Debo agradecerles a todos por tomar su preciado tiempo para venir y leer esta historia, es mucho para mí…un millón de gracias. He estado desaparecida por mucho tiempo, y la razón es porque este site está actuando medio raro, no sé si es conmigo o con todos. Primero con que no dejaba publicar nada, segundo, no dejaba entrar a la cuenta…pero, nada está aquí.

Hetalia © a Hidekaz Himuraya (Gran hombre) © Algunas letras de canciones tampoco me pertenece pero, si les gustan me lo dicen y digo el cantante. Están ahí por diversión.

Parejas: no las digo para dejarlos con la intriga.

Advertencia: Magia… :)


La luz tenue de las velas alumbraba la oscura habitación. En el mismo centro había una figura al frente de una mesa cubierta por un capa negra mientras rompía el frio silencio con frases y susurros. Esta figura era Inglaterra, el cual hoy iba a demostrar que su magia era de alto rango comparada a la de sus hermanos o a cualquier otra persona que practique magia. Además, era una manera de pasar su tiempo libre.

Lentamente empezó a decir los encantamientos mientras el pequeño círculo que había dibujado al frente empezaba a iluminarse. Cuando esto sucedió, coloco un caldero en el medio y empezó a lanzar ingredientes. El liquido adentro del caldero se torno de blanco a violeta dando señal de que el hechizo ya había sido terminado pero, pese a esto Arthur sentía que hacía falta algo para poder satisfacerse así mismo.

—Creo que necesita mi toque personal— murmuro el británico, colocando el libro aun lado de la mesa y dirigiéndose a un gabinete donde estaba todos tipos de ingredientes, materiales y libros relacionado con magia, hechizos y unas cuantas maldiciones.

No puedo ser rey de Inglaterra si puedo tratarte como una princesa~

El británico sobresalto al escuchar su teléfono haciendo que unos cuantos envases de cristal se cayeran al suelo rompiéndose en el proceso. Viendo todos los líquidos mezclarse en el piso pego un grito molesto y rápidamente contesto el teléfono.

—Rápido, claro y preciso. Ahora Alfred— dijo el británico más que molesto, por la canción del teléfono sabía que era el americano desde el principio pero, luego de esta llamada se hará cargo de cambiar ese tonito.

—Iggy no encuentro mi correa— dijo el americano en un tono infantil que enfermaba al británico que acababa de golpearse la cara ante la estupidez escuchada. —No voy a poder salir al cine—

—Alfred…lo tienes en tu cintura…—murmuro el británico mientras recogía los pedazos de cristal esparcidos por el piso. Pensando en que hacerle a Alfred para que deje la estupidez que lo identifica.

— ¡Oh si! Gracias Iggy, eres el mejor…— Arthur no dejo ni que el americano terminara la frase para cortar la conversación.

Dejando su teléfono a un lado miro fijamente al desastre provocado por la llamada; viendo como unos materiales difícil de conseguir se esparcían por todo el piso. Respiro profundo, no tenia que molestarse por eso, solo fue accidente, nada más. Volvió a acercarse al gabinete y tomo otros envases para seguir con su hechizo.

Don't want to be a Canadian idiot. Don't want to be some beer swillin' hockey nut~

Una vez más el británico dejo caer dos de los cuatro envases que tenia. Lanzo los otros dos al piso por la rabia para desesperadamente revolcarse sus cabellos. Para Arthur los otros no pudieron escoger mejor hora para molestarlo con sus llamadas, especialmente los hermanos americanos.

—Solo te reconocí por la canción. ¿Qué fue Matthew? — dijo el británico, dos dedos masajeando su frente para evitar decir unas cuantas cosas con las cuales en un futuro se puede arrepentir por haberlas dicho.

— ¿Qué canción Arthur? — pregunto tímidamente el canadiense, su voz tan dulce y calmada como siempre.

—Ehhh…una…pero, ese no es el punto. ¿Qué fue?— el británico miro que ya no quedaban más que un solo envase de cristal el cual contenía un liquido color rosa pálido. Con suma delicadeza lo tomo y no tenía ninguna inscripción ni nada. Era raro para el ya que él se hacía cargo de marcar todos los envases describiendo brevemente su contenido o posibles efectos secundarios pero, este no tenia ninguno.

— ¿Alfred no te llamo para hacerte una pregunta? — el británico sentía que iba a estallar de lo molesto que estaba. Si, Alfred era un estúpido, eso lo sabía desde un principio pero, de que Matthew le llevara competencia no lo sabía.

—Sí, sí lo hizo. Matthew estoy un poco ocupado. ¿Podrías llamarme mas tarde? — y sin que el canadiense se despidiera corto la llamada para tirar contra el piso el teléfono, haciéndose cargo de que no sonara más en su vida.

Con eso atrás, y seguro de que no iba a sonar su teléfono fallecido, agrego el líquido y dijo las últimas frases del conjuro haciendo que el líquido del caldero pasara de violeta a rosa. Para Arthur esto fue algo raro ya que el libro decía que el color final era violeta. Reviso de nuevo el todos los procedimientos que había hecho y decía lo mismo; color final violeta, no rosa como estaba ahora.

— ¿Arthur, ya saliste de ahí? Necesito sacar algo que deje— Arthur ya se había dado cuenta desde un principio de que este no era su mejor día, ya que hasta sus hermanos habían decidido molestarlo en su más preciado tiempo; tiempo libre. Rindiéndose fue hasta la puerta y la abrió encontrándose con un chico de ojos verde muy parecido a él. Casi se pudiera decir gemelos pero, este era más rubio que el británico, su pelo más corto y recogido, no como el de Arthur que es todo revuelto.

— ¿Qué quieres tu, Gales? — pregunto el británico en un tono bajo pero, agrio. Al otro no pareció molestarle por que entro enseguida a la habitación viendo todos los envases rotos en el piso. —No preguntes—

—Creo que hasta el mío lo rompiste pero, nada, creo que no habrá broma para Escocia— dijo el joven agachando los hombros a punto de salirse de la habitación pero, el británico lo detuvo.

— ¿Qué envase? Si se puede saber y tienes la amabilidad de decírmelo— el británico dijo en un tono curioso lo que hizo que su hermano arqueara la ceja en confusión.

—Uno que tenía un líquido rosa pálido. ¿Por qué? — pregunto el joven saliendo de la habitación.

—Oh, si…lo rompí… ¿Me puedes contar la broma? — sonrió sarcásticamente el británico mientras el otro soltó una carcajada.

—Irlanda del Norte y yo íbamos a convertir a Escocia en un niño pequeño— sonrió Gales — ¿Arthur…y esa cara de espanto? —

—También rompí mi teléfono, préstame el tuyo— Gales no dijo nada, solo hizo lo que le dijo Arthur y siguió andando, dejando atrás a un británico con cara de espanto marcando números.

— ¡Sapo! — grito Arthur cuando por fin contestaron en la otra línea.

—Yo también te amo mon Angleterre— respondió el francés —Pero, si llamaste para…

— ¡Francis escúchame y no te atrevas a cortar la llamada porque voy a tener en donde estas! — amenazo el británico desesperadamente mientras buscaba en unos cuantos libros que tenia a la mano en esos momentos pero, no encontraba nada.

—Ummm…mon chérie…me gusto la última parte— ronroneo el francés escuchando un grito de protesta de parte del británico.

— ¿Dónde estas Francis? — volvió a gritar

—En mí querida Paris. ¿Por qué preguntas mon amour? — Francis empezó a preguntarse porque el británico sonaba tan desesperado. — ¿Arthur que paso? —

— ¿Francis, crees que puedas llegar a Estados Unidos y luego a Canadá? — Arthur coloco el teléfono entre su oído y hombro mientras seguía buscando en vano una solución temporera.

— ¿Qué hiciste Arthur? — pregunto curioso el francés.

—Creo que convertí a Alfred y Matthew en niños — suspiro rendido el británico sentándose en la silla más cercana a él.

¡Mon Dieu! ¿Qué hiciste que? Me iré enseguida— dijo el francés para después cortar la llamada, dejando a un británico pensativo y preocupado. No sabía que este suceso iba a traer para los demás. El solo espera que el sapo francés llegue antes de que alguien más se entere sobre esto y se aproveche de la situación.


— ¿Mor? —


¿Qué piensan de mi primer capítulo? ¿Les gusto?

Cualquier crítica o mensaje…ya saben.

Review :)