Descarga de responsabilidades: Yuri! On Ice, no me pertenece a mí -obvio-. Le pertenece a la gente que lo hace (?
Advertencia: Au Pacific Rim. Ciencia ficción. Muerte de personajes canon. Guerra. Drama. Homosexual. Relaciones sexuales. No beteado.
Cronopios del autor: .NO ME MATEN, por el amor de Jesús. No me ataquen. ¡Sé que debo muchas actualizaciones! ¿Ok? Soy consciente de ello pero necesitaba hacer este fic sí o sí. Amo "Pacific Rim", y era justo y necesario. Espero lo disfruten. El fic está terminado así que sólo será cuestión de hacer "up" y ya. uvu Cualquier duda que tengan, me avisan y resuelvo cuestiones con gusto. Disfruten la lectura.
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Danza entre titanes
Por St. Yukiona
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Después de su llegada
Jaeger: Maquinas construidas por el hombre que tienen como propósito cazar y destruir a los Kaijou.
Kaijou: Bestias alienígenas que llegaron al planeta Tierra para exterminar a la raza humana.
Piloto J, piloto Jaeger: Hombres y mujeres que se han vuelto la esperanza del mundo. Son aquellos instruidos para pilotear a los Jaeger y así acabar con los Kaijou.
Cada Jaeger tiene un nombre clave.
Cada piloto tiene un compañero destinado para pilotear en conjunto el jaeger.
Cada Kaijou debe tener un final.
"Para pelear contra monstruos, construimos nuestros monstruos"
1.- Ídolo.
—¡¿Ah?! ¡No me jodas! ¡Tu fantasía es que el anciano te folle y te deje relleno como un jodido pie! ¡Eres un maricón! —chilla Yuri Plisepsky y su voz hizo eco en toda la sala de mando y control de la base desde donde monitoreaban a los pilotos.
Yuuri Katsuki a su lado no pudo evitar gemir aterrado al darse cuenta que había dejado el puente de conexión neuronal abierta y Yuri había logrado ver lo que nadie más había visto antes. Se sintió perturbado e inevitablemente la conexión se rompió dejando que todo el peso de la carga emocional se centrara únicamente en Yuri, el menor se dobla mientras prolifera un grito agónico. Yuuri no sabe qué hacer y termina por quitarse la unión mecánica, el arnés y corre al rescate de su compañero, el cual se desvanece entre sus brazos apenas el mayor lo logra retirar del arnés de soporte. Los técnicos e ingenieros ya estaban corriendo hacia la compuerta del jaeger al tanto la mariscal observa un poco frustrada la escena desde el centro de operaciones.
—Mila —masculla Viktor a su lado y ésta niega.
—Lo volveremos a intentar mañana, de momento lleven a Yuri a su habitación y mantén a raya a todos para que no comiencen a molestar a Yuuri —suspira la pelirroja mientras que asistida por su bastón sale de la sala de operaciones. Más de uno escuchó la demanda sobre no empezar a molestar a Yuuri, y es mejor ignorar el comentario de Yuri, la amenaza de Yuri, pues nadie quería ser corregido ni reprendido, mucho menos castigado por Mila. Era mejor sólo dejar ese comentario al margen, aunque a esas alturas, todos estaban enterados de la relación que en su momento existió entre el piloto Katsuki y el ingeniero en operación Nikiforov. No era un secreto aunque si una novedad que daría fuego a la comidilla entre pasillos el hecho que Katsuki aún tuviera sentimientos por el ruso.
Babicheva se encuentra de frente con los hombres que cargaban a Yuri en una camilla, el rubio parecía dormido, lucía bien. No era anormal que un piloto colapsara en las primeras pruebas de conexión neuronal. Pero sí que lo era cuando Katsuki era el otro piloto. Es decir, Katsuki tenía un record limpió, no existía un solo piloto que pudiera quejarse de Yuuri Katsuki, inclusive en su tiempo ella había formado durante dos ataques de kaijou y se había sentido tan cómoda trabajando con él como si hubiera sido la propia Sara aquella que le acompañaba en esa horrible labor que era pelear contra esas alimañas gigantes. La pelirroja gira su mirada y se encuentra a Yuuri parado en la entrada del andén que llevaba hacia la compuerta del jaeger. Para los ojos de Mila no es un secreto que el japonés está angustiado y nervioso, lo conoce demasiado bien como para pasar por alto el modo en que aprieta el casco contra su costado y lo tenso que se encuentran sus hombros.
—Mañana lo intentaremos de nuevo, no pasa nada —quiere sonar tranquila pero no ayuda para nada el hecho que Viktor ha salido justo después de ella, y Yuuri sólo observa al ruso.
—Sí, Mariscal —responde Yuuri apresurando su paso hacia un pasillo que hay aledaño al mismo tiempo que Viktor intenta seguirlo. Mila lo detiene y niega. No es el momento para sentimentalismos.
Necesitan seguir haciendo pruebas, necesitan apresurar resultados.
La guerra había sido declarada, los humanos iban a responder.
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Dos meses antes.
Es el año 2040, hace más de cuatro décadas apareció lo que se conoce como "El abismo" y de ellos emergieron monstruos tan altos como montañas, tan fuertes como el sol. Su misión era sencilla: destruir a la raza humana. Las armas convencionales eran insuficientes para luchar de forma eficaz contra estas criaturas, pero la tenacidad humana era combustible caliente como para convertir al hombre en un superviviente. Ellos eran monstruos acabando con la vida, la civilización creo sus propios monstruos para acabar con ellos.
Como respuesta a los estos demonios, la raza humana construyó a los Jaegers. Enormes maquinas capaces de detener huracanes y tormentas con sus manos, despedazar a esas bestias con su propios puños y un rugido tan potente que era un alivio de esperanza para todos. Dentro de estos poderosos titanes, diminutas existencias en comparación al apocalipsis que libraban cuando eran necesario. Pilotos que compartían mediante una conexión neuronal, emociones, sentimientos, pensamientos, sueños y el único deseo en común de sobrevivir.
Diez años después de la aparición del primer Kaijou, el abismo logró ser destruido por valientes pilotos que no hicieron más que una labor de héroes, de dioses, que sin importar el costo y pérdida personal lograron salvar el futuro. O al menos esa es la basura que te hacen beber en la academia jaegers mientras te sientas junto a basura americana, porquería islamita y demás mierda, pitándonos de colores la cara con estupideces como colaboración y humildad. Esas estupideces no funcionan para los humanos. Somos una raza donde el más fuerte es el que predomina.
Los Kaijou dejaron de aparecer desde hace veinte años, no obstante hace aproximadamente diez se dieron avistamientos de meteoritos que pasaban rozando la tierra algo que los científicos decían era "normal", inusual la cantidad de ellos y el corto tiempo entre uno y otro pero "normal". Hasta que uno golpeó la zona sur de África y el desastre se hizo. Yo tenía como seis años, y se los advertí que un día los monstruos regresarían pero nadie me creyó. Esos meteoritos no eran más que una forma bastante creativa, si me lo preguntan, pero prehistórica para transportar a los Kaijou desde donde sea que ellos estaban hasta la Tierra, el lugar que los había humillado.
Strike Eureka, Gypsi Danger, los dos últimos Jaegers habían sido destruidos en la misión para destruir al abismo y ahora sus restos reposaban en el fondo del Pacífico.
La humanidad estaba en peligro una vez más y ahora las consecuencias fueron fatales. Dos meteoritos cayeron 24 horas más tarde después del primero, y ambos en las inmediaciones de Japón. Perdimos un país y ellos ganaron una fortaleza. Sólo un puñado de japoneses logró salir vivos y el resto, fue comida para kaijou.
Esfuerzos por parte de todas las naciones para crear nuevo armamento, en la mitad del tiempo con que se había hecho la primera vez, pero los Pilotos J que aún sobrevivían eran demasiados viejos y la tecnología demasiado nueva. Los meteoritos no dejaban de caer en todas partes del mundo y las alimañas se centraban en Japón, planeaban algo y todos lo sabíamos.
La ONUD decidió inaugurar de forma desesperada una escuela que preparaba pilotos jóvenes a la par que en marchas forzadas se construían nuevos gigantes. La primera generación fue aniquilada en un ataque múltiple por parte de esos monstruos, podría contar con la palma de mi mano a un par que eran buenos, por ejemplo: La leyenda Nikiforov, quién no lo venera es porque no es un humano, venció a cinco Kaijous, tres de ellos en una misma batalla en las costas de Rusia, la segunda y la tercera generación sirvió para defender las costas. La cuarta y la quinta fueron un alicante para las dos anteriores, pero la sexta, en la sexta conocí a la persona por la cual decidí enlistarme a esta academia, a una muerte segura según mis padres.
Con trece años de edad sabía qué propósito tenía mi vida, mi abuelo Nikolai me rogó que no lo hiciera. Mi padre estuvo confiado en que no pasaría los filtros y mi madre, el último recuerdo que tengo de ella es bendiciéndome con un beso en la frente. No volví a ver a nadie de mi familia. San Petersburgo fue exterminado por dos Kaijou categoría dos y tres. El emperador, Viktor Nikiforov que seguía en servicio como Piloto, junto a su hermano menor Alexander Nikiforov, cayeron junto a Rusia.
Yo estaba en Alaska en la academia Jaeger cuando ocurrió el apocalipsis, y tuve más cosas en común con mi héroe: Ambos nos llamábamos Yuri, ambos éramos hijos menores, ambos éramos aficionados y practicantes del ballet, ambos perdimos a nuestra nación, ambos habíamos perdidos a nuestros padres y hermanos, ambos éramos huérfanos del mundo. Ambos tomaríamos venganza de los Kaijou.
—Plisepsky —golpea la bota con fuerza el hombre que pasa entre los pupitres haciendo que el pie del aludido cayera estrepitosamente al piso—. Pon atención, esto puede salvar tu culo —señala el pizarrón donde hay un montón de números y algoritmos.
La clase de cálculo de la informática es la que más odia. Pero hay muchos que son apasionados de los números. En su salón hay alrededor de 20 estudiantes de diferentes nacionalidades, todos oscilan entre los diecisiete y dieciocho años. Con dieciséis años recién cumplidos, es el más joven entre sus compañeros. Es un genio en el simulador y todas esas clases que son físicas a pesar de no rebasar el metro sesenta, sin embargo para las clases teóricas que son obligatorias sin importar la rama de desarrollo que elijas es medio bruto, no se le dan y prefiere holgazanear. Según sabe, Yuri Katsuki tampoco fue un alumno sobresaliente y aún así se volvió en uno de los mejores pilotos.
La fotografía del piloto ídolo de Yuri descansa en la parte superior de la pared blanca junto a las otras veinte siete fotografías, son una especie de homenaje para los Pilotos que actualmente siguen vivos y activos en el frente. Las fotografías son del busto hacia arriba con el rostro del piloto a tres cuartos hacia izquierda o derecha, no importa, la de Yuuri Katsuki es hacia la izquierda. Su mirada es bastante suave en comparación a la del alemán que está en la fotografía siguiente. Todos los pilotos usan el uniforme militar de su escuadra. El uniforme alemán, americano y australiano es el que más se repite, seguido del chino y del ruso, muchos creen que Yuuri será el último en utilizar en una fotografía un uniforme japonés pues ningún nipón se ha enlistado en la academia con el propósito de ser piloto después de que el jaeger manejado por Yuuri y Mari Katsuki quedará partido por la mitad, suelen enlistarse descendientes de japoneses nacidos en otros lados pero para ser operadores o ingenieros, no pilotos, salvo el caso especial de Minami Kenjirou, pero tiene apenas quince años y no ha encontrado un compañero que sea compatible con él.
Yuri Plisepsky tampoco ha encontrado un compañero pero los superiores han estado buscando alguien que se compenetre con él, encontraran a alguien y seguro será perfecto.
—Profesor —habla alguien interrumpiendo la clase. Todos dirigen la mirada hacia la puerta donde aparece el General a cargo de la academia. El General Yakov, a su lado el sargento Giorgi, y más atrás un hombre con el uniforme suizo, por las insignias que porta todos lo denominan como sargento.
La visita de Yakov solo significa una cosa y todos se tensan. Yuri aprieta los labios mientras contiene la ansiedad que crece en su pecho. El profesor en silencio espera medio segundo y trata de aplazar las noticias que está por decir el director, sin embargo con un asentimiento de cabeza da autorización para que entren las personalidades militares, y éstas en paso firme, casi sincronizado, se hacen un lugar al frente. Yakov mantiene sus manos a sus espaldas y su postura es muy recta. Mira a todos los reclutas, al tanto Giorgi mira serio también a los jóvenes.
—Se les informa que el jaeger Oxidian Danger, tripulado por el piloto Cao Bin y su copiloto Xao Fu, ha caído frente a un kaijou categoría cuatro, nombre clave Chifu, en las costas de México hace dos horas.
El sargento Giorgi toma la silla del profesor, mientras el General sigue hablando, para subir a ella mientras que quitaba las fotografías de los caídos. Cada vez que un jaeger caía se retira la fotografía de sus pilotos de todas las aulas y salas de la academia, y en su lugar son colocadas fotografías póstumas en la pared que está en la entrada a la academia, en lo alto de de la pared reza: "Nosotros somos nuestra propia salvación". Un recordatorio para todos los alumnos que cada mañana entran a esas instalaciones.
Yuri se siente aliviado de saber que su héroe no ha cayó, pero alza la mano casi de inmediato junto a otros tres compañeros.
—¿Sí?
—¿Han enviado refuerzos? —cuestiona alguien y Yuri baja la mano pues es la misma pregunta que surge.
—Calexico Stranger y Trinity Demon están en servicio activo en este momento. Aún no hay noticias claras del frente. En cuanto sepas más al respecto se informará en la gaceta —informa el rubio que acompaña al General, mientras éste último mira al profesor.
Alumnos afirman. El corazón se le para al maestro. Su hijo pilotea el Calexico Stranger. Ambos pilotos son originarios de Nuevo México. Se despide la comitiva y el salón de clases adquiere una atmosfera extraña al tener dos espacios vacíos en la pared de reconocimiento.
Al terminar la jornada educativa no son dos, sino ocho los espacios vacíos en las aulas. Y ochos nuevos retratos en la pared del honor. Yuri en silencio observa bajo la protección de una sombrilla que le protege de la lluvia cómo es que colocan las fotografías de Antonio Parra y Manuel Sevilla, los pilotos del Calexito Stranger. Sumados a los del Trinity Demon, Blue American y Oxidian Danger. Fue otro ataque múltiple similar al que acabó con Rusia casi cuatro años atrás. No es algo usual pero pasa cada una vez al año o cada diez meses. Los Kaijou se coordinan y atacan de forma estratégica, pero los jaeger siempre pueden repeler. Colocan la última fotografía y los trabajadores de mantenimiento maldicen en inglés la mala suerte de tener que trabajar con una espesa capa de lluvia cayendo sobre sus hombros. Pero han terminado y ahora no queda más que irse a calentar bajo algunas mantas y un poco de chocolate caliente.
Yuri se queda un poco más con el corazón astillado viendo las fotografías de los pilotos. No quiere, pero termina imaginando la agonía de los últimos segundos de cada uno de los hombres y mujeres en esa fotografía.
La única forma que existe hasta el momento para que uno de esos colosos de hierro funcione es que sea manejado por dos pilotos. Estos pilotos tienen ciertas características: deben contener similitudes neuronales y compatibilidad emocional para que puedan fusionar sus mentes y darle vida al titán. La maquinaria, armas y reacciones del robot se logra gracias a comandos que responden a sus pilotos mediante movimientos neuronales en conjunto. Para que esto se logre ambos pilotos están unidos mediante una conexión neuronal. Es difícil encontrar gente capaz de permitir estar en la mente del otro, estar desnudo ante alguien más, permitir que vea tus pensamientos más íntimos, tus deseos más penosos y tus motivaciones más personales, pero es equidad y tú también ves lo mismo del contrario.
La conexión es silencio. Es una promesa de estar juntos hasta el final, en un lazo profundo de morir juntos, morir unidos. Lo que uno siente, lo siente el otro dentro de esa cabina. Las uniones más fuertes las presentan algunos hermanos, padres e hijos, algunas parejas, algunos amigos, algunos amantes. Hasta algunos desconocidos. En la tierra, son contadas las personas aptas para la tarea de ser pilotos, y no todos los pilotos logran abordar a un jaeger.
Un Jaeger para toda la vida.
Un copiloto para toda la vida.
Un deseo para toda la vida.
Sólo existe un piloto que es capaz de cambiar de pareja, cambiar de jaeger y cambiar de función en el mundo. No es el más fuerte ni el más frío en combate. Tiene un fin tácito que es salvar a la mayor gente posible. Y cada una de sus misiones ha resultado en éxito total, a excepción de una. Yuuri Katsuki.
Yuri Plisetsky deja caer su mochila en la cama de su dormitorio. A lado de ésta hay otra cama vacía. Lleva así desde hace un año cuando Cao Bin se graduó y emprendió una carrera como piloto Jaeger en función. Ahora está muerto. Jamás fueron grandes amigos, porque Yuri siempre fue una polvorita y Cao siempre fue muy reservado. Se veían en veces y otras tantas que se cruzaban en algún pasillo. No fueron amigos de toda la vida como Yuuri Katsuki y el estudiante tailandés recién egresado en ingeniería jaeger Pichit, que solo les bastó un año compartiendo alcoba para volverse muy buenos amigos. Sí, Yuri sabía absolutamente todo de Yuuri. Había sido su referencia para sus trabajos durante durante todo el tiempo que llevaba en la academia.
Yuuri Katsuki había comenzado su formación como piloto jaeger por casualidad, su hermana mayor Mari y él habían sido seleccionados tres años después de la caída del primer meteorito y en ese entonces Yuuri tendría 14 años. Fue puesto en un jaeger a los 16 años y sirvió a la Coalición de las Fuerzas Unidas los siguientes dos años hasta que alguien saboteó su jaeger provocando un desastre. El Kaijou con el que peleaba en ese momento cortó por la mitad a Ronin Explorer, el Jaeger de Yuuri y Mari. La mayor tuvo tiempo de desconectar el enlace corporal del robot con el cuerpo de su hermano, pero el enlace neuronal estuvo conectado en el momento en que el Kaijou le destrozó la columna a su hermana que tuvo que soportar por los dos toda la densidad del ataque.
Mari Katsuki murió de un paro respiratorio en acción.
El horror, la desesperación, la agonía y frustración de Mari, seguramente Yuuri la sintió como propia. Agape Toxic, el jaeger de Viktor y Alexander Nikiforov llegó a tiempo para socorrer a Yuuri que soportó sólo el ataque continuó del Kaijou durante treinta infernales minutos.
No hubo tiempo de llorar la pérdida de su hermana. Yuuri regresó a tierra solo para recuperarse de sus heridas y volver a la acción como parte del grupo de operaciones donde estuvo tan solo seis meses hasta que otro piloto jaeger murió de un infarto mientras dormía, dejando desprovisto a su compañero. Yuuri se ofreció a formar parte de un nuevo equipo y ahí fue cuando nació el piloto comodín, el piloto mercenario.
Los especialistas jamás han podido descifrar cómo es posible que Yuuri y su interfaz neuronal funcionen como una especie de plastilina que se adapta con cualquier persona, sin importar su raza, etnia, género o cultura. Yuuri es el único piloto jaeger que ha tenido un total, durante sus ocho años de carrera, seis compañeros distintos. Haciéndolo no sólo el piloto con más experiencia y tiempo en acción, sino un héroe para los más versados en cultura jaeger, y un foco de esperanza para aquellos niños sin un camino fijo, niños como Yuri Plisepsky.
Éste observa fijamente el retrato de su familia que mora sobre el escritorio donde tiene el computador abierto, no tiene ganas de hacer tarea pero deberá hacerlo porque se acercan los exámenes de filtro. En su clase son veinte, pero de ellos solo cinco se perfilan para volverse pilotos, duda que los cinco aprueben los exámenes que cada vez se vuelven más complicados. Con la aparición más frecuente de monstruos categoría cinco se rumorea que existen planes para un jaeger tipo 7, actualmente el jaeger que se están utilizando son los 6, y es todo un problema adaptarte a él por lo avanzado que se encuentran. Un 7 supondría todo un reto para los pilotos más viejos, así que necesitan a los nuevos pilotos más preparados.
Yuri no duda de sus capacidades.
La pantalla de su celular parpadea y Yuri se transporta hasta su cama. Extraña a su gato Potya, pero lo deja de extrañar cuando lo ve en pantalla. Maúlla desde una vídeo-conferencia.
—¡Potya! —chilla y el rostro se le ilumina como el de un niño, como realmente debe de ser. El gato vuelve a maullar al reconocer a su amo—. ¿Estás ahí Otabek?
—Aquí —se escucha la voz del kazajo pero no se le ve por ningún lado, hasta que aparece al fondo. Viste overol y camisa de resaca sin mangas, va manchado de grasa y la piel le brilla, es sudor y el rubio se queda callado impresionado por los músculos que se afirman debajo de la dermis morena—. ¿Cómo estás?
—Bien. ¿Te tocó escoltarlos? —pregunta de inmediato Yuri.
—No, me quedé en tierra por si Tango Romance necesitaba ser transportado hasta la línea de ataque —inquiere el Kazajo recogiendo a Potya de la mesa donde tiene el computador, ahora él ocupa la pantalla, detrás de él se adivina un helicóptero algunos contenedores y oscuridad. Yuri se queda callado.
—¿Entonces el Tango Romance no atacó en esta ocasión?
—No. Enviaron cinco Jaegers cuando Oxidian Danger cayó, regresaron dos —murmura cabizbajo—. La mariscal Mila está furiosa, porque Tango Romance no estuvo listo cuando dio la orden para partir.
—¿Cómo qué no estuvo listo?
—Arthur Callaghan había bebido la noche anterior así que se fue en uno de sus recuerdos cuando hizo la conexión, la conexión falló.
—¿Y Katsuki está bien?
—Hmp, sí. Pudo estabilizar el jaeger pero no pudieron ni siquiera calentar motores.
—Ya veo —el ruso se queda pensativo—. ¿Cómo están las cosas en la base?
—Cómo debes de pensar es-
La comunicación se corta de súbito y una fuerte alarma suena en altavoces provocando que el corazón de Plisepsky se detenga, se incorpora de forma rápida pero no apresurada. Aún lleva consigo su teléfono, y ha jalado su chaqueta de piel con las insignias escolares. Afuera en el pasillo todo es confusión. Los de primero se miran asustados entre ellos mientras que los más avanzados los apremian para andar hacia las escaleras.
Debe ser un simulacro. Dice Julio de la Iglesia, un estudiante técnico de mecánica. Su sueño es reparar jaegers en la misma bahía que lo hacía su madre. Camina con calma dejando pasar a los más jóvenes que en histeria se empujan. Yuri les gruñe y el grupito se calma para ir caminando, aún apresurados, pero sin presionarse tanto. Espero que sea eso, contradice Guang Hong Ji chino, tiene los ojos rojos e hinchados por el llanto, él era amigo de Cao Bin. Yuri no quiere decir nada porque sabe que aún está sensible, mira hacia el teléfono esperando que la conexión ya esté bien, pero se queda petrificado cuando nota que la conexión con el Skype, en efecto, ya regresó pero Otabek ya no estaba en la pantalla. La habitación desde donde hablaba Otabek se ha iluminado y también hay movilización enérgica.
La alarma sigue sonando en los pasillos de los dormitorios.
—Yuri, date prisa —exige Julio que se ha quedado parado a unos pasos de él junto con Guang Hong. Pero Yuri no se mueve. Todos se quedan igual quietos cuando un rugido como el de un motor de tráiler haciendo un freno manual resuena haciendo un espantoso eco. Los cristales colapsan al siguiente segundo y los estudiantes se agachan impresionados. Les toma dos segundos entender que ocurría para enseguida movilizarse de forma casi violenta. Empiezan a correr esta vez todos corren y están seguros que no es un simulacro.
Un silbido de motor mecánico parece conectado a un amplificador y la tierra tiembla, la estructura del edificio se estremece. Yuri es empujado por una horda de chicos, Guang Hong se detiene un segundo a ayudarlo pero es golpeado contra la pared y ahora es él quien está en aprietos pues queda mareado incapaz de moverse. Plisepsky chasquea la lengua y tira del brazo de su amigo para entrar a rastras a un salón vacío antes de ser aplastados por la multitud.
—¿Qué están haciendo? —grita Minami, el otro japonés que sueña con ser piloto, va en un grado inferior que ellos, está tan alterado como todos los estudiantes, pero trastabilla al interior cuando un estudiante provoca una avalancha humana, se salva de quedar atrapado en ese mar de estudiantes por ir a ver porque los otros dos habían ingresado al aula en vez de huir. Los tres se quedan en el salón y van hasta debajo del escritorio del profesor pues la estructura sigue meciéndose y temen un colapso.
Escuchan fuertes estallidos a las afueras. De pronto todo queda en oscuridad y sólo luces serpenteantes, fugaces seguidos de explosiones iluminan desde el exterior, desde las ventanas. Guang está aterrado y Plisepsky lo abraza maldiciendo. No se escucha más ruido afuera de esa puerta. Los ojos del ruso se fijan en los del japonés que está en la fotografía.
—¡Vamos! —es Minami otra vez que tira del brazo a los otros dos para que se muevan.
Yuri es el primero en salir y su semblante temeroso se vuelve a uno sombrío. Hay zapatos, ropa y libros tirados, también un par de compañeros yacen en el piso. Un par no se mueven, otro se queja está contra la pared. Yuri se apresura para pasar su mano por debajo de su espalda y ayudarlo a andar balanceándose para no caer pues los temblores continúan y polvo de cemento cae desde el techo, no es buena señal.
Los cuatro estudiantes bajan las escaleras y en efecto, han evacuado en menos de cinco minutos las instalaciones. Van lento debido al coreano que Yuri rescató y va lastimado probablemente de las costillas. La alarma se caya y los cuatro se miran entre ellos, un helado escalofrío les recorre al mismo tiempo. Que la alarma se haya callado significa solo una cosa: Los refugios de la academia ha quedado sellado. Minami vuelve a andar, él asiste a cargar al coreano que se deja ayudar por el ruso y el japonés sin importar nada. Guang camina muy pegado a ellos atrás, tiene demasiado miedo como para ir por su cuenta.
—Iremos hasta los puertos donde están los jaeger de entrenamiento —dice Yuri cambiando de dirección cuando llegan a la primer planta. El daño es notorio en la estructura escolar, pues diferentes cuarteaduras suben desde el piso hasta el techo y los cuatro saben que deben apresurarse.
Los puertos de lanzamiento resguardan dos jaegers que están "jubilados", son obsoletos, pero funcionales. En caso de un ataque, como el que sufren, dichos jaegers debían de ser utilizados pues la academia sería la primera línea de ataque para contener a las bestias antes que los jaegers y los pilotos experimentados llegaran. Pero al salir de la escuela, la escena es devastadora. La lluvia cae sin compasión y en la bahía observan con ojos horrorizados como el kaijou le arranca un brazo a Black Columbus, uno de los jaegers de entrenamiento, un segundo kaijou emerge desde el agua, Yuri es el primero en visualizarlo entre la espesa cortina de lluvia no puede moverse, las piernas le tiemblan. También a Minami y el coreano se ha desmayado del dolor. Guang detrás de ellos llora aterrado pues el mismo Kaijou que ha mutilado al jaeger ahora camina hacia la escuela.
La cola como la de reptil golpea contra el suelo a un costado de los edificios de la zona Sur. Yuri palidece cuando se da cuenta dónde está golpeando, ignora de hecho, como la tierra cimbra debajo de sus pies, ni siquiera pone atención que por el movimiento telúrico ha caído de rodillas junto a los otros tres estudiantes. Sus ojos solo pueden observar como la bestia ruge mientras las manos de éste desgarran la tierra, rompiéndola cual niño rompe envoltura en un regalo de navidad. Sus fauces se abren y se iluminan en un color azul fluorescente, antes de doblar su cuerpo hacia atrás y en acción elástico precipitarse hacia el frente para verter un líquido azul. Apesta. Lo huele desde donde está. O quizás sólo es el olor de los cuerpos calcinados de los desgraciados que han quedado ahí.
El lugar que ataca es ni más ni menos que el sitio donde están loa refugios escolares. El cuerpo le tiembla casi igual que el piso debajo de él.
Los gritos de sus compañeros son acallados por la fría sombra de la lluvia y el agua. Hay más personas que gritan y el kaijou sigue vomitando esa porquería tóxica y ácida sobre ellos. Alguien tira de él y otra vez están corriendo hacia la densidad del bosque donde esperan encontrar un pequeño recoveco donde ocultarse. Ir al puente de lanzamiento es absurdo porque el segundo Kaijou lo ha atacado, se da un festín destrozando todo a su paso. Los disparos de los helicópteros de reconocimiento le hacen cosquillas a los animalejos. Seguramente más gente está tratando de huir o quizás se mantienen aferrados a la idea de lealtad y patriotismo para seguir luchando y ser un obstáculo.
Porque sólo están en ellos entre esos demonios y la gente de la ciudad que seguramente está siendo evacuada.
¿Por qué no han avisado antes?
Siente rabia y el llanto corre por su rostro, el llanto de todos corre por el rostro de todos. Han dejado atrás al coreano que se desmayó antes. Se sienten como escorias pero apenas son niños y tienen miedo. Yuri en su carrera tropieza y cae de bruces al barro, el cabello rubio está pegado a su rostro, alza su mirada y Guang y el otro chico rubio han desaparecido entre los árboles. Hay más ruido violento. La tierra vuelve a ser trémula y se mece violenta. Esta vez es diferente, el pitido que le supone un tapón a los alaridos agónicos de los que perecen lentamente desaparece y en su lugar queda el ruido de la tormenta que truena furiosa.
Aún en el piso Yuri se gira para darse cuenta que dos jaegers han llegado, los reconoce enseguida, él conoce todos los jaeger en función, pero ninguno de ellos es Tango Romance, se pregunta si Yuuri Katsuki se sentirá igual de frustrado y furioso como él al no poder hacer nada. Ni siquiera se puede levantar para salvar su vida porque al parecer se ha doblado el pie. Se nota la diferencia entre los ataques del jaeger caído y los que acaban de llegar pues éstos hacen retroceder a los kaijou de forma eficaz. Parte de los edificios escolares caen en escombros cuando un pedazo del brazo del monstruo es arrancado por el jaeger y la lluvia impide que una nube de humo se alce, aún así Yuri sigue asustado.
Los tanques de gas explotan ante la presión y todo se vuelve fuego y agua.
Destrucción y salvación.
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St. Yukiona.
"Quien los ama de corazón, hígado y pulmón"
Gracias por leer.
