"Esto es Berk, un pueblo totalmente nuevo que se encuentra en una isla gigante, si alguna vez te has preguntado cuán difícil es llevar un barco al mar, este es tu lugar.
Pero solo me estoy quejando, la verdad es que el cambio fue bastante favorable, el espacio es maravilloso y los alrededores, ¡wow! y yo creía que el antiguo Berk era hermoso, este lugar es como el verdadero Valhalla.
Mi pueblo crece y crece y llevo prácticamente un año intentando reconstruir este nuevo lugar, todo es más difícil sin los dragones, pero de nuevo, solo me estoy quejando.
Creo que a todos nos afectó que los dragones se fueran, pero me siento feliz de saber que están a salvo, sin cazadores, ni locos intentando dominarlos, pero a veces siento que soy el único que aún no lo supera."
Se encontró a si mismo mirando el horizonte, allá por donde está el mundo oculto, tratando de ver algo, lo que sea, pero nada, solo el tranquilo mar y un par de barcos.
Llego a los pies del gran salón, donde algunos vikingos tallaban la nueva estatua de su padre, la mayoría del pueblo le dijo que Stoick no hubiera aprobado ese cambio, pero el creyó que su padre habría sido el primero en apoyarlo.
— ¿Hiccup? — Una mano toco su hombro con suavidad, llamando su atención, unos ojos azules lo miraban con intensidad —Te estaba buscando.
— Lo siento, mi lady— Le dijo, mientras le dedicaba una dulce sonrisa a la rubia que estaba frente a él, la cual lo miraba curiosa —Solo... estaba dando vueltas.
—Llego el grupo que iba a por madera— Ella le respondió mientras cruzaba sus brazos —Creo que lo mejor sería avanzar las casas que podamos antes de que se oculte el sol.
—Buena idea, ¿encárgate sí? — Contesto mientras besaba su mejilla en modo de despedida, pero a cambio un puño fue a dar en su hombro —¡Au! ¿y eso por qué?
—Eso fue porque sé que estas evitando tus tareas y esto...— se encogió esperando otro golpe de la rubia, pero esta vez Astrid lo beso con suavidad —Esto es por todo lo demás.
Se alejo de él, dándole un último vistazo, mientras ella sonreía de forma coqueta, jamás se cansaría de esas muestras de cariño que ambos se tenían, se quedó pensativo mientras miraba a su novia, la amaba con todo su corazón de eso no había dudas y ambos habían pasado por tanto juntos, pensó en cualquier excusa para no casarse con ella, pero no se le ocurrió nada.
Se fue a la fragua con una gran sonrisa en el rostro, esbozo algunos bosquejos y cuando ya estuvo satisfecho con el resultado comenzó a forjar, hizo, deshizo, todo debía quedar perfecto.
—¡Vaya! No te había visto tan entusiasmado desde… bueno… — Gobber soltó, pero de un momento a otro guardo silencio, dando rodeos para no expresar lo que estaba en su mente.
—Desde que le hice la cola a Toothless— Completo el, con algo de melancolía al recordar a su amigo y lo feliz que estaba con su nueva cola —Pero olvidas que fabriqué las poleas para bajar los barcos, cuaanta emocioon.
—Ya, pero tenías esa típica cara de fastidio y no dejabas de soltar lloriqueos, sobre que, si los dragones hubieran estado, todo habría sido más rápido.
—No era cara de fastidio, era cara de trabajo y... no lloriqueo.
—¿Y bien? ¿Qué estás haciendo ahora?
—Es una sorpresa y tu mi querido Gobber, por experiencias previas, es mejor que no te enteres o lo arruinarías todo.
—¡Eso no es justo!, sabes que no aguanto los secretos.
Siguió trabajando, no prestando atención a las protestas del herrero, paso tiempo hasta que su obra maestra estuvo terminada, estaba tan ensimismado que no se había dado cuenta que el sol se estaba ocultando, por ahora iría a su casa y prepararía todo su plan.
Entro a su nueva casa, la cual se encontraba en una de las partes más altas del pueblo, era mucho más amplia que la antigua, teniendo varias habitaciones, una de ellas la utilizaba su madre, otra la utilizaba como taller, tanto espacio lo hacía sentirse algo solo, ahora más que nunca.
—Hola hijo, te traje comida— Saludo alegremente su madre, mientras le ofrecía un bol con sopa —¿Quieres que te la ponga sobre la mesa?
Miro a la mujer que tenía en frente, de todas las personas en Berk creía firmemente que su madre era la que más lo comprendía, a veces la sorprendía sobre el techo, con los ojos cerrados, sintiendo la brisa, de seguro para sentir como si volara otra vez, por eso intentaba no estar triste en casa, para que ella tuviera un apoyo.
—No te preocupes, tengo algo importante que hacer, así que comeré arriba.
Tomo con suavidad la comida de las manos de su madre, quien acaricio su mejilla con delicadeza, subió las escaleras, pero se detuvo a la mitad, dándole un vistazo, se veía perdida, como si no supiera que hacer y el no sabiendo como ayudar, solo se encerró en su taller y pensó en cómo llevaría a cabo su plan, escribió y arrugo muchos papeles, el ultimo que arrojó reboto un poco, lo que le hizo recordar a Toothless, a él le encantaba eso y siempre jugaba con sus planes fallidos.
Despertó sobre su mesa de trabajo, otra vez soñó con el sobre las nubes, un sueño que últimamente se hacía más y más recurrente, se estiro un poco antes de empezar con sus labores de jefe y por supuesto tenía que buscar a cierta rubia.
Apenas salió de su casa se encontró con varias personas que necesitaban su ayuda, así que la búsqueda de su novia tendría que ser para luego, después de todo, los vikingos no eran conocidos por su paciencia.
Perdió todo el día con los asuntos del pueblo, atrapando ovejas, tomando decisiones, controlando las jugarretas de los gemelos, su pierna comenzó a dolerle de tanto caminar, sin duda una de las desventajas de ya no tener dragones.
Estaba agotado, pero sus fuerzas se renovaron en cuanto vio una cabellera rubia entre los vikingos del pueblo, corrió para no perderle de vista, cuando la alcanzo la giro y la sostuvo de los hombros con ambas manos.
—¡Astrid. Hola! Hola, Astrid. Hola, Astrid. Hola, Astrid. — Comenzó a decir sintiéndose como un completo tonto, estaba muy nervioso —Yo. Tu. Hablar.
¡Argh! las palabras no le salían para nada en ese momento y su novia solo lo miraba ¿con una sonrisa? Genial, se estaba riendo de él, no era precisamente como estaba pensando que sería ese momento.
—Hiccup, respira y luego hablas.
Le hizo caso a la chica que tenía frente a él y tomo una gran bocanada de aire, aunque tal vez exagero un poco, porque se sintió mareado e incluso tocio un poco, era un desastre.
—Astrid, quiero invitarte a cenar— Le dijo luego de haberse por fin calmado un poco —En mi casa, ya sabes.
—Claro, terminare unas cosas y nos vemos allá.
Sonrió tanto que le dolían las mejillas, de seguro parecía un tonto a grandes escalas, bien había comenzado un poco mal, pero de seguro lo arreglaría con lo que venía, se despidió momentáneamente de Astrid y se apresuró a llegar a su casa.
—Hola hijo, voy a buscar la comida— Le dijo su madre en cuanto lo escucho entrar, se golpeó en la frente por haberla olvidado por completo, si quería estar a solas con su novia, debía de hablar con su madre.
—¡Mama! ¡necesito pedirte un favor!
—Claro, lo que necesites.
—Necesito que te vayas.
Se dio cuenta como el rostro de su madre cambiaba por completo ¿Qué? ¿Qué había dicho?, no entendió la actitud de su madre, hasta que repaso sus propias palabras, claro, eso no había sonado para nada bien.
—Solo por esta noche— Corrigió rápidamente, su madre puso esta vez una expresión más relajada —Voy a cenar con Astrid y…
—No digas más, ya entendí— Soltó Valka mientras reía de buena gana ¿Qué era tan gracioso? —Disfruta tu noche, creo que hoy me encargare de la vigilancia.
Se despidió de su madre con un fuerte abrazo, luego vería la forma de ayudarla, bueno de ayudarse entre ambos para poder dejar de lado esa melancolía que los invadía, a ellos que tenían alma de dragón.
En cuanto su madre se fue, se dispuso a preparar la cena, tomo muchos ingredientes y comenzó a cortar y poner al fuego, había cocinado miles de veces, pero no sabía porque justo en ese momento se le hacía tan difícil.
Tocaron a su puerta, de seguro esa sería su novia, se miró a sí mismo y sacudió un poco sus ropas y peino sus cabellos, intentando dar una buena imagen esa noche, abrió la puerta y ahí estaba ella, comenzó a sentirse igual o más nervioso que antes.
—Hola— Le dijo ella con una sonrisa, mientras entraba a la casa, pudo ver como olía el aire —Hiccup, algo se quema.
Se espanto ante su comentario y corrió al fogón, en donde su comida había optado por quemarse, incluso salió algo de humo, que trato de ventilar lo más que pudo, mientras intentaba salvar la comida, pudo escuchar la risa de Astrid detrás de él, genial, los dioses lo odiaban.
—Se parece a algo que cocine yo— Le dijo aun riendo, no pudo evitar contagiarse y el también termino riendo ante lo ocurrido —Pero estoy segura de que aun podremos comerlo.
Se sentaron a la mesa, con solo un par de velas iluminándolos, mientras comían, comenzaron a hablar de la aldea, se dio cuenta de que tenía muchos planes para su pueblo, ella sacaba eso de él, querer ser mejor.
—¿Mucho que hacer estos meses? — Comento Hiccup hablando con formalidad, por supuesto que él tenía claro todo el trabajo que se estaba llevando a cabo en la aldea.
—El jefe me tiene llena de trabajo— Le respondió su novia con el mismo tono formal, siguiéndole el juego.
—Ese jefe es un cretino, debería dejarte descansar un poco.
—Si es un cretino, pero lo compensa siendo guapo.
Ambos volvieron a reír, como dos adolescentes despreocupados, miro a la rubia frente a él y no pudo evitar pensar en que le gustaría que fuera así siempre, algo tan simple como ellos ahí cenando juntos.
Era el momento, tomo sus jarras y se dirigió a llenarlas con hidromiel, ahí pondría su segunda parte del plan, puso dentro de la jarra de Astrid el objeto que estuvo haciendo en la fragua, un anillo, era simple, pero esperaba que sirviera, como símbolo de su unión.
Le dio su jarra a la rubia y volvió a sentarse frente a ella, tomo aire y se dio animo a sí mismo, para decir todo aquello que quería y tenía guardado en su interior desde que se enamoró de ella.
—Astrid... tu y yo, llevamos juntos mucho tiempo…— Comenzó lento pero nervioso, Astrid solo daba sorbos a su bebida mientras lo escuchaba —Eres una mujer maravillosa, la vikinga más fuerte que he conocido y dioses... a mis ojos eres perfecta en muchos sentidos, eres todo lo que siempre soñé.
—Quiero que siempre haya un Hiccup y una Astrid… ¿Astrid? — De pronto noto que su novia ponía una expresión extraña ¿acaso ella seguía sin querer casarse con él?, tal vez ella no quería eso después de todo, comenzó a sentirse paranoico, hasta que cayó en cuenta que la rubia se daba golpes en el pecho, se estaba ahogando.
Se acerco rápidamente a ella y comenzó a darle pequeños golpes en la espalda, pero al ver que no resultaba, por desesperación le dio uno más fuerte y ahí estaba, Astrid había escupido su regalo, en serio, los dioses debían odiarlo demasiado justo en ese momento.
—¿¡Estas bien!? ¡Cuanto lo siento! — Le dijo rápidamente, mientras le ofrecía más hidromiel para que pudiera sentirse mejor —¡Yo… Astrid!
—Vaya forma... de hacer una propuesta— Contesto ella cuando al fin pudo tranquilizarse y respirar bien, aunque tocia de vez en cuando.
—¡Lo siento! — Era un completo desastre, todas las disculpas de los nueve reinos no faltaban para ese momento, pero la rubia lo silencio poniendo un dedo sobre sus labios, a pesar de casi matarla se veía bastante tranquila.
—Hiccup, eres muy raro— Dijo tajantemente, descolocándolo un poco, quito el dedo que había puesto en sus labios, para luego acariciar su mejilla con suavidad —Pero, así te amo, Babe.
Ella lo beso con dulzura, se alegró de que estuviera bien, suspiro con alivio para luego volver a besarla, esta vez con más necesidad, sintió como ella paso sus manos por su cabello, mientras el solo la acercaba más a su cuerpo, pero ella se separó abruptamente, decepcionándolo un poco.
—Aún no te doy mi respuesta— Le dijo ella con coquetería, dioses, esa mujer lo tenía loco —Acepto, Hiccup Haddock.
Tomo el dichoso anillo, limpiándolo un poco, se lo puso en uno de sus dedos a la rubia, quien solo le daba una gran sonrisa, después de todo tal vez no había sido tan terrible.
—Hice esto para ti, sentí que no era correcto llegar y decirte que nos casáramos, a pesar de que ya te di un regalo de compromiso, pensé que debía darte algo más y bueno… te daré algo mucho mejor cuando nos casemos.
—Me encanta, a pesar de que intento asesinarme.
Ambos rieron, se abrazaron con cariño, para luego juntar sus frentes, así esperaba el que fuera siempre, con ellos juntos y felices, su corazón latía con fuerza, latía por la mujer que tenía en frente.
Al pensar en los dragones, sentía un vació dentro de él, un vació que solo se llenaba cuando estaba con ella, quien lo animaba y lo amaba por ser el, ya era tiempo, ya estaban listos y no querría que fuera de otra manera.
Nuevo fic, la historia ira avanzando hacia el final de la película, al menos esa es la idea que tengo.
así que espero les guste este primer capítulo.
