Hiram Berry siempre ha sido un hombre amable, muy intuitivo pero amable. Un hombre digno de un trato ameno y confiable, respetuoso. Siempre noble, pero no ingenuo. Era consciente que su mujer no mostraba hacia el, el mismo cariño que mostraba el hacia ella.
Estaban teniendo problemas, eso era más que obvió. Tenían que resolverlos, obvio también. Pero su hija, Rachel era tan inocente y tan alegre siempre, que no quería arreglar nada frente a ella principalmente para que no se diera cuenta en primer lugar que había un problema. Desde luego, podía haber otra solución. Pero el ya había tomado la suya y Londres parecía ser un bien lugar para que su hija pasara sus vacaciones. El único problema en esa solución era... Su hija.
-Papa... ¿Porqué tengo que ir a Londres? - suspiro, había perdido la cuenta de la cantidad de veces que Rachel había hecho esa pregunta.
-Cielo es lo mejor, así conoces Londres, visitas a tu abuela - intentaba explicar mientras la morena caminaba de un lado a otro en la habitación.
-Extraño a la abuela pero... ¿Londres? -
-Así conoces el arco del triunfo, ¿No querías conocerlo? - pregunta esperanzado, intentando nuevamente convencer a su hija.
-Dime la verdad... ¿Porqué tengo que irme? - suspiro nuevamente.
-Tu madre y yo... Estamos teniendo unas dificultades, nada de que preocuparse - forzó una sonrisa, porque mentía y Rachel lo sabía.
-Hay algo mas... - dijo casi en un susurro, Hiram solo desvío la mirada -¿Porque no me lo dices? - -Cariño... Eres muy joven para entender -
-¡¿Joven?! - pregunto exaltada - ¡Tengo 17 años papa! - suspiro nuevamente, también había perdido la cuenta de la cantidad de veces que había suspirado.
-Rachel... - comenzó con calma pero la morena, alterada lo interrumpió.
-¡Rachel nada! - grito - ¡No confías en mi! - y dicho esto corrió fuera de la habitación. Escucho la puerta principal cerrar en un golpe seco y supo que Rachel se había ido. También supo que tenía que ir a buscarla, así que se levantó con pesadez y se dirigió escaleras abajo.
-¿Saben donde están mis lleves? - pregunto, y su mujer con gesto preocupado se acercó a el.
-Aquí están cariño, ¿Que sucede? - pregunto.
-Rachel... Tengo que ir a buscarla - sin más explicaciones se montó en su auto y salió del lugar. Sabía donde buscar a Rachel, aquel parque con más verde pasto. Los grandes árboles y hermosas flores. Era el favorito de Rachel.
Ya lo divisaba en la otra esquina, así que acerco su pie al freno para comenzar a minorizar la velocidad del vehículo. Piso suavemente, y noto que algo andaba mal cuando el auto siguió a la misma velocidad. Piso nuevamente con más fuerza, pero todo seguía igual, contrario de lo que quería, el auto solo aumentaba la velocidad. Desesperado intentó dos veces más, pisando con fuerza para no obtener ningún resultado.
No escucho el claxon del auto que llegaba por uno de los cruces. Tampoco lo vio llegar. Sólo sintió el golpe de su auto con el otro y luego todo se volvió negro, luego ya no sintió nada. No sintió dolor...
