Pairing: GinxRangiku
Aclaratoria: Bleach no es mío sino de Tite Kubo.
Advertencias: Posible OoC sin querer.
Rating: K
Palabras: 1182.
Summary: El único recuerdo que le queda a Matsumoto de Gin, está relacionado con grullas de papel, en aquellos días cuando eran sólo ellos… y eso les bastaba.
Este fic, tenía pensado hacerle una segunda parte, de hecho está casi hecha, lo que pasa es que no sé, no me convenció y por lo tanto dejé este momento nada más. Si logro escribir algo y que piense que valga la pena, lo publico.
No entiendo, cómo T.K. fue tan cruel de dejar a la pobre Matsumoto sola snif snif
Grullas de Papel
Aquel día en el distrito todo marchaba con calma. Las almas cumplían con su rutina diaria, sin romperla ni modificarla, andando alegremente por los callejones sin preocupaciones.
En esa tarde en especial, dos chicos caminaban por el Rukongai en un agradable paseo; eran una niña y un niño, la primera: de cabello rubio liso que le llegaba un poco más arriba de sus hombros, con un kimono sencillo de color crema, sus ojos eran grisáceos y su cuerpo aunque era de una chica de doce años parecía bien proporcionado. Por un lado, estaba el chico que la acompañaba: un joven un poco más mayor que ella, de cabello platinado y de facciones zorrunas; vestido con una prenda igual de sencilla que su amiga pero con una tonalidad oscura, casi negra, el detalle más fascinante eran sus ojos rasgados y su amplia sonrisa.
La chica de nombre Rangiku Matsumoto, cargaba entre sus brazos una bolsa llena de papeles de diversos y llamativos colores, con tonalidades que variaban desde las más claras hasta las más oscuras.
—¡Rangiku-chan! ¿Para qué son esos papeles? —le preguntaba con curiosidad el albino de nombre Gin Ichimaru.
—¡Espera y ya lo verás Gin! —le respondió la joven Matsumoto emocionada.
—Pero Rangiku-chan, ¿de dónde los sacaste?
—Me los regaló una señora por ayudarle a cargar sus compras. ¡Y también me enseñó a hacer figuras de papel! ¡Suena divertido! ¿Verdad, Gin?
—¿Pero en qué momento hiciste todo eso? —preguntó un poco confundido el de los ojos rasgados.
—Pues un día donde no te encontraba por ningún lado, fui al pueblo a buscarte y vi a una anciana que no podía andar con tantos paquetes y… ¡la ayudé! ¡Oye Gin, vamos a darnos prisa que quiero empezar!
Al aviso de la joven, ambos apuraron el paso hacia su sitio preferido: un pequeño prado atravesado por un apacible riachuelo. Se sentaron bajo la sombra de un árbol robusto, donde Matsumoto empezó a sacar cada pieza de papel para colocarlas en la verde grama. Tenían alrededor de diez papeles, Rangiku dividió los mismos, dándole a Gin los más oscuros y quedándose ella con los más llamativos.
Ya con los materiales repartidos, Rangiku se dedicó a pensar en qué figura crear. Le tomó un tiempo decidirse, hasta que encontró una buena opción: una grulla de papel. Cogió entre sus manos una hoja de papel roja y la dobló varias veces, hasta que apareció en su mano una linda grulla rojiza.
Gin la había observado concentrado, hasta que ella lo invitó con la mirada para que lo intentara.
—¡Vamos Gin! ¡Inténtalo tú!
—No lo creo Rangiku-chan, no le veo lo divertido.
—¡No seas aguafiestas Gin, no lo sabrás si no lo intentas!
—Está bien, Rangiku-chan. Pero si no me gusta, tendrás que buscarme algo más divertido para entretenerme —la retó burlón Ichimaru acentuando su marcada sonrisa, dispuesto a empezar con su "entretenimiento".
Agarró una hoja azulada entre sus pálidas manos y siguió los movimientos que su compañera había hecho anteriormente. Para su sorpresa, el resultado final no fue tan bonito como el de su amiga —un híbrido entre un pájaro y un barco— quien al ver la naciente figura de su compañero estalló en carcajadas.
—¡Parece que no tienes habilidades artísticas Gin! —exclamó entre risas la jovencita.
—¡No digas eso Rangiku-chan! ¡Además es la primera vez que hago una grulla de papel! ¡No es justo burlarse! —habló con un falso tono de ofendido el albino sin dejar de sonreír.
—¡Está bien, como tú digas Gin! Inténtalo de nuevo —lo animó la rubia.
—Pero… sería más divertido si apostáramos Rangiku-chan.
El tono juguetón y soncarrón en la voz masculina hizo que Matsumoto se pusiera seria, dispuesta a seguir con el reto.
—Muy bien, Gin. Te daré dos oportunidades más. Si consigues hacer una grulla decente, serás el ganador de la apuesta.
—¿Y qué ganaría a cambio?
—Eso lo decidirás tú. Entonces... ¿te parece bien?
—Vale, ésto se volvió interesante —le respondió con su acento juguetón sin dejar de sonreír y tomando dos papeles en sus manos, uno verde oscuro y el otro vinotinto.
Comenzó con el verde, volvió a revisar los movimientos que había hecho Matsumoto en su memoria para reproducirlos. En pocos segundos, lo había terminado, pero, al igual que el anterior, no había obtenido la imagen deseada.
—¡Demonios! ¡Bueno, eso fue calentamiento Rangiku-chan, ya verás que quedarás sorprendida con la próxima!
Cogió esta vez la pieza de color vinotinto, y volvió a intentarlo. Pero por tercera vez, no logró hacer la grulla bien.
—Oye Rangiku-chan, no es justo. Seguro que me diste los papeles defectuosos —la culpó Ichimaru.
—¡No seas mal perdedor Gin! ¡Admite tu derrota! ¡No puedes ser bueno en todo! —le expresó entre risas la traviesa chica sacándole la lengua a su amigo, para luego tomar una pieza de papel amarilla de su lote—. Ven aquí que te ayudaré a hacerla.
Ichimaru se acercó hacia donde estaba ella, quedando frente a la chica. La joven rubia colocó el papel en manos del albino para indicarle que empezara de nuevo. Él siguiendo las instrucciones, comenzó a doblar la hoja como lo había hecho antes, hasta que la mano de su amiga interrumpió su labor.
—No es así Gin, mira bien cómo lo hago —le indicó Matsumoto ayudándolo a doblar el papel, haciendo que las manos de ambos se rozaran muchas veces y la distancia que los separaba se acortara poco a poco, de manera inocente.
Sólo bastó un largo minuto, para que Gin viera nacer de ese papel una hermosa grulla amarilla. Rangiku la colocó junto a su homóloga roja y cogió los demás papeles restantes, facilitándole uno de tonalidad rosada al chico.
—Ahora házlo tú solo.
—¡Pero Rangiku-chan ese color es de niña! Además no lo quiero arruinar, ¿por qué no me sigues ayudando? —le ofreció un astuto Ichimaru.
Matsumoto pensó la petición por unos segundos, hasta que se decidió por aceptarla; dejar que Gin siguiera haciendo aves de papel solo sería un desastre. Así que tomó el papel entre sus manos y con ayuda del albino armaron una grulla rosada. Y así hicieron sucesivamente con los papeles que quedaban.
Después de terminarlas todas, decidieron agrupar los minúsculos pájaros de distintos matices para ponerlos a flotar en el riachuelo. La imagen creada al ver que las grullas navegaban majestuosas en las aguas de aquella corriente, bajo la luz del hermoso atardecer, como si de animales de verdad se trátase, los llenó de una cálida y calmada paz.
—¡Qué bonitas se ven! ¡Tan libres para recorrer cuánto quieran! —exclamó alegre la chica.
—Tienes razón Rangiku-chan. Al parecer conseguiste entretenerme un rato y mira que eso es muy difícil.
Matsumoto despegó su mirada del agua para ver a su amigo, quien había abierto sus ojos, dejando ver —sólo un poco— sus orbes azules por encima de su zorruna sonrisa. La chica le correspondió la sonrisa y ambos se quedaron callados, disfrutando de aquel momento. En esa época donde los dos eran despreocupados, no existían los shinigamis, ni Aizen, ni humanos, y tampoco hollows. Sólo ellos... Y con eso les bastaba.
Fin
Bueno, espero que les haya gustado y me dejen un comentario, y sí no me lo digan también =)
