Disclaimer: Nada me pertenece, excepto ideas. El resto, le pertenece a JK Rowling.

Basado en la canción: ¿Por qué se fue? ¿Por qué murió?


La miraba, estaba allí tendida. Se quedó en silencio, arrodillado. Inspiró más tres veces, no podría con su alma. No ahora que ya no había nada que rescatar. Dolía como nada que antes hubiera sentido. Como si su cuerpo hubiese sido partido en dos y no pudiera volver a juntarse. Dolía tanto, que su visión estaba nublada con sus lágrimas.

Estaba en el suelo, llena de sangre. Se inclinó hacia ella, se arrastró hacia ella y trató de llamarla. No respondía a sus acciones. No respondía a esas caricias que le encantaban. ¿Por qué? ¿Por qué se fue? No había llegado a tiempo, había fallado. Su varita estaba a pocos centímetros. No quedaba nada de ella. Su belleza se veía manchada. Empapada de lágrimas, sus lágrimas y su sangre. También sus lágrimas, las que estaba derramando sobre su cuerpo inerte.

Por que no llegó a tiempo, ¿por qué simplemente no miró las advertencias? Ella estaba allí, con la última sonrisa que le quedaba. Seguramente soñando con lo último que había vivido juntos. Ella era tan valiente, más que él mismo.

No lo soportaría, no viviría más que eso. Estaba condenado por haberle fallado. Por haberle dejado morir, sin haber reaccionado a tiempo. Sin haber sabido, que la guerra iba a ser cruel para ella. Que ella era delicada, una flor.

La miró, sus labios estaban entre abiertos en una sonrisa, la que miraba. Suspiró e inclinó los suyos para solo tocar su mejilla, que una vez estuvo cálida. para darle ese beso, que ese día le había negado. Idiota, así se sentía. No le había dicho cuánto la amaba, antes de verla partir. No se lo había dicho lo suficiente.

La amaba como a ninguna mujer y se arrepentía a cada segundo, de solo haberla matado.

- Severus... Hola.

- Hermione, lo siento tanto.

- ¿Por qué? Esto no es...Tu culpa.

- Todas las gotas de sangre que derrames y toda lágrima que empape tu rostro, será mi culpa- dijo, sosteniendo su cabeza sobre sus muslos.

- He llorado de felicidad. Esas también son tuyas- parpadeó- pero las de tristeza, la sangre. Solo una cosa de eso es tuya. Las lágrimas por saber que estarás triste, sin mí.

- No, resiste. No te irás...No aún- dijo seriamente. No estaba dispuesto a verla irse. Inspiró con fuerza, buscó con urgencia, su varita. Ella sonreía ¿Por qué seguía sonriendo? ¿No dolía? ¿No estaba muriéndose?

Sintió su mano sobre la suya y dudó, pero lo importante era encontrar su varita. Sin embargo su agarre era tan fuerte, como si estuviera viva.

- No, Severus. Está bien...Puedo irme. Puedo...

- Hermione...

- Está bien. Ya sé que me amas y que harías cualquier cosa por protegerme. Me voy feliz.

- No digas tonterías- dijo, apartando los mechones ensangrentados de su frente. Sus ojos caramelo ya no brillaban, estaban pálidos, vacíos. Estaban por cerrarse- el que debería estar allí, soy yo.

- Soy feliz. Tú has tenido una vida muy deprimente. Vive más, Severus...Vive más...

No podía soltarse, su varita no estaba lejos. Sentía que su pulso se iba entre sus manos, que su voz se perdería y su corazón dejaría de latir.

- Suéltame, Hermione. Por favor.

Por favor. Suéltame la mano. pero no me sueltes de tu vida.

Era ya tan tarde, era ya muy tarde para pensar. Se quedó allí, inerte. La alzó del suelo, la aferró a su cuerpo. Ella era una tonta, siempre había sido una tonta. Pero era la mujer tonta que amaba. A la mujer tonta que más había amado. Y derramó lágrimas. Miles, incuantificable era su dolor. Su pena por su adiós.

Por que le dio su perdón.