Para esta historia tomé de referencia la konoha que describe la pelicula de Naruto: Road to ninja, y los cambios de personalidad de sus personajes.
Los personajes, no me pertenecen. Son abra de Masashi Kishimoto.
Espero lo disfruten.
Capitulo 1: Encuentro inesperado.
Tres shinobis y una ninja médico corrían a toda prisa por un empinado lugar. La espesa neblina, sumado a una tierra lodosa dificultaba un poco el avance, sin embargo, ninguno se detenía ni aminoraba la marcha.
Lo primordial era llegar cuanto antes a Konoha.
La misión de recuperar el pergamino robado había sido un éxito, pero encontrar el escondite y acabar con las personas involucradas había tomado un poco más del esperado y aunque el líder del equipo hoja, se encargó de enviar la información mediante un halcón, todavía existía la posibilidad de ser atacados por otras aldeas en el camino o ser perseguidos por ninjas enviados a recuperar el importante papel.
–¡Allá! – gritó el líder de escuadrón Morino Ro, y señaló una dirección a la derecha. Los demás lo siguieron, listos para lo que viniera. La ninja médico por ir detrás de su equipo y estar un poco más abajo, no lograba ver qué señalaba el Shinobi a cargo, sin embargo, su incertidumbre no duró mucho.
–¡Identifíquense! –
De espaldas a ellos, un hombre de considerable altura, cabellera y piel azul, vestido con una capa negra y nubes rojas, giró levemente el rostro. Al oírlos, una sutil sonrisa emergió dejando expuestos sus aliados dientes.
–Hoshigaki Kizame… – dijo uno de los Shinobis de Konoha tras reconocerlo. El joven de cabello rubio y coleta alta, perteneciente al clan Yamanaka, de inmediato adoptó una posición de pelea y anunció. – ¡Es un Akatsuki! –
El pensamiento general, fue que esos dos ninjas, pudieron ser contratados por la aldea de la nube para recuperar el pergamino robado, por lo que sin pensarlo mucho, los demás se pusieron en guardia.
El brazo de Kizame subió hasta tomar el mango de un bulto que se encontraba vendado a su espalda. Aquella debía ser la famosa espada Samehada, que era perteneciente a los siete espadachines de la niebla y que el libro bingo describía como el arma principal del Akatsuki que tenían en frente.
La sonrisa de Kizame se escuchó, a la par que los apuntaba con su arma. – ¿Quién será el primero en darle a probar su chakra a Samehada? –
–¡Cuiden de la hija del héroe! – ordenó el Shinobi al mando, viendo la amenaza de alto rango, a la que se enfrentaban.
–¡Sakura-sama, apártese! – le gritaron los otros dos, poniéndose por delante y limitándola.
Sakura resopló y desvío la mirada hacia un costado por un momento; incómoda de oír esa frase continuamente. No entendía como lograba soportar Hinata todo los días esa tortura.
Sin decir una palabra, la Kunoichi sacó de su bolsa, dos kunais y se puso en guardia. No iba a contradecirlos, ni a discutir con ellos, sin embargo, tampoco iba a quedarse de brazos cruzados teniendo en frente tal amenaza.
De un momento a otro, el Shinobi con apariencia de tiburón, desapareció de la vista de todos.
Una ligera brisa, acarició los cabellos de la kunoichi. Esto la alertó y casi por instinto, saltó alejándose del ataque de Samehada; que sin piedad, cortó el aire donde estuvo ella parada segundos atrás. Si esa estocada la hubiese alcanzado, su vida se hubiese extinguido sin siquiera haberse dado cuenta de ello.
Ni bien el arma tocó el suelo, Kizame se lanzó sobre la Kunoichi, quien cargó suficiente chakra en los puños y kunais para responder de igual modo. No iba a tomar a la ligera el enfrentamiento. Ese ninja desertor no solo tenía una apariencia aterradora, sino también un chakra que iba a la par. El libro bingo lo describía como equivalente al de un biju.
Esquivó sus continuos ataques y los respondió con sus kunais. Sin embargo, al esquivar algunos fue recibiendo cortés. Los más profundos fueron en el muslo y en el brazo. Lejos de importarle su profunda herida, la kunoichi tomó con ambas manos a Samehada, giró sobre su cuerpo soltándola y cargando suficiente chakra en sus piernas, le dio una fuerte patada mandando a estrellarse lejos a la espada.
No vio la reacción de Kizame, ya que cuando el arma salió despedida de las manos de su dueño, ella se lanzó a correr en sentido contrario.
Sus compañeros de equipo la preocupaban.
Se dio cuenta que mientras peleaba contra el Akatsuki, había escuchado a lo lejos el sonido de explosiones pequeñas, como si se trataran de sellos explosivos y no le había prestado mayor importancia, pues ellos eran tres contra uno. Sin embargo, hacia un tiempo que no escuchaba otro sonido que el de su pelea contra Kizame. Ellos luchaban contra alguien más y no sabía que estaba pasando en aquel lugar. Eso la inquietaba.
Miró rápidamente para atrás. Kizame no la seguía. No aminoró la marcha. Llevó una de sus manos a la herida de su brazo y comenzó a suministrar chakra curativo, no contaba con la cantidad necesaria para cicatrizar la herida, pero al menos lograría cerrarla para no desangrarse.
Al llegar vio al capitán y a su compañero inconscientes. Solo quedaba de pie el chico Yamanaka, que al oír pasos a su espalda, observó de reojo la dirección en la que lo había oído, con el fin de determinar la ubicación de la nueva amenaza.
Pareció sorprenderse por un segundo cuando vio a Sakura en esa dirección.
–¡Sakura-sama, aléjese de aquí lo más rápido que pueda! – le ordenó, volviendo su vista al frente. Jadeaba con fuerza y se lo veía agotado y molesto, con el entrecejo arrugado. Sus brazos se hallaban extendidos y formando con sus dedos un círculo; en uno de ellos, en el derecho una gran quemadura se evidenciaba.
'Shintenshin no jutsu' Sakura reconoció la técnica.
Exhausto el ninja rubio cayó, sin embargo, una de sus rodillas absorbió todo el golpe, al hincarla en el suelo. Se negaba a caer y abandonar la pelea. Su rostro se levantó desafiante hacia el causante de su molestia.
Las jades de la Kunoichi siguieron su línea de visión y se encontró con un par de ojos carmesí atisbándola. La osca mirada que le devolvía el akatsuki, le era difícil de sostener. Apretando los puños con fuerza y concentrado el poco chakra que le quedaba, la Kunoichi corrió hacia él.
–¡Sakura, no lo hagas! –
Su puño fue directo y letal a golpearlo, sin embargo, no logró acertar en el blanco, pues el cuerpo del Akatsuki se disolvió en múltiples cuervos que salieron volando en todas direcciones. La grieta que se formó en la tierra tras impactar su puño contra el suelo, removió árboles de su lugar y levantó bloques enteros de tierra húmeda. Cuando giró para encontrarlo, se topó con un escenario totalmente diferente, no había nada a su alrededor, más que nubes negras y un cielo completamente rojo.
La Kunoichi cayó desvanecida.
–¡Sakura-sama! ¡¿Qué le has hecho?! – le gritó el ninja sensorial, con veneno en la voz.
–Pronto lo descubrirás. – fue la escueta respuesta que recibió.
El ninja apretó los dientes furibundo. Deseaba quitarle a golpes la inexpresividad del rostro a ese maldito.
Abandonando la idea de entrar a su mente, tras intentarlo sin éxito, desunió sus manos. Cambiar de estrategia resultaba el mejor plan por ahora.
Extendió el brazo y tomó su arma. Se puso de pie sin descuidar a su oponente y reafirmó el agarre de su fūma shuriken, listo para luchar. Sin embargo, se vio obligado a detenerse en su lugar, cuando a su espalda le llegó el sonido de unas pisadas acercándose.
El ninja sensorial, se giró solo un poco, para así tener una visión periférica de ambos enemigos y se encontró con la figura de Kizame emergiendo entre la espesa niebla.
De un momentos a otro, el panorama había empeorado todavia más.Tragó saliva.
–Estas acabado muchacho. – lo escuchó decirle, el desertor de Kirigakure.
Antes de poder siquiera pensar en alguna estrategia, el shinobi comenzó a sentir las fuerzas de su cuerpo abandonarlo, poco a poco, todo se fue volviendo negro. Antes de caer al suelo completamente y agonizando la tortura de entrar en un espantoso genjutsu, el hombre observó a sus compañeros caídos y se lamentó no haber podido hacer más.
Su cuerpo inconsciente cayó pesadamente salpicando lodo al estrellarse.
Kizame caminó hasta que sus sandalias ninjas tocaron ligeramente el cuerpo de la ninja médico. Observó los cuatro cuerpos tendidos, mojándose de a poco, con la lluvia que acababa de comenzar y con sus rostros sumidos en agonía.
Itachi acortó la distancia entre ellos y se fijó en la mujer. La caída provocó que la herida en su pierna mal curada, se abriera nuevamente, de su brazo brotaba más, pero no era tan profunda como la otra. Se estaba desangrando.
–Parece frágil, pero no lo es. – Comentó Kizame, siguiendo la línea de visión de su compañero. Una sutil sonrisa apareció en su rostro, demostrando más placer por decir aquello que enojo.
