El laberinto de Nightmare Moon... aquella prueba a la cual muchos ponis se enfentaron, acabó.
Alguien logró resolverlo, y con ello, liberó a todos aquellos que estaban encerrados, pero no fue tan perfecto como parece...
Muchos de ellos cayeron, en el intento de recuperar su libertad, de tener un mundo mejor, sin embargo su intención, por desgracia, no fue suficiente.
Algunas pérdidas fueron menos importantes que otras, pero sin duda alguna, ninguno fue olvidado, ni jamás lo será.
Sin embargo, un poni si deseó haber seguido en aquel laberinto, no por placer, ni deseo de aventura, sino para poder ser olvidado por todos. Su nombre es Grey Edge.
Con una crin negra, pelaje gris y unos ojos ambarinos, los cuales destacaban entre aquella oscura figura, aquel unicornio decidió autoexiliarse por un objetivo que, según él, era por el bien común, y aquello era que no quería herir a ningun poni, ni provocar sufrimiento en ninguno más.
Para él, su mera existencia era un mal que debía ser alejado de todos.
Ha pasado un mes desde que salió de aquel laberinto, y desde entonces ha ido vagando sin rumbo, alejandose de cualquier señal de civilización que viera, sin apenas descansar ni comer.
Llevando la misma capa que cuando entró en aquella trampa, se nota que ha pasado el tiempo con ella puesta, ya que estaba hecha jirones y tenía algún que otro agujero en ella. De hecho, un gran agujero en la capucha dejaba al descubierto su ojo derecho, pero aun así rehusaba a deshacerse de ella, no sabía si era porque sentía algo de apego por aquella prenda, o era porque quería que se le reconociera lo menos posible.
En su cuello había un colgante azul en forma de estrella, al cual miraba más de una vez con melancolía. Sin duda aquello para él, más que un adorno, era un recordatorio, pero la ironía era que no quería recordar de qué.
Y a su lado llevaba una espada que logró arrebatarle a un guardia real de Celestia. A pesar de todo lo que ocurrió ahi, seguía despreciando todo aquello que la representara. Aun no estaba listo para perdonarla. Además, no quería usar magia, nunca más.
Y allí se encontraba, atravesando un bosque que jamás había visto en su vida, en plena primavera, sin detenerse ante ningún motivo.
Antes se habría detenido a mirar el paisaje, habría querido disfrutar de su tranquilidad, pero eso ahora estaba fuera de su mente, no tenía otra cosa en su cabeza que evitar a toda costa a cualquiera.
Dando tumbos, seguramente fruto de una horrible combinación de hambre y cansancio, el agotado unicornio decidió recostarse sobre un árbol, para recuperar fuerzas. Pero poco duró su descanso, porque de entre todas las ramas, una poni color magenta caía a un matorral cercano gritando algo que no pudo entender debido al ruido que provocó al caer, sin embargo, aquella voz le resultaba familiar.
Desenvainando rápidamente su espada con la boca, se preparó para lo peor, y lo peor para él no era precisamente un monstruo...
Un nuevo día amanecía en Ponyville. Un Ponyville donde la vida pasaba despacio, sin ninguna preocupación aparente...
Excepto para cierta poni.
Una pegaso de pelaje anaranjado y crin morada y actualmente desaliñada despertaba en una de las casas. Su primera confusa reacción al encontrarse en casa ajena fue remplazada al segundo por el recuerdo de donde se encontraba.
"Es cierto, llevo viviendo aquí ya un tiempo" -pensó la pegaso.
Cualquiera que la viese ahora recordaría en ella a una potrilla de alas pequeñas y expresión activa, siempre con su fiel scooter. Pero Scootaloo ahora era ya una pegaso adolescente que había dejado atrás sus miedos de la infancia... y afrontaba la madurez con aspecto decidido.
Y gran parte de su madurez actual se lo debía a cierta poni de tierra que... no parecía encontrarse en casa ahora mismo.
"¿Dónde estará? ¿Habrá bajado al sótano?"
Esquivando a gran parte de los animales que vivían también en aquella casa, Scootaloo consiguió llegar a la puerta de bajada al sótano.
"Si no fuera porque Fluttershy tiene más, diría que tenemos un problema de espacio" -se sonrió.
La puerta estaba entornada. Era obvio que alguien había bajado allí aquella mañana...
Y así era. El sótano estaba iluminado por una especie de luz artificial... y alrededor de las paredes oscilaban imágenes en movimiento proyectadas por una especie de reloj de bolsillo que flotaba en mitad de la sala.
Y trotando de un lado a otro, había una poni de tierra de pelaje magenta oscuro y crin morena con dos coletas.
-No no no... sigue fallando... ¿qué se me escapa?...
-Er... ¿Buenos días?
La yegua se detuvo en seco.
-¡Oh! ¡Buenos días, Scoots! Perdona, olvidé preparar el desayuno.
-No te preocupes. ¿Puedo hacer algo?
-Pues... sí. Verás, sabes de sobra que en aquel incidente donde nos conocimos también coincidimos con otros ponis. Pues bien: después de que todo aquello terminase abruptamente para mí, mi reloj empezó a arrojar datos... corruptos. El modo reminiscencia no me deja revisionar partes de él y llevo tiempo queriendo entender por qué. Es como si una mezcla de magia y tecnología lo impidiesen.
Scootaloo tragó saliva. No le gustaba recordar aquel sitio. Es más, después de que todo aquello terminase lo olvidó prácticamente todo... pero fue al reencontrarse con aquella poni de tierra cuando los recuerdos volvieron. Para ella todo parecía haber sido...
-...Un sueño.
-¿Eh?
-Un sueño... Macdolia, ¿no será que no puedes acceder a esos recuerdos... porque no son recuerdos, sino sueños?
-La yegua abrió la boca, sorprendida. Aquello fue como activar un interruptor en su cabeza.
-¡Claro! ¡Son recuerdos basados en visiones de un mundo onírico! ¡Por eso no había manera de descorromperlos! ¡Gracias Scoots! A ver... si introduzco los datos en el reloj...
La yegua cogió el reloj de bolsillo y empezó a toquetearlo. Las imágenes que salían borrosas en la pared empezaron a volverse cada vez más nítidas... y lo que se mostraba...
Era a un grupo de ponis peleando contra una unicornio en un paisaje nevado... mientras protegían a...
-¿Esa no es la doctora Pones? ¿Y esa... no es Tiny Tales?
Pero Macdolia no apartaba la vista de aquel unicornio al que protegían. Un unicornio cuyo nombre no recordaba... hasta aquel momento.
-Grey... Edge.
Al pronunciar estas palabras, el reloj brilló con fuerza y arrastró todas las imágenes dentro de sí... y a alguien más...
-¡Uahhhh!
-¡Macdolia!
-¡Scoots, cuida de la casa! ¡Volveréeee!
Cuando el fogonazo remitió... En la sala solo quedaba la pegaso... ni rastro ni del reloj ni de Macdolia.
-¡Se ha ido de aventuras sin mí!
"Bueno... debe de ser algo grave, pues"
Scootaloo dio un respingo. Un poni de tierra de pelaje azul y crin morena había bajado al sótano.
-Sigo sin acostumbrarme a verte por aquí, Bookmark.
-No es culpa mía si quiero visitar a mi "hija" y a su compañera de aventuras.
-¡Pero se fue sin mí!
-Quizás esta aventura necesite de Macdolia y solo de ella. Pero sabes mejor que nadie que se podemos confiar, ¿verdad?
Scootaloo no necesitó pensárselo dos veces.
-Si, seguro que está de vuelta antes de que nos demos cuenta.
Mientras, en otro lugar... y otro tiempo, una poni de tierra aparecía en lo alto de... ningún sitio.
-¡CUIDADO ABAJO!
