Olvida las consecuencias y vive el momento

ALL CONTROL IN THEIR HANDS

En una misión en la que estás fuera de tu planeta natal a más de seis meses de distancia, peligrando de manera regular a pesar de las defensas que posee el lugar que habitas y por sobre todo, con el simple y diminuto objetivo de estudiar a profundidad cada rasgo del planeta por un tiempo limitado...

—¡Uhhh! Keith, mi amor, mi bebito por favor sonrieeeeee

Es lo más obvio ponerse a jugar con un bebe de cuatro meses de nacido y olvidarse por completo de tus deberes. Si, la raza humana es una maravilla.

—Oh vamos Sandra, sabes que tu pequeño es un amargado desde que nació, no puedes exigirle algo que no nace de él. —comenta el hombre de barbilla cuadrada y corte militar con una buena cantidad de años encima a juzgar por su apariencia

—Pero... ¡Solo tiene cinco meses! Anda bebé, ríe para mami, déjame tomarles una foto a esas encías.

El bebé en cuestión, de cabello negro y grandes ojos purpura miro a su madre con tranquilidad propia de su carácter. No podían decir que era molesto, quizá un poco arisco a la hora de dejarse cargar, pero por lo demás era un sueño de niño. No lloraba mucho, guardaba silencio en los momentos apropiados y de vez en cuando parecía más un muerto por lo suave que respira.

Lo único que parece alegrar a esa pequeña masa de indiferencia es un muñeco de felpa con forma de Hipopótamo, regalado por el padrino de este y es quien habla ahora con Sandra Kogane.

—Keith es el primer kerberiano y es un amargado de primera... Debí parir en la tierra aun si era debajo de un puente por rechazar este trabajo. —quejumbra con dramatismo y el hombre se ríe.

—Bueno, aún está pequeño, dale más tiempo, Shiro también fue poco risueño de pequeño. —Sandra lo observó con ligera molestia por el poco apoyo que significaban sus palabras a lo que quiere ver de su pequeño.

—Keith es mucho más pequeño que Shiro, también es mi hijo y debería ser como yo lo imaginaba. —suspira decepcionada. Takemaru Shirogane hizo una pequeña mueca, pero no dijo nada más al respecto.

Volvieron a su trabajo y Keith se quedó en su cuna, jugando con su pequeño muñeco de hipopótamo, ya tenía un patrón de comportamiento y este era llorar únicamente por hambre, al golpearse apenas un poco se aguantaba, sobándose la zona, es un bebe bastante extraño.

Takemaru lo asocia al aire, aunque respirable por la atmósfera que comenzó a formarse, Keith apenas era un bebé y contrario al ambiente del resto de infantes que conocía, esto podía traer diferentes consecuencias a su cuerpo que incluso podían afectar la manera de funcionamiento cerebral. Al menos eso creía y era una explicación más decente a la de Sandra que es un simple "Su padre fue un amargado, lo heredó". El trabajo no parecía tener fin, pues una cosa tras otra surgía y los obligaba a permanecer en el planeta, Sandra quería volver y apartarse un buen tiempo aprovechando la suma de dinero que ganó para estar tiempo con su hijo.

El día prometía ser bastante diferente, los radares de corto alcance detectaban fuentes de calor que hasta la fecha jamás habían aparecido. La vena científica no los permitió temer por lo que sea que estuviera marcando el radar, intentaron verlo con cámaras e incluso pensaron ir ellos a investigar.

— Hasta ahora no lo hemos dejado solo ¿Estas segura de que está bien? —pregunta con extrañeza.

—Ya comió y está a punto de dormirse, no se dará cuenta de nos fuimos unos instantes. —asegura con deje confiado. Ambos tenían puesto un traje ceñido con una armadura que portaba un pequeño jet, cascos para oxígeno, todo lo necesario. Una alarma hizo a Takemaru voltear y entrecerrar lo ojos

—La cantidad de calor ahora es más grande.

—No nos perderemos de nada enton- ¡HIII!

Vieron por la ventana una gran bola de fuego en lo que podía considerarse el jardín del laboratorio, algo lo había hecho explotar y como si de una invocación se tratara más explosiones empezaron a hacerse. Keith empezó a llorar cuando una golpeó contra el muro del laboratorio. Tirando de Sandra y Takemaru presionó un botón en la pared, este accionó una alarma y pronto en la zona más apartada del laboratorio surgió una nave para dos tripulantes. Un muro fue destruido y pudieron ver a medias a quienes los atacaban, alzaron sus armas y los amenazaron con ellas.

— ¿Que raza supone que son? —su habla era rara.

—Humanos, apesta en todos lados aquí... Mátalos, no vale la pena el esfuerzo. —replica una mujer con desdén. El llanto infantil llamó su atención, apenas intento dar un paso Takemaru lanzó una pequeñas bomba de humo y agarrando a Sandra del brazo corre hacia la nave, ella lo detiene

— ¡NO PODEMOS DEJAR A KEITH! —la aventó dentro de la nave y corrió hacia donde sabía estaba la cuna del bebé con casi seis meses.

—Que descuido esta pobre criatura podría asfixiarse... Quizá a su alteza le guste.

Apenas vio la silueta de alguien cargando a Keith que aunque gimoteaba no era ruidoso en lo absoluto. Mordiéndose los labios regreso a la nave, subió a esta y atravesando la pared despegó, alejándose así del cargo de consciencia. No sabía que armas tenían y si lo estaban cargando es porque de alguna manera no tenían planeado lastimarlo

— ¿Don-Donde está Keith? ¿¡DONDE ESTÁ MI BEBÉ!? ¡SHIROGANE!

— pensé que teníamos ordenes de destruir todo en este miserable planeta. —bufa uno de los soldados. Niega con la cabeza, tocando la mejilla rellena y blanca del bebé que tiene en sus brazos.

—No creo que sea malo llevarnos esto, después de todo esta pequeño, no sabe nada de su gente y si su madre lo dejó ahí, tampoco es que importe demasiado. —comenta alzándolo frente a ella. Keith estiró los brazos en dirección a algo. Se percató de que uno de sus hombres llevaba algo en las manos.

—Me tropecé con esto, quizá es suyo. —comenta entregando el muñeco con un listón en el cuello donde decía "Para Keith"

— ¿Entonces...?

—A su alteza le gustará, estoy segura de ello. Ahora... ¿Implantaron el mecanismo?

Keith no tenía la capacidad de entender que pasaba ahí, sin embargo, no estaba del todo tranquilo hasta que junto a la líder estuvo en una nave, que muchos días después se alejó de aquel planeta y este explotó en mil pedazos, apenas vio una fracción de esto y rió por lo bonitos que eran los colores y luces. No tenía una cama blanda y su comida no le gustaba, así como tampoco le gustaba ponerse a llorar por ello, incluso en su mentecita esto se sentía tan inútil que se limitaba a hacer muecas.

Cuando llegaron a un nuevo planeta estaba dormido, igual que el tiempo que transcurrió mientras lo llevaban a un palacio de aspecto un tanto sombrío, varios guardias caminaban por los pasillos y el repique metálico se escuchaba a cada paso que se diera. La mujer hizo una reverencia una vez se encontraba en la sala del trono frente a sus gobernantes de dura expresión y aterradora actitud.

— ¿Algo que informarnos, Krolia? —pregunta el emperador, Zarkon, quien no tiene un aspecto muy natural sino uno desgastado y brillantes ojos amarillos.

—Fue una misión cumplida señor.

—¿Entonces por qué has venido como si se tratara de lo contrario? —interroga con sospecha. Krolia se enderezó, haciendo notar que llevaba algo en brazos.

—Durante la exploración encontramos un pequeño centro de estudio humano, huyeron, pero... Dejaron esto.

—Déjame verlo. —pidió la mujer junto a Zarkon, Honerva. Tenía un aspecto muy humano al contrario de su esposo, de hecho no se explican como esos dos pueden estar juntos. Krolia se acercó y entregó al apenas despierto bebé que observa a Honerva con ojos entrecerrados.

—Seis meses terrestres según la información que sacamos de él.

—Keith... ¿Su madre lo dejó?

—Si, alteza.

—Ummm...

Keith bostezó y se recostó de Honerva como si esta fuera su madre o no tuviera la capacidad de mandarlo a matar si en su alma no encontraba un deseo por conservarlo. Para suerte del niño, esto si pasó, Honerva sonrió acariciando el cabello negro y oliendo el aroma a bebé que este emanaba, tan suave y tierno como el que tuvo hace ya un tiempo. Dirigió su mirada a Zarkon que de la misma manera, la observaba.

— ¿Lo quieres?

—Es una belleza. —responde pegándolo a su mejilla. Zarkon con un gesto de mano hizo que Krolia se retirara.

— Lotor podría no aceptarlo, él ya está muy consciente de que es el único heredero y traer a un hermano... —Zarkon es incapaz de cambiar sus expresiones, pero Honerva podía entender lo que este quería decir.

—Lotor es tu heredero como bien lo has dicho, nada impide que yo tenga el mio—deposita un beso en la mejilla del bebé que empieza a abrir los ojos—. Keith es humano y no podría ponerlo como heredero de este imperio por las reglas que tiene, sin embargo, mi labor como hechicera bien puede recaer en él. Su calma incluso en esta corta edad es admirable. —Keith solo la miraba, aguantándose las ganas de tocar esas marcas pequeñas que surgían de los ojos de Honerva.

—Si así lo quieres hazlo. —Se levantó de su lugar y avanzó hasta la salida trasera de la sala del trono, el pasillo dirigía a múltiples habitaciones. Al llegar a la final se adentró y cerró tras ella, Keith observaba con interés todo así como guardando el silencio.

—Está será tu nueva casa y yo seré tu mamá... no podrás recordar a quien te abandonó a morir—los ojos se Honerva adquirieron un color amarillento y sus manos un brillo purpurino. Hizo contacto con las sienes del pequeño—. A partir de ahora serás hijo de los Gobernantes del Gran Imperio Galra... Y nadie jamás te arrebatara el derecho a la nobleza que yo te estoy entregando.

Modificar la memoria de un niño tan pequeño no significaba un problema, pero si el conferir parte de su magia a él. Keith aguantó el llanto tanto como pudo y Honerva no hizo más que sonreír por ello. La magia alteana era acumulativa y se multiplicaba aun si era una pequeña chispa, por lo que dar un poco de la suya propia hizo brotar unas pequeñas marcas en los pómulos infantiles.

Podría decirse que ahora era un humano mitad alteano... Más humano que lo segundo, pero la magia alquímica que tendría es lo importante. Lo tomó en brazos y sentada en la cama repartió pequeños besos por las mejillas húmedas de lágrimas, viendo con cariño al pequeño que ahora es suyo y en un futuro le dirá "Madre"

Amaba a su hijo Lotor, nadie lo iba a poder negar, pero él tenía admiración hacía Zarkon, la idea de heredar su trono lo fascinaba y por ello Honerva aunque mimosa con él, quedaba un poco rezagada a pesar del amor que tiene su hijo hacia ella. Por lo que tener un segundo hijo, uno que careciera de la sangre Galra y por ende fuese inelegible para ser Emperador es su momento de tener a un pequeño curioso tras ella interesado en su poder.

Zarkon entrenaría a Lotor, Honerva entrenaría a Keith, no sonaba mal, la idea es perfecta para ella y estaba segura de que el bebé no la decepcionaría. Podía sentirlo... sería un gran hechicero alteano y con ello su sangre humana no sería más que eso... sangre.

Claro, Lotor no entendió de donde salió su hermano, al fin y al cabo no pasó lo de ver a su madre con el vientre gordo, pero no lo rechazó como tal, más bien lo vio con un recelo terrible. Un niño de cinco años y uno de seis meses en plena lucha de miradas es algo muy tierno, más que todo cuando el más pequeño golpea al alto con un muñeco en forma de hipopótamo.

Con el tiempo las asperezas por tener a un nuevo intruso en su familia se esfumaron, al punto de que Lotor se llevaba muchas veces al niño de su cuna a su cuarto para dormir los dos juntos... Esto se prolongó tanto que fue una gracia divina que la cama fuese tan grande, pues entre el tamaño de Lotor y Keith a sus seis años no iban a caber en una de tamaño pequeño.

Como buen Galra Lotor es alto, parece más humano que muchos otros; Keith por su parte es de un tamaño relativamente bajo siendo humano -que posee las mismas medidas alteanas-, el cabello siempre a la altura de los hombros y el par de relucientes macas en su rostro pálido. Su actitud seca, indiferente y recelosa a pesar de su corta edad se ve únicamente perdonada por su apariencia y poder cada vez más grande.

Honerva no podía estar más orgullosa de su adoptado retoño y este sentimiento se hizo más potente cuando ocurrió cierto altercado:

Lotor tose y se sostiene el estómago con ganas de devolver todo su desayuno, como si ya no estuviera botando toda la bilis que su cuerpo pueda generar en su interior. Una patada lo mando lejos, tan fuerte que rompió a medias el muro contra el cual chocó. Zarkon se acerca a paso lento y tranquilo a su agonizante heredero, Lotor intenta recuperar el aire y la capacidad de levantarse antes de que vuelva a lastimarlo, cuesta mucho cuando quien te ataca lleva una puta armadura que lo vuelve diez veces más fuerte de lo normal. Esto es pura trampa en su opinión.

El primer enfrentamiento entre ambos está siendo decepcionante para él a decir verdad
Su hijo está siendo enclenque y para un Galra que usa el Vrepit sa... no hay mayor ofensa. Alzó el puño, Lotor intentó alejarse para esquivarlo... no hizo falta: Zarkon fue aventado a un lado, golpeando y atravesando un tramo del muro metálico. Tanto él como Lotor vieron de quien provenía el ataque... y esa persona no es otra que Keith.

Usaba esa horrible ropa que visten los ayudantes de Honerva, los druidas, el ligero brillo que manaba y hace resplandecer sus marcas desapareció tras unos segundos. Keith jadea y tras unos segundos de impresión se desplomó hacia adelante, ligeramente agotado por el esfuerzo que significo hacer aquello contra algo considerablemente más grande, pesado y fuerte.

— ¡Keith! —corrió hasta él.

—Vaya... doy unos tiks de descanso y ya armó un alboroto—Honerva hizo acto de presencia. Lotor afianzó su agarre en Keith y su espada—. Tranquilo, no podría hacer nada a mi pequeño... No cuando ha cumplido con mi expectativa.

— ¿De qué hablas...? —pregunta con extrañeza, al fin y al cabo, Keith acaba de atacar al emperador al que todos sirven desde hace más de diez mil años como si fuese un dios divino y celestial.

—Si la bruja del emperador no es capaz de cuidarlo de nada sirve, es nuestro deber velar por la seguridad de nuestro señores... Y tú eres eso para Keith. —explica cruzada de brazos. Zarkon dio una especie de gruñidos antes de salir de la habitación, evidentemente insatisfecho por lo que ocurrió.

—Que mal... perdedor... —balbucea Keith con mal humor debido a la migraña. Nota mental, no atacar con hechizos que no conoce teniendo otros mil a su disposición.

Si bien tuvieron una infancia atareada porque ¡Oh sorpresa! En algún momento van a suceder a sus padres, sus tiempos juntos se expandían más de lo que ambos mayores pudieron haber sospechado por un par de simples razones: Lotor quería aprender alquimia alteana, la cultura y su alcance lo fascinaba. La idea de poder hacerla lo cautiva diez veces más que un imperio que gobernar; Keith quería aprender esgrima, técnicas de combate, ser tan hábil... fuerte, flexible que sea solo un pobre desdichado el que lo fuerce a usar su magia.

Por ello se entrenaban uno al otro. Costó muchísimo para Keith aprender, al fin y al cabo no tenía condiciones física porque Honerva lo veía irrelevante en un alquimista que tener un mínimo de fuerza corporal es mucho. Al final pudo hacerlo, con esfuerzo, pero su logro está allí, donde su segunda madre, Krolia, lo ayudó. La mujer Galra tenía un especial cariño por él, uno que de momento dejemos a un lado y hablemos más tarde.

Lotor por su parte no tuvo tanta complicación con la alquimia, su único problema es que tendía a distraerse con facilidad debido a la costumbre de mantenerse pendiente de su entorno, algo fatal para la concentración. Por no decir que su educación mayoritariamente Galra choca con la Alteana, crea conflicto que Keith logra calmar con apenas nada...

Porque Lotor junto a Keith no necesita nada más para mantener la calma.

Ellos se entendían a pesar de las diferencias que tenían como tamaño, peso, procedencia y etc., incluso sus formas de ver la vida era ligeramente diferente -empezando por el punto de que Keith no cree que asesinato por un bien lo valga-, pero puede verse en la línea como la cercanía se hace mayor y mayor a cada día que pasan unidos como un complemento del otro.

Tanto que se hablan a escondidas, tanto que se reparten besos en secreto, hay contacto corporal discreto y unión sentimental mediante lo corporal. Sus padres no saben que están haciendo, ni siquiera han podido percatarse de que, incluso bajo supervisión constante, ellos elaboran planes apartados de aquello que su padre ordena y hacen las cosas a su manera obteniendo el mismo resultado. Zarkon está "orgulloso" por él y Honerva no puede caber en su alegría de que Keith sea tan bueno con la alquimia alteana.

Es como un sueño... pero como se saben, estos no duran por siempre y mucho menos cuando se trata de un Imperio tan grande e importante como el Galra.

—Ex-Exiliarlo por algo como esto es un poco drástico. —intervino Honerva sin poder evitar el tartamudeo. Que te salten de golpe diciendo que van a alejar permanentemente de ti no es algo precisamente sencillo, ni siquiera pata Honerva que siempre hace el intento de mantener a raya sus instintos y actitudes maternales.

—Ningún futuro emperador de este imperio Galra será débil. —indica con esa voz robótica y pesada que tiene. Lotor no varió su orgullosa postura frente al temido Emperador Zarkon, más bien tiene los ojos entrecerrados y un poco apretados los labios. Irritado.

— ¿Emperador? ¿Piensas dignarte a morir algún día, padre? Discúlpame por ser tan escéptico, pero dudo que dejes ese trono aun cuando soy yo quien lo merece ocupar. —su voz es fuerte y decidida, ambas manos en su espalda y postura erguida.

—Lotor—reprende Honerva—. Puedes retirarte, el emperador y yo-

—No hay nada que discutir. A partir de hoy Lotor no forma parte de la familia real ni es heredero al trono. —enuncia con severidad. Chasqueó la lengua con cierta molestia. Antes de que continuara pasos resinaron en el gran lugar junto al pequeño frufrú de la tela.

—Lotor siguió mis indicaciones en aquel Balmera. Yo consideré que te haría más feliz mientras más resultados hubiera.

—Keith...

El nombrado lucía una expresión indiferente y se notaba la cuartela que irradiaba de su ser. Bestia una túnica similar a la de Honerva dado el nivel que tenía aun en su corta edad. Sus marcas alteanas de hace un buen tiempo para acá crecieron en su rostro y tomaron un color más oscuro, Vinotinto. Lotor observo al de menor estatura con cierta extrañeza, no creyó que se inmiscuiría en el asunto, mucho menos que se echaría la culpa. Aunque el tema de cuidarse mutuamente es del día a día.

—Un Emperador siguiendo órdenes de un simple Druida Alteano... Es Inaceptable —prosigue, Keith frunció el entrecejo—. No podrá llevarse a sus generales, contactar con este imperio y deberá de irse al rincón más alejado del universo.

—Extraer recursos dar un planeta sin destruirlo nos beneficia más que lo contrario. Cuando hay falsa piedad crece el espíritu y con él, el respeto al gobernante que ha dejado vivir—se acercaba a Zarkon y finalmente quedo a un par de pasos dar él—. No te respetan, te temen y con el miedo viene los deseos de revolución que ya hay. Lotor te hará un favor impidiendo que este imperio caiga por tu cabeza anticuada e incapaz de comprender comportamiento básico.

— ¡No aceptaré esta clase de comportamiento! —golpeó con su puño el posa brazos del trono. Al levantarse cogió a Keith del rostro bruscamente, este demostró lo adolorido que estaba—. Lotor será el príncipe exiliado y tú, que no eres otra cosa que un niño al que mi esposa salvó la vida por piedad...

— ¡Zarkon! —Honerva nunca le dijo a Keith que de hecho fue encontrado y ella lo adoptó, tenía la impresión de que él lo sabe. Sin embargo su niño es tan denso que quizá no sea así y se rehusó a contarle la verdad.

—... hallado abandonado a morir en un planeta a poco de ser destruido irás a la fosa de gladiadores—Keith trata de soltarse de su agarre que lo está asfixiando y dejando rasguños en la pálida piel—. Junto al resto de prisioneros. Estarás ahí hasta que mueras de cansancio y nadie reconozca tu cadáver; o hasta que aprendas a dejar de pensar y sigas las ordenes de tu emperador.

—M-me estás... asfixiando... —balbucea con el poco aire que queda en sus pulmones.

—Te haré parir un reemplazo para él y a menos que sea un Galra lo matare y repetiremos ese proceso las veces que haga falta. Estarás quieto y servicial a tu empera-

—No dudo que Keith destrozaría en la fosa—comenta Lotor de manera casi casual, su "hermano" se libró del agarre y toma largas bocanadas de aire—. Sin embargo no pienso permitir que denigres a mi reina de ese modo.

— ¿¡LOTOR, QUE ESTÁS HACIENDO!?

—lo que alguien debió hacer hace mucho tiempo. —tenía su espada clavada en el pecho del emperador que guardó un largo silencio. Honerva iba a atacar, estaba bastante claro, pero Keith la neutralizo al instante con un solo movimiento de ambas manos. Basta decir que este es mucho más complejo en comparación a su madre.

—Deje que me tomara para absorber la mayor parte de Quintaesencia posible. No falta mucho para que muera—asegura el brujo acercándose a Honerva y arrodillado frente a ella le acarició la cabeza—. Lo siento, madre, pero no pensábamos quedarnos así por los milenios que Zarkon decidiera seguir gobernando.

—Ma-mataron a su propio... padre... —no queda del todo claro si sus dientes apretados, hombros caídos y expresión levemente fruncida denota enojo o dolor. Lotor retiró la espada del pesado cuerpo que apenas se mantiene apoyado en una rodilla.

—Y el exiliaría a su propio hijo mientras abusa del otro. No veo mejor Karma. —alzó el arma y la clavó directo al corazón. Como si fuera una máquina y no un ser vivo sus ojos se apagaron, perdieron totalmente su brillo amarillento. Lotor abaniqueo con su espada y una larga mancha quedo en el suelo. Quizá de sangre, pero no se está muy seguro siendo Zarkon un cascarón casi seco.

—En cuanto a madre... —Keith se enderezó, no tenía demasiado interés en lo que ocurre o al menos eso es lo que está demostrando. Empezó a murmurar un hechizo que ella no conoció mientras hacía extraños y complicados movimientos con las manos.

—Honerva, tendrás permiso de viajar por todo el universo, incluso de pedir ayuda al imperio. Eres totalmente libre de investigar tanto como has querido, no obstante... Con el hechizo puesto en ti no podrás hacer ningún daño intencional al imperio. Esto se transmite a cualquier engendro que haga... De hacerlo posiblemente tu cabeza explote o quien sabe que ocurrirá en ti. —explica Lotor, ya que era obvio que Keith no iba a explicar nada.

— ¿por... Por qué? —preguntó aturdida, ambos se miraron y luego a ella.

—Eres nuestra madre, no podríamos asesinarte a sangre fría. Solo quieres conocimiento, uno que ya Keith tiene por cierto. No tenemos nada en contra tuya. —respondió nuevamente. Keith se acercó y recostó en el posa brazos derecho mientras Lotor apoya el codo en el izquierdo.

— ¿Lo tenían planeado?

—Algo así... ¡Generales! —las cuatro hibridas que Honerva había visto incontables veces al servicio de su hijo mayor hicieron acto de presencia. Una buena cantidad de soldados robotizados entraron y arrastran el cuerpo muerto de Zarkon—. Denle a mi madre una flota, irá con sus druidas más fieles. Y... Convoquen a todos los altos mandos, habrá muchos cambios por aquí.

—Jum... ¿los enviaras ahí? —pregunta cruzó los brazos, viéndolo con algo parecido al aburrimiento.

—Nuevo emperador, nuevos altos mandos que no crean únicamente en el modo de Zarkon.

—Lo activaré cuando tu me lo indiques. —antes de permitir que se fuera Lotor lo tomó, jaló su muñeca y logró que Keith se mantuviera en su regazo.

—Tranquilo, my Queen, ya ganamos. —afirma con una sonrisa prepotente, acercó su rostro al de Keith y comenzó a devorar su boca. Honerva apenas pudo ver un poco de aquello y entendió que fue lo que pasó...

Desde un inicio estuvieron criando a quienes lo derrocarían. Claro, Zarkon no pensaba entregar su imperio, ella tampoco pensaba dejar su lugar a otro y haberles llenado la cabeza con que lo heredarían en algún momento debió motivarlos a hacer este golpe... Lotor y Keith eran de todo menos tontos. Comprendieron que aquellas palabras eran falsas y seguirían siendo subordinados a menos que decidieran cambiarlo.

Hasta cierto punto, la enorgullece, quería decir que sabían lo que hacían y estuvieron escondiéndolo tan bien que Zarkon o ella no pudieron hacer algo al respecto antes. Considerando lo que vio y estos factores... tener un pase libre de investigar tanto como le plazca es un milagro que agradecerá por siempre. Además, podrá ver que tal les va a ellos...

—Estamos en plena sala de Trono ¿No puedes esperar un rato para esto? —sus mejillas rojas y respiración agitada hablan por sí solas.

—No me gustaría, pero de otro modo no podría hacerte lo que quisiera ahora sin tener que... ¿Qué tienes? —Keith miró a otro lado, acomodando un poco la túnica que lleva puesta.

— ¿Escuchaste lo que dijo, no? Que me tomaron de un planeta que iban a explotar... ¿De donde vengo en realidad? —murmura pensativo.

—Puedes preguntarle a Krolia. Ella debe saber, de otro modo- Hey, no importa que no vengas de Altea, tienes más poder que ningún otro alteano. —lo de interrumpirse es una mala manía adquirida a base de saber interpretar la mirada purpura de su amante. Es útil cuando lo está arruinando, puede redimirse a medio camino

—No me preocupa eso. Tu y yo sabíamos que era diferente, pero nunca supimos a que otra raza pertenezco. Si "mi planeta" explotó-

—Quiere decir que tienes mucha suerte. Lo investigaremos luego ¿vale? Tenemos asuntos más importantes ahora—asintió resignado—. Empecemos por quitarte esa túnica.

Se podría casi decir que Lotor reorganizó todo el imperio. Empezando por los Altos mandos repentina y lastimosamente muertos por la explosión de ese santuario donde se determina al siguiente emperador -tradición que ya no piensa seguir y por ello lo hizo-, colocó a los que sabía más capaces: Kolivan, Ulaz, Thace... Por no decir que ellos no permitirían revoluciones pues sabían lo que Lotor quería.

También lo aprobaban. Ganárselos no fue tan difícil.

Integración de los híbridos a puestos altos, cosa antes casi tabú porque sin razón aparente se mantenía siempre en manos de Galras como predominancia en su código genético. Empatía con una buena parte de las sociedades demonizadas que desconfían, pero al menos no parece ese odio desmesurado junto al temor de ser extintos debido a la explosión de su planeta.

Muchos Deca-phoebs tardó en lograr nivelar la balanza a su favor, que todo vaya según lo u él y Keith estuvieron discutiendo por tanto tiempo. Hablando de Keith... No debió sorprenderlo que básicamente todos pusieran grito al cielo cuando informó que pensaba casarse con él. Al fin y al cabo son hermanos.

No quiere decir que lo detenía o le importaba, le hizo un poco de gracia. Soltó que no eran hermanos de forma sanguínea, pues el principe menor fue adoptado; suavizó las opiniones, pero no las detuvo. Nadie pudo hacer nada por el mero hecho de que volverse conejillo de indias de la actual "reina" es de todo menos agradable.

Hasta la fecha se desconoce que pasa con todos sus experimentos, aunque se había filtrado un rumor de que, en realidad, tampoco era tan terrible o sufrido como solía serlo con Honerva. No se habla al respecto pues lo que si se castiga es cualquier insulto a él. Lotor es de todo menos condescendiente a cualquiera que ose hacerle daño o siquiera faltarle al respecto.

El rey protege a su reina y sálvese quién pueda el tonto que pretenda hacer algo en contra o siquiera pensar de otra manera en él.

Keith sabe defenderse obviamente y su instinto es tan agudo que nada tiene que envidiar, pero el emperador es así. Casi como una mala maña arraiga desde los primeros años que compartió junto a su hermano hasta llegar al momento del enamoramiento. Las cosas en el imperio van bien, mejor que nunca... Sin embargo, la espinilla del pasado no iba a ser ignorada.


Se deshizo de su armadura en total silencio y caminó con paso sigiloso hasta la cama donde al menos seis personas caben con espacio de sobra. Gateó con cuidado apenas hundiendo el colchón y finalmente llegó a su objetivo. Cautelosamente se acomodó sobre esa persona y tras apartar los mechones de cabello negro besó y mordió superficialmente la piel del cuello pálido y de tono rosa.

No paró de hacerlo a pesar de las muecas que hacía entre sueños. Intensificó su ataque, retirando con cuidado un poco de la sabana para tener acceso a más piel. Ligeros jadeos y quejidos adormilados se escuchan en la silenciosa habitación del Emperador del Gran y longevo imperio Galra.

—Lotor... ya basta... se supone que estoy durmiendo—quejumbra apretando los ojos y retorciéndose apenas bajó el cuerpo más grande. Lotor subió y mordió algo que tiene nuevo de un tiempo para acá. Abrió los ojos de golpe y enrojeció—. Lotor. —gimió viéndolo.

—Necesitas dormir solo dos horas para andar como nuevo, Keith—susurra a esa oreja peluda y parecida a la de un felino que reemplaza a las que tenía antes. El más bajo sufrió un escalofrió—. ¿No puedo consentir a mi reina?

—Mi definición de consentir es un poco diferente—suspira al estar boca arriba—. No obstante... Sí, si puedes hacerlo. —pasó sus brazos por sobre los hombros de Lotor, estiró el cuello e inició un beso con el emperador que sonrió un poco.

Sin mucho esfuerzo se deshizo de la ligera pijama que usa el otro para sus casi nulas horas de descanso, la tiró por algún lado, quién sabe si sigue completa. Keith por su lado, lograba deshacerse del traje negro que usa Lotor bajo la armadura, lo hace con lentitud mientras acaricia cada tramo de piel del soberano hasta que ya no hay nada que impida el contacto directo.

A pesar de detenerse en juegos previos lo que más fascina a Lotor es la cara y reacción e Keith al momento de ser penetrado. Siendo sincero, la primera vez que tuvieron esta clase de acto tuvo mucho miedo de lastimarlo. Las diferencias de estatura, peso y proporción jugaban en su contra y creyó que podría herirlo; de cierta manera no se equivocó, el estómago de Keith se hinchó una vez estuvo completamente dentro y estuvo dolido por un buen tiempo.

Lo bueno es que siendo parte alteano, tenía un poco más de flexibilidad y por ello no significaba un daño severo. Ahora y con el paso del tiempo ama ver ese bulto, como baja y sube a medida que entra y sale de él. Regularmente lo ve con la piel del otro brillante por el sudor y semen de alguna eyaculación.

Por otro lado se encuentran las marcas surgidas a partir de alquimia Alteana. No solo las de su rostro, sino en su cuerpo también. Cada vez que lo hacen y lo disfruta estás brillan en tono purpura.

Keith lo atrae en un abrazó, gimiéndole al oído; rasguña la espalda del emperador y tira del cabello blando que se le pega a la espalda. Mueve la cadera en busca de seguirle el agitado ritmo que marca el más grande en su interior. Gime sin ningún pudor cuando sale por completo y entra de un solo golpe.

Lotor se mantiene quieto unos instantes mientras Keith regresa de su nebulosa placentera por la violenta intromisión de su erección y más aún cuando esta deja salir la semilla por haber llegado al clímax—Deja que... salga un- ¡AAAH! Ahh... Ahh Lo-Lotor... —. Lloriquea cuando este vuelve a moverse en un ritmo acelerado y tan juntos que su propia erección se roza y libera entre ambos abdómenes.

Lotor siente como la sangre sale de los rasguños que Keith está haciendo a su espalda, cuando lo muerde en el hombro y da traviesos chupones a su yugular. Por motivos que ni ellos entienden esto siempre ocurre bajo la sabana y en ocasiones así lo agradece porque enserio... Que gente más inoportuna es a la que gobierna.

— ¡Su alteza, tenemos un...! —Sendak detiene sus palabras por ver lo obvio. Si pudiera notarse, se sonrojaría. Lotor apretó los dientes y Keith alzó las orejas—. Ha-hay algo que debe ver.

—Estoy ocupado. Para que se supone que estás si no puedes hacerte cargo de algo muy simple. —gruñe con notorio fastidio de ser interrumpido. Keith no es siempre tan cooperativo y cuando lo logra ¡viene este imbécil a arruinarlo!

—S-solo ve a ver que pasa, yo te espero... —suspira con decepción ante loe vidente.

—No. Sea lo que sea, háblalo ahora —ordena y el gemido de Keith logró que Sendak bajara aun más la mirada, casi acalorado—. Sendak... —advierte en un jadeo y viéndolo con molestia. Keith intentó decirle que dejara de hacer eso y terminara de ir a ver que pasa para volver pronto.

—En-encontraron una... una na-nave... —su balbuceo no iba a terminarse y mucho menos iba a poderse oír con su emperatriz siendo tan escandalosa. No como que se queje, enserio estaba acalorándose demasiado—. Q-que per... perdimos hace mucho... y...

— ¿Por qué debería importarme? Habla de una maldita vez. —bufa hundiéndose por completo con parte del cabello en el rostro, desde su ángulo pudo ver parte de la espalda tensa y arqueada de su emperador. Keith se arqueó hacia atrás apretando la sabana y algún cojín que quedo a su alcance, mirando hacía él por pura accidente. Sendak tragó grueso.

—Es-estaba tripu... lada por... otras per-personas y...

—Lo-Lotor ya~—gime lánguido con los ojos aguados y lagrimosos. Siendo más pequeño y más ligero no le costó ponerlo boca abajó y echarse sobre él, moviendo la pelvis a un ritmo más lento, más fuerte que lograba sollozo urgido y lleno de placer en su esposo que apenas puede retorcerse y gemir en respuesta. Lotor mordió nuevamente la oreja peluda y negra.

—S-son d-de-la tierra... di-dicen busc-buscar... algo... y... Esperaba-mos que usted... fuera a ver... que hacer—Lotor ensanchó una discreta sonrisa, vaya... parece que su segundo al mando durante la ausencia de Acxa encuentra erótico como hace el amor con su reina. El olor que desprende el otro lo delata sin contar sus jadeos.

—Enciérrenlos, después veré que hacer con ellos... Y Sendak—este tragó grueso y se irguió. Lotor alzó la cara de Keith con una mano, mostrándolo—. Más te vale no repetir esto, no vaya a ser que me enoje por lo que pasa por tu sucia mente ¿Entendiste?

—S-si señor. —salió y la puerta se cerró. Dio un par de besitos a la mejilla de Keith.

—O-odio que hagas... esto... —quejumbra. No es la primera vez que ocurre -y posiblemente no la última por desgracia-, Lotor se divierte a costa de ellos y más de uno a acabado muerto por solo ir a insinuar que lo que deseaba.

Tantas propuestas sexuales no deben ser normales.

—Lo siento. Me saca de quicio que aparentemente todo debo hacerlo yo. Aunque... igual te gusta que lo haga. —afirma con una sonrisa siguiendo lento y profundo. Keith sabe que no es cierto, detesta que los vean en pleno acto íntimo, pero nada con negárselo ahora que tiene menos neuronas en funcionamiento que un Space Caterpillar.

Debido a este pequeño y fastidioso momento Lotor permitió que Keith hiciera lo que quisiera, lo cual implicó quedar echado boca arriba con este a horcajadas encima suyo subiendo y bajando sobre su pene erecto al ritmo que quisiera. Las manos de Keith permanecen el pecho del hibrido Galra, brillando y con ello transmitiendo de su magia para que las marcas alteanas de Lotor -normalmente invisibles-, brillaran. Podía ser un poco tonto, pero a él le fascinaban esas dos pequeñas luces violetas en los pómulos del peliblanco.

Reprimió el gemido de haberse corrido justo después de Lotor y se dejó caer sobre él, sintiendo caricias en la cabeza, justo entre las orejas flojas y caídas. Lotor respiraba un poco agitado y solo al calmarse decidió hablar. Aunque con Keith adormilado la conversación no sería muy duradera que se diga.

— ¿Cuándo van a desaparecer? Me fascinan, pero quiero saber hasta cuando las tendré y podre morderlas.

—Quizá un Phoeb... o dos... No me importa... —balbuceó enfurruñado, quiere dormir, ya Lotor se consumió la poca energía que tenía.

—Que rudo... ¿y la cola que creíste saldría?

—Aun no sale.

— ¿Saldrá?

—Lotor... ¿Puedes dormir ya? —pregunta irritado. Podría estar más cariñoso de no ser por Sendak y Lotor permitiendo que este viera. El albino suspiro un tanto derrotado. Cerró los ojos y sin parar de acariciar el cabello de Keith se durmió al igual que él.

...

Examinó la nave que Sendak mencionó. Era vieja y una especie de mutación entre Galra y Altea. Aunque un poco extraña, no veía nada relevante en ella. Asumía que sus tripulante originales están más muertos que su padre a más de nueve Deca-Phoebs de haberlo asesinado. Decidió ver a los prisioneros y tripulación de la nave. No debían ser más de cinco considerando su tamaño.

No abrió la celda, solo vio desde la abertura y permaneció un poco quieto para extrañeza de los saldos que aguardan la orden de abrir— ¿Han dicho de dónde vienen? —pregunta con extrema seriedad. El guardia negó con la cabeza.

—Lo único que sabemos es que son humanos. Deben venir de la Tierra, es el único lugar que ellos habitan. —responde. Lotor aprieta los labios con un pensamiento rondando por su cabeza, de su madre de hecho, justo antes de partir.

«¿Él planeta de Keith? No recuerdo su nombre, pero su especie de no es nativa de ese lugar... No te diré cuál es, pero es semejante a la alteana... Solo que más inútil.»

—Llévenlos a la sala del trono en veinte Dobosh.

Con ello se fue con moderada prisa a un determinado lugar del castillo. Tras poner la mano en la placa la puerta se abrió y un hábitat lleno de plantas, juglares, pequeñas cascadas, mariposas y demás seres vivos de un ecosistema selvático se mostraron. Entró y anduvo por el camino hecho de roca hasta que llegó al más grande estanque del lugar.

— Keith—el nombrado apenas y lo miró un instante antes de seguir mimando a un enorme animal que está echado justo al lado de su asiento—. Hay un asunto que debemos ver los dos.

— ¿Krolia te dijo que estaba qui? —pregunta recibiendo una enorme lamida en prácticamente todo el brazo, un par de pequeñas versiones de ese animal chocan su hocico contra la pinera derecha de Keith.

—Siempre vienes aquí la mañana siguiente a la que hacemos el amor—responde sin darle mucha vuelta—. Casi creo que quieres más a estas criaturas que a mí.

—Hipopótamos, Lotor. Y no, no las quiero más que a ti, pero se acerca—tomó a uno de los bebés, aun es muy pequeño y por ello el alteano puede darse la libertad de mantenerlo en sus brazos—. Míralos, son muy bonitos.

Lotor sabía que a Keith le encantaban esos animales, fue su regalo de bodas junto al hábitat para ellos. Mandó a traer a una hembra y un macho; alguna que otra especie necesaria para su ecosistema y plantas para decorar el sitio. Es el único lugar en el que Keith se relajaba sin contar la habitación. Además de que los animales a pesar de ser descritos como muy agresivos, tenían una total calma.

Ni siquiera sin Keith ahí se peleaban, lo cual suponía se debía a la cantidad de quintaescencia revoloteando en el aire. Este sitio era más puro que su lugar de origen. Dada su esperanza de vida no se preocupaban demasiado por si se apareaban. Se preguntarán ¿Cómo es posible que este hombre le guste semejante criatura? Muy simple: El muñeca de felpa de su infancia.

Esa cosa nunca se dañó o perdió, Keith la tenía muy bien guardada y no permitía que nadie la tocara. A medida que crecía le decía a Lotor que le gustaría ver uno real y así acabo donde estamos en este instante.

—No pienso opinar sobre tus gustos, aprecio nuestro récord sin peleas—Keith se encogió de hombros, el hipopótamo en sus brazos bostezó casi en la cara de Lotor—. Necesito que vengas conmigo a la sala del trono. Te puede interesar—seguía sin tener su atención—. Es sobre lo que nos habló Sendak por la noche.

— ¿Y por qué me podría incumbir algo de esa calaña? ¿Hay alguna anomalía interesante en la nave? —pregunta con aburrimiento.

—Es más su tripulación. Pueden serte útiles. —suspiró y dejó al hipopótamo en el banco. La madre se había metido al profundo estanque a nadar junto al padre.

Sin nada más que hacer fue a la sala del trono y no tuvo que esperar mucho para recibir a la "interesante" tripulación según su marido. Amarró su cabello con un pequeño broche con un cristal que le regaló una chiquilla en un Balmera hace algún tiempo. Desde que están al mando no usa túnicas horribles como solía hacerlo junto a las Druidas de Honerva, estaba muchísimo más liberado desde ese tiempo y variaba continuamente el guardarropa

Aunque tras una noche agitada como la que tuvo solo quería sentirse fresco. Las marcas de mordidas se escondían de forma simple con crema, así que iba especialmente "coqueto" hoy -según Lotor-. Abrió mínimamente los ojos ante lo aparecido.

— ¿Qué son? —pregunta a Lotor, este suspiró y con un movimiento de mano los soltaron, dejándolos arrodillados en el suelo.

—Humanos. Están a... al menos dos billones de Deca-phoebs luz de distancia—Keith frunció el entrecejo—. Son del mismo planeta de donde vienen tus hipopótamos.

Asumía que Keith no iba a llegar solo a la conclusión, al final del día sigue siendo un despistado de alto rango. Podías ponerle todas las pistas en frente y no iba a captarlas. Bueno, es un alquimista alteano, si no está ahí plasmado no sirve o no ha sido inventado; de tratarse de un acertijo lo señalaría así que es parte culpa de su ocupación.

Se levantó y camino hasta las cuatro personas. Son muy jóvenes, no da más de veinte Deca-phoebs a algunos de ellos. Se inclinó para verlos mejor, ninguno alzaba la cabeza, como asustados. Bufó molesto por esto ¿Qué acaso esperan que los maten o qué? De esperarse eso, deberían saber que ya estarían muertos.

—Alcen la cabeza, aquí no devoramos prisioneros—el más bajo... la más baja fue la primera en levantar la cabeza. Tenía unas gafas redondas y cabello castaño claro con ojos color ámbar. Arrodillado frente a ella le acarició la cara—. Ustedes son muy parecidos a los alteanos... Pero no tienen marcas... ni magia.

— Sí, bueno... ya nos lo han dicho. —responde ella ligeramente intimidada, pero con confianza que da el que Keith la toque con tanta delicadeza.

—hable con más respeto a la emperatriz. —golpea uno de los guardias.

— ¡Oye, no la toques! —quejumbra el delgado de piel oscura. Keith se enderezó y colocó una mano en su cintura.

—Fuera de aquí—ordenó a los guardias que no tardaron en salir—. No pienso bajarme a la altura de todos ustedes, en pie. —al instante los cuatro estuvieron levantados. Son más altos que él, al menos los otros tres que si son hombres. Lotor se acercó por pura curiosidad de que haría Keith.

—U-un gusto conocerla alteza. —saluda el más gordo con nerviosismo en su sonrisa.

—Sin duda es un gusto. —prosiguió el moreno con una sonrisa brillante. Keith permaneció con expresión indiferente y hasta fastidiada.

—No creo que se pueda sacar mucho de ellos—suspira con aire decepcionado—. Tengo el puesto nada más, soy hombre—corrige y ambos acabaron pálidos—. Supongo que algo podré obtener de ustedes, así que no los lastimes mientras los interrogas, no me gusta tener que lidiar con especímenes he-

—Tu nombre es Keith ¿cierto? —tanto Lotor con el nombrado giraron a ver al cuarto y único que no había abierto la boca hasta el momento—. Tienes un lunar cerca de la ingle, tras... tu oreja, uno justo bajo el fleco y a medio muslo.

— ¿Cómo tu...? —Keith se crispó al instante.

—De pequeño tuviste un muñeco de felpa con forma de... hipopótamo si es que sabes lo que es; es de color morado, tenía una cinta con tu nombre. —Keith lo cogió del cuello y para sorpresa de los otros, lo alzó como si no pesara nada. Sus orejas acopladas a su cabeza y colmillos daban un aire demasiado intimidante.

—Más te vale decirme cómo es que sabes eso y quién eres antes de que te monte en una nave y la haga explotar. —En el imperio la información de él no es mucha, le gusta estar en anonimato y desconocimiento general. Solo que se sepa lo más relevante. Que este tipo venga a decir cosas tan exactas lo alteró demasiado.

—M-me llamo Shirogane Takashi y-y... M-mi papá es tu padrino—lo soltó y este cayó al suelo en un golpe seco.

Es bastante grande, musculoso, sin duda como guerrero sería muy bueno. Tiene un gran mechón de cabello castaño oscuro al frente. Ojos grises, expresión ligeramente aliviada por motivos que escapan a su conocimiento y el que mayor edad debe tener de todos ellos. Bufó ¿padrino? ¿El padre de un humano...?

—Cal-Calmémonos un poco alteza. Solo viajamos para-

—A callar—ordenó y el relleno guardó silencio, casi escondiéndose tras le moreno—. ¿Tenías algo pensado?

—Si ya llegaste a la conclusión que quería, no, la verdad no —niega con diversión. Ver a su esposo fuera de sus casillas valía oro, no ocurre precisamente seguido—. Aunque admito que su nave me trae curiosidad y deberían contarme al respecto.

—Haremos lo siguiente—se cruza de brazos y los observa con recelo—. Uno de ustedes, cualquiera, peleara en la fosa de gladiadores. Un solo combate. Si gana y vive ustedes tendrán la libertad de permanecer aquí el tiempo que necesiten, preguntar lo que deseen y por sobre todo, decirnos que rayos es lo que hacen aquí.

— ¿y-y si perdemos? —pregunta la chica.

—Aparte de morir quién pelee, la información se les sacará a la fuerza y asumo que para algún experimento me han de servir. No acostumbro matar especímenes, pero de algún modo debo probar procedimientos arriesgado. Serán los sujetos de prueba. —indica encogido de hombros. Ella tragó grueso.

— ¿Quién irá a luchar? —pregunta Lotor con una pedante sonrisa. Se vieron entre ellos sin saber que decir—. Si no se apresuran lo escogeré yo, no creo que mi reina tenga muchas ganas de esperar.

—Iré yo. —se apresura a decir Shirogane. Keith bufa.

—Que así sea entonces. —concluyó. Entrecerró los ojos viendo a Shiro hasta darse media vuelta y salir de la sala del trono. Los guardias entraron y a empujones sacarían a los humanos del lugar. Lotor no pudo aguantar la risa de solo rememorar eso. Keith sin dudas estaba molesto y e sentía invadido, lo sorprendía que ofreciera un trato en lugar de sacarles la información con simple manipulación mental.

Esperaba ver lo que seguía.

...

—Que tipo más mal agradecido. Uno viene a buscarlo y solo lo tira con los leones. —bufa Lance con molestia y viendo el suelo.

—Al menos fue un trato y no una sentencia total. —intenta animar Hunk con una sonrisa torcida de nervios.

—Ambas son lo mismo. Si no nos mata él, nos mataran los otros ¿seguro que es él, Shiro? —pregunta Pidge con inseguridad—. No se ve del todo humano. Es el único con piel blanca, pero tiene orejas y marcas por todos lados.

—Es él. La forma de su cara es la misma que su madre y papá me contó que había muy pocas formas de sacar alguna reacción en él. Supongo que no cambió mucho—ríe con ligera diversión de recordar esos videos del pequeño e indiferente bebé de ojos purpura—. Además... El resto de nombres en este lugar son impronunciables, él suyo es el único normal, respondió a él al instante.

—Un humano casado con un alienígena de al menos dos metros veinte... pobrecito. —bromeó Lance con una picara sonrisa.

—No es como que el emperador sea feo. —excusa Pidge, lance exclamó y ella sacó los labios viendo a otro lado.

Shiro rió con diversión por la escena. La puerta de la celda se abrió y temeroso siguió a los guardias que los escoltan a un lado completamente contrario la que llevan al resto. Un montón de armas están puestas en las paredes y diferentes personas con tantas formas como su imaginación puede codificar están inquietos en ese lugar. Aunque perdió el aire le entregaron ropa.

O bueno, un uniforme de prisionero... Quizá mejor que su ya roto traje espacial.

Una vez con eso puesto tomó lo único que sus brazos podrían cargar y con la prisa de los guardias acabó por pasar la última puerta. Está se cerró a sus espaldas y una arena enorme de iluminación blanca y purpura se muestra ante él. Con la boca ligeramente abierta da unos cuantos pasos. La gran mayoría de los que están en el publico comparten características físicas. Posiblemente todos son de la raza Galra.

— ¡SUERTE SHIRO!

—SABEMOS QUE TU PUEDES.

— ¡YA APOSTÉ CON HUNK, NO ME HAGAS QUEDAR MAL! —por algún motivo no lo sorprende que Lance diga eso. Un poco más arriba a donde están sus tres amigos logra ver a Keith y Lotor, el primero está apoyado en la baranda viéndolo con severidad. Casi podía decir que este espera a que gane si o si para poder interrogarlo a fondo sin matarlo en el proceso solo por más información.

Dio un larguísimo respiro, intenta mentalizarse de que esto no puede ser tan— ¡Comiencen! —. Ordena el alteano, las compuertas contrarias se abrieron y un... Lo que sea esa cosa apareció. Parecía un Galra muy grande con un arma muy rara y que ya le gustaría tener la fuerza para tener la suya propia. Se lanzó al suelo casi de inmediato para esquivar esa especie de bola de energía que se lanzó en su contra.

—Al menos es escurridizo.

—Silencio. —alzó una ceja con extrañeza, Keith nunca mostraba real atención a los duelos y aunque este lo organizo él es peculiar. Lentamente cruzó las dejas ¿Es por el humano...?

Había hecho enfrentar a Shirogane con el campeón de los gladiadores. Honestamente esperaba demasiado de él, que como mínimo lo sorprendiera de alguna forma con la que valiera la pena intervenir y cumplir su parte del trato. Bajó un poco la vista, sus compañeros lo animan y se animan a si mismos con respecto a la victoria.

Una risita se formó en sus labios por unos instantes, ya descubrió el patrón. Ha hecho lo que ningún otro y es hallar la simple debilidad del arma del gladiador, Myrzax. Lotor perdió la atención en el asunto debido a ve bajo la tela de la túnica de Keith menearse una cola de pelaje oscuro.

Shiro tomó provecho de atacar y al hacerlo causó un daño considerable, pero no el suficiente. Se sorprendió a si mismo soportando el golpe del bastón gigante de Myzax. Este le arrebató el arma que tenía, el humano a duras penas se hizo atrás pero el gladiador le cortó parte de la cara. Dejaría una cicatriz horrible.

Muy bien, no tener un ara con la cual atacar es malo. Espero a que el desesperado luchador intentara matarlo de golpe sin más. Cogió una especie de cuchilla del suelo, quizá no la vieron al limpiar la arena. Al tercer disparó salió de su escondite y estando cerca clavó el cuchillo en la base del cuello... No funcionó, seguía moviéndose.

—¡SHIRO! —Gritan unisonó. A Pidge se le escapan algunas lágrimas por lo que ve.

— ¡AGHH! —El hombre fue tomado del brazo y ahora se lo retuercen de forma tan cruel que grita, llora y ese miembro sangra profusamente. Posiblemente tenía la idea de arrancárselo, esto no pasó, Shiro cayó al suelo de repente.

—El duelo terminó—informa Keith en una especie de ronroneo. Abanicó su espada -que es en realidad de Lotor-, para limpiarla. Myzax tan perdido en el dolor y ansias de vencer a pesar de morir no le importó lanzarse contra él.

Shiro -que a duras penas sigue consiente-, pudo ver como Keith realizaba movimientos bastante particulares con las manos y pronto una especie de pequeño agujero negro empezó a formarse y a tragarse de manera lenta, casi cruel y exagerada al gladiador. Pieza a pieza, despedazándolo y ensuciando de sangre el lugar como si hiciera falta. Una vez se lo tragó por completo el agujero negro desapareció. Keith se acercó a él con una sonrisa extraña.

—Bien hecho, campeón.

Cayó inconsciente tras ser felicitado.

...

— ¿Qué fue eso? —preguntó Lotor viendo a Keith que tan solo retira el exceso de sangre de sus manos y brazos.

—Antes de iniciar busque información. Los humanos son tan básicos como un animal en evolución. Si podía hallar la debilidad, atacar y matarlo por si mismo lo declararía vencedor.

—No lo mató.

—Myzax estaba a punto de morir, pero la adrenalina bloqueaba su dolor y por ello siguió moviéndose. Tranquilo, Lotor. Solo cumpliré con mi palabra —explica sin prestar demasiada atención al contrario—. Y como acostumbramos... Espero que no metas las narices, es mi asunto.

—Por supuesto que no, mi reina... siempre y cuando no haya nada que cambie, sea como acostumbramos. —una última mirada sin nada en particular y siguió con su camino.

El emperador bufó y acabó pensativo. Keith no cambiaria por algo tan nimio como conocer a cuatro humanos. Ellos no saben como es, tampoco lo entienden así que preocuparse está de más. Claro, es impulsivo muchas veces -como esa vez en la que se metió en un Quantic Abyss invertido y salió dos Phoebs después pensando que fueron dos días-, pero es tan incontrolable y voluble como el fuego.

Ellos no podrían hacer nada de lo que sea que pretendieran...


Abrió los ojos con pereza desmedida. Sentía como si estuviera flotando, como si la gravedad estuviera apagada aun cuando no es así. Abrió lentamente los ojos, escuchaba una especie de jadeo y al abrir los ojos se encontró un... ¿perro? Su pelaje es azul, así que no puede ser un perro normal... O un lobo normal. Pestañeó y a su ritmo acabó sentado en la camilla donde está.

Restregó su cara con la mano derecha, la sintió tan dura y frío que acabó por respingar y verla. Su boca parecía decir algo, sin embargo, ningún sonido escapaba y sus ojos abiertos de par en par. Completamente estupefacto. Su mano es mecánica. Plateada, zonas negras y con torpeza cayó al suelo.

Maldijo por lo bajo, es una especie de carpa el lugar en el que está. Luz natural, aire fresco, mucha vegetación. Su cuerpo tiembla entero y al estar sobre sus pies alcanza a verse en un espejo ¿¡Que rayos paso!? Su respiración se acelera al analizarse y hallar cada vez más cosas raras. Ese curioso mechón que nunca corta está blanco, en su puente hay una cicatriz grande y de tono rojizo sin contar el ya sabido brazo mecánico.

Sus cavilaciones murieron de golpe. Con torpeza nunca antes vista salió de aquella pequeña carpa y se aproximo al murmullo que escucha, llegó a lo que parecía una enorme piscina natural por estar hecha de roca. Muy a duras penas alcanzó a ver a quién está metido, el humo hace lo suyo para impedir que vea.

The world can be a nasty place
You know it, I know it, yeah
We don't have to fall from grace
Put down the weapons you fight with

Kill 'em with kindness. Kill 'em with kindness

Literalmente acabó con la boca abierta y tieso en su sitio. Como si fuera un árbol más viendo el espectáculo presente. Keith se está bañando, quita restos de sangre de su cuerpo. No hay un solo sitio que no esté al menos rojizo y el monarca no es como que se apure en lavarse

We're running out of time
Chasing our lies
Everyday a small piece of you dies
Always somebody
You're willing to fight, to be right

Ve su cola, donde nace, los glúteos; la forma de la espalda; traza líneas mentales junto a las marcas purpuras que hay en su piel, el cabello húmedo cae sobre sus hombros y sus orejas caídas dan una fascinante vista de espalda. Está usando un par de pendientes como una piedra preciosa y aun porta sus collares y anillos para extrañeza del humano. Él se sumerge en el agua...

Your lies are bullets
Your mouth's a gun
And no war and anger
Was ever won
Put out the fire before igniting
Next time you're fighting

Kill 'em with kindness. Kill 'em with kindness

—Aquí tiene su ropa. —respingó espantado. Una mujer alta de piel purpura y un par de marcas en el rostro está ahí a su lado.

— ¿R-ropa? —pregunta en un tartamudeo. Tomó las prendas con duda.

—Usted no cuenta como prisionero, sino parte de la comitiva de su alteza. No puede usar esa ropa—explica de manera parca—. Soy Krolia. Lo que necesite puede decírmelo... Ahora por favor aséese.

— ¿Bañarme? ¿Aquí?

— ¿Hay algún problema con bañarse aquí? —saltó. Alzó la mirada y encontró a Keith observándolo desde donde estaba—. Aparte de los lobos y de mí, nadie más te vería.

—E-eh...

—He visto a muchas especies desnuda. No serás una sorpresa. Gracias, Krolia, puedes retirarte —indica con calma hundiéndose hasta los hombros en el agua y Krolia se fue con una media sonrisa, quién sabe en que pensaría. Shiro de forma pudoroso tardó en desvestirse y más aún, en subir hasta donde está el monarca y entrar en el agua—. ¿Sientes el brazo?

—Si... ¿Qué pasó con el... real? —pregunta dudoso de querer saber la respuesta. Keith se acercó a él y le acarició ambos brazos y en ambos sintió un corrientes eléctricas producidas por el suave toque.

—Lo corté, era completamente inútil. Decidí darte uno mejor y te sienta bien. La cicatriz también está completamente cerrada—acaricia un poco del rostro del humano que suda más de la cuenta—. Despertaste pronto, pensé que tendría tiempo suficiente de asearme.

—No, yo, eh, verá... ¿eh? —alzó una ceja ante el constante balbuceo que empieza a molestarlo—. N-o era mi intención verlo, simplemente yo, yo, yo escuché algo y no pude evitar venir a ver y-

—Entiendo. No eres el primero que lo hace. Muchos rituales involucran carencia de ropa, hace algún tiempo que perdí parte del pudor—admite encogido de hombros—. ¿Y bien? ¿me explicarás a que vinieron aquí o debo esperar a que te dignes a responderme? —interroga inspeccionando que su trabajo al unir el brazo, los nervios y el resto de Shiro al brazo fuese completamente exitoso.

—Nosotros... ¡NOSOTROS! ¿¡DONDE ESTÁN LOS DEMÁS!? —lo cogió con demasiada fuerza y un par de lobos aparecieron de la nada ladrando y gruñendo.

—Silencio—los dos animales se sentaron—. No vuelvas a tocarme de esta manera, Campeón. Es una advertencia y una sugerencia—con lentitud aparto el agarre de la piel blanda, torneada y firme—. Sus amigos están bien y en una habitación esperando por usted. Como dije anteriormente, no se les hará daño.

—Ah... Lo siento. Me preocupe por un instante—admite avergonzado—. Usted-

—ya me has llamado por mi nombre y has alborotado a mis lobos cósmicos, el formalismo no viene el caso. —interrumpe escurriendo el agua de sus brazos.

—Cla-claro. Quería preguntar si ust- tú de verdad ere-

—Me llamo Keith, tengo un muñeco de felpa con forma de hipopótamo y un lunar en la ingle. De más te diré que no se si soy quién buscas —responde sin darle importancia. Shiro vio con extrañeza que un hipopótamo bebé nadaba hacia él. Keith tomó la bata blanca y casi traslucida que el animal le dio—. Termina pronto. Debes reunirte con tus compañeros y descansar.

—Si. Si, claro... —balbuceó viéndolo fijamente. El agua transparentaba apenas un poco la tela blanca y teniendo ya la imagen mental no hace falta decir que se lo imaginó perfectamente. Keith se fue con andar firma y ligeramente contoneante.

No debía preguntar si lo hace a propósito, no debe sentirse tentado por un alíen aun si la posibilidad de que sea humano es alta y más importante, no debe fijarse en el esposo del emperador de uno de los imperios más peligrosos de la galaxia entera.

No Shirogane Takashi, no seas suicida por segunda vez en tu vida, ya tienes un brazo menos.

Optó por apurarse y justo cuando pensaba vestirse donde despertó encontró que Keith estaba ahí, sus marcas brillaban en lo que examinaba lo que parecen trozos de carne y... Ugh. Resignado se vistió mojado y Keith ya lo estaba mirando.

—Tienes buena respuesta a la quintaescencia. Me alegra que no rechazaras la prótesis. De otro modo te hubiera dejado morir sin remedio. —explica sin darle mayor importancia.

—Ya... ¿Tienes magia? —asintió simplemente sin verlo. Ató su cabello con ese mismo pequeño broche de hace rato—. ¿Cómo...?

Keith lo ignoró soberanamente y camino, alejando sede él y forzándolo a seguirlo. Salir de esa sala tan natural para enfrentar un pasillo metálico y frío fue horrible. Se mantuvo cerca y dudoso del monarca hasta que tras poner la mano en la placa de una pequeña puerta pudo ver caras conocidas.

— ¡Shiro! —Pidge le saltó encima al instante y casi fue asfixiado por el abrazo entre sus tres compañeros.

—S-si chicos, yo también los quiero.

—Mañana vendré por ustedes. No aceptare quejas. Por lo demás, son mis invitados. —con aquel simple comentario salió del lugar. Apenas intentaron salir vieron que esto no podría hacerse.

—Si, invitados, será prisioneros con una celda de lujo. —bufa Lance con supuesta ofensa.

— ¿¡Que te pasó en el brazo!?

— ¿y tú pelo?

— ¡casi nos matas del susto!

— ¿Shiro? —los tres interrogaron al unisón al mayor que sigue viendo la puerta como la octava maravilla del mundo.

—Él es muy... amable ¿cierto? —pregunta con tono embobado y sonrisa tonta. Lance apoyó ambas manos en sus mejillas como si fuese un cuadro

— ¡Shiro no! ¡No te finges en un amargado que te mando a matar! —aunque lo zarandearon y siguieron en sus discusiones/conversaciones Shiro mantuvo su bello plano mental.

Uno en el que seguía metido en aquel cuarto tan bello y natural, Keith está bañándose y puede ver cada marca, musculo y parte del cuerpo de la "Reina" Galra... El bello esposo de Lotor que en la tierra mencionaron. Hay algo que recuerda muy bien de entre todo en cuanto a los datos dados.

«Muchos lo consideran uno de los alteanos más bellos, por no decir que el más fuerte. Quizá solo la Emperatriz de Altea lo supere.»

Oh no, claro que no, lo que vio no tiene comparación.

...

— ¿Algo que quieras contarme? —interroga apenas lo ve entrar en la habitación.

—Nada importante aparte de que le di una prótesis mecánica y me di un baño—responde sin nerviosismo o actitud sospechosa. Lotor se mostró ligeramente aliviado por ello. Keith se acercó y tomó lugar en el regazo del emperador—. ¿Celoso?

—Jum., te vio desnudo ¿no es así?

—Acxa te ve desnudo. Tengo más porque temer yo que tú. No lo conozco de nada y no sería capaz de engañar a mi emperador. —afirma apoyándose más en el para iniciar un beso hambriento.

Lotor no tarda en jalarle la ropa ligera, se la puso precisamente por ello. Mientras él le come el cuello Keith se mantiene pensando en el humano. Es muy bello, es fuerte, se lo nota decidido... Umm, tiene curiosidad. Que tanto podría hacer ese humano y quienes lo acompañan...

¿Qué pasa si realmente es parte humano?

Sería incapaz de renunciar a su vida por algo así, quizá porque no le importa mucho y para él su madre es Honerva -y Krolia ya que estamos-; suspira agitado por las caricias de su esposo. Nunca le ha sido infiel y duda mucho serlo ahora... Ojalá pudiera decir lo contrario.

Enroscó su cola en el brazo de Lotor que rodea su cintura. Pensaría esto después, rodeado de sus hipopótamos y consideraría cada flanco en cuanto a que hacer con ellos. Por ahora a continuar con lo que le importa.