¡BUENAS, KURO-FANDOM!
Siendo sincera, este One-shot se me ocurrió luego de leer el capítulo 81 del manga… así como para desahogar mi decepción de que Yana-sama no insinuara SEBASMAY durante el baile de la fiesta del 4 de Julio en Weston College. Si bien hubo una pequeñísima imagen Our!CIELIZZY, pues, ¡VAMOS! ¿Qué le cuesta a mi querida mangaka insinuar un poco más de parejas hetero?
Aunque hubo una random referencia SOMAYLENE (What the F*ck!?) hay público fanático del Sebastián x Maylene (incluyéndome…) que le agarraron amor a tal pareja por las insinuaciones, momentos graciosos y tiernos a inicios del manga.
Bueno… espero disfruten este pequeño one-shot (n.n)
Dejen sus opiniones, reviews, consejos y NADA de insultos. ¡Gracias!
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DISCLAIMERS: Ni 'Kuroshitsuji' ni sus lindos personajes me pertenecen, sino a Yana Toboso-sama. Lo único mío es esta historia y los hechos ocurridos aquí.
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ADVERTENCIAS: Incluidos Spoilers del manga de Kuroshitsuji, más que todo del arco de Weston College y específicamente del capítulo 81. La pareja protagonista es BLACKILLER/SebasMay; si te gusta o no ya estás avisado y guerra avisada no mata soldado. También debería añadir que hay SUPER LEVES insinuaciones de SOMAYLENE, aunque no lo planeé, así me salió. Igual algunas insinuacion-cirijillas de ROYALDIAN/Our!CIELIZZY.
» Y aunque a estas alturas YA SÉ LA VERDAD DETRÁS DE LA FAMILIA PHANTOMHIVE, esta historia fue escrita DURANTEla emisión del arco de la escuela pública. No pienso modificar ni hacer menciones del "gemelo" de Our!Ciel… al menos hasta saber el nombre real del contratista de Sebastián, o por lo menos por qué dicho niño tomó la identidad de su hermano en lugar de hacer el contrato por su nombre propio (Algo que personalmente me intriga ya que habría tenido que asumir la responsabilidad de ser el sucesor de Vincent AÚN sin ser Ciel, pues cuando el sucesor original muere, el hermano que le sigue toma dicho puesto) Y por sobre todas las cosas, PARA MÍ el "Ciel" que conocimos a lo largo del manga SÍ está enamorado de Elizabeth. Los que discrepen con esto, respeten mi opinión de igual manera, ¿está bien?
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[ONE-SHOT]
"Dance lessons under moonlight"
(Lecciones de danza bajo la luz de la luna)
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… PARTE 01: Los celos del "profesor"…
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Era el 4 de Julio en Weston College, y para sorpresa colectiva, la Casa que salió victoriosa en el Torneo de Criquet fue nada más ni nada menos que Sapphire Owl. También conocida como la Casa Azul. Y luego de su triunfo, los miembros de ésta estuvieron en medio del "Acto" de los botes. Pero al NUNCA imaginarse que serían los ganadores ese año, no habían asistido a NINGUNA de las prácticas del acto, ni una sola vez… por lo que acabaron volcándose y cayendo al agua.
Sin embargo, el bochorno y burlas blancas de ese episodio se vieron reemplazados por asombro, a causa del hermoso y maravilloso espectáculo de los fuegos artificiales.
Después de eso y de que se llevara a cabo el banquete, los miembros de la orquesta escolar empezaron a tocar los instrumentos y la música inundó el ambiente. Muchas personas empezaron a bailar, entre ellas Elizabeth y Ciel ante incitaciones del nuevo amigo del último, McMillan. Junto a la tía Frances y el señor Tanaka; por la incitación del animado esposo de la marquesa, Alexis. Y al igual que el hermano mayor y la dama de compañía de la misma Lizzy, Edward y Paula, entre otras parejas de baile…
Incluyéndose entre los bailarines, estaban Soma y esa persona. A causa de la misma invitación que la mucama Phantomhive recibió del príncipe, quien ahora hacía de temporal "estudiante de intercambio" de la Casa Roja: Scarlet Fox.
Así fue como pasó todo. Una dulce sonrisa y un educado, pero simpático saludo de parte del joven hindú, alzando el pequeño sombrero que tenía y recibiendo un sonrojo de la tímida criada, fue el inicio del aceptado baile al compás de la música. Probablemente el rubor no fue por enamorarse del muchacho cinco años menor que ella, sino por lo adorable que se veía el mismo al momento de invitarla.*(1)
Así como la aparente razón de que cierto "profesor en cubierto" frunciera disimuladamente su ceño, con sus ojos escarlatas entrecerrándose ligeramente y con su rostro tornándose serio repentinamente. Mucho más de lo que sus anteojos de bordes delgados le brindaban para sustentar su imagen intelectual de maestro. Pero debía disimularlo lo más posible, sonriendo y uniéndose al ambiente animado de la celebración del 4 de Julio.
Aunque Sebastián no pudo evitar sonreír de forma divertida por un momento, al ver al ancianito Tanaka bailando con Madame Frances. ¡Vaya! Era la primera vez que la titánica y dictadora mujer le causaba gracia, en lugar de la "intimidación" usual cada vez que quería arreglarle su "desaliñado" peinado, al menos según ella.
—¿Profesor Michaelis? —Lo sacó de sus pensamientos una juvenil vocecita.
El aludido se giró y vio que quien lo llamó fue ese mismo estudiante de primer año, miembro de la Casa Azul y amigo de su joven amo, N. McMillan.*(2) Lo miraba curioso detrás de sus gafas, con su carita aniñada y menudita, adornada por varias pecas a lo largo de su nariz. Sonriendo de forma casual y atenta, no necesariamente fingida, Sebastián le preguntó cortesmente:
—¿Sí, joven McMillan? ¿Qué necesita?
—Disculpe mi incumbencia, pero… ¿No piensa bailar? —Al ver que el hombre de cabello negro enarcó una ceja, el muchachito de cabellera castaña y rizada sonrió, añadiendo—. Bueno, los profesores de Weston College también tienen derecho a divertirse durante estas celebraciones~
—Ah, con que a eso se refería… —Susurró para sí mismo el "demonio de profesor", pero contestó con otra sonrisa—. Pues por ahora no siento el deseo de bailar… pero le agradezco ser tan atento conmigo, joven McMillan.
El Sapphire Owl de primer año pareció extrañarse de esa respuesta, la sorpresa adornaba su infantil y tierno rostro.
—¿Seguro, prof. Michaelis? ¿No tiene alguna persona especial rondando su corazón y con la que quiera bailar? A no ser que no se encuentre presente aquí, ¿o será que…? —Sebastián miró interrogante al estudiante, el cual poseía una mirada alegre y sonrisa de entendimiento—. ¡Eso es~! Ya sea que esté presente o no en esta celebración… el prof. Michaelis valora tanto a esa doncella que le es fiel hasta en los bailes, ¿verdad? ¡Y por eso se niega a bailar con otra mujer~!
—¿Perdón? —Sebastián lucía escéptico, casi dudoso. Pero no sólo de la "brillante deducción" de McMillan, sino de sus acciones propias. «¿De qué habla este mocoso…?»
—¡Exacto~! El prof. Michaelis ama mucho a alguien y es totalmente fiel —Seguía hablando el pecocito en completa inocencia, sonriendo enternecido y hasta con sus ojitos brillando de la ilusión—. Aunque eso no me sorprende, con lo amable que es el prof. Michaelis es lógico que su sentido de la moral sea tan alto. ¡Pero no debe sentir que hace algo incorrecto al bailar con alguien más! Ésta es una fiesta… ¡así que celebre, profesor! Ya luego podrá bailar con su persona amada, por ahora relájese y baile con quien desee~
Y dichas esas palabras, el muchachito se marchó hasta otro lado de la fiesta.
Dejando solo a un Sebastián con semejante interrogante recorriendo su mente: ¿De verdad se estaría negando a bailar por no querer serle "infiel"… a ella?
Y ahora, a raíz de tal duda, surgían otras más. ¿Por qué sintió cierta molestia por ver a Soma bailando con ella?
Incluso si fuera para guardar apariencias, ¿por qué se negaba a bailar con alguien más en lugar de ella?
No era que estuviera enojado totalmente, ni con ella ni con el príncipe; ya que sólo fue una inocente invitación a bailar. Nada del otro mundo… aunque si le molestó un poco.
A lo que la gran duda era: ¿Cuál sería la causa de eso? Acaso se trataría de… ¿Celos?
¡Ridículo! Los demonios no sentían tal cosa y aún si fuera así —lo que se negaba a aceptar por su orgullo— no tenía porque sentirlos.
Solamente fue una invitación a bailar y nada más. A pesar de ser un adolescente a un pie de la joven adultes, Soma era tan inocente que ninguna de sus acciones tenía segundas intenciones. Era prácticamente un alegre y espontáneo niño, un niño alto y morenito. Además que por más ruborizable que fuera ella, apartando su a veces pervertida mentecilla, era tan o hasta más inocente que el mismo príncipe.
Incluso… algo que Sebastián sabía, más no le daba la importancia necesaria… era que la mucama sólo tenía ojos para él y su corazón albergaba sentimientos por él.
Ya faltaba una hora para que se diera por culminada la celebración y aún había algunas personas bailando. Aunque la mayoría charlaba tranquilamente en las mesas repartidas alrededor de los jardines. El buen McMillan y el "encubierto" conde Phantomhive; su prometida y el resto de la familia Middleford; Soma y el buen Agni; la humilde Paula y los sirvientes de la mansión Phantomhive; al igual que los estudiantes de las demás casas y el resto de invitados que no bailaban charlaban entre sus familias y conocidos.
Sin embargo, cierta mujer de cabello rojo granate y gafas enormes parecía perdida en sus pensamientos, también notablemente nerviosa. ¿La razón? Pues un sonriente Soma que se acercó caminando a ella, ya nos aclararía la razón.
—Disculpa, Maylene… —Llamó tranquilamente el de piel morena.
Pero no pudo continuar con su oración, ya que la criada se levantó de su asiento de un salto, agitando los brazos y gritando exageradamente:
—¡L-L-LO LAMENTO, PRÍNCIPE SOMA! ¡Discúlpeme, discúlpeme! ¡POR FAVOR, DISCÚLPEME! —La pobre se notaba bastante apenada y arrepentida—. ¡L-le juro que no fue mi intención p-p-pisarlo al final de nuestro b-b-baile! ¡Ni tampoco t-t-tropezar a lo largo de éste!
—¿Ah? Descuida, descuida~ —Soma posó ambas manos sobre los hombros de la mujer, sonriéndole con seguridad y hasta diversión por recordar lo ocurrido—. No debes disculparte, Maylene. También soy principiante en eso de los bailes londinenses, además… ¡Fue muy divertido~!
La pelirroja pareció relajarse ante la seguridad y despreocupación de las palabras del hindú, a lo que sonrió tímidamente y asintió de la misma manera:
—¡S-sí…! Tiene razón, príncipe Soma~
—¡Hay que bailar de nuevo en otra ocasión~! —Propuso animado y juguetón el de cabellera ciruela, sin ninguna intención más que la de bailar y divertirse sanamente—. ¿Sí, Maylene?
—¡C-claro, príncipe! Sería un h-honor~
Sentado algunos metros a lo lejos y en la mesa de los maestros, el semblante serio de Sebastián no se suavizaba, en lo más mínimo. Más bien parecía aumentar hasta el punto de ensombrecerse. Casi como todo maestro que se precie al momento de reprobar a más de la mitad de sus estudiantes. Aunque era totalmente consciente de que la invitación del príncipe hindú a la criada londinense —la cual quisiera o no, llegaba hasta sus oídos finos y diabólicos— no significaba nada íntimo, careciendo intenciones de conquista o seducción… no se sentía nada cómodo con ellas.
¿Será que en realidad le molestaba que el "mocoso príncipe" hubiese bailado con ella, SU Maylene, en lugar de él?
¡Bah! ¡TONTERÍAS! ¡Eso eran!
Eran sólo tonterías, ocasionadas por las preguntas del chico McMillan.
Aún si fuera así o no, debía centrarse en la misión que su joven amo y él tenían en ese lugar. Por lo que al menor rastro que hubiera del "misterioso director", debía averiguar lo que fuese sobre él y resolver el caso. Sobre todo porque su "Amo y Señor" estaba más decidido en descubrir la verdad, ahora que la Reina estuvo presente durante el evento del 4 de Julio —haciendo aparición durante el "bochornoso" acto y caída de los botecitos de la Casa Azul— y quería presentarse ante ella con la respuesta al dilema de los chicos desaparecidos de Weston College.
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… PARTE 02: El plan del "Profesor"…
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—Prof. Michaelis, ¿me permite un minuto? —Ante el llamado de una masculina, gruesa y algo monótona voz, Sebastián se giró y se encontró con un par de fríos ojos mirándolo.
Pertenecientes al Sub-director de Weston College, Johan Agares. Un hombre tan alto como él, tan menudo como él, de cabello tan negro como el de él, tan misterioso como él… y tan apuesto como él. Aunque su actitud era estoica, indiferente, algo fría pero tranquila y que en otras circunstancias le recordaría a alguien*(3) de su mismo origen… también podía ser un poco torpe ante sus ÉPICOS tropiezos.
Estaba parado a su derecha, pues parecía recién llegado a la mesa de los maestros. ¿Habría estado con el "misterioso" director? Era lo más probable… aunque sonriendo de forma amable —esta vez sí falsamente, pues el Sub-director le daba mala espina— el de ojos rojos continuó con la charla:
—¿Dígame, Sr. Agares~?
—Tal vez no sea de mi incumbencia. Pero… —El sub-director miró un segundo a la pista de baile, donde unas pocas parejas continuaban con ello. Luego observó a su "compañero"—. ¿No piensa bailar?
«¡POR DIOS! ¡Hasta él lo pregunta…!» Pensó con fastidio, para luego enarcar una ceja al caer en cuenta de sus propias palabras. Aunque fuese una expresión "casual" entre los humanos, resultaba algo extraño y hasta irónico que un demonio mencionara a tal "divinidad". Arreglándose sus anteojos en un ademán elegante con su mano diestra, respondió lo más calmado posible:
—Por ahora no, Sr. Agares…
Ante la respuesta del profesor, Johan lo vio nuevamente y por unos segundos, su máscara monótona se tornó ligeramente curiosa. Y tomando al otro con la guardia baja, lo remató al inquirir:
—¿Quiere decir que bailará en otro momento?
De haber estado bebiendo algo y por más refinado que fuese, seguro que Sebastián hubiese hecho un escupitajo al escuchar eso. Afortunadamente no fue así, simplemente sus ojos se abrieron de par en par. Johan se cruzó de brazos y asintió, ya tan calmado como siempre.
—Entiendo, siéntase totalmente libre de disfrutar de la celebración.
—Con todo respeto, Sr. Agares, eso no es lo que-…
Más el "demonio de profesor" no pudo acabar su aclaración, un sonido sordo le interrumpió y desconcertó un poco. Se giró y en efecto, el Sub-director ya no estaba a su lado… sino algunos metros lejos, caído de cara al suelo y con su pierna enredada al borde traicionero de un mantel que adornaba una mesa —afortunadamente— vacía del jardín. Otro tropiezo épico a la orden. Sebastián suspiró de nueva cuenta. Ya que las palabras de Johan no sólo ocasionaron que sus dudas volvieran, sino que hasta aumentaran e incluso que le asaltaran algunas más.
«¿Bailar con Maylene en otro momento?» Se cuestionó en su mente el demonio, con su mirada carmesí perdida en el lago cristalino ubicado unos metros lejos de donde se encontraba. «Ahora que recuerdo: en su conversación con el príncipe Soma y por lo que yo mismo pude ver… ella tropezaba mucho e incluso lo pisó…»
Entrecerrando sus ojos y llevándose una mano al mentón, se sumergió en sus pensamientos por unos segundos más… hasta que una idea llegó a su mente.
Una sonrisita misteriosa adornó su rostro aterciopelado. Había tomado una decisión y tenía la excusa perfecta para acercarse a la sirvienta, opacando un poco las sospechas de que quisiera bailar con ella por interés o amorío. Más para que ni los estudiantes ni demás invitados —que no supiesen que era el mayordomo de Phantomhive— descubrieran que iba de encubierto… debería dirigirse a Maylene de forma educada y no "tú-tearla", hacer como que no se conociesen.
Era un plan simple, pero efectivo. Y sin embargo, sólo había un inconveniente…
¿Ciel aceptaría que bajase la guardia en su vigilancia del sospechoso Sub-director y del ausente director, para poder bailar con Maylene por unos minutos?
Ése era el punto crucial y que le impedía realizar su idea…
En otras palabras: ¡El orgulloso conde enano del parchecito pirata le jodía el plan!
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—Oye, Ciel… —Ante el llamado de su amigo McMillan, el aludido se giró a verlo. El "Sapphire Owl" pecoso lucía algo preocupado—. ¿No crees que el prof. Michaelis se ve algo estresado?
—¿Estresado? —El Phantomhive lucía francamente extrañado. ¿Sebastián? ¿Estresado? ¡Si era un demonio, por amor al dulce! Aunque luciendo interesado en saber la causa de tales sospechas, fingiendo una expresión preocupada para aparentar que sí lo estaba, Ciel preguntó—. ¿Cómo así, McMillan?
—Pueeeeees… —El chico alargó esa palabra en lo que se llevaba una mano a la nuca—. ¿Cómo te explico? Creo que ha estado muy ocupado últimamente. Tanto en ayudar con los preparativos anteriores a la celebración del 4 de Julio… el haber guiado la orquesta unos momentos durante una ronda de los partidos de Criquet… al igual que de haberse encargado de llevarte a la enfermería para sanar tu herida en la frente…
A medida que McMillan seguía nombrando y enumerando las cosas que el "profesor" había hecho durante esos días, Ciel frunció su ceño ligeramente al recordar lo de su "golpe" durante el partido contra la Casa Verde de Green Lion. A la vez en que recordaba los demás "deberes ocultos" que su mayordomo había hecho: como el seguir al director fantasma a escondidas… cambiar el pastel de Baldroy por uno delicioso y no tóxico… lo de traerle a Ciel un traje justo a la medida —pues el que originalmente le entregaron era más grande— para el momento del acto de Victoria, entre algunas otras cosas más…
—Yyyyy bueno, por todo eso… —Volvió a la tierra al escuchar que su amigo todavía hablaba, concluyendo en un suspiro—. Creo que es mucho trabajo para él, necesita relajarse un poco…
Ciel enarcó una ceja, repartiendo miradas disimuladas entre su mayordomo y las demás personas que bailaban —incluidos varios miembros del profesorado de Weston College— y analizando detenidamente la situación. Ahora que lo pensaba, por más demonio que fuera, no era imposible que Sebastián se cansara. Recordaba bien lo sucedido al final del incidente del Campania… y se había esforzado mucho durante su tiempo en aquella escuela. Todo sirviente merecía recompensas o tiempos de descanso de vez en cuando, incluso los sirvientes infernales.
—¿Sabes qué? Tienes razón. ¡Iré a hablar con él~! —Fingiendo una voz animada, Ciel se levantó y se acercó falsamente sonriente hacia la mesa de los maestros. Más específicamente hacia el "profe" que miraba el lago con tranquilidad y maquinando algo en su cabecita oscura—. Disculpe, prof. Michaelis…
Saliendo de su ensimismamiento, el azabache miró a su "estimadísimo" alumno y sonriéndole "amablemente", preguntó:
—¿Sí, joven Phantomhive? ¿Qué necesita, pequeño?
—Si no le es molestia, ¿podríamos hablar en privado unos minutos~? —La sonrisa de Ciel se ensanchó, en señal de estar internamente molesto por ese insultante «Pequeño» que el demonio usó para dirigirse a su "no pequeña sino joven" persona.
Siendo consciente de que esa encantadora sonrisa significaba lo mismo que si le hubiera gritado: "¡Pequeño será tu cerebro, bastardo! ¡Levanta tu trasero de esa silla y muévete ya!", Sebastián se puso de pie y sonrió de igual forma. Aparentando amabilidad cuando en realidad era de burla:
—Por supuesto… pequeño Phantomhive~
Aunque el menor no perdió su sonrisa falsa, una pequeña y disimulada venita palpitó en su mejilla ante el hincapié que el "profesor" hizo en ese nuevo «Pequeño». Sebastián lo conocía lo suficiente para saber que, una vez se encontraran solos y lejos del ojo público, el condecito pasaría a asesinarlo vivo con el ojito que el parche no cubría.
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… PARTE 03: La lección de baile del "Profesor"…
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—Oye, Bard… —El ex-militar se giró, viendo que quien lo llamó fue su única compañera femenina—. ¿A qué hora dijo el Sr. Tanaka que volveríamos a la mansión?
Con su siempre característico cigarillo en la boca, el veterano chef se cruzó de brazos y respondió:
—Pueeeees… si mal no recuerdo, dijo que nos iríamos cerca de las 7:30 pm, a más tardar a las 8:00 pm —Al ver la carita de desilusión detrás de sus gafas tamaño botella, el rubio de ojos turquesas enarcó una ceja—. ¿Qué sucede? ¿Ya quieres irte, Maylene?
—E-esto… yo…
—¿¡QUÉ!? —Sentado a la derecha de Bard y con sus ojos abiertos de par en par, con los alrededores de su boca adornados por migajas de los postres que Paula le ofreció minutos antes, Finnian no pudo evitar escuchar las palabras de sus compañeros—. ¿De verdad quieres irte ya, Maylene?
—"¿No te estás divirtiendo?", pregunta Emily… —Secundó la voz de Snake en traducción de la víbora respectiva, sujetando también uno de los postres de Paula.
Ante la mirada de preocupación del jardinerito y la serena, pero intrigada del domador de serpientes, la mucama empezó a negar con sus manos enfrente de su pecho:
—¡N-no, no es eso! Se equivocan, chicos. N-no es que quiera irme todavía…
—"¿Ah, no?", pregunta Oscar —Inquirió interrogativamente su compañero albino. Al ver el movimiento negativo de cabeza de la chica, añadió en voz de otra serpiente—. "¿Y entonces?", pregunta Wilde.
—P-pues… —Las mejillas de Maylene enrojecieron ante un tímido y misterioso rubor, a la vez en que empezó a jugar con sus pulgares—. ¿C-cómo les digo…? Es que… sólo quiero un-…
—¡AHHHH, YA SÉ! ¿¡Quieres un pastelillo~!? —Pensando inocentemente que adivinó el dilema de su amiga, el jardinerito le ofreció uno de los bocadillos que yacían en la canasta que él mantenía sobre su regazo.
—"Están muy buenos al parecer", dice Emily… —La víbora no podría probarlos, pero su comentario se basaba en el gusto con que Snake probaba el que tenía.
Maylene y Bard sudaron una gota gorda cada uno. Ella negó amablemente el ofrecimiento de sus compañeros, mientras que el chef empezó a reclamarle a Finny sobre "por qué diablos no le había ofrecido pastelillos a él, pero a Maylene sí". Entonces el chico de las serpientes dejó escapar un pequeño eructo, tapándose la boca rápidamente y sacándole unas risitas a Lizzy y Paula. A lo que Bard añadió:
—¿¡Incluso le diste a Snake y no a mí!?
Y ante eso Finnian empezó a silbar haciéndose el sordo, para luego salir corriendo —con todo y canasta— en una alocada persecución por parte del rubio más grande. Mientras Snake simplemente se limpiaba su boquita con una servilleta que Paula le ofreció, he de resaltar que tenía un rubor tímido en su escamosa carita.
Maylene no pudo evitar soltar una risita nerviosa por eso y la contienda del otro par, esperando únicamente que no destruyeran nada. Algo que afortunadamente ninguno había hecho desde que llegaron ahí… bueno, salvo el anterior pastel tóxico de Baldroy que desapareció por Sebastián y el Sr. Tanaka "en miniatura". En lo que eso ocurría, el "Amo y Señor" Phantomhive había regresado de desconocido lugar.
Volvió a tomar asiento entre su amigo McMillan y su prometida Lizzy; la cual fue puesta al tanto de la situación por el castaño. Ambos le vieron curiosamente expectantes. El pecoso y la rubia usaban uno de sus respectivos dedos para pincharle un brazo al del ojo de zafiro, bombardeándolo con preguntas al mismo tiempo:
—¿Y bien?
—¿Qué le dijiste?
—¿Qué dijo él?
—¿Lo convenciste?
—¿Aceptó?
—¿Se negó?
—¿Por qué eres tan "Bonis", Ciel~?*(4) —Aunque eso último fue dicho por Elizabeth, obviamente.
Irritándose gradualmente ante cada pinchito, sonrojándose y con una vena a punto de estallar en su frente, pasó lo inevitable y Ciel estalló levemente enojadito. Pero conteniéndose lo suficiente para mantener su faceta de estudiante.
—¡Aaaay, ya! ¡Dejen eso! —Una vez Lizzy y McMillan se detuvieron, disculpándose apenados al invadir su espacio, Ciel les dijo que no importaba y respondió todas sus dudas únicamente con la siguiente frase—. Lo que dije o lo que él dijo, no es de importancia…
Y por supuesto que no era de importancia…
O mejor dicho, no debían saberlo ni su amigo ni su prometida, ya que incluía algunos aspectos de «Demonio», «Amo», «Contrato», «Permiso del Amo a su Demonio para descansar un rato» y cosas así.
¡Lo típico, lo típico!
—Además… —Añadió, cruzándose de brazos y con expresión orgullosa—. No soy "bonis", Eliza-…
—¡LIZZY~! —Lo interrumpió en tierno puchero la rubiecita, en lo que lo abrazaba y milagrosamente sin asfixiarlo en esa ocasión—. ¡Y claro que eres bonis, Ciel! Más bonis que un perrito, un gatito, una ardillita, un pajarito, un hamstercito, un conejito y… estoooooo…
Alargó esa última sílaba, tratando de buscar o recordar otro animalito en su repertorio de "cositas bonis", cuando un sonriente McMillan sugirió:
—¿Más bonis que un cangrejito y un tiburoncito juntos~?
Y como cereza sobre el pastel, la voz rasposa de Snake añadió también:
—"¿Más bonis que una serpiente de cascabel~?", dice Oscar…
—¡SÍIIIIIIIII~! —Asintió Lizzy ante las recomendaciones de ambos, aún sin liberar a Ciel de su abrazo—. ¡Incluso más bonis que todos esos animalitos juntos!
«¿¡Qué diablos tienen de "bonis" los cangrejos, serpientes y tiburones!?» Pensaba un Ciel con cara de "¿¡What the F*ck!?", luchando contra el inminente sonrojo que quería adornar sus mejillas ante la afirmación de su afectuosa prima.
—Como quieras, Eli-… Lizzy…
—Entonces, ¿qué dijo el prof. Michaelis?—Preguntó su compañero en ansiosa curiosidad, internamente enternecido de la tierna escena de afecto entre los futuros marido y mujer.
—¡Sí, Ciel! —Asintió la Middleford, dejando de abrazarlo—. ¿Qué dijo?
—"Eso, pase el chisme", dicen todos… —Era difícil saber si Snake se refería sólo a sus serpientes con ese "todos", o si él mismo se incluía.
—Pues… ya verán…
Solamente les señaló hacia la mesa donde se encontraba sentada Maylene, hundida en sus pensamientos y casi pareciendo algo triste. Snake abrió lentamente sus ojos mientras Elizabeth y McMillan dieron un saltito cada uno, sorprendidos por lo que vieron a continuación…
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«Maylene…»
La nombrada dio un respingo y casi se levantó de su asiento de un brinco, al escuchar una muy conocida, masculina y aterciopelada voz resonando en su mente. Mirando a todos lados, confundida, preguntándose si acaso habrían sido imaginaciones suyas ante el "anhelo" que internamente la atosigaba. Pero volvió a oírla y esta vez a su derecha, susurrando directo contra su oído:
—Lady Maylene…
Por lo que respirando profundamente, se giró en la dirección donde la escuchó… y allí estaba él. Con su abrigo y demás ropas tan oscuras como su cabellera; junto a un colgante con un curioso crucifijo plateado adornando su cuello; y esas elegantes gafas en su rostro. Dándole un toque intelectual, profesional y hasta más guapo de lo normal… así como resaltando el brillo de ese par de rubíes que tanto la derretían, sonrojaban y hasta hacían temblar con tan sólo verlos.
—S-S-S-Sr. Sebastián… —El temblorosamente nombrado pelinegro sonrió de lado, adivinando la esperada reacción que la pelirroja tendría al verlo y en lo que se acercó más a ella. Maylene tuvo que alzar la cabeza para poder verlo a la cara, ya que sentada o parada, el Michaelis era más alto que ella—. B-buenas noches… ¿C-cómo le va?
—Buenas noches, Lady Maylene. Me va perfectamente, gracias por preguntar~ —El "demonio de profesor" sonrió con satisfacción al ver que la chica no lo "tú-teaba", ayudándolo a mantener su identidad de encubierto y como si realmente no fuesen sirvientes de la misma mansión. Y en lo que se inclinaba levemente hasta quedar cara a cara con ella, le susurró casi en un ronroneo—. ¿Y a usted?
—E-e-estoooooo… —El sonrojo de Maylene casi se igualaba al tono de los ojitos del otro, pero esforzándose en controlar el temblor de su voz, respondió con una sonrisa tímida—. M-me alegra saberlo, estoy bien igualmente~ —Sebastián enarcó una ceja al verla repentinamente cabizbaja—. Aunque… sigo apenada con el príncipe Soma…
—Me lo imagino… —Con una expresión y entonación claramente irónicos, el pelinegro comentó—. Lady Maylene no parece muy hábil para bailar, aunque en comparación a su "experiencia" en las labores del hogar… no estuvo tan deficiente.
—¿E-en serio? —La de ojos avellanos estaba entre sorprendida, halagada y confundida. ¿Eso habría sido lo más cercano a un cumplido? No lo sabía. Aunque de cierta forma, le subió ligeramente el ánimo—. P-pero aún así… creo que un ganso cojeando bailaría mejor que yo…
Una sonrisa divertida se dibujó en el rostro del "maestro" ante aquella ocurrencia, para luego ser reemplazada por una más misteriosa y con un toque seductor, le susurró a su interlocutora:
—Entonces… ¿qué le parece que la ayude a corregir eso, Lady Maylene?
—¿¡C-CÓMO!? —Vaya, vaya, Maylene y sus niveles de sonrojo no dejaban de asombrarlo. Aunque la reacción se la esperaba, el sonrojo épico no tanto—. ¿E-e-eso s-significa q-que el Sr. Sebastián m-me dará-…?
—¿Clases de baile? —Culminó el intento de temblorosa oración, con su sonrisa ensanchándose un poco más y asintiendo—. En efecto, ¿qué clase de profesor sería si no pudiese enseñarle a bailar a una señorita?
—P-pero… no quisiera p-pisarlo también, Sr. Sebastián…
—Ignore los temores y dudas. Luego de esta clase, le aseguro que no volverá a pisar a nadie —La seguridad en la voz del hombre pareció contagiársele poco a poco, a lo que tendiéndole su diestra para ayudarla a levantarse, el Michaelis propuso con toque seductor—. Permítame ser su instructor de baile por esta noche… My Lady~
—Está b-b-bien… —Asintió ella, sujetando aquella gran mano con los tímidos deditos de la suya. «P-pero si lo piso sin querer… ¡No respondo!»
Casi como si hubiese leído el pensamiento de la muchacha, Sebastián sonrió un poco más y pensó para sus adentros: «Aunque mi Joven Amo lo hizo con anterioridad, comparado a la cantidad de pisotones o tropiezos de Maylene, los de ella fueron menores… sólo producto de los nervios»
La solución a ese predicamento era sumamente sencilla.
Si hacía que Maylene se relajara y dejara la mayoría de sus nervios, la clase de baile sería relativamente fácil y sin complicaciones.
«¡Yaaaaaaaay~! ¡Ciel lo logró!» Pensaban emocionados la rubia y el castaño, dándole palmaditas en los hombros al menor de cabellos cenizos, quien sólo bufó y se cruzó de brazos.
Snake se limitó a sonreír, sorprendido de ver cómo Finnian le tendía otro bocadillo desde su "infalible escondite" para su perseguidor, el cual consistía simplemente del mantel que cubría la mesita más cercana al domador de serpientes. Desde luego, el albinito no se negó en aceptar dicho "contrabando".
Y cuando se dirigieron a la pista de baile, Sebastián empezó a indicarla a Maylene que debía colocarse en una posición erguida, sin mover las caderas ni los hombros fuera de dicha posición. El pelinegro sujetó suavemente el brazo izquierdo de la mujer, posándolo sobre el hombro derecho de él. En lo que con su mano izquierda sujetaba la mano derecha de ella… y luego posó su mano derecha sobre la cintura de la fémina. La pobrecita luchaba por no sonrojarse hasta el punto de parecer un fósforo encendido.
Sebastián frunció levemente su ceño, aunque no por molestia, sino por sentir a través del tacto en la cintura de Maylene que su cuerpo lucía tenso, nervioso, inseguro… todo eso era lo que quería evitar, hacer que lo perdiera para que bailara cómoda y tranquila. ¿Por qué? Ni el demonio lo sabía… y prefería reservarse el descubrir la respuesta. ¡Ay! Orgullo, orgullo por todos lados.
Suspiró y se inclinó para que sus labios quedaran a la altura de una de sus orejas, susurrándole con paciencia:
—Le ruego que se relaje, Lady Maylene… si no lo hace, la lección será más complicada para ambos —En un intento por calmarla y que perdiera la tensión, Sebastián acarició la cintura con la mano que tenía posada allí. Pudo percibir que un escalofrío recorrió el cuerpo contrario, a la vez en que la la vio ocultar su rostro en su pecho—. Creo que lo que tiene es falta de confianza en sí misma…
—¿C-cómo dice…?
—Como escuchó… —Asintió el de ojos rojizos, con seriedad pero sin severidad en su rostro. En lo que continuaba con las caricias en la cintura de la chica para hacerla relajarse—. No tiene la suficiente confianza en sí misma. La timidez es comprensible… pero tiene un límite. Y tarde o temprano, hay que superar esa timidez.
El temblor de Maylene pareció detenerse y aunque sus gafas no lo demostraran… sus ojos se abrieron de par en par, aún ocultaba su rostro en el pecho masculino.
—Además… aunque sé bien que aprecia mucho esas gafas por ser un obsequió de él… —Por "él" se refería al joven amo de ambos—. Insiste mucho en usarlas para ocultarse, casi como si fueran una barrera. Creo que lograría superar más de esa timidez si se las retirara durante la lección de baile… —Sintió otro respingo de parte de la muchacha y en lo que volvió a acercar sus labios a su oído, susurrándole de forma casi dulce y comprensiva—. ¿O me equivoco?
Un minuto de silencio después… en lo que la orquesta seguía tocando y ahora una melodía relajada… el temblor y la tensión de Maylene fueron disminuyendo hasta desaparecer por completo. Alzó con timidez su rostro, hasta que sus ocultos ojos se toparon con los rojos de su Superior.
—N-no se equivoca…
Sebastián sonrió levemente, al ver como la muchacha se retiró sus gafas para guardarlas en un bolsillo, dejando al descubierto ese par de hermosos ojos del color de las avellanas. Si bien conservaban ligera timidez, se notaba un brillo de decisión y disposición adornándolos. Sin dudas eso era buena señal. El Michaelis le preguntó si ya estaba preparada, a lo que ella asintió y la clase por fin dio inicio.
—Muy bien… se debe contar 1, 2, 3 y en cada uno de esos tiempos dar un paso… —Explicaba el demonio, en lo que demostraba sus explicaciones a través de acciones, empezando a moverse—. El primero debe ser más acentuado que los dos últimos. El primer paso, debe darlo con el pie entero, así… —Le mostró haciendo que uno de sus pies hiciera contacto total con el suelo—. El segundo paso, debe darse con la punta del pie, así… —Enseñó en lo que ejecutaba un movimiento similar a como si se estuviera barriendo el suelo, con la punta de su pie—. Ahora, el tercer paso no se desplaza en el espacio, es decir, que se levanta el talón del suelo y se vuelve a colocar en el mismo sitio, así… —Y tras hacer esa acción, alzando y volviendo a posar su pie donde estaba, Sebastián preguntó si estaba totalmente clara con su explicación.
—A veeeer… —Tragando grueso, Maylene preguntó con cautela—. ¿Se refiere a esto…? —Y entonces dio un paso hacia atrás con su pie derecho, para luego dar otro paso con su pie izquierdo hacia un lado, siguiendo el pie derecho y quedando cada uno de los pies al lado del otro.
Al ver que el hombre asentía con una sonrisita complacida, siguiéndola en el baile con sus propios pasos y mirando atentamente los movimientos de sus pies, Maylene levantó su pie derecho y lo volvió a colocar en el mismo sitio del suelo, en lo que daba un paso hacia adelante con el pie izquierdo. Todo eso con su mirada fija hacia abajo. Para luego dar otro paso con el pie derecho hacia un lado, siguiendo al pie izquierdo y nuevamente cada uno de estos quedando al lado del otro.
El "instructor" nuevamente asintió, igualmente dando sus respectivos pasos, a lo que la muchacha levantó su pie izquierdo, volviéndolo a colocar sobre el mismo sitio del suelo y finalmente regresando a su posición inicial.
—Eso es… —Al ver que ya los dos seguían los pasos indicados del baile, Sebastián sonreía complacido—. Ya se acostumbró al ritmo, Lady Maylene.
—¡Muy bien~!—La pelirroja lucía notablemente emocionada, al igual que aliviada de haber dominado todo sin llegar a pisar al hombre.
El brillo de sus ojos avellanos competía con su deslumbrante sonrisa… y sin saber muy bien por qué, cierta calidez inundó el pecho de Sebastián. Algo que no había sentido en mucho tiempo, años o quizá hasta siglos. Algo que incluso no hubiese sentido hasta ese momento… su longevidad le impedía recordarlo con exactitud.
El baile de ambos continuaba con elegancia, tranquilidad, felicidad, sin contratiempos. Casi como si en vez de una pareja de baile, se tratase de un par "de almas gemelas" transmitiendo y comunicando su amor eterno a través de los movimientos de esa danza.
Lo demostraban las miradas —tanto femeninas como masculinas— de los invitados, ya fueran los que estaban sentados o los demás que bailaban, deteniendo sus charlas y danza ante la hermosura que rebosaba esa pareja de baile.
Incluso Ciel parecía sorprendido de lo magníficos que lucían sus sirvientes bailando juntos de esa forma… casi como si fuesen los únicos seres en ese jardín, iluminados por la blanquecina luz de la luna. Estaba tan ensimismado en ello que no sufrió un escalofrío ante las palabras de cierta voz melodramática, proveniente del tío de Edgar Redmond y con el que el mismo tenía un gran parecido, Aleister Chamber.
—Ohhh… ¡Ohhhhhhh~! —El Vizconde Druitt se llevó una mano a la frente, cerrando sus ojos y conteniendo las conmovidas lágrimas que estaban por escapar de estos—. A pesar de que se me rompió el corazón cuando la Casa Roja perdió en el Torneo de Criquet, el haber vuelto a mi "alma mater" me dio la oportunidad de apreciar el milagro que mis ojos contemplan en este momento. ¡Dos personas tan conectadas una con la otra que representarían un par de ángeles danzando con gracia sobre la delicadeza de una nube! No recuerdo cuándo fue la última vez que vi pareja tan perfecta y destinada a estar junta por los siglos de los siglos… ¡AAAAAMÉN!
Ciel se habría estremecido de ver cómo el excéntrico Vizconde abrazaba a su sobrino Edgar; quien simplemente le consolaba dándole palmaditas en la cabeza y tendiéndole un pañuelito para secarse las lágrimas. Pero dio un respingo al sentir como una conmovida Lizzy sujetaba una de sus manos, mirando a Sebastián y Maylene con una sonrisa dulce, con sus ojos esmeraldas tan brillantes como los de McMillan. Fantaseando con que esa pareja fueran ella y el jovencito que sostenía su mano.
Un tierno rubor apareció en el rostro del Phantomhive. Tanto por el toque de su prometida como porque —sin saber bien si fue voluntariamente o no— igualmente sujetó la tersa mano de ella. Ahora que lo consideraba… cuando saliera de Weston College, quizá podría volver a bailar con Elizabeth…
«Tonto Sebastián… ¡Indirectamente me sonrojé y empecé a planear ideas románticas por tu culpa!» Gruñía en su mente el condecito ante su lado orgulloso, pero sólo para negar que fue su propio y cariñoso afecto hacia Lizzy lo que desató todo aquello.
«Je, je, je… ¡Vaya! Ciel se sonroja fácilmente~» Pensaba divertido el pequeño McMillan, mirando de reojo a la tierna y comprometida parejita.
Una vez la música finalmente acabó, ya que era la hora de culminación del evento, el baile de las parejas en la pista se detuvo. Las personas sentadas y las demás parejas aplaudieron con júbilo para felicitar a los encargados de la orquesta escolar; quienes hicieron reverencias en agradecimiento.
Los invitados lentamente iban retirándose, hasta que entre los pocos que quedaban estaban los Middleford y los sirvientes Phantomhive. Tanaka era el encargado de llevarse a los más jóvenes a la mansión, por lo que se retiró junto a Snake para buscar el respectivo carruaje que los llevaría de regreso. A lo que los sirvientes tenían tiempo para despedirse de su joven amo y de su superior simulando ser profesor.
Bard y Finnian se despedían de Ciel, quien a su vez era abrazado y ahora sí asfixiado por una nostálgica Lizzy. Mientras que Maylene se encontraba junto a Sebastián… aunque la pelirroja parecía no querer despedirse tan pronto.
—B-bueno, Sr. Sebastián… y-ya debo irme… —Decía ella, con cierta decepción adornando tanto su voz como sus (todavía descubiertos) ojos avellanos—. C-cuídese y también cuide del Joven Amo…
Lo último lo mencionó en un susurro, precavida. Sebastián asintió, luciendo tranquilo… aunque sus ojos escarlatas no conservaban el brillo decidido y usual de siempre. Indirectamente y sin darse cuenta, demostraba ligero pesar en ellos.
—Igualmente cuídese, Lady Maylene. Espero poder bailar con usted en otra ocasión.
Intentando no lucir más sentimental de lo que ya se sentía, la aludida sacudió su cabeza para luego sonreírle sincera y dulcemente al alto hombre. Hasta que una idea fugaz surcó su mentecilla y tragó grueso, reuniendo valor al momento de añadir:
—O-oiga, Sr. Sebastián…
El pelinegro la miró curioso y esperando a que le dijera lo que tuviera que comunicarle. Ella le hizo señas con una de sus manos, pidiéndole que se inclinara un poco. Y una vez él lo hizo… de forma completamente inesperada y tomándolo por sorpresa, la joven se colocó de puntitas —hasta lograr igualar los escasos centímetros de altura que la diferenciaban de él, aún estando inclinado— para depositar un tímido besito en una de sus mejillas.
—¿Ah…? —Fue todo lo que pudo pronunciar el demonio, conservando su incredulidad y aunque no se sonrojó, su mirada decía más que mil palabras. Si la primera persona en decirle "amigo" fue Agni, ¿cuándo y quién habría sido la última persona en darle un beso, antes de Maylene?
—¡Gracias por las clases de baile, Sr. Sebastián~!
Dichas esas palabras, la muchacha sonrió tímidamente y se colocó de nuevo sus gafas de telescopio, dando una nerviosa pero respetuosa reverencia de cabeza. Acto seguido se dio la vuelta, alejándose en dirección a Bard y Finnian para despedirse del pequeño Ciel.
Sebastián observó como los tres atolondrados sirvientes se subieron al carruaje, que el señor Tanaka venía conduciendo sentado al frente y con Snake a su lado. Maylene fue la penúltima en subirse al carruaje, siendo ayudada por Baldroy. Pero se giró unos segundos y agitó con energía una de sus manos para despedirse una última vez. El Michaelis sonrió calmadamente y devolvió el saludo con su diestra, vislumbrando el carruaje alejándose por el horizonte para salir de los terrenos de Weston College.
—De nada y gracias también a usted… My Lady~ —Susurró para sí mismo, conservando su sonrisa de satisfacción.
¡Vaya! El 4 de Julio resultó ser una buena celebración después de todo.
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Notas de autora:
*(1) Si ya sabíamos que Soma-kun tenía 17 años en su debut en el manga, finalmente se reveló que la edad de Maylene es de 22 a 23 años. Eso en informaciones oficiales.
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*(2) No revelan más en el manga, sólo mencionan que el nombre de McMillan empezaría por "N". ¿Cuál creen que podría ser el nombre? ¿Considerarían que Yana lo revele alguna vez?
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*(3) Ajá, prácticamente me imagino a Johan Agares igualito a Claude Faustus (salvo por sus ausentes gafas y sus ÉPICOS tropiezos) ¡No me culpen, se parecen demasiado! XDD
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*(4) Como quiero que los "kawaii" tan característicos de Lizzy resalten, en lugar de escribirlos como "Lindo", "Tierno", "Adorable" o demás sinónimos, decidí distinguirlos con un "Bonis" (LOL) Así que ella lo usaría para algo y alguien que considere "Bonito" o "Bonita".
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Muchas gracias por leer, espero que les haya gustado x3
Se aceptan comentarios o críticas positivas, nada de insultos (uwu)
¡NOS LEEMOS!
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Fecha de re-edición: 8 de abril de 2019
