Qué decirles... tengo otras historias pendientes, pero les aseguro que pronto actualizaré, mientras tanto, les dejo este capítulo; lo hice para el cumpleaños de una amiga, está en la línea de una canción de la española Mónica Naranjo "El amor coloca", así que verán algunas palabritas por ahí que relacionan...

Saben que los personajes no son míos sino de JK Rowling, yo sólo ideé el asunto, espero les guste, si son gustosos de comentar lo agradezco enormemente...

Dedicatoria a quien me hizo ver el cielo, huir, subir y volar... Gracias, cielo.


"Mira el cielo…"

-¿Cuál quieres? -Preguntó pegada a su hombro, sin siquiera mirar a la gran masa azul sobre sus cabezas, echados como estaban sobre el césped crecido de su jardín.

-De todas las estrellas no me gusta una sola. -Soltó con tal seguridad que Luna frunció el ceño y confundida le clavó sus enormes ojos azules, ansiosa de una respuesta un poco más completa o reveladora, al no obtenerla, porque él se quedó mirando arriba soltando un suspiro, se incorporó y acomodando su barbilla sobre su mano, habló.

-¿Por qué? -Preguntó indiscreta y él, cerrando los ojos, comenzó a recordar el día en que todo comenzó.


26 de Octubre, Viernes

Lo que había comenzado como un simple suceso sin importancia, resultó pronto en un caos indescriptible, él temía y ella se emocionaba; la idea de un viaje para pescar al lado de su padre, seguida de la invitación casi masiva de amigos, desencadenó en una visita multitudinaria a un lago que el señor Granger había tenido el gusto de visitar cuando era niño. Entre la larga lista de invitados por los Granger relucían los nombres de, por supuesto, Ronald Weasley, Harry Potter, Luna Lovegood, Ginny Weasley y Neville Longbottom, así como de los padres de Ron, la abuela de Neville, Lavender Brown, las Patil, Cho Chang y otro grupo más que sólo espiaba a los famosos; en un principio, el quinteto acostumbrado, creyó que le sería fácil despegarse de la multitud, pero se equivocaron, pues no habían puesto todavía de pie las casas de campaña, cuando ya Viktor había invadido a Hermione, Harry y Ginny eran presas de los padres de la última y Neville tenía que controlar a su abuela que intentaba reprobar casi todas las acciones del resto del grupo.

Para cuando cayó la tarde, las tiendas estaban repartidas y quedaba una sola en un rincón del campamento aún sin armar, con espacio para dos y en la que se vieron obligados a quedarse Luna y Ron, cuando Dromeda Tonks llegó de improviso y se instaló con Potter y el resto, so pretexto del pequeño Teddy y sus ansias de pasar tiempo con el padrino; la cosa habría salido mejor de no ser porque la presencia de Krum tenía a Ron vuelto una fiera y Luna, con toda su dulce y tierna sinceridad, se lo mencionó un par de veces. Ron estaba enfurruñado, pegado al muro con los ojos casi cerrados, mientras Luna del otro lado de la tienda, paseando por la sala leía un libro, procurando no hablar para no provocar que esas cositas sentadas en sus orejas, lo volvieran a morder haciéndolo rabiar.

Esa noche ella durmió mucho, mas él no durmió nada; renegaba toda la noche, sospechándose mil cosas de Hermione y Krum, y cada que cerraba los ojos era sólo para verlos besándose en algún sitio oculto del bosque, burlándose de él. Pronto lo que sentía ya no eran celos, si no sólo la imperiosa necesidad de encontrarlos y saber si lo que pensaba era verdad, mil veces mejor que lo fuera y descubrirlos a que no y estuviera actuando como idiota; por eso salido el sol se metió las botas de montaña y salió de la casa de campaña, no sin percatarse de que la rubia se había levantado durante los pocos minutos que se había quedado dormido. Afuera todos hacían cosas distintas y cuando preguntó por Hermione nadie le supo decir dónde estaba, tampoco cuando preguntó por Krum, por eso se internó en el bosque temiendo se cumpliera lo que tanto pensaba por la madrugada.

Ojalá no hubiera sido así. En efecto, Krum y Hermione pasaban un momento romántico en un claro lleno de flores y mariposas mágicas que casi le provocaron náusea; sorprendido, humillado y herido, volvió sobre sus pasos con los puños cerrados sin mirar muy bien por dónde iba, los ojos los tenía empañados e hizo caso omiso del llamado de la castaña que había alcanzado a verlo huir. Porque sí, huía, tenía que escapar de ahí, los llamados de Hermione no eran de carácter enmendatorio, eran de carácter explicativo; ella lo seguía para explicarle, él tenía que huir de ahí ahora mismo, evitar el momento embarazoso y por eso, sin darse cuenta, dio vuelta en un rellano con pendiente, resbaló varios metros y luego se levantó para volver a echar a correr.

Y fue ahí, saliendo de entre las ramas de un enorme árbol, que dio con el lago que reflejaba el sol de la mañana con tanta fuerza que lo cegó; el viento que venía del agua lo hizo echar el cuerpo un poco atrás y llevarse las manos al rostro, en la orilla una figura delgada le volvió la mirada. Él lloraba y las lágrimas le resplandecieron a la luz del sol con fuerza por sobre las pecas y la nariz afilada, tanto que ella se quedó mirándolo con la boca abierta, impresionada; ella estaba clavada a varios metros de la orilla, con el agua hasta las rodillas y los pantalones doblados en los muslos, el cabello rubio trenzado y los brazos descubiertos y alzados.

Sólo se miraron un instante, bastó eso para no necesitar más; Luna sonrió y lo llamó hacia ella, sabiendo que necesitaba de su silencio y su locura para pensar en otras cosas; Ron se acercó hasta ella, huyendo de Hermione que seguro lo seguiría buscando. Metidos en el lago, los dos se enfocaron en mirar el agua, de la huída y su causal, con el tiempo ya ni se acordaron.


Gracias por pasarse a leer ^^