Llevo ya un tiempo inactivo desde que terminé Reglas para una Vida, y quisiera tomar las riendas una vez más. No hay mucho que decir ni que contar. Sólo que dos proyectos que quería publicar antes de año nuevo, pues se perdieron. Luego veré cómo los recuperaré aunque lo propio signifique re-escribirlos de cero.

¿Qué podré decir de ésta obra? Pues nada más que es una prueba. A ver qué tanto he mejorado en la redacción. Y pues, aunque signifique tener que ser macabro, lo haré.

Sin más dilaciones, comencemos.

DISCLAIMER: The Loud House y todos los personajes usados en ésta obra no son de mi autoría, lo único que me pertenece es la historia. Son propiedad de Nickelodeon y de Chris Savino.

You Can't quit until you try

(No puedes abandonar hasta que no lo intentes ya)

You can't Live until you Die

(No puedes vivir hasta que mueras en realidad)

You can't learn to tell the Truth until you learn to Lie

(Si no aprendes a mentir no aprenderás a decir la verdad)

-Sixx A.M. Life is Beautiful-


The Loud House: La Supervivencia del más Apto

Prólogo: Prueba.

Un olor a humedad se sentía en el aire. Era pesado y fastidioso, asfixiante. La cabeza daba giros como si se tratara de una resaca. Pero, ¿qué estaba pensando? A duras penas y sabía lo que significaba esa palabra. Sólo la había leído. Algo estaba en su cabeza. Más específicamente aferrado a su mandíbula y a su rostro. Era algo duro. Abrió los ojos lentamente para contemplar donde se encontraba, y al ver los muros oscuros con tan poca iluminación, una mesa a su lado con algo encima de ella, lo que parecían tres agujas pero sin saber si estaban usadas o no al lado de una de las patas de la mesa, y una navaja que estaba exactamente a pocos centímetros de las anteriores cosas mostradas.

El aturdimiento lentamente fue disolviéndose. Y el pánico empezó a consumirle. Trató de mover las manos, una estaba libre, la otra estaba encadenada a la pared en el suelo. Pero había suficiente cadena para levantarse y hasta moverse. Estaba sin calzado, eso era evidente, porque cuando se levantó el frío recorrió su columna. Tal vez por la humedad del piso o por lo frío del ambiente. Se levantó con demasiada dificultad, pero apoyándose de la mesa que parecía estable, logró ponerse de pie. Todo para llevarse las manos a la cabeza e intentar orientarse. ¿Dónde estaba? No lo sabía. ¿Qué pasaba? ¿Hay alguien más? Quizá debería intentar pedir ayuda.

Pero cuando intentó articular palabras algo duro en su mandíbula, más exactamente en el mentón, se lo impedía. Sólo logró soltar alaridos, no de dolor, sino de desesperación. Algo no andaba bien, ¿Por qué no podía hablar? Llevó sus manos a su rostro y sólo sintió algo metálico y hasta puntiagudo. Palpando con sus dedos sentía unas hendiduras donde pudo tocar sus labios. Palpando un poco más arriba, en el área de su nariz sentía no metal, sino cuero. Siguiendo aquellas correas de cuero hasta los lados de su mandíbula para reencontrarse con el metal que palpó anteriormente.

Tenía un bozal.

Uno muy fuerte puesto a que no era de cuero, sino de metal.

Siguiendo con el palpado cual ciego desorientado llegó a tocar su cabeza. No había rastros de su cabello o de que lo hubieran rapado. Había cuero. Mucho cuero forrando todo su cráneo. Siguiendo con el palpo hasta su nuca logró sentir algo. No un bulto, un objeto duro, pero donde el cuero se tensaba más. Quizá era un cerrojo. Quizá podía quitarse el bozal si abría el mismo. Mientras continuaba palpando su cabeza, notaba que en el área de la nariz había dos tubos. Dando un respiro se dio cuenta que estaban introducidos en su nariz de forma profunda. Quizá llegara a su tráquea, ya que podía respirar perfectamente. Siguiendo los tubos notaba que se conectaban a unos objetos en el mismo bozal. Parecía una especie de filtro. Al frotar sus dedos con el filtro sentía que algo de aire le faltaba, así que dejó de tocarlos; pero sentía una mugre en los mismos, producto de haber pasado sus dedos en aquel filtro.

Un televisor se prendió. Pantalla plana, y de alta resolución. Mostraba la cara enmascarada de un sujeto con máscara de cuervo. Como los doctores de la peste negra, pero mucho más oscura y con más detalles aviares. El sujeto estaba sentado en una silla, frente a una mesa elegante, y con un fondo semejante a una casa millonaria. Con fogata y librería incluida en el mismo fondo.

-Saludos Lynn Jr. Sí, sé quién es usted, y tenemos algo en común. A los dos nos encantan los desafíos, y detestamos perderlos.

La confusión entró en su mente. ¿De qué estaba hablando? Y más importante… ¿Quién es ése tipo?

-Mi nombre es Crow. Y pertenezco a una asociación especial anónima. Estuvimos observándole a usted y a su familia durante años. Y creemos que usted tiene algo que nosotros queremos. O mejor dicho, algo que yo quiero… Está actualmente en una situación confusa, lo entiendo. Pero necesito que me escuche atentamente. – A partir de éste momento, la voz del sujeto se tornó totalmente seria. Era algo que daba miedo en cierto aspecto. – Está atrapada en una cámara subterránea a veinte metros de la superficie, y para escapar deberá salir de ésta prueba. Notará que esta encadenada a una pared, pues en la habitación aunque pequeña se le dejó ciertos objetos que facilitarán su escape. Están dentro de una caja, pero la caja está cerrada con llave. La llave está a un metro de usted, pero su cadena mide exactamente medio metro. – Escuchando con atención sin comprender mucho qué quería el sujeto, intentó moverse por la habitación. Pisando con los pies las inyecciones arrancándole un grito ahogado por el bozal del dolor, una se había fragmentado en su pie, las demás sólo rodaron. Se sentó con el dolor es la planta de su pie tratando de sacar los fragmentos. Era muy doloroso. – La caja es de madera y se encuentra encima de la mesa que pusimos junto a usted, y tal como le dijimos está cerrada. Debemos informarle… perdón… debo informarle… que tiene un máximo de tres días para escapar de ésta prisión, pero como no sabemos con exactitud cuánto tiempo dura la droga puesto a que es experimental, cada que se termine ésta grabación se repetirá en un lapso de ocho horas. El contador al lado de la grabación dirá cuántas veces se reprodujo el mensaje.

Al mirar el contador, el terror se implantó en su cara a pesar de que ésta estuviera sellada con aquel bozal. Veía que sólo faltaba una raya. Dijo que cada ocho horas se trasmitiría el mensaje de nuevo, así que… no le quedaban más de dieciséis horas… quizá menos. No había un temporizador. A todo caso, ¿qué pasaría si el contador llegaba a cero?

- Debo informarle que, una vez terminadas las setenta y dos horas, es decir, sus tres días de escape, la compuerta que le permitirá escapar que está escondida en otro laberinto en esta misma habitación, se quedará atrapada para siempre. Y eso no sería un problema severo, si la habitación en la que usted esta tiene un gas nocivo que la mataría en menos de dos horas. Su sistema nervioso comenzaría a fallar y sus extremidades no responderían en poco más de una hora; seguido de las alucinaciones… Moriría con polvo y tierra en sus pulmones, convulsionándose de forma dolorosa. Y para escapar de aquí le tomará, aun con sus habilidades físicas poco menos de cuatro horas.

Si su cara por culpa del bozal parecía aterrada, que digo aterrada, totalmente anonadada por el terror, pues aquél mensaje solo terminó por asustarle más. Si no escapaba no moriría por la debilidad de la inanición y la deshidratación, sino por tener tierra en los pulmones. Esa era la mugre que tocaban sus dedos. Quitarse el bozal no era una opción, y menos si lo que decía el hombre era verdad. ¿Cómo carajos saldría de ahí? Era una situación tensa y delicada.

-Hay un total de doce salidas diferentes; y depende enteramente de usted cual vaya a ser la que utilice. Sé que parecerá algo de película de miedo, pero le aseguro que si pasa ésta prueba, me lo agradecerá.

¿Agradecer el que ése sujeto sea el responsable de una situación tan tensa? Sí, cómo no.

- Si necesita visión, pues en la mesa, justo en el segundo gabinete, se encuentra una linterna pequeña. Tiene baterías nuevas, por lo que no debe preocuparle si funciona o no. La caja está hecha con madera de Pino Rojo, así que no será difícil de ver. Bien, no tengo nada más que… desearle suerte. Espero que salga con vida. – Dicho esto, el televisor se apagó dejando la habitación en aquella incómoda oscuridad.

No perdió el tiempo y palpando localizó otra vez la mesa; con cuidado de no pisar los fragmentos de la aguja, abrió el segundo gabinete de ésta. Con sumo nerviosismo y estrés palpaba el interior de la mesita, y aunque no fuera capaz de suspirar, un alivio inmenso llenó su pecho al tocar lo que parecía una linterna de bolsillo. Sacándola y apretándola con fuerza para que no se le soltara de las manos. La acercó a si y examinando el recién obtenido objeto con sus dedos, logró encontrar el botón de encendido. Accionándolo y viendo que, o bien la linterna era muy potente, o la penumbra de la habitación no era tan potente como creía. Usando la linterna examinó mejor la habitación para ver si algo de lo que decía el señor apodado Crow era verdad. Apuntó al fondo de la habitación y efectivamente, había una llave colgada por una cuerda. Se levantó con algo de dificultad para buscar la caja en la que tanto énfasis hizo el hombre de la máscara de cuervo.

Al contemplar que, efectivamente, era una caja para nada pequeña de color naranjo pálido, decidió agarrarla con las dos manos y agitarla para verificar su contenido. Era pesada, y al agitarla se notaba que tenía varias cosas adentro. O al menos algunas cosas de utilidad. Miró el candado y vio que era uno pequeño. No precisamente grande. Una aguja podría entrar en el candado y abrirla…

Con mucho cuidado se sentó en la pared donde estaba su mano encadenada, y dejó la caja a su lado; sin soltar en ningún momento la linterna claro está, pues ésta estaba sujetada por su mano izquierda. Apuntó a las patas de la mesa y vio lo que lastimó la planta de sus pies. Tres agujas, una rota y las otras dos algo lejos, y algo más lejos de éstas una navaja. Si la cadena medía menos de medio metro, ir caminando a la llave era una idea estúpida, pues perdería tiempo. Así que decidió ir por una de las agujas, específicamente la que lastimó su pie. Una vez la agarró y se acomodó en la pared, acercó la caja a sí. Pero ahora había otro problema que no había notado sino cuando sujetó la aguja e intentó acomodar el candado. La oscuridad.

No podía ver nada, y obviamente intentar forzar una cerradura; cosa que jamás había realizado ni por curiosidad, a oscuras sería casi imposible. ¿Qué podía hacer? Según la televisión ésa caja tenía material útil para su escape. Y para abrirla debía emplear una práctica que jamás realizó en su vida, y a oscuras. Agarró la linterna de nuevo y buscó por las paredes alguna clave o algo así. Alguna pista para poder escapar o abrir la caja. Una llave alterna, una cierra para cortar la cadena… lo que fuese. Entonces después de haber examinado por lo que parecía dos horas, visualizó al lado de las agujas una navaja color naranja. Quizá podía intentar usarla para algo. Se acercó de nuevo al área de las agujas, y agarró la navaja ésta vez.

Examinó de nuevo la caja, golpeándola varias veces con sus puños. Se notaba algo endeble, pero al mismo tiempo firme. Puesto a que cuando la apretaba con los brazos, aunque cedía un poco, no era suficiente para romperla. Si no podía abrirla, entonces… Quizá pueda romperla. Si la arrojaba con fuerza al piso ésta se destrozaría en pedazos liberando su contenido. Pero nada garantizaba que lo que tuviera dentro no fuera frágil. Y si la estrellaba en el suelo, puede que algunos objetos se dispersaran y los perdiera. No era algo beneficioso si eso llegara a pasar. Entonces… La navaja serviría para eso.

El foco se le había prendido. Era una situación de mucha presión, pero logró idear un plan que podía funcionar… o al menos eso parecía.

Agarró la navaja y la empuñó. Visualizó la hoja con la linterna, y verificó que fuera resistente. Era color negra, pero se veía nueva. Decidió enfocar su punto de estocada, agarrando firmemente el objeto para atravesar aquel cofre del tesoro que tenía en sus manos. No era un plan brillante, pero mejor que romper la caja contra el suelo sí que lo era. Dio su estocada a la caja, y sintió cómo la hoja se hundió en la tapa de ésta. Fijó la linterna y efectivamente la atravesó. Sacó la navaja viendo el agujero que provocó. Pero no era grande. Ni si quiera podía ver su interior.

Comprobó que la caja era penetrable, y eso ya era un logro. Quizá si hacía la misma operación pero para separar el área donde estaba fijada por el candado, quizá la abriría. O quizá debía realizar la misma apuñalada más veces hasta abrir un orificio donde su mano quepa…

No esperó mucho para hacer lo último dicho. Apuñaló con fuerza la caja en varias partes de la tapa logrando dejar muchas marcas. No lo hacía con rabia, pero si con desespero. Porque aquella situación tensaba sus músculos y agudizaba sus sentidos casi por completo. Era estresante no por el lugar, sino porque sabía que si perdía tiempo no podría escapar con vida. Esa fue motivación más que suficiente para emplear más fuerza en la perforación de la caja.

Cuando su brazo se cansó de perforar la caja, con su puño la golpeó un poco. No con tanta fuerza como las apuñaladas, pero si suficiente como para astillar la madera y romper la tapa. Lo había logrado. Rompió la caja de forma efectiva. Y al sacar su contenido, vio que era un saco negro pesado. Con la navaja cortó éste, y se soltó del mismo una pistola, un mapa, y un cartucho de balas. A parte de una grabadora.

Al ver la pistola sintió miedo por el arma. ¿Por qué le dejarían un arma? No querrán que…

Vio el mapa y notó que algo estaba dibujado por detrás. Eran instrucciones de cómo usar el arma. El cómo recargar, cómo destrabar las balas; ya que parecía semiautomática, como quitar el seguro y ponerlo, y cómo saber cuántas balas hay. Miró el cartucho con cautela, y logró ver que tenía por lo menos cuatro balas. No sabía para que querría usarla… Su padre tenía una igual, pero jamás la empleó, o eso creía…

Fue ahí cuando recordó algo de una película de acción que vio. Y decidió recargar el arma, colocándole el seguro para que no se disparara. Una vez realizado esto, cortó el saco en trozos para convertirlo en una especie de soga. Tal como en esas películas de supervivencia… Ató la linterna a la pistola con firmeza, fijó el área de la cadena, apuntó, retiró el seguro, colocó el dedo en el gatillo…

BANG

Sus oídos zumbaron y se tambaleó. Por no decir que calló golpeándose con el suelo. Pero al ver que la cadena se había roto, se sintió bien y hasta con euforia. Entonces no era necesario conseguir aquella llave… aunque el sujeto dijo que habían varias salidas alternativas, quizá ésa era una de ellas. Quitó la linterna de la pistola y guardó la tela con la que la ató. Examinó su escenario y guardó todo lo que tenía en el piso. Quizá haya sido mala idea cortar el saco, pero decidió guardar la navaja en sus bolsillos, el mapa igual, la grabadora, y sólo se quedó con la linterna y la pistola cada una en cada mano. Se acercó con cojera hasta la llave y la arrancó. No sabía si le llegara a ser útil… pero al examinarla, notó que era demasiado grande para el candadito que sellaba la caja rota. Entonces, quizá debería llevársela…

Palpó la habitación en busca de alguna puerta, y la encontró al lado del televisor. Al abrirla notó que había un pasillo enorme pero estrecho. Decidió caminar por este con la linterna en su mano y conservar la calma. Tenía miedo, claro está, pero sabía que en situaciones de riesgo extremo era mejor mantener la calma y la mente fría. Si quería sobrevivir, debía tener la mentalidad fría. Caminó cojeando por el pasillo estrecho que parecía no tener final, y cuando vio una pared con dos flechas, que marcaban a la izquierda y a la derecha, comenzó a sudar. Éste tipo de situaciones dependían totalmente de la suerte, y no era una palabra que en su familia significara algo bueno gracias a la experiencia.

La dama de la fortuna le sonreía, y cuando esto pasa, nunca se debe creer que es algo bueno. Ya que la dama fortuna en el juego del tira y afloja es demasiado imparcial. Si crees que algo pasará, ésta señora hará que lo que creías que pasará se tuerza a niveles que no creerías físicamente posibles. Y esto pasaba muy a menudo en su familia. Si la suerte les sonreía, era para preocuparse. Porque la suerte siempre cambia.

La decisión era totalmente complicada, y nada garantizaba que las dos opciones presentes fuera una más probable que la otra. Estaba en un duelo por una decisión complicada. Y si se equivocaba, posiblemente no vuelva a ver la luz del sol.

Se sentó y visualizó el mapa. Era un mapa de una zona arenosa. Desértica básicamente; más no podía entender en ningún aspecto algo que le señalara el cómo salir de aquél agujero. Sólo sabía que aquella situación no era como la de hace… unos momentos. Quizá minutos, quizá dos horas de la dieciséis que tenía consigo. Pero si el sujeto que le encerró planeó su salida, entonces debía de haber una manera lógica de salir. Alguna pista o indicio. No era el cerebro de la familia, pero no era idiota. Tenía que averiguar el truco. En la vida, en SU vida mejor dicho, siempre había un truco del cual aprovecharse.

Volver no era una opción. Nada garantizaba que la puerta se abra tanto por dentro como por fuera. Y sería perder tiempo. Ya que examinó la habitación de arriba hacia abajo en el tiempo que estuvo. No había nada interesante… O tal vez debió quedarse más tiempo… ¿Cuánto tiempo se quedó ahí? Genial, otro problema que agregar a su situación. No bastante tenía con el hecho de que si no escapaba moriría, ahora debía tener en la cabeza que en la habitación habría una pista que ayudara a facilitar su escape.

Acarició sus bolsillos y metió sus manos en éstos. Sintiendo los escasos objetos que tenía dentro de ellos. Al sentir la navaja, debía reconocer que aunque parezca… Nueva por su filo, tenía el mango gastado… o bueno, gastado no. Sólo tenía algunas hendiduras para nada lisas. Era como si… tuvieran algo grabado...

Sacó la navaja de su bolsillo y la examinó con la linterna. No era paranoia suya, o no, claro que no. Tenía unas marcas que era imposible que fueran de fábrica. Eran flechas. Desde donde las veía parecía un patrón. Quizá no sea la única conexión de pasillos a la que deba conectar. Quizá haya muchos más. Agradeció haber visto esto y el tener un tacto tan sensible. Sino, quizá lo hubiera dejado pasar.

Eran tres flechas. La primera era izquierda, la segunda derecha, y la tercera derecha también. Era un patrón fácil de recordar. Sólo tres caminos. Una vez guardó la navaja, agarró la pistola y la linterna para levantarse y ponerse en marcha en el pasillo de la izquierda. Lo que sea que le deparara en aquellos pasillos no importaba. Para su extrañeza, mantenía la calma en una situación en la que cualquiera estaría más que al borde de la locura. ¿Por qué sería? Bueno, ya acostumbraba a vivir situaciones alocadas en su familia, pero esto no se asemejaba a nada que hubiera vivido con anterioridad. Es una situación en la que estaba en riesgo su vida, y no mostraba ningún signo de alteración o perturbación. No era normal para ninguna persona que mantuviera la calma en aquel tipo de situaciones. Si, era lo más preferible, pero es como la diferencia básica entre lo bueno y lo malo. Aunque Matar sea malo, dependiendo de la situación puedes hacerlo, o si no, bien no deberías de hacerlo.

Había cruzado el último pasillo, el de la derecha; y estaba en lo que parecía un cuarto igual de pequeño como el que acababa de salir. Sólo que éste tenía una repisa pequeña, un espejo y una cinta de grabadora en la repisa. Lo que había captado su atención era la luz proveniente del fondo del cuarto. Había unas escaleras y una luz que rompía toda la estética oscura y que limita la propia visión. Podía ver una luz al final del cuarto, y unas escaleras. Quiere decir que significaba una salida. Cojeando e ignorando que había una grabación, se dirigió a la escalera para ver qué había arriba. Al llegar a la escalera y mirar arriba, podía apreciar que algunos de los escalones estaban ausentes. Pero arriba podía visualizar algo como una tapa vidriada. Es decir como si fuera una escotilla con barrotes pero sellada con cristal

No había demasiada profundidad en el túnel, y eso trajo tranquilidad a su mente. Antes de subir decidió examinar la habitación una vez más. Si el, o los enfermos que planearon esto son inteligentes, entonces toda la habitación debería tener algo oculto. Una clave para escapar. Se devolvió a la repisa para mirarse en el espejo, y vio el casco-bozal que tenía en la cabeza. Era hermético y revelaban unos ojos color miel oscuro. Un tono de color que sólo algunas de sus hermanas tenía de parte del padre.

Al ver la cinta sacó la grabadora, colocó la cinta en ésta, y accionó el botón de reproducir.

-"Perfecto Lynn… Haz llegado muy lejos, y me siento complacido de saber que no hice una mala elección. Como sea, notarás que al final está una escalera que te llevará a la salida, pero está cerrada con candado. Si fuiste lo suficientemente astuta, habrás agarrado la llave del anterior cuarto, pero conociéndote de seguro la habrás pasado por alto. Por esa razón te dejamos cuatro balas en la pistola. Puedes romper el candado o romper el vidrio con dos disparos precisos, pero si lo haces lo más probable es que caigas al vacío y te rompas la espalda, o mínimo una pierna."

Al oír esto no hubo ninguna reacción de miedo o ansiedad, tenía la llave y fue porque consideró que podría usarla en otra ocasión. Que suerte que pensó en eso.

-"Sabiendo que tienes dones físicos que ninguna persona normal tendría a tus trece años de edad, sé que escalarás fácilmente la escalera aun con sus peldaños rotos. Como sea, Ésta es tu última prueba Lynn. Si la superas podrás respirar el aire fresco y vivir, sino, morirás asfixiada ahí adentro. Suerte".

Después de aquello la cinta se cortó. Y aunque en su ser no había rastro de miedo o temor, sabía que ésta sería la más difícil parte de su prueba. Se sentía débil, y no podía apoyar bien su pie, pero podría perfectamente escalar y abrir la compuerta para escapar. Todo lo que debía hacer era no perder tiempo.

Se acercó con determinación a la escalera, y agarró los peldaños de metal, los soportes hechos con tubos. Con fuerza y algo de dificultad por su pie herido comenzó a escalar el ducto. Fue subiendo poco a poco, y fue contando los tubos que fue escalando. Al llegar al décimo tubo notaba que faltaban el undécimo y duodécimo. Apoyó sus manos a la pared detrás de sí y sus pies en el décimo tubo, parándose en éste y escalando hasta el quindécimo tubo. Empezó a subir con algo más de dificultad éstos, y era tanto por el peso del bozal como los objetos y el cansancio que traía consigo. Ya habiendo escalado casi treinta y cinco tubos, llegó hasta la compuerta. Apoyándose con fuerza en la pared, sacó la llave y la linterna de su bolsillo. Enfocó el cerrojo y colocó la llave en éste. Empezó a girar la misma y el candado se abrió, el click y crack del candado era el sonido de su librtad.

¿Crack?

El tubo de soporte se zafó de la pared haciendo que por la ley de la gravedad callera hasta el vacío. Con miedo intentó gritar, y de agarrar alguno de los tubos para parar su caída, pero cuando agarró uno no logró sujetarse por mucho tiempo. Sus dedos estaban débiles. Más la acción hizo que su velocidad se redujera en un pequeño porcentaje, porque cuando impactó con el suelo golpeándose la espalda, no sintió ningún hueso que se rompiera.

Pero si sintió que algo se rompía…

Cuando logró levantarse por el aturdimiento después de un minuto, inhaló y sentía un aire desagradable. Cuando tocó su bozal notó que uno de los filtros se había roto, liberando algo de aire de ése lugar.

Con desespero tapó la fisura con sus manos, pero sabía que sólo limitaría el oxígeno. ¿Qué podía hacer? No podría llegar a abrir la compuerta antes de que se le acabe el oxígeno. Se desmayaría antes de que pasara. Si no pensaba en algo rápido… Sumado al dolor de espalda y en los pulmones.

Se le ocurrió una idea estúpida, pero que podría ser la que salvara su vida. Aguantar la respiración, y sólo tener para dos o tres inhaladas. Escalando los tubos rápido con la respiración contenida era una solución rápida, y la mejor que tenía hasta el momento. Con la mano en la nuca tapando el filtro dio una inhalada fuerte, aguantando tanto como podían sus pulmones afectados por el impacto, y escaló con rapidez saltando de dos en dos los tubos. No era tan flexible como parecía, el forzar sus piernas tras aquel impacto le dolía como nunca, pero debía de hacerlo. Escaló los primeros diez tubos, y fue su señal para reincorporarse y exhalar.

Con la espalda en la pared subió sus piernas hasta el catorceavo tubo. Ahí dio una inhalada no tan grande como la primera y comenzó a escalar. Aguantando cuanto podía. Lentamente los tubos acercaban cada vez más la puerta de su objetivo. Estaba cada vez más cerca, pero al llegar al vigésimo séptimo tubo tuvo que exhalar. Con cuidado, tosiendo como podía, dio una tercera y última calada de oxígeno, y se reincorporó, esta vez verificando que su base fuera sólida. Quitó el candado abierto, y con algo de dificultad empezó a empujar la escotilla abriéndola. El chirrido delataba la oxidación de las vigas, pero no era una oxidación severa, por lo que el movimiento fue fluido a medias. Una vez logró abrir la escotilla se arrastró como un gusano a la superficie. Emergiendo con dolor y alivio al mismo tiempo.

Empezó a respirar con dificultad. La adrenalina era mucha, y al fin podía descansar sólo un poco. Cuando giró la cabeza un poco vio una grabadora más grande que la que tenía en su bolsillo. Estiró el brazo y la agarró. Presionando el botón de reproducir.

-"felicidades Lynn Loud, haz culminado tu prueba exitosamente. Pero para tu mala suerte no podremos dejarte ir…" Genial, sabía que algo saldría mal. Ningún plan por más perfecto que parezca y sea soporta la ejecución. –"Ya que lograste escapar, ahora serás parte del verdadero reto. Considéralo… un juego… Es un juego de supervivencia. Hay otras veinte personas que varían entre los veintitrés años y tu edad en la misma situación. Y depende de ustedes ver cómo escaparán. Luego recibirás más detalles al respecto. Por ahora refúgiate y descansa. Te lo has ganado".

Después de oir aquella grabación, se arrodilló como pudo sacando la navaja de su bolsillo. Cortó el cuero que forraba su cabeza y comenzó a cortar toda el área del bozal que lo unía a la cara. Una vez hecho esto, se quitó el bozal ajustado en su mandíbula, para luego proceder a quitarse los tubos de la nariz que estaban muy insertados en ésta. Al retirarlos una cantidad moderada de sangre salió. Por último se retiró el forro de la cabeza, dejando al descubierto una cabellera no muy destacable.

Ahora se veía bien su rostro.

Un rostro desorientado, en donde el miedo tal vez no se reflejaba, pero el cansancio sí lo hacía.

Esas pecas que decoraban sus mejillas.

Esos ojos color miel que estaban apagados por el cansancio psicológico.

Esos dientes blancos que lentamente por la sangre de la nariz y por el maltrato del bozal comenzaron a mancharse de rojo.

Y una cabellera húmeda por el sudor, con algo de grasa por estar aislada tres días posiblemente. Al tener la cabellera libre sintió que el oxígeno pegaba su cuero cabelludo. Pasó su mano por esa cabellera. Una cabellera húmeda, grasosa, y blanca como si tuviera nieve en el tejado.


Bien, hasta aquí el prólogo. Espero que les haya gustado. No he escrito por un largo tiempo gracias a la escuela, a problemas con cierta persona especial para mi, familia, la depresión, etc etc etc.

No sé cuanto tiempo tardaré en publicar el siguiente capítulo, y dependiendo del apoyo haré que la historia avance más rápido (aunque no prometo nada). Eso sí, no sé cuanto vaya a durar éste fanfiction, y espero que no tenga demasiados capítulos.

Bien, eso es todo por mi parte.

Soy Dope17, un escritor más de éste fandom, y nos vemos en otra ocación.