Holahola! Pues aquí estoy de nuevo. Supongo que este fic podría considerarse mi regreso oficial, jaja, yo solita dándome importancia u.u

Qué puedo decir de este capítulo 1…explicaciones, todo muy sencillo, una simple introducción según yo. Poco a poco se irá poniendo más fuerte, claro, conforme mi cerebro vaya captando y dándole forma a las ideas.

Pues bien, aquí lo tienen.

KOF no me pertenece. Escribo esto sin fines de lucro, únicamente de un fan para los fans.

Falling from grace

Capítulo 1: Grace Park

Frente a él se extendía aquel pueblo que parecía tan tranquilo y alegre. Le dio la sensación de que no tenía que estar allí, de que su presencia era…como una mancha, como un problema en ese lugar. Se quitó los lentes oscuros, poco comunes dados el lugar y la época, pero en realidad no le importaba que la gente lo viera raro. Había viajado a tantos lugares, y sin embargo pasaba el tiempo y él no conseguía encontrar respuesta a sus preguntas y a sus problemas y era quizás por eso que aunque quisiera no podía pasar por alto aquella nueva misión.

Atrás de él, los pasos de su compañero sonaron en el piso, fuertes, firmes y pesados. Aunque no volteó, lo sintió perfectamente cuando se paró a sus espaldas mirando hacia adelante igual que él.

-¿Es realmente necesario?- preguntó por enésima vez y recibió la misma respuesta.

-No hay duda. Hey, si no encontramos al doctor me imagino que al menos ganaremos algo de dinero esta vez, ¿No?

-Sí, ¿Cómo la última vez?- preguntó con ironía- Ya me estoy cansando.

-Qué novedad- contestó el otro en el mismo tono, y a K' se le formó una mueca de disgusto al escuchar sus palabras.

Máxima lo miró mientras se volvía a poner los lentes y hacía un gesto mostrando los colmillos. Odiaba ser tratado como un niño, pero él siempre terminaba haciéndolo sentir así. Como sea. Entrar a esa aldea no le hacía mucha gracia pero al menos esa vez era necesario.

Caminaron hacia allá. Conforme se iban a cercando a su destino dentro de la villa, iban creando curiosidad entre los presentes, ya por Máxima, que era extremadamente alto y llamaba la atención aunque no lo quisiera, ya por él, K', que usaba ropas inusualmente oscuras y parecía más que dispuesto a atacar al primer idiota que quisiera pasarse de listo o de gracioso.

Se internaron en la posada del lugar, y pidieron café. Una mujer mayor les sirvió sin hacer preguntas, pero sobretodo sin mirarlos de la misma manera que el resto de los habitantes; probablemente más impuesta que nadie a recibir gente extraña en su negocio. Tomaron el café sin hacer mayores observaciones y finalmente Máxima se acercó a la mujer para solicitarle que les diera habitaciones. Pensaban quedarse allí el tiempo que les tomara cumplir con el trato que iban a negociar con los líderes de la aldea.

En aquel lugar la mayoría eran trabajadores de campo. Vivían de lo que cosechaban y de los animales que ellos mismos criaban. No era un lugar muy grande pero tampoco era pequeño. La gente más rica eran el médico, un abogado, un contador, el posadero junto con su esposa y el alcalde, y era con ellos precisamente con quienes tenían que hablar para terminar de concretar los términos de su estadía en la aldea o villa, conocida entonces como Grace Park.

Era ya época de frío, por lo que el café les había caído de maravilla. En las calles había nieve, ya acomodada hacia los lados para que no estorbara en el camino de los transeúntes, pero en ese momento no estaba cayendo nada y en general todo estaba de lo más tranquilo. Todo estaba nublado, de modo que dentro de la posada todas las lámparas estaban encendidas. El lugar parecía cálido, pero esto contrastaba notablemente con las miradas de los presentes, frías, como si no quisieran a los visitantes allí.

Por supuesto que eso a Máxima y a K' les venía valiendo un soberano cacahuate.

-Dijeron que vendrían dentro de media hora- les dijo la posadera de repente, pues sabía perfectamente lo que hacían allí- me pidieron que los llevara al cuarto especial.

Les sirvió un poco más de café y les indicó que cuando lo terminaban ella los llevaría allí.

El cuarto especial era, obviamente, una habitación que se encontraba comunicada al comedor de la posada por una pequeña y discreta puerta de madera por la cual Máxima apenas consiguió pasar. Dentro de la austera y fría habitación había una mesa larga con varias sillas.

Había rumores en la aldea de la existencia de aquella habitación. Se decía que en ella se habían tomado decisiones que habían decidido el rumbo de aquel lugar en términos políticos y económicos, y que incluso los criminales más sanguinarios que Grace Park hubiera conocido habían estado allí alguna vez planeando sus fechorías.

Lo cierto era que el cuarto no tenía nada de especial. K' y Máxima se sentaron ante la mesa en total silencio en lo que llegaban los caballeros con quienes tenían qué hablar.

-¿Me dejarás negociar esta vez?- preguntó Máxima después de un par de minutos de este profundo silencio, mirando sus manos sobre la mesa y por lo tanto, haciendo enojar un poco (solo un poco) a K'- en el pueblo anterior estuviste a punto de matar al alcalde.

-Como quieras- repuso él subiendo los pies a la mesa y recargando la cabeza hacia atrás como si planeara quedarse dormido.

Los tan mencionados caballeros llegaron puntuales como reloj suizo.

Máxima se puso de pie educadamente para recibirlos y como era de esperarse K' ni se molestó en hacerles ver que había notado su presencia.

Cada quien tomó su asiento y comenzaron a hablar con Máxima de cosas que para ser sinceros no eran de su incumbencia, o más bien, no le importaban en lo más mínimo, de modo que no puso atención. Tampoco le importaba mucho saber a qué trato llegaban, de todas maneras su trabajo era su trabajo y eso no iba a cambiar conforme al trato que hiciera Máxima con ellos.

Aun así tuvo que escuchar; no podía dormirse aunque era lo que quería, y eso era malo para su relativamente buen humor.

-Verá, señor- decía el alcalde a Máxima- esto se está saliendo de nuestro control. Ya no es posible ocultar las desapariciones y aunque no ha sido gente que valga la pena…recuperar- dudó- es muy difícil seguir ocultándolo. No sabemos qué más decirle a la gente y tememos que en cualquier momento sigan… nuestros hijos.

-Y quieren que cacemos a la bestia, o lo que sea que está causándolo, ¿cierto?

-Por supuesto. Mientras más discretos sean, mejor.

En realidad siempre hablaban en términos de "cacería" como si hablaran de perseguir animales salvajes, cuando lo que querían decir era que cazarían "criaturas" de dudosa naturaleza.

La gente de esos lugares estaba convencida de que cuando sucedía algo así, que parecía sin explicación, tenía que ser obra de algún ser maligno, de otro mundo. Se hablaba de hombres lobo, hombres pájaro, brujas, fantasmas y vampiros, apariciones y aberraciones de todo tipo y K' y Máxima habían aprendido a aprovechar esas situaciones para redituarse algo de dinero para vivir y para encontrar cierta información que necesitaban.

La mayoría de las veces, más bien, casi todas, habían resultado situaciones provocadas por algún animal salvaje o por los humanos que habitaban el lugar, aprovechando la ignorancia de la gente para llevar a efecto sus crímenes, a veces de maneras sanguinarias e injustificadas. Sin embargo, los pocos encuentros con lo sobrenatural habían sido suficientes para que ambos tomaran siempre sus precauciones y para que K' no se confiara demasiado al ir a enfrentar a las "criaturas". Después de todo, él era la fuerza bruta del equipo.

-Nuestro precio- indicó Máxima, luego de escribir la cifra en un papel y entregarla al presunto alcalde. Éste la leyó, la mostró al resto de los hombres y se limpió la frente con un pañuelo- más la estancia en la posada y comidas. Nuestro trabajo será rápido y eficaz si contamos con todo lo necesario y si no somos interrumpidos por ningún motivo. En caso de que no se cumplan nuestros términos abandonaremos Grace Park lo antes posible. A cambio de que se cumplan, sin embargo, aseguramos limpieza, discreción y la menor cantidad de víctimas.

-Pa…parece justo- admitió el hombre.

-Pueden disponer de la posada y la comida cuando quieran- agregó el posadero- pero su pago lo tendrán en cuanto entreguen a la criatura.

-Junto con la información- agregó el médico, poniendo una mano firmemente sobre la mesa.

Máxima lo miró gravemente. Eso sin duda era lo más importante. Le interesaba cumplir esa misión. Nunca antes se había sentido tan cerca…

-Redactaré un contrato y se los haré llegar para que lo firmen- dijo entonces el abogado- mañana en la mañana a más tardar.

-Yo estaré al pendiente de todas las cuentas y de ser el caso, los daños que esto pueda causar a nuestra aldea, ya saben, los monetarios- agregó el contador- cualquier cosa que no esté estipulada en el contrato les será descontada, ¿está claro?

-No habla con un idiota, señor- aclaró Máxima sin perder la compostura. Se puso de pie trabajosamente dado su gran tamaño comparado con el de las sillas- Vamos a descansar, K'. Señores, esperaremos ese contrato. Que pasen buenas noches.

Los hombres inclinaron sus cabezas en señal de despedida.

Máxima y K' salieron de la habitación y subieron al segundo piso de la posada, en donde estaban los cuartos.

Al día siguiente comenzarían con el trabajo.

A pesar de lo que pudiera parecer debido al aspecto descuidado que ambos hombres ofrecían, su método consistía en un sistema pensado y afinado con el paso del tiempo y las experiencias. Llevarían ya uno años en el negocio y solo habían fallado un par de veces. Nada despreciable, considerando lo mal que lo pasaban otros.

Su plan tradicional consistía en varias fases, de las cuales la primera era más que vital. Era el reconocimiento de la zona, les tomaba un par de días hacerlo, y consistía básicamente en recorrer la localidad de cabo a rabo registrando toda la información necesaria, que no escapara ningún detalle.

Registraban el tipo de viviendas que había, los edificios más importantes como punto de referencia, los lugares públicos como el parque central o la iglesia, la alcaldía, la escuela. La salida y la entrada de la ciudad, así como los caminos que se podían tomar y a dónde llevaban, si había algún callejón cerrado, los límites con el bosque e incluso el cementerio. Los lugares más importantes donde se reunía la gente, las casas de los habitantes más prominentes y obviamente, los lugares donde se habían encontrado a las víctimas de la "criatura" en cuestión, o donde se les había visto por última vez.

A K' le daba igual, pero, para ser justos, ayudaba a Máxima a llevar a cabo esta parte del plan. Claro que él nunca había sido bueno interpretando información, pero así como era un buen cazador de criaturas, podría decirse que era un buen cazador de datos.

No necesitaba una libreta, en realidad tenía una buena memoria. Medio en broma, le decía a Máxima que quizás era por la falta de uso. Por supuesto que cuando lo decía no sonreía, pero Max quería pensar que por lo menos comenzaba a tomarse a sí mismo un poco menos en serio. Quería, de verdad quería pensarlo.

De modo que K' recorría la parte del pueblo que le tocaba y buscaba a Máxima para reportar sus avances y el asunto marchaba como siempre de maravilla.

Era la parte, desde el punto de vista de K', más aburrida del trabajo. Las horas se le pasaban lentas.

Desde un par de días antes de su llegada, en Grace Park se había impuesto toque de queda desde las 6 de la tarde, la hora en que la oscuridad casi se había adueñado por completo del cielo. Sin embargo no era costumbre de K' obedecer ese tipo de reglas y le daba igual lo que le dijera la gente, él no era un habitante de ese lugar- realmente, no era habitante de ningún lado- así que salió a caminar para pasar un rato a solas entre los caminos del lugar.

Pasaron las horas sin que se diera cuenta, lo cual era un problema que se le repetía a menudo; siempre había tenido una tendencia terrible por permanecer con la mente en blanco aun cuando sabía muy bien que necesitaba mantenerse lúcido, que debía estar alerta para evitar perderse, ser atacado o cualquier cosa peor.

Había días que simplemente no le importaba.

Había días en que simplemente deseaba desaparecer y si su propia irresponsabilidad lo provocaba, por él no había nada mejor.

Conforme avanzaba la noche, y con ella la oscuridad, hacía mayor frío. K' no lo sentía casi, no por nada una corriente de fuego corría permanentemente por su sangre…esa sangre que tanto odiaba…

Sin embargo comenzó a sentir las fuertes corrientes de aire que casi lo tiraban al piso…una ventisca.

De pronto, todas esas oleadas de fuego interno no fueron suficientes para calmar esta sensación, el frío comenzó a adueñarse de su cuerpo y a recorrer cada parte de él, sintió claramente el momento en que se entumeció de golpe, como si de un momento a otro le hubieran sacado todo de adentro, como si repentinamente estuviera completamente vacío.

A pesar de que la sensación apenas era soportable, siguió caminando, como siempre lo hacía.

Trató de volver a la posada, pero tan en blanco iba su mente que había olvidado el camino. Estaba en una parte de Grace Park que no conocía, quizás, esa parte la había explorado Máxima y él aún no la conocía.

Se recargó contra la pared de un edificio que no sabía qué rayos era, no podía ya ni pensar.

Miró hacia todas partes. Su respiración se agitó, y reconoció en su nuca y en todo su cuerpo la sensación inconfundible de que estaba siendo observado.

Su piel se erizó y se tensó como la de una bestia que percibe el peligro. No pudo evitarlo. Su mano comenzó a temblar y sintió el fuego circulado por todo su cuerpo con muchísima más fuerza que antes, como si fuera a incendiarse por dentro, pero tantas sensaciones repentinamente mezcladas le impidieron por completo moverse, actuar.

No, no. Se sentía terriblemente patético y avergonzado, deseaba con todas sus ganas correr e irse lejos. Nunca antes se había sentido así, y por dios, le dolía, le dolía tanto, alguna parte de su cuerpo, ¿su corazón?

En un último momento de lucidez, pudo echar una mirada a su alrededor.

Dos luces rojizas en la distancia resaltaban entre la nieve de la ventisca y la oscuridad.

Las luces se fueron acercando poco a poco, y aunque transmitían cierta calidez, la sensación de peligro y de miedo solo se acrecentó, como nunca en la vida le había sucedido. No podía moverse. No conseguía correr.

Las flamas de sus manos parecían haberse quedado atascadas, luchaban por salir, pero él simplemente no conseguía sacarlas.

Trató de quitarse el guante que las controlaba, pero su otra mano temblaba tanto que no era capaz de moverla a voluntad, y aun cuando la acercó suficiente para tratar de retirar el guante, sus dedos fallaron miserablemente, provocándole además un fuerte dolor al chocar las yemas entumidas contra el cuero duro que envolvía su mano.

-Aléjate- dijo, con voz temblorosa mientras las luces se acercaban cada vez más a él. De repente se posaron sobre él y claramente sintió un empujón que lo tiró al suelo con suma facilidad- aléjate, engendro, déjame.

El último deseo de un animal acorralado.

No estaba listo para enfrentársele, no podía moverse, seguía retorciéndose en el suelo, seguía temblando, seguía sintiendo ese peso sobre él, como si una persona estuviera montada sobre su cuerpo y no le permitiera moverse en lo absoluto.

Pronto sintió un dolor terrible en su cuello. La claridad de la mordida lo sofocó, era más que evidente que lo que fuera, quería tragarlo, quería alimentarse de él, de su sangre.

Estaba dando todo de sí por mantenerse despierto, pero era más fuerte que él mismo, la mordida era salvaje, era cruel, sentía claramente su cuello desgarrarse y su sangre manando de la herida, cada vez más grande era el vacío dentro de su cuerpo. Manoteó, lanzó puñetazos al aire pero ese lo que fuera lo esquivaba con facilidad y maestría, sus piernas también se movían pero por más que lo intentaba no conseguía liberarse del agarre.

Gritó con todas sus fuerzas, la llama nunca salió. Con un… miedo descomunal, sintió lo que creyó eran las últimas gotas de su sangre corriendo por su cuerpo antes de que fueran absorbidas por esa boca. Sabía que debía estar muerto ya. O por lo menos, a punto de morirse.

Eso era indudable.

Escuchó una risa suave y musical, de una mujer, muy cerca de su oído. Y tuvo la sensación inconfundible, de un beso. Un beso húmedo que dejó una mancha roja alrededor de él. No pudo ver más. Sintió el sabor de la sangre inundando su boca y bajando por su garganta, su propia sangre entrando a borbotones a través de ella, por sus dientes, su lengua…

La esencia de la mujer inundó su cuerpo. Era una mezcla de vainilla, nieve y sangre.

Se sintió marcado.

Cerró los ojos y no tuvo noticia de más.

Cuando abrió los ojos, vio borroso. Máxima estaba viéndolo con cara de preocupación. Le decía que se mantuviera despierto, le preguntaba qué le había pasado, si estaba bien.

No pudo responder. Su lengua estaba adormecida. Estiró su mano hacia su amigo pero no llegó muy lejos. La dejó caer y decidió dejarse dormir.

A lo lejos la voz de Máxima se apagó y él se quedó completamente dormido dentro de una eterna mancha roja.

Continuará…

Y bueno, aquí está la introducción. Como dije, muy sencilla pero, ¡Hey! Díganme qué les pareció.

Nos leemos pronto.

Atte. Yereri Ashra.