Capítulo I
Todos conocemos de manual esa mítica frase hecha: "No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes". Y, en cierto modo, nadie objeta contra ella, cada uno sabe que es cierto. Pero verdaderamente no es lo mismo decirlo, como simple sabiduría popular, a hacerlo con el más genuino sentimiento de pérdida en tu corazón.
¿Cómo no ver algo que durante tanto tiempo pareció ser tan obvio delante de ti? ¿Se podía ser tan ciego? Él podía asegurar que sí, esas cosas pasan, e irremediablemente no pudo percatarse de ello si no hasta que se esfumó delante suyo.
Es curioso, jamás lo había notado, pero cuando comenzaba a percibirlo se fue, haciéndolo ver que su alrededor no era lo mismo sin ello.
Aunque, si era sincero consigo mismo, en realidad nunca lo quiso ver. No porque sabía que estaba ahí, si no porque el sentimiento de verlo era diferente, su mirada sobre ello opacaba todo su brillo, creando una falsa ilusión a su corazón, creyendo fielmente en ella, ignorando la verdad.
Entonces, ¿se puede no ver algo tan obvio? Si, es posible. A todos les pasa, pero él jamás se perdonaría el provocarse ahora sentir ese sentimiento tan amargo que se escurría por su garganta hasta su estómago.
¿Si la hubiese conocido en otras circunstancias, hubiera sido igual?
¿Cuantas palabras necias le pudo dar?
Ya no sabía con seguridad que sentimientos denotaba su corazón al recordar ese día de verano, cuando la conoció.
—¿Nuevos…vecinos?
—Así es, los de la casa de en frente —la mujer apiló el plato que acababa de lavar sobre los otros ya relucientes, para así continuar con el siguiente.
—¿Y yo también tengo que ir? —refunfuñó molesto.
—No exactamente, los invité para dentro de una hora.
—¡¿Qué?! —Se apoyó abruptamente con ambas palmas de sus manos sobre la mesa—¡Mamá no puedes! ¡Hoy iría a jugar a la casa de Gary! —Ella se volteó a verlo mientras comenzaba a quitarse el delantal.
—Ash no te comportes así, además, siempre vas a lo de Gary.
—¡Pero hoy le quería mostrar lo bien que subo al árbol! Siempre se burla de mi porque él lo aprendió antes —en su imaginación apareció la cara de su arrogante amigo y apretó los puños del coraje.
—Siempre están compitiendo entre ustedes, deberías tomártelo con más calma —ella lo miró algo preocupada y el negó efusivamente con la cabeza.
—¡Eso jamás! Es mi eterno rival —sus puños se apretaron delante de su rostro y su madre veía esa expresión como algo de todos los días.
—Pues tu eterno rival tendrá que esperar hasta mañana, porque hoy tenemos visitas —comenzó a caminar fuera de la cocina y él la siguió desesperado.
—¡Pero es que, mamá…! —gritó detrás del marco pero ella no lo dejó terminar.
—Ve a cambiarte y lávate los diente, no falta mucho para que estén aquí —vio su figura desaparecer doblando el pasillo hacía la escalera y bufó muy molesto.
¡Genial! Ahora tenía que cancelar su venganza contra Gary para hacer el papel de "anfitrión amable" con los vecinos…Bueno, a lo mejor y tenían niños de sus edad con los que podría jugar. Con esa idea en mente se dirigió a su habitación dispuesto a cumplir la orden de su madre.
Su cara de disconformidad no mostraba pudor alguno, lo gritaba a los cuatro vientos. Delante de él tenía a sus visitas, y se trataba de lo último que quisiera ver, remarcando la mala suerte de su día.
Era una niña, esas que lloraban por todo y les gustaban cosas tontas. Tenía ojos azules y su cabello era largo y de un color rubio miel. Lo miraba como con miedo mientras se escondía detrás de las piernas de su madre.
—Ella es Serena —la castaña madre de la dichosa niña se hizo a un lado para así presentarla.
La chica se cohibió en su lugar al sentirse el centro de atención y Ash solo la miraba con desagrado.
—Ash preséntate —su mamá lo empujó un poco más cerca de ella y él se quejó por lo bajo.
—Soy Ash —sonó seco y desvió un poco la mirada.
—Mu-mucho gusto. S-soy Serena —musitó estrujando fuerte con sus manos la falda de su vestido.
—Si ya lo sé…
—¿Por qué no van a jugar afuera? —la mirada desconcertada de Ash no tardó en llegar a su madre. Pero ésta, levantando una ceja, lo amonestó obligándolo a obedecerle.
—Bien…—masculló por lo bajo.
—Te encargo a Serena Ash —le habló la señora vecina.
—Así es hijo. Debes cuidarla, ¿de acuerdo? —evitó otra batalla de miradas con su progenitora y solo aceptó de mala gana.
Ash caminaba muy por delante suyo y Serena intentaba seguirle el paso. En el momento en que se detuvo al cruzar la puerta que daba al jardín ella chocó con su espalda.
—¿A qué quieres jugar? —volteó a verla con una expresión escéptica.
—Bu-bueno y-yo…
—¿Por qué tartamudeas tanto? ¿Qué, te cuesta? —la mirada que él le imponía la hacía sentirse muy nerviosa. Siguió balbuceando, ya no quería responder. El azabache rodo los ojos. No solo era una niña, sino además una molesta —. Haz lo que quieras, solo no te metas en problemas —colocó sus brazos detrás de su cabeza y comenzó a alejarse de ella hacía donde estaba el balón de futbol.
La pelimiel solo podía ver como su espalda se alejaba, y con un triste suspiro se dispuso a caminar en dirección contraria.
Vagueó unos momentos buscando con la mirada algo interesante con lo que poder entretenerse, entonces su vista se concentró en un arbusto de rosas en el límite con el jardín vecino. Su expresión cambió a una maravillada y sin pensarlo dos veces se acercó a aquellas flores.
Puso sus manos con delicadeza alrededor de una de ellas y aspiró su olor, tan pulcro y fragante. Estaba tan sumergida en esa sensación embargante que el sonido abrupto de un fuerte ladrido la desconcertó.
Cuando abrió los ojos vio delante de ella el rostro gruñidor de un perro que, para su mente infantil, era enorme y aterrador.
Ahogó un grito mientras caía sentada y acto seguido retrocedió arrastrándose. El can saltó el arbusto y se le acercaba lentamente. Al mirar sus enormes fauces unas cuantas lágrimas se deslizaron por sus mejillas, apretó fuerte su puño en su pecho y cerró los ojos para ya no mirar.
Notó debajo de sus parpados como la luz del sol era ligeramente obstruida y cuando los abrió la figura de la espalda de Ash volvió a aparecer delante suyo.
—¡Este no es tu patio Chester! —el perro amagó a lanzarse sobre el chico, pero él fue más rápido y con el balón en sus pies lo pateo en su dirección dándole de lleno en su cara. Oyó el quejido agudo del animal y vio como salía corriendo en la dirección en la que llegó.
Ella, aún sorprendida, vio como Ash se volteaba a verla y se acercaba.
—¡¿Estás loca?! ¡Nunca debes provocar a Chester, pudo haberte lastimado! —Su corazón también se había acelerado, ¡había prometido que la protegería! Y más allá de eso, no pudo negar el miedo que le invadió al pensar en lo que pudo haber sucedido si no llegaba a tiempo. Cuando la conmoción de la situación comenzó a dimensionarse en su mente sus ojos volvieron a cristalizarse y no pudo evitar lanzarse a él y abrazar su abdomen con fuerzas mientras lloraba aterrada. El azabache se sorprendió por tan repentina acción, pero de alguna forma la entendía— O-oye ya no llores, ya pasó —Su intento por tranquilizarla hizo que ella levantara la vista hacía él causándole una extraña sensación en el pecho al mirarla de ese modo.
Se quedó sumergida en esos ojos castaños que en ese momento la hacían sentir contenida, y no pudo evitar pensar: ¿Qué hubiese sido de ella si él no estaba para ayudarla?
A partir de ese momento su mirada para con él cambió de miedo a una admiración total. Volvió a abrazarlo con fuerza temiendo soltarlo.
—Gra-gracias por salvarme —pronunció contra su cuerpo.
Ash se sintió incómodo y un molesto dolor en el pecho comenzó a fastidiarlo. Sin duda lo provocaba estar tan cerca de esa niña, debía actuar rápido. La tomó por los hombros y la alejó un poco de él.
—Bueno, supongo que ya no puedo dejarte sola aquí —desvió la mirada y ella se sintió culpable por su torpeza—. Pues entonces vayamos a jugar adentro —Se levantó aún sin mirarla y comenzó a caminar en dirección hacia dentro de la casa. Ella corrió tras él.
—¿Ju-jugarás conmigo? —cuestionó sorprendida cuando lo pudo alcanzar.
—Bueno no puedo dejarte sola, ¿no? Tengo que cuidarte.
Una sonrisa con un sonrojo se hicieron visibles en su rostro, y asintiendo feliz siguió caminando detrás de él, observando su espalda que la protegería de todo a partir de ese momento, y eso la hacía sentirse segura junto a él. Ya no tenía de que temer, él estaría para protegerla.
La miró por él rabillo del ojo percatándose de su sonrisa. Ese incómodo dolor en el pecho volvió a aparecer y regresó bufando la vista al frente. Solo la ayudó porque tenía que hacerlo. Para él, ella seguía siendo una niña muy molesta.
¡Hola chicos!
Sep ando inspirada como ya les dije.
Pero esta historia la venía pensando hace como uno mes o más.
Es mi primer AU y como verán las personalidades tanto de Ash como de Serena estarán algo OoC sobre todo Ash pero es parte de la trama.
Espero que les guste la idea. Tendrá varios timeskip así que ya podrán imaginarse de que tratará.
Subiré un capítulo por semana y serán así de pequeños.
Bueno, bueno intentaré un capítulo por semana, pero con lo fácil que los escribo creo que podré...¡hagamos el intento! xD
No será muy largo así que espero que lo disfruten.
¡Sin más que decir me despido chicos!
¡Bye, bye!
