fósforo, mira tu cabello se ha puesto rojo porque ya te encendiste – rió por un momento Ichigo -. Sabes, solo me preocupa dejar al viejo solo con Karin y Yuzu.

- Se lógico, Yuzu es toda una ama de casa y no existe nadie más racional que Karin, las mocosas van a estar bien, en cuanto a tu padre... bueno, ese sí no tiene remedio – rió el pelirrojo. Podemos escribirles cuando estemos instalados.

Ichigo se sintió bien, Renji había dicho "podemos escribirles", eso incluía a los dos, él era como de su familia y había estado con ellos desde que la madre de Ichigo había fallecido.

Ambos músicos profesionales, violín y violonchelo, un dúo perfecto y sin precedentes. Sin embargo el estudio donde trabajaban en Polonia había cerrado. Por circunstancias fortuitas tuvieron la oportunidad de contactarse con un hombre en Alemania que manejaba una radio y siempre estaba dispuesto a darle empleo a músicos jóvenes y emprendedores.

Ichigo y Renji cogieron el taxi con rumbo al centro de Alemania.

- Sabes algo Renji, sentí algo raro, como una mala sensación cuando bajamos del tren.

- Tal vez mi violonchelo crezca cada día más, pero no le ganará jamás al crecimiento de tu idiotez – respondió el pelirrojo mirando por la ventana -. Oye cada vez se hace más popular esa crucecita estúpida, ¿no? – dijo señalando hacia el edificio con una gran pancarta.

- La esvástica rara, símbolo del partido nazi. Son raros, dan miedo jaja – rió Ichigo.

No se habían percatado del estremecimiento del conductor cuando hablaron del símbolo nazi.

- Jóvenes – se dirigió a ellos el conductor – tengan cuidado con lo que van diciendo por ahí, he escuchado que han arrestado a varias personas por insultar al símbolo que nos representa, yo personalmente no le veo nada especial, pero cuiden su boca frente a gente desconocida…

Cuando llegaron a la dirección que tenían, bajaron sus maletas y se quedaron mirando el auto que le perdía en la lejanía.

- Ese tipo está loco – dijo Ichigo.

- Igual que tú…

Antes de que Ichigo le pudiera responder, la puerta de la radio se abrió y salió una muchacha con partituras en mano que ni si quiera advirtió su presencia, pero ambos se quedaron viendo. Era menudita, pero tenía un "algo" que les llamó la atención a los polacos.

- Eh, chicos, por sus apariencias desaliñadas de un viaje largo y por la forma de violonchelo que noto en el estuche, me atrevo a asegurar de que ustedes son mis nuevos muchachos – les habló un hombre rubio con sombrero y una sonrisa un tanto exagerada -. Bienvenidos, soy Urahara Kisuke, con quien tuvieron el gusto de comunicarse. Después del itinerario que les voy a dar y de los acuerdos que haremos, les enseñaré donde se van a alojar. Tú, el pelirrojo debes de ser Renji, y obviamente el de cabello color zanahoria, Ichigo.

Urahara había hablado tanto de un solo tirón que no les dio tiempo más que para asentir con la cabeza.

Se los llevó a conocer el estudio, y al personal que trabajaría con ellos. Después de un largo recorrido por el gran edificio se sentaron a descansar un momento, alguien vendría por ellos para llevarlos al hotel.

- Oye, ¿quién era esa muchacha que salía cuando llegamos? ¿Es música? Porque llevaba partituras en la mano – preguntó Ichigo con curiosidad.

- Que bien, recién llegas y te fijas en la mercancía, chico – se burló el rubio -. Se llama Rukia, es pianista y también trabaja con nosotros. No te involucres mucho con ella porque tiene un hermano que yo podría clasificar como celoso compulsivo mafioso que si te acercas te mata sin compasión, pero otros dicen que es amable.

- Bah, describes a ese sujeto de una manera no muy usual, ya veremos de quién se trata, ¿no, Ichigo?

Pero no recibió respuesta de su amigo, que había quedado un poco ensimismado con la visión de la chica, tal vez mañana la volvería a ver y escucharía su voz. ¿Qué clase de persona sería? Graciosa, amigable… pero de lo que estaba seguro era que era una dama, sus manos la delataban.

No podía esperar al siguiente día.

----- Continuará -----