Notas de la autora: Solo me pertenece la redacción, todo lo demás es de sus respectivos dueños.
Que lo disfruten, a ver si me saco la pena con esto. ¡Abrazos mis lindos lectores!
Admiración.
Se había despertado setenta años después de lo que había sido la guerra mas importante desatada para Estados Unidos.
Todo era extraño y confuso. Nadie le entendía y le miraban como si un dia de estos, se fuese a romper en mil pedazos. Nadie le escuchaba, solo asentían a sus palabras. Nadie le miraba, solo dejaban pasar su robusta silueta entre ellos.
Nadie le valoraba. No, nadie tanto como el.
En el primer momento que hablaron, se sintió distinto, pero igual al resto. Se sintió en casa, acogido, respetado, admirado.
Y es que no podía evitar hacerse el dormido todas las noches, exactamente a las doce, para sentir como la puerta de su habitación se abría lentamente, para dar paso a esos ojos curiosos que le observaban por breves momentos, antes de retirarse asustado y emocionado por ver a su ídolo adolecente dormir.
La noche siguiente, le espero visiblemente despierto. El agente de ojos castaños abrió la puerta con sigilo, como todas las noches, observo con detenimiento el cuerpo del Capitán y sonrió al divisarle entre las penumbras.
-Phill..- Le llamo con voz calma, lo que logro sobresaltar al agente. Este se removió nervioso, quiso cerrar la puerta, pero la suave voz del Capitán interrumpió sus actos.
-Tranquilo, esta bien, puedes pasar si gustas- No había mala intención en la voz del rubio, y es que, siendo de los años cuarenta el no conocía el mal en esa clase de situaciones.
En dos pasos ya estaba sentado en el borde de la cama de Steve Rogers, con el pulso a mil por horas y la respiración agitada. El rubio se alzó por entre las mantas, rodeo el cuerpo de Coulson con sus brazos y sonrió ampliamente, como un niño.
-Gracias…- Susurro en su oído. Había esperado mucho tiempo para ello, desde la primera vez que se había visto.-Gracias por tu admiración.
