He vuelto con una nueva historia, luego de un largo tiempo de ausencia y espero que como antes se den el momento para darle una oportunidad a esta nueva idea. Sigo con la misma inclinación por la pareja RyoSaku para las seguidoras de ellos, así que ese es un buen incentivo para el primer capítulo.

Como se darán cuenta este es el prólogo, aquí solo veremos a Sakuno para dar inicio a la historia. Cuando terminen de leer comprenderán cual es el meollo del asunto, esta vez he agregado una nueva variante a la historia, a parte del romance y drama que siempre utilizo, también he agregado la fantasía, aun no pondero bien cuanto de esta saldrá a flote, pero sé que estará presente en gran parte.

Bueno espero le den una oportunidad.

Trama

Almas gemelas que buscan su compañera y almas corruptas que desean la infelicidad a su alrededor.

Sakuno escapa buscando el verdadero amor; Ryoma no cree en sentimentalismo, solo desea tranquilidad en su vida.


PROLOGO

Pronto… pronto nos reencontraremos… las estrellas lo dicen, el universo esta en sintonía con nuestras almas… espérame… ¿Me reconocerás?... ¿Sabrás quién soy?... estoy segura que cuando te vea sabré que me perteneces… pero… tengo miedo, y si no es el tiempo para estar juntos… ¿Cuánto más tendré que esperar para conocerte?... amor, te prometo que cuando te vea…

Tokio, Era Meiji - Diciembre 1871

"Mañana te casarás con Sir William Marshall, te irás a vivir a Londres con él y es una orden – Había rugido su padre cuando su joven hija quiso desafiarlo infructuosamente"

El tiempo jugaba burlón en su contra, pasando a una velocidad inhumana en donde un mísero minuto parecía equivaler a una hora. El ultimátum de su padre la había dejado desolada, aunque desde pequeña fue enseñada para aceptar con sumisión un casamiento arreglado, un grito desesperado desde su interior le advertía que ese no era su camino.

Hace unas semanas que los sueños le quitaban la calma nocturna, no eran precisamente pesadillas, pero… ahora era comprensible tener tanta inquietud, seguro su intuición siempre mal ponderada le advertía que algo muy malo ocurriría o quizás, algo bueno al fin pasaría en su monótona vida. Su instinto debía ser un tanto más específico… ¿qué debía escoger?

Su abuela siempre le dijo que pusiera atención a las imágenes nocturnas, puede ser que en alguna de ellas estuviera la respuesta a sus dudas. Pero si sus sueños eran como estos en donde cada noche era diferente y cada noche era similar, una contradicción que no lograba ordenar en su cabeza. Más que imágenes, eran sensaciones que inundaban su interior, unas cálidas, otras frías; oscuras o luminosas; realidad o fantasía; desdicha o felicidad.

Existía una emoción que la obligaba a escuchar aquellas palabras no mencionadas, era una voz interior que parecía tener vida propia e insistía que ella debía entenderla, que era algo inevitable y que tarde o temprano tenía que aceptar para decidir. El problema era saber que era lo que debía aceptar, no saber las respuestas y tener que asumir la responsabilidad la llenaba de temores.

¿Por qué acceder a lo desconocido? Ella no era una chica osada, no, definitivamente no lo era. Su vida era una autentica redundancia, creció sabiendo cual era su deber como hija de terrateniente. Pertenecer a la alta sociedad no le daba ningún privilegio especial, era mujer y solo tenía una función, engendrar herederos fuertes y saludables.

Los últimos tres días se había lamentado de su desdicha encerrada en su cuarto y por más lágrimas derramadas las respuestas nunca llegaron. No podía huir de lo inevitable, su padre se había encargado de eso al mantenerla recluida y vigilada hasta que la ceremonia se llevara a cabo. Y no precisamente por que temiera que su hija desobedeciera, sino por temor a su propia madre que estaba convencido que haría algo para ayudar a su querida nieta.

A Sakuno le llevó un tiempo comprender que la ambición de Ryusaki Soun iba más allá de los lazos sentimentales. Sus ojos siempre se negaron a ver lo evidente y solo ahora la venda había caído de lleno, dejando un dolor inconmensurable al asimilar la cruda verdad. Por muchos intentos de ignorarlo, su padre solo la quería como a una más de sus posesiones con la cual transar y eso era justamente lo que había ocurrido.

Tan ingenua e inocente había sido durante su vida, que siempre pensó que su padre no la había podido casar por no ser apta para nadie y su complexión un tanto delgada no era la adecuada para ser una buena esposa. De acuerdo a los estatutos sociales imponentes debería ser una mujer más robusta y, obviamente, con caderas más anchas que las de ella. Siempre supo que no era una mujer bonita y a pesar de lo sucedido todavía creía que le faltaba mucho para ser atractiva para un hombre. Por eso su padre la mantenía resguardada de los extraños, para protegerla.

Cuan tonta fue al engañarse, aunque esa era un razón valida y sobre todo protectora no era la primordial. Debió darse cuenta cuando el hijo del terrateniente vecino – a vox populis un hombre perfecto – pidió su mano y su padre lo rechazó sin mayores explicaciones. Luego se enteró que esa no fue la única propuesta y peor fue saber los motivos, su padre aludía a un no acuerdo económico en cuanto a la compra de la novia, no fueron necesarias más explicaciones.

Ahora todo tenía sentido, era extraño estar a portas de cumplir los 24 años y aún no estar casada como cualquier mujer de su edad y al menos con un hijo, si ya hasta corrían rumores de que se convertiría oficialmente en solterona esta primavera. No era que le importara mucho, casi había aceptado esa posición y se contentaba con cuidar de su madre mientras envejecía, al menos, eso era lo que Sakuno insistía en creer.

Sin embargo, esos sueños nocturnos le gritaban que había un camino alternativo para ella, si dejaba a un lado sus temores y permitía que su parte aventurera actuara con libertad… quizás, solo quizás, conseguiría romper las barreras del tiempo y encontrar lo que aún no sabía que necesitaba… pero desafiar su padre… tan probable como que el monte Fuji desapareciera de la noche a la mañana.

El tic tac de un reloj cucú era el único sonido que permitía a Sakuno saber que nada había cambiado a su alrededor, seguía recluida en el cuarto apenas iluminado por una débil llamita de una vela a pocos minutos de apagarse. Se volvió a enrollar en su cálido futón, con la esperanza de caer inconsciente debido al cansancio de tanta tristeza derramada.

Sus planes se veían truncados cada vez que un atisbo de realidad cruzaba su mente, recordar al hombre –con el que en pocas horas sería su esposo– le arrebataba el sueño. No comprendía como su padre podía querer casarla con un extranjero, si tan solo hace unos años él aborrecía a cualquiera que no fuera de sus tierras.

Todo eso se vio afectado cuando los cambios sociales, económicos y políticos llegaron a Japón con la Restauración Meiji. Fue así como Soun comenzó a realizar misiones hacía el occidente, principalmente hacía Gran Bretaña. En donde su interés personal en estas travesías era incrementar su patrimonio, gracias a sus contactos con los grupos progresistas le fue mucho más sencillo ingresar a este nuevo mundo.

Ryusaki Soun era un hombre con una gran ambición que no escatimaba en esfuerzos por adquirir lo que deseaba, sin importar si debía hacer unos cuantos sacrificios. Así que se convirtió en un convencido que los negocios con los extranjeros serían el futuro del país, aunque una gran parte de sus compatriotas consideraban esas transacciones como un insulto y casi herejía contra sus costumbres.

Siendo sincera consigo misma, Sakuno no habría puesto inconvenientes en casarse con un hombre al cual no conocía. Pero cuando enfrentó a ese inglés sus entrañas se contrajeron de terror, aquellos ojos azules tan fríos e insondables como un glacial milenario le advertían que su vida podría convertirse en un infierno en la tierra.

Aquel inglés expelía peligro y carencia de compasión, era un demonio en cuerpo de ángel y destilaba una sonrisa que a Sakuno le parecían dagas a su cordura. No podía aceptar un destino que a las luces le chillaba que escapara, aunque la otra alternativa era todavía más misteriosa y espeluznante que esta.

¿Qué debía hacer?

¿Cuál camino tomar?

¿El infierno… o…? No podría estar segura que lo contrario fuera el cielo.

No podía estar segura de nada, sin embargo, esa vocecita interna seguía insistiendo que la puerta alternativa era la solución, que debía aventurarse a cruzar esa barrera segura de su vida y arriesgarse a desafiar a su padre para encontrar su verdadero futuro.

¿Qué debía hacer? Se volvió a preguntar por milésima vez.

Su parte racional le daba respuestas indeseables, por más esfuerzo que hacía en aceptar las palabras de su padre… recordó la fría mirada azul del extranjero y los despectivos términos con los cuales se refería a su persona… no podía casarse con ese hombre, sin mucho pensarlo sabía que su vida se convertiría en una catástrofe y por mucho que amaba a su padre…

¿Debía desafiarlo?

La realidad la zamarreó con vehemencia y no logró levantarse para discutir, no tenía caso, nunca lo había desobedecido y ahora tampoco lo haría. Mientras la tristeza cubría sus mejillas, trataba con todo su corazón aceptar la horrorosa voluntad de su padre. Ya no lloraba ni pensaba en nada, solo permanecía recostada en la desolación de su vida. Antes de conseguir volar su padre le había cortado las alas y sentenciado a una prisión desconocida, que por lo que temía sería su ruina.

-Sakuno, ¿estás despierta? – la voz suave y susurrante de su abuela la sacó de sus tinieblas.

-Abuela… ¿Cómo entraste? – dijo sorprendida de verla de pie a su lado – mi… padre.

-No creías que te dejaría sola ¿verdad? Ese tonto guardia que puso tu padre es un inútil – expresó la mujer con orgullo – estará dormido hasta mañana y ni sabrá que le paso. Perdón por la demora, es que tenía unos cuantos arreglos que hacer antes de venir por ti.

Al ver a su querida abuela frente a ella con esa risa tan confiada y segura, Sakuno se permitió sonreír. No la veía desde que fue encerrada en su cuarto y de eso hace 3 días, solo una sirvienta traía sus comidas y ni siquiera le estaba permitido hablarle, nada.

-Tendré… que c-casarme… con – se aferró a las faldas de su abuela con fuerza, no era capaz de pronunciar toda la condena.

-Por supuesto que no – vociferó su abuela, pero al darse cuenta que gritaba bajo la voz – No permitiré que el necio de tu padre te entregue a ese extranjero.

-Pero… abuela ¿qué puedo hacer? – expresó con desdicha, sabía de antemano que desafiar a su padre era ilógico y ella no tenía el coraje para hacerlo.

-Mi niña, tú no entiendes, ese hombre no es bueno para ti – la anciana respiró hondo y profundo para idear una forma no tan dura de decir lo que había averiguado.

Luego negó con la cabeza al darse cuenta que no existía una manera bonita para adornar la realidad, dejo que los segundos se prolongarán para capturar toda la atención de su nieta y no quedara duda que debía hacer lo que tenía planeado.

-Ese hombre es un hijo de… es un mal nacido. Tu padre no quiere verlo o simplemente no le importa por que recibió mucho dinero y aún pretende conseguir más con esos negocios – su voz era dura y denotaba su rabia – Aquel inglés no te quiere como esposa, yo le escuche hablar con uno de sus hombres y el destino que desea para ti no es bueno, él te quiere para que seas su geisha.

Sakuno observaba a su abuela con suma atención, notaba como el tono de voz se iba endureciendo y sus ojos expresaban una rabia exorbitante. Nunca había visto a su abuela en esa pose, enojada un millón de veces, pero esa ira ardiendo desde su interior era algo desconocido. Fue entonces cuando asimiló las palabras de Sumire y ahogó un grito con sus manos.

-N-no… puede ser. Hay que decírselo a mi padre.

-Ya hable con él – un alivio en Sakuno afloró en sus carmín – No te apresures, a tu padre poco le importa lo que ese hombre quiera, solo piensa en él mismo.

Sumire observó como la amargura volvía a surgir en esos inocentes ojos y su corazón se contrajo de dolor. Lo que estaba a punto de ocurrir podría cambiar la vida de su nieta de una manera desconocida e impredecible, pero estaba convencida que era mejor eso a este inminente matrimonio.

-Sakuno, no tenemos mucho tiempo para preguntas ni explicaciones. Lo único que quiero saber, es si estás dispuesta a desafiar a tu padre al no casarte con ese sujeto. ¿Quieres o no casarte? Responde.

-No… pero mi padre…

-Entonces no te casarás – afirmó la anciana – Pero ¿desobedecerías a tu padre?

Sakuno observó a su abuela fijamente y distinguió un raro brillo en sus ojos, comprendió que su respuesta era de vital importancia. De súbito le vino un estremecimiento ante aquella pregunta, fue como estar frente a un cruce en campo abierto sin señales, debía escoger por intuición y enfrentar las consecuencias.

¿Qué era lo que su abuela esperaba de ella? Ante el prolongado silencio, Sumire frunció el ceño inquieta.

-Sakuno, no hay tiempo, debo saber cual es tu decisión – el golpe en la voz de la anciana la alertó –. ¿Qué deseas hacer, casarte con ese inglés o no?

-Pero, abuela… mi padre…

-¿Te estoy preguntando a ti? ¿Qué es lo que tú quieres?

-C-casarme… - al escuchar esa respuesta la desilusión invadió el rostro de la anciana – por amor.

Al instante el semblante de Sumire brilló de alegría y tomó las manos de su nieta con fuerza a modo de aceptación.

-Solo una cosa más. ¿Estás dispuesta a desafiar a tu padre, desobedeciendo su mandato?

Su primera respuesta fue negativa y al segundo asintió. Tenia una lucha interna con sus emociones y deberes, el sentido común le advertía que no era correcto hacer enfadar a su padre y, por otro lado, aquella vocecita interna le gritaba desesperada que debía huir de ese destino, que había otra alternativa que la esperaba y debía enfrentar su cobardía para lanzarse en busca del verdadero amor.

-¿Q-qué debo hacer? – esbozó en un murmullo de timidez.

-Vamos, no hay tiempo para explicaciones. Debemos salir de aquí, si tu padre sabe que tramamos alguna cosa…

Dejó las palabras en el aire, por miedo a imaginar siquiera el castigo que caería sobre ella si su hijo la descubría. Agarró a su nieta y literalmente la arrastró de la casa. Con el mayor sigilo la condujo por una salida secreta desde su propio cuarto y así poder evadir la vigilancia de los guardias apostados por todo el recinto.

La huída fue tan repentina que Sakuno no consiguió hacer ningún reclamo o cuestionamiento, se dejó guiar por su abuela confiando en que ella no le haría mal alguno. Al salir de aquel escondrijo el frío invernal las azotó inmisericorde, aunque gracias a la nieve imperante la ausencia de luz no suscitó problema.

Atravesaron el espeso bosque de Cedros japonés hasta llegar al faldón de un monte nevado, el camino fue dificultoso debido a la nieve y el frío imperante. Bordeando el macizo rocoso alcanzaron una entrada custodiada por dos grandes rocas, que de forma misteriosa no eran cubiertas por la abundante nieve que las rodeaba.

Sumire siguió jalando a su nieta hasta cruzar el umbral entre las dos rocas, una vez ingresaron el aire cambió radicalmente y la paz pareció reinar en ese tenebroso espacio. Sin embargo, la temperatura cálida que percibieron les anunciaba que habían entrado a un terreno sagrado casi místico.

Al final de un corto tramo se distinguieron el parpadear de unas antorchas, una invitación silenciosa les hizo avanzar por aquel camino. Solo el retumbar de sus corazones y respiración acelerada se dejaba oír. Llegaron a un espacio más amplio, en donde las paredes eran semejantes a rocas de cristal azulados, entregando una luz espectral a toda la cueva.

Al centro se dibujaba un gran círculo encerrado por cinco pilares de piedra, que en sus cúspides afloraba una llamarada azul de apariencia etérea, otorgándole un aspecto aún más místico a la caverna. A su vez en el medio del piso, se diferenciaba una estrella de cinco picos que coincidían en perfecta unión con los pilares guardianes.

-Haz tardado Sumire – la voz profunda de una mujer las alertó.

La aparición sorprendió a Sakuno que todavía permanecía extasiada por la hermosura de la cueva. Al focalizar aquel sonido, vio como una presencia salía detrás de uno de los pilares de piedra.

-Te advertí que el ritual debe ser realizado a la hora justa – expresó golpeando una especie de bastón contra el suelo. Un suave tintineo de unos adornos colgantes rompieron con la brusquedad de la anciana.

Cuando la luz dejó ver a la dueña de la voz, una mujer de largos cabellos plateados e intensos ojos azules que se fundían con las llamas, apareció en plenitud. Sakuno al verla supo que se trataba de una sacerdotisa, el traje blanco y rojo que lucía eran inconfundibles. Además, debía ser una mujer de mucha trayectoria, pues su rostro agrietado por el paso del tiempo acusaba sus años.

-Ya estamos listas – expresó Sumire a modo de disculpa - ¿Todavía hay tiempo?

-El ritual debe llevarse a cabo en veinte minutos, la hora justa para que las estrellas del norte se alineen en la posición correcta. Hoy es la noche sin luna y los astros gobiernan el cielo nocturno, pero solo a las dos treinta y cinco podremos abrir el portal.

Sakuno miraba a su abuela y luego a la anciana rodeada de un aura misteriosa sin comprender ni una palabra. Quería preguntar, pero las mujeres seguían discutiendo sobre rituales, portal y astros. Sabía que su abuela era propensa a estas cosas, lo que no lograba entender era que tenía que ver con ella.

-Abuela, ¿Qué sucede? – murmuró.

-¡Sumire! – gritó la sacerdotisa al golpear el bastón el en suelo – Aún no le informas que sucederá.

-Lo siento. No tuvimos tiempo. Ahora mismo lo arreglo – dijo cuando la sacerdotisa le lanzó una mirada severa.

-Te advierto que no estoy para perder el tiempo, esto es un asunto serio – admitió la mujer algo molesta – Te doy diez minutos, si no lo solucionas el ritual carece de significado y tú tendrás que costear los gastos, ¿Haz entendido?

-Por supuesto – respondió bajando la mirada como si estuviese en presencia del mismo emperador.

-¿De qué ritual habla, qué sucede aquí?

-Sakuno, escucha con mucha atención y no me interrumpas hasta que termine – se había volteado a mirar a su nieta y posó sus manos sobres los juveniles hombros para enfatizar sus palabras.

-Me estás asustando, abuela.

Sumire exhaló un prolongado suspiro antes de proceder a contarle a su nieta lo que tenía planeado hacerle. Tenía las mejores intenciones y deseos para que Sakuno fuera feliz, sabía con certeza que si se hacía lo que su padre ordenaba su condena sería horrible. Esa en definitiva no era la vida que deseaba para su nieta, aunque su hijo soñara con convertir a su hija en una distinguida dama de sociedad inglesa. Ella estaba segura que no sería así y los comentarios despectivos de los extranjeros hacia su país lo afirmaban.

-¿Quieres hallar el amor verdadero? – preguntó la anciana con voz de esperanza y al ver que su nieta asintió, agregó – Entonces, solo tienes que hacer lo que yo te diga, confía en mí.

-¿Qué debo hacer? – titubeó ante tanto misterio.

-Kaede-sama – apuntando a la sacerdotisa que las miraba impaciente – ella puede hacer que tú conozcas a tu otra mitad… tu alma gemela.

La anciana espero que su nieta comprendiera esas sencillas y a su vez trascendentales palabras, mientras le daba una señal a la sacerdotisa para que iniciara los preparativos.

-¿Mi… alma gemela? – profirió incrédula - ¿Eso… existe? – su tono ilusorio la delataba, ya que ella solía soñar con encontrar un amor tan magnifico como lo sería estar con un alma idéntica a la suya, capaz de complementarse tan bien como lo haría un rompecabezas.

-Por supuesto, yo la encontré en tu abuelo. En realidad, fue él quien me encontró a mí y todo gracias a Kaede-sama – comentó con ojos soñadores.

-¿Y cómo haré para hallarla? – al ver la sinceridad en su abuela, la curiosidad aumentaba.

-Sakuno, pon mucha atención a lo que te voy a decir – esta vez Sumire tenía un aire solemne – Kaede-sama solo puede enviarte a donde se encuentra tu alma gemela, pero no puede devolverte aquí. Tampoco sabe en que lugar exacto está, ella solo puede abrir el portal para que sus almas se conecten.

-¿Qué quiere decir eso? – emitió un tanto asustada - ¿Tú vendrás conmigo?

-No, mi niña. Solo quien busca su otra mitad puede cruzar – dijo con ternura – Tendrás que viajar tú sola a donde sea que este tu otra mitad, si estás dispuesta a dejar atrás esta vida en busca de un futuro desconocido…

-Tengo miedo… yo no puedo…

-¡Sakuno! – expresó con firmeza – Tienes que dejar tus temores y enfrentar la realidad. Si te quedas en este lugar, en unas horas más tendrás que casarte con ese inglés y no hay nada que podamos hacer, tu padre esta cegado por la codicia y no le importará que ese extranjero haga contigo… Sakuno, tienes la posibilidad de ser feliz una vez que encuentres a tu alma gemela ¿Acaso no quieres ser feliz?

-Sí, pero…

-No hay pero que valga. Si dejas que ese coraje que guardas en tu interior te ayude, entonces podrás forjar un futuro mejor para ti.

La voz de Sumire era severa, sabía que su dureza podría herir a Sakuno, mas sabía que si no se ponía firme los esfuerzos por ayudarla serían en vano, era la única forma que tenía para tocar a su nieta y lograr que tomara una decisión.

-Sumire, ya no hay tiempo. Si el ritual no comienza ahora, el portal no se abrirá.

-Sakuno, confía en tu abuela – rogó la anciana agarrándola con firmeza de sus manos – sé que tienes miedo, pero hacer lo que tu padre quiere no es la solución.

Sakuno sentía que sus piernas temblaban de miedo y tenía todas las ganas de correr en dirección a su cuarto. No obstante, su voz interna parecía desgarrarse ante la posibilidad de perder esta oportunidad, percibía como sus latidos se aceleraban por la impaciencia y aunque el temor era enorme, sabía que debía hacer lo que su abuela le decía.

-¿Qué… debo hacer? – consiguió expresar en un murmullo.

-Muy bien, mi niña – pronunció en un grito alegre – debes pararte en medio de la estrella y solo esperar que la sacerdotisa abra el portal.

Cuando Sakuno asintió, su abuela la tomo en un caluroso abrazo y al instante supo que era una despedida. Las lágrimas afloraron con rapidez, a pesar de la pena que sentía por alejarse de su hogar un nuevo sentimiento nacía en su interior, que la llenaba de un valor que nunca pensó tener.

-Sumire, la piedra que te pedí – exigió la anciana.

-Sí, sí, aquí la tengo – saco de uno de sus bolsillos un colgante de plata con una piedra trigonal color rojo carmesí – Sakuno, colócate esto en tu cuello, te servirá como protección y te ayudará con tu timidez.

-Es muy bonito – dijo embelezada al ver la belleza de la piedra en forma trigonal.

-Esta piedra te ayudará a que puedas encontrar a tu alma gemela. Es un jaspe rojo, una piedra que tiene mucha energía y beneficios para quienes la usan, es lo único que puedo ofrecerte y espero que te sirva para guiarte en tu camino.

-Ya basta de cháchara, si vas a entrar en el círculo hazlo ahora – exigió la sacerdotisa.

-Ve, Sakuno. Recuerda que siempre rezaré por ti y estaré rogando por que te encuentres con tu alma gemela. Ahora vete – le ordenó, empujándola sin mucha consideración.

-Abuela…

La sacerdotisa no dejo que interfirieran en su ritual de apertura, las hizo callar al momento en que Sakuno piso el centro de la estrella. Con su bastón alzado sobre su cabeza comenzó a balancearlo en zigzag alrededor de cada pilar, mientras daba un par de golpes en ellos y pronunciaba unas oraciones con el antiguo dialecto ainu, lengua que se considera como la de los ancestros japoneses.

A medida que rodeaba el círculo de piedra una luminosidad extraña fue bañando a Sakuno, en un principio sintió temor a lo desconocido, pero era envuelta con tanta calidez por aquella luz brillante que se fue calmando pausadamente. Su corazón comenzó a tamborilear al ritmo de los golpes y oraciones de la sacerdotisa, la luz se intensificaba y su voz interna parecía extasiada al máximo.

-Muchacha, cuando el portal se abra tendrás que fijarte hacia donde apunta el colgante, este reflejara el hilo de la vida que une tu alma con su complemento – la mujer estaba frente a ella y tenía el bastón alzado de manera horizontal sobre su cabeza.

-No veo nada – respondió nerviosa, buscando las señales que la anciana le decía.

-¡Cálmate! No desesperes, este proceso lleva unos cuantos minutos antes que el portal se abra por completo. Cuando veas la señal caminarás por la vía del hilo, no mires atrás ni retrocedas sino podrías perderte en el mundo de lo desconocido, yo no tengo poderes para ayudarte – le advirtió.

-Abuela… tengo miedo – dijo en un desesperado lamento – tú sabes… que no soy buena con esto.

-Mi niña, deja que tu corazón te guíe. No son tus ojos quienes te llevarán a donde esta tu alma gemela, solo los ojos del alma podrán ver el camino – la joven respiró profundo al dejarse llevar por esas palabras.

-Muchacha, deberás concentrarte y dejar que tu ser interno te enseñe por donde ir. Ahora el portal comenzará abrirse – le anunció la anciana – Si no tienes dudas, entonces despídete de tu abuela.

-Sakuno, pase lo que pase haz tu mejor esfuerzo y busca la felicidad que aquí no podrás conseguir. Confía en tus instintos y deja que tu corazón hable por ti, recuerda que no todo el mundo es bueno y muchos querrán engañarte, pero esa piedra te protegerá del mal.

-Una cosa más – interrumpió la mujer – no creas que esto es sencillo y cruzando esa puerta encontrarás a tu otro yo, puede que tarde un poco en reencontrarse contigo o incluso aún no este preparada para reconocerte.

-¿Cómo sabré cuál es mi alma gemela? – expresó con un toque de pánico.

-Solo tu alma lo sabrá, por eso te digo que tengas paciencia y te des el tiempo de observar a tu alrededor. No es algo que puedas ver con tus ojos, pero será algo que sentirás con tus sentidos, los ojos de tu alma.

-¿Y si no me reconoce? ¿Qué haré? – cuestionó a punto de salir corriendo.

-¡Detente! Si tu otro yo todavía no está listo para reconocerte, entonces tendrás que esforzarte por llegar a él. Muchacha, en este mundo nada es fácil y rápido, así que deberás ser fuerte. Naciste bajo la estrella de acuario y ella te guiará hacia el lado correcto, deja hablar a tu corazón y aunque parezca algo descabellado escúchala.

-¿Qué pasará si nunca me reconoce? – la anciana resopló exasperada ante la vacilante joven.

-Un último consejo – dijo la anciana ignorándola deliberadamente – no creas que tu alma gemela es como la imaginas, ni tampoco confundas las cosas. Nuestras almas no siempre son un reflejo de nuestra personalidad, en tu caso veo a través de tus ojos – que son el espejo de tu alma – que tú eres tímida e indecisa, pero tu alma es fuerte y osada.

La desconfianza resurgió en ella al no obtener respuesta, tuvo un presentimiento que algo faltaba en esa explicación y que la anciana no tenía intenciones de decirle. Giró para enfrentar a su abuela, quien al mirarla vaciló desviando la vista hacia la sacerdotisa que hizo un mohín disgustada.

-Sumire, esta era tu responsabilidad – la reprendió como si fuera cien años mayor que su anciana abuela.

-Ya te dije que no tuve tiempo – se excusó.

-¿Hay algo que debo saber? – alzó la voz inquieta. Notaba como esa información oculta parecía importante.

-Todavía tenemos tiempo, Kaede-sama – rogó la anciana con ojos inocentes.

-Muchacha, escucha lo que voy a decirte y no te atrevas a moverte de allí – advirtió tajante.

-Está bien – contestó frustrada. Ya había intentado moverse, pero una fuerza magnética parecía tenerla presa en ese campo de luz.

-En este mundo existen dos grandes grupos de almas, que se subdividen en muchos tipos. Las almas puras o junsui, dentro de este grupo están las "masshiroi", que son completas y no necesitan nada para ser plenas y también están las "shiroi" que son aquellas almas incompletas que buscan a su otra mitad. La mayoría de las almas blancas son shiroi como tu caso, mientras no encuentran a su otra mitad están en constante búsqueda de algo que les falta, pero no saben qué. No obstante, pueden escoger ser felices sin la necesidad de hallar esa otra parte.

Sakuno estaba concentrada en las solemnes palabras de la sacerdotisa, se sentía casi hipnotizada y tenía la certeza que esa parte no era la más importante, sino que había alguna otra información que debía conocer.

-En el otro grupo se encuentran las almas oscuras o kurai, aquí las principales son las llamadas shikei que nacieron impuras y nunca tendrán la posibilidad de hallar a su otra mitad, son esas almas castigadas por los dioses que no pueden encontrar la felicidad por más que la buscan y muchas solo buscan causar desdichas en las que son felices. Y también están esas llamadas shizumu, es un alma que perdió la esperanza.

-¿Qué significa eso? – preguntó en tono vacilante.

-Cuando un alma shiroi pierde su fe en hallar la felicidad o sufre algún daño superior a sus fuerzas, puede transformarse en una shizumu y en este caso cae en una fase de letargo, como si invernara una larga temporada; cuando esto ocurre es casi incapaz de percibir los sentimientos de los otros y permanece como ausente de la realidad. Mientras está en esta etapa, un alma afectada puede recuperarse si su alma gemela la reconoce y acepta, es la única cura conocida. Aunque todos estos cambios ocurren internamente, por eso es algo casi imperceptible a los ojos humanos, a menos que esa persona sea capaz de leer los ojos de su alma.

-Pero… ¿qué sucede si nunca allá a esa alma? – dijo con un tono asustado y dolorido al pensar en la tristeza de esas desdichadas.

-Es ahí el problema – afirmó la anciana con voz pausada – El período de letargo es impredecible y distinto para cada quien. Las almas son eternas, así que una vida humana puede ser solo un instante para ellas. Todo dependerá del daño o las razones de pasar a ese estado, sin embargo, si lo que provocó ese cambio persiste… aquella alma puede pasar a la siguiente fase – anunció en tono fatalista.

-¿Q-qué fase? – cuestionó preocupada.

-Saigo… esa alma se pierde en sus propias tinieblas, en palabras fáciles. Un alma que pasa de shizumu a saigo, pierde su capacidad de amar por completo. En esta etapa no hay posibilidad de cura, es irreversible, al menos no que yo sepa. Incluso si llegara a reencontrarse con su alma gemela, no es seguro que esta logre alcanzar el abismo en que se haya. La mejor opción es que nunca traspase aquella fase o que sea lo suficientemente fuerte como para revertir su estado shizumu, algo que es casi imposible.

-Si no encuentro… ¿cuánto tiempo… tengo? – balbuceó Sakuno, sintiendo que su tiempo era realmente escaso.

Las mujeres intercambiaron una mirada incierta, algo en ese gesto hizo temblar a Sakuno y supo en ese instante que era todo o nada para ella. No sabía cuales eran las condiciones, pero por alguna razón sabía que si no se reunía con su otra mitad su alma se perdería en una profunda desesperanza.

-Kaede-sama, será mejor que le digas todo – insistió Sumire.

-¿Qué… más debo… saber?

-Solo tienes una oportunidad para encontrarse con tu alma gemela – sentenció la sacerdotisa.

-U-una… oportunidad…

-Pon atención. Este ritual es una forma forzosa para unirte a tu otra mitad, es algo que no debiera hacerse… prohibido… y por tanto al realizar esta ceremonia rompemos con las reglas. ¿Entiendes?

-¿Qué significa… eso? – su voz temblaba por el miedo a escuchar la verdad que su corazón ya sabía.

-Una vez que te encuentres con tu alma gemela, el tiempo corre en tú contra. Como te dije en un principio, tu alma puede saber quien es su complemento mucho antes que tú tengas conciencia de eso, lo que significa que una vez sepas quien es debes hacer que esa otra parte de ti te reconozca, no solo su alma sino también la persona que le pertenece.

La confusión en los ojos carmín era evidente en cada parpadear, todo era una maraña de información difícil de asimilar en pocos minutos. Lamentablemente, el tiempo tampoco estaba de su parte en estos momentos, como era habitual en su vida. Sentía como sus rodillas estaban al borde del colapso y el poco coraje que había acumulado se desvanecía al ritmo de sus latidos.

-Lo que quiero decir – expresó la anciana al ver desconcierto bailando en esos ojos – Que una vez entres en contacto con tu alma gemela el tiempo correrá más deprisa. Este ritual despierta por completo a tu propia alma y debe estar ansiosa por reunirse con aquello que le falta, no descansará hasta que eso ocurra. Sin embargo, si tu otra mitad no la reconoce o la rechaza el golpe puede ser fatal. Tu misión es conseguir que tu alma gemela despierte para ti.

Un grito ahogado escapó de sus labios al escuchar la posible condena. Sin darse cuenta unas finas gotas escaparon de sus ojos, como si hubiesen vislumbrado el futuro y reconocido su propia muerte.

-Q-quiere decir… que podría dejar… de…

-Todo el mundo puede amar, pero cuando se une a su otro yo el amor es imperecedero e irrevocable, es lo que se conoce como el verdadero amor. No obstante, en tu caso ni siquiera podrías ser feliz con otra persona, es el precio que tendrás que pagar por este ritual. Para ti, solo existe esta única oportunidad, si fallas solo te quedara vivir… digamos que no lograras sentir emociones lo suficientemente fuertes como para querer a nadie más. Es por eso que te digo que debes dejarte guiar por los ojos de tu corazón y estar muy atenta a las señales, por atención a tus sueños, a cualquier cosa que pueda ayudarte a descubrir quien es tu alma gemela y sobre todo, como hacer para que te conectes con ella.

-P-pero… y si no… lo logró.

-Todavía no es momento para que te preocupes por eso. Escucha – espetó la mujer con firmeza – Mientras tu alma no pierda la esperanza no tendrás problemas, aunque ella este mucho más susceptibles que otra a sufrir, no significa que cualquier golpe la dañe y pase a ser una shizumu. Te digo todo esto para que estés alerta y preparada para todo.

-Todo… o n-nada – balbuceó la joven empuñando sus manos a cada lado.

-Exacto. Para ti es todo o nada.

-Mi niña – llamó su abuela - ¿No crees que es mejor eso a quedarte? Acá también será todo o nada. Ambas sabemos que casarte con ese inglés nunca encontraras la felicidad. Al menos ahora tienes una posibilidad única, si todo sale bien…

-L-lo… sé – afirmó en tono dudoso. Ella lo sabía sin necesidad de que su abuela se lo confirmara – lo sé.

Sakuno sentía una fuerte presión en su pecho que parecía quitarle la capacidad para respirar, llevó sus manos al centro de su corazón para darse coraje. Un misterioso hilo rojo empezaba a ser visible desprendiéndose de su costado izquierdo, era una finísima hilera que se extendía más allá de lo que sus ojos podían ver y que se tensaba al punto de obligarla a dar un paso, era como un imán que la atraía hacía su origen.

-Busca el camino a tu felicidad, no hay garantías ni opciones de retractarse. Lo siento, pero lo único seguro es avanzar y hacer lo mejor posible, debes ser optimista y enfrentar tus miedos. La piedra que te dio tu abuela te ayudará a ser más decidida y si tus deseos son sinceros te ayudará a reconocer a tu alma gemela.

-Sakuno, deja ya de comportarte como una cobarde. Es hora de que te conviertas en una mujer, ya tienes 23 años y a esa edad yo ya había tenido a tu padre y tu madre a ti, ha sido una suerte que tu padre no te haya casado a mi edad. Ahora confía y vete.

-Tengo miedo – volvió a repetir debido a la incertidumbre presente.

-Mi niña – gritó su abuela – es todo o nada. No te asustes, debes luchar hasta que tus fuerzas se acaben e incluso así deberás seguir esforzándote.

Un silencio cayó sobre ellas, solo el suave tintineo de las llamas rompían aquella escena tan decisiva. La luz que bordeaba a Sakuno se intensificó al punto de cegar a quienes estaban fuera del círculo, a su vez impedía que la joven en su centro pudiera percibir cualquier ruido que no fuera su propia respiración, estaba sola y lo sabía.

Respiró profundamente y focalizó el delgado hilo rojo que ahora desprendía un calor ardiente que brillaba como saetas de fuego. Gritó el nombre de su abuela una y otra vez, el miedo carcomía su coraje y estaba a punto de retroceder. Cuando una voz salida de sus entrañas la obligó a calmarse, exigiéndole que avanzara hacia aquel destino incierto y esperanzador.

En un momento dado supo que sus piernas se movieron al frente y que sus manos jalaron el hilo rojo con fuerza, que ocurrió después de eso no sabría como explicarlo. Solo sintió que su cuerpo voló incontrolable por un espacio indefinido, fue como ser succionada por una especie de aspiradora hasta quien sabe donde. Cuando la tranquilidad del silencio le dijo que todo había pasado, sus ojos demandaron con cerrarse y su mente aceptando la fatiga durmió mucho antes de saber donde estaba.

-Se ha ido – expresó Sumire - ¿Estará bien?

-El ritual salió perfecto, no veo por que no estaría bien – comentó la anciana mirando el círculo de piedra ahora ausente de luz.

-No me refiero a eso y lo sabes – espetó la anciana.

-Si se parece en algo a ti, no veo por que no.

-Eso espero.

Las dos mujeres siguieron observando el centro por donde había desaparecido Sakuno, las luces azules de los pilares seguían titilando sin interrupción. Se observaron una a la otra y de pronto Sumire abrió sus ojos asustada.

-No le dijimos eso – soltó asustada.

-¿De qué hablas?

-Lo de las almas Shikei – dijo apretando los puños con impotencia – no le advertimos sobre eso…

-Bueno ya es tarde para eso – musitó la anciana alzando los hombros – tendrá que aprender sola.

-Tú… no entiendes – refutó Sumire al caer al suelo – Sakuno es demasiado buena e inocente como para saber que la maldad va más allá que un simple insulto.

-Eso ya lo sabía. Por eso te pedí que le dieras ese colgante con la piedra de jaspe rojo, tú eras igual cuando llegaste aquí – las palabras de sabiduría que trasmitía la sacerdotisa entregaron un poco de paz a Sumire.

-Lo recuerdo. Fuiste tú quien me dio esa piedra, pero nunca me explicaste por qué.

-Estas vieja Sumire y aún no te das cuenta de la verdad – se burló la anciana – El poder del jaspe rojo es su capacidad para ayudar a su portador, digamos que es el escudo de un alma inocente y le dará poderes que no sabía tenía. En cuanto a tu nieta, quizás le haga más valerosa y osada, fuerte y decidida… quien sabe, el poder oculto de esa chica.

-Es mi nieta y estoy segura que lograra encontrar a su alma gemela. Qué hombre podría resistirse a una mujer virtuosa como Sakuno – la anciana se jactó con orgullo, complacida también por salvar a su nieta.

"Quien… quien me llama… no te conozco, por que insistes en llamarme… no necesito a nadie, no sigas buscándome… yo no le pertenezco a nadie más que a mí… aléjate"

Continuará...


Supongo que ahora comprenden bien de que trata todo esto. Solo les digo que le den una oportunidad y esperen hasta el próximo en donde Ryoma hará su aparición. Poco a poco se irán entrelazando los hilos de esta historia y que será de estas almas. Como siempre sus opiniones son bien recibidas, cualquier crítica o duda solo me dejan un mensaje.

Quiero ser constante en las actualizaciones, como lo he hecho antes una vez por semana de preferencia el fin de semana, esta es solo una excepcion. El próximo capítulo seré para el viernes siguiente o sea el 17/04. Espero no atrasarme más de una semana por capítulo, pero si fuera el caso solo paciencia nunca dejo una historia sin final.

Saludos, Pucca