Me gustaría decir que aún no me he puesto al día con la serie, apenas he visto unos cuanto capítulos, así que es muy posible que no maneje del todo bien a los personajes, pero no pude evitar hacer esto, ellos son tan lindos.

Lamento cualquier falta de ortografía.


El helado viento le despeinó los cabellos a Adrien e hizo tiritar a Lady Bug. Hacía poco había parado de nevar. Y París estaba varios grados bajo cero, su traje negro conservaba el calor tan bien como cualquiera de sus abrigos pero Adrien se preguntó si el de Lady Bug haría lo mismo, y, al verla tiritar de nuevo, no pudo evitar preocuparse pensando que no.

Era 24 de diciembre, pero el mal no tenía vacaciones ni descansos. Adrien había tenido que salir huyendo de una para nada cómoda cena de Navidad con algunos socios de su padre (y Natalie por supuesto). Se suponía que iba a reunirse con Nino en cuanto pudiera huir de la cena, pero había terminado llamándole a toda prisa para decirle que no se sentía bien, y salir corriendo a perseguir un Akuma. A veces era tan difícil ser él.

Pero la suerte parecía estar de su lado y aquel Akuma había sido muy fácil de vencer, a su disfraz todavía le quedaba rato.

Miró de reojo a Lady Bug. Tenía las mejillas más sonrojadas de lo habitual, y Adrien pensó que se veía aún más guapa. Quizá la nieve o el ambiente festivo ayudarán un poco, pero sin duda ella estaba más guapa.

Adrien pensó en decir algo. Lo cual era extraño, usualmente no pensaba en que decía cuando estaba con ella, y cualquier clase de tontería salía de su boca sin poder evitarlo. Sin embargo, aquel día lo pensó, y antes de que pudiera encontrar algo que decir, las campanadas del reloj marcaron la media noche. Oficialmente ya era Navidad.

Entonces se inclinó hacia ella.

— Es Navidad. ¿Dónde está mi regalo? —preguntó, balanceándose de un lado a otro, como un niño.

Lady Bug lo miró con una sonrisa de medio lado y una mirada algo sarcástica.

—¿Es en serio, Chat Noir? ¿Cómo crees que tendría algo para ti?

—Ah, que cruel, yo sí tengo algo para ti.

Ella arqueó una ceja, escéptica.

Adrien tragó saliva y rebuscó coraje en todo los rincones de su cuerpo. Luego se acercó.

—¿Qué...

Pero ya estaba muy cerca, y antes de que ella pudiera a terminar su pregunta ya tenía los labios de Adrián sobre los suyos.

Los labios de Lady Bug estaban fríos, pero eran dulces, no empalagosos, solo dulces, Adrien pensó que era la mejor clase de dulce que había probado jamás, y quería seguir saboreándolo.

Pero se separó tan rápido como se había acercado, ella estaba más roja que antes y Adrien le dedicó su mejor sonrisa.

—Feliz Navidad, muy querida Lady Bug —dijo.

Y saltó del tejado, ya no le quedaba tanto tiempo, no podía abusar de su tiempo de transformación.

Se preguntó si aún quedaría algo del Bûche de Noël que juraría había visto en la mesa de postres antes de desaparecer de su casa.

Se daría una vuelta. Aunque de seguro ya no le sabría tan dulce como antes.


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