Una marea extensa de tonos castaños y rosas adornaban las sábanas violetas de aquella cama, jadeos y gemidos hacían una sintonía digna de envidiar a todo aquel que la escuchara, pero para las dueñas sólo era un incentivo para seguir con lo que hacían. Los ojos de la castaña se encontraron con los de la pelirosa, tocó el tatuaje de su mejilla y pensó en lo doloroso que debió haber sido aquella experiencia; los pensamientos fueron interrumpidos a causa de que la vista se le nubló indicando el fin de aquel encuentro.
Un cuerpo moderadamente más ejercitado que el de ella cayó sobre el suyo respirando agitadamente, la respiración constante en su oído le producían unas cuantas cosquillas que ocasionaron que una corriente eléctrica recorriera su espina dorsal, aunque no se comparaba con la que había sentido hace unos segundos atrás.
Estaba acostumbrada a ese tipo de encuentro con su compañera de trabajo, nunca había otros sentimientos de por medio además de la lujuria y las ganas de estar con alguien. Pero esta vez algo era diferente aunque la de cabellos de color normal ignoraba aquello por miedo a estar sintiendo algo por su acompañante, la cual conocía de cierta forma para saber que nunca correspondería tales sentimientos. La miró de reojo cuando dejó de sentir su peso y se sonrojó al encontrarla con la mirada sobre ella, eso sí que la sorprendió ya que ella solía darle la espalda hasta quedar dormida.
La rosa se acercó a su rostro y depositó un beso lleno de ternura en sus suaves labios, ocasionando que abriera los ojos estupefacta y recibiendo una risa sonora como respuesta.
La joven recordó aquel momento en el que sus ojos se encontraron por primera vez: la chica con varias perforaciones golpeaba a un hombre sin piedad sólo por el intento de despojarlo de sus pertenencias, mientras que la otra hacía su recorrido diario del trabajo. La criminal se resistió al arresto huyendo de la oficial quien sin pensarlo corrió detrás de ella buscando que la justicia ganara una vez más.
En un descuido la rosa bajó la velocidad permitiendo así que su perseguidora la alcanzara tirándola al suelo y quedando sobre ella con los rostros muy cercanos uno del otro, la delincuente sonrió de medio lado ante la posición provocando el primero de muchos sonrojos en las mejillas de la castaña. Luego a eso y a un juicio que determinaría el futuro de la criminal se llegó a un acuerdo donde ésta formaría parte de la unidad policial teniendo de compañera a su captora, quien mostró negación al momento en que se le fue informado, aunque su opinión no contó ya que ante ella tenía a la chica vistiendo el uniforme de manera desaliñada.
-¿En qué piensas?- La interrogante por parte de su compañera de cama la sacó de sus recuerdos.
-No es nada- Respondió con su típico tono de desinterés, que ella se preocupara por lo que estaba pensando ya se le hacía extraño.
-¿Pensabas en lo mucho que me quieres?- Siguió cuestionando la otra con tono divertido.
La castaña la miró con incredulidad por aquella pregunta, nunca habían tocado el tema de como se sentían y que ella dijera semejante cosa la hacía extrañarse aún más.
-No, no tiene nada que ver.- Se atinó a responder desviando su mirada a la nada.
Vi se acomodó en su lugar cruzando los brazos detrás de la cabeza apoyando esta última en ellos. La sonrisa divertida aún decoraba su rostro.
-Yo también te quiero, Cait- Agregó y entonces sintió esa mirada sobre ella.
