Un Fan Fic de Dragon Ball
Episodio 01
Hace muchos, muchos años, cuando la Galaxia del Norte podía considerarse una jovencita llena de vida y secretos ocultos hasta para ella misma. En uno de sus tantísimos sistemas planetarios, existía un mundo habitado por seres de una inteligencia muy superior a la de otras razas. Estos seres tenían adelantos científicos y tecnológicos que les permitan aprovechar los recursos naturales de su planeta de forma equilibrada, sin extraer más de lo necesario para satisfacer las demandas diarias de todos los miembros de sus diferentes comunidades.
El planeta Plant, ubicado en una región de la galaxia de cuyo nombre no quiero acordarme, era el hogar de los Tsufuru; criaturas inteligentes y de buenos sentimientos, con un sentido del compromiso muy elevado y altamente disciplinados. Su estilo de vida está basado en el bienestar de los individuos y, en consecuencia, el de la comunidad. Su bienestar está basado en el logro de objetivos, lo cual a veces es bueno, a veces no tanto, considerando que lo bueno y lo malo son sólo una opinión.
Vayamos, por ejemplo, a espiar a un joven tsufuru. Con la magia de esta lectura, podemos caer en picada desde lo más recóndito del universo, pasando por nebulosas, junto a estrellas, entre el polvo cósmico y la vacuidad incierta de un universo lleno de algo desconocido. Hasta llegar al planeta Plant, zambullirnos en su atmósfera rosada y sobrevolar las ciudades llenas de imponentes rascacielos de metal y cristal súper resistente, con formas y colores tan diversos como la física y la imaginación de los ingenieros lo permiten. En la capital del Este es dónde se encuentra el joven tsufuru a quien observaremos durante algún tiempo. El departamento que ocupa, está situado muy cerca de la universidad en la que estudia porque, claro, una civilización no podría tener un avance tecnológico de esta magnitud sin la educación apropiada de todos sus integrantes. Este joven tsufuru tiene sueños y metas muy altas, además de fuego en el corazón y la convicción de no rendirse antes de lograr sus objetivos. Su nombre es Bianchetto y esta es su historia.
01
Tsufuru - Bianchetto
Desde muy lejos sintió un leve movimiento oscilatorio e insistente. Deseó que se detuviera, que se fuera para no regresar nunca más, como dirían los cuervos. Nunca más. Una vez que todo el universo volviera estar estático y perfecto, se entregaría a su fiel y más querido acompañante; el sueño, quien ahora lo abrazaba y no le permitía hacer mucho caso al movimiento y mucho menos a los sonidos apagados provenientes desde una realidad difusa y poco interesante.
No obstante, los movimientos no se detenían y ganaban fuerza. Su fiel acompañante, por otro lado, perdía fuerza en su agarre y se deslizaba hacia un abismo de conciencia del que no podría regresar fácilmente.
—Joven Bianchetto, debe despertar ahora o llegará tarde.
La voz, cada vez más cercana con cada palabra, tenía el poder de quitarle la inconsciencia y traerlo a este mundo carente de la viscosidad de los sueños. La exhortación a despertarse era amable y melodiosa, casi dulce y seductora. Bianchetto abrió los ojos poco a poco, mientras sonreía pensando que, una vez despierto, encontraría a una linda chica tsufuru inclinada sobre él, atenta a sus gestos adormilados y, cuando abriera los ojos por completo, lo saludaría con un tiernísimo hola, dormilón y un delicado beso; diligencia espacial a un lugar mejor que el mundo de los sueños por ser la fantasía y realidad a la vez. La ternura del beso pasaría a ser deseo y el deseo bombearía la sangre suficiente para incendiar el lecho y convertir la flama del cariño en un incendio pasional lleno de desenfreno y jadeos, y un éxtasis delicioso aderezado con el almizcle de sus sexos y la sal de sus cuerpos.
No obstante, el rostro bellísimo de la chica tsufuru no apareció y en su lugar, estaba la expresión preocupada de Onyen, como todas las mañanas.
—¡Qué bueno que despierta, joven Bianchetto! —dijo ella, apartándose un poco de la cama, pero sin dejar de mirarlo—. Son casi las siete de la mañana. Hoy es el cuarto día hábil y quizá llueva por la tarde, si no tiene pensado ir a ninguna parte después de clases, esto no debería ser un problema. Aun así, puedo acompañarlo con una sombrilla en el momento que usted decida.
Bianchetto oyó sin atención a la chica quién, durante toda su perorata, se había quedado ahí de pie junto a la cama, con las manos delante del vientre y los dedos entrelazados. La mirada siempre en el joven tsufuru y la delgada cola alrededor de la cintura.
—No, no lo creo —dijo él, sentándose trabajosamente en la cama. Las cobijas pesaban toneladas y las invisibles garras de la cama lo sujetaban cual constrictora hambrienta—. Necesito volver temprano, pero si no lo hago, prefiero que permanezcas aquí para cuando vuelva.
—¿Es por Mesen? —indagó, respetuosamente la chica.
Bianchetto no respondió. Colocó los pies en el piso, segundos antes de que Onyen le acercara un par de pantuflas.
—¿Qué hay para el desayuno? —cuestionó el joven, rascándose la cabeza por entre las hebras azul oscuro de su cabello. Aún podía sentir la pesadez del sueño montado sobre sus hombros, no lograba explicar su situación, pero con cada día, despertar le costaba cada vez más y más trabajo.
—Le preparé un par de gelatinas, sopa de calamar del Golfo; lo traje vivo en la mañana, y un filete de bisonte de las llanuras del Norte, es mucho mejor que el del Oeste, al menos eso es lo que dicen los expertos.
Aún adormilado, Bianchetto se pregunto cómo era posible que Onyen hablara de la mañana si aún no daban las siete.
—Es demasiado —replicó el tsufuru, poniéndose de pie. Sólo tenía puestos unos calzoncillos blancos. Su cuerpo era delgado y un poco musculoso, al verlo de pie, Onyen no se sorprendió por su desnudez, en cambio, sí se puso en movimiento. La chica se acercó al clóset y de éste sacó una camisa y un pantalón para el joven tsufuru.
—Necesita alimentarse adecuadamente y el desayuno es la comida más importante del día, joven Bianchetto.
—No necesito tantos cuidados, no eres mi madre —replicó Bianchetto, y le dio la espalda, alzando los brazos a los costados como para dejar en claro lo que acababa de decir, mientras Onyen lo vestía—. Y ya te dije antes que no es necesario que me llames joven Bianchetto, sólo dime Bianch.
—Lo siento, joven Bianchetto, pero tengo la orden de dirigirme a usted con respeto y no puedo desobedecer.
—Entonces, te ordeno que me llames Bianch.
De rodillas como estaba, acomodando el pantalón del joven tsufuru, Onyen agachó la cabeza para ocultar una sonrisa.
—¿Le molesta que le llamé por su nombre completo? —quiso saber, mientras iba por los zapatos.
—Sí, un poco —respondió Bianch, ocultando parte de la verdad.
—En ese caso —replicó Onyen, de nuevo de rodillas frente a él, atándole los zapatos—, le llamaré como usted me pide, joven Bianch.
El otro se sonrió. Se miró en el espejo. Las dos prendas que Onyen había elegido para él no formaban un conjunto, pero sin duda quedaban muy bien juntas. Algunas veces, la chica saiyan hacia cosas como esa sin que él se lo ordenara y, en realidad, no sabía si estaba bien o no, pero lo apreciaba.
Bianchetto, a pesar de lo popular que eran los saiyans de compañía, no había tenido uno en casa y no estaba familiarizado con las funciones que desempeñaban. En ocasiones, se había descubierto a sí mismo pensando si todos los saiyans eran tan eficientes como Onyen y, de ser así, entendía a la perfección la popularidad que habían ganado en tan poco tiempo.
—Joven Bianch —le llamó Onyen, desde el umbral de la habitación—, el desayuno se enfría, ya son las siete.
Bianch dejó sus pensamientos para otro momento y fue a desayunar. Los platillos en la pequeña mesa lucían deliciosos y el aroma que emanaba de ellos terminó por abrirle el apetito. Mientras él comía, Onyen se ocupó de arreglar el cuarto y preparar las cosas que Bianch utilizaría en la universidad.
—Si llueve antes de que salga de clases, iré por usted, joven Bianch —le recordó, despidiéndolo en la puerta.
Bianch asintió desinteresadamente. Estando a unos pasos de la puerta, se detuvo y la miró por sobre el hombro. Onyen seguía sosteniendo la puerta y sonriéndole amablemente.
—¿Sucede algo, joven Bianch? —preguntó, servicial como siempre.
—No, no es nada —replicó Bianch y se fue.
No podía decirle que tenía un mal presentimiento, la inexplicable sensación de que algo malo ocurriría en el día. Este sentimiento no era nuevo para él, Bianch había tenido la misma sensación un día antes de que su padre muriera. Sin embargo, Bianch no le prestaba demasiada atención, porque había estado sintiéndose igual desde hacía ya varios meses. Afortunadamente, no había pasado nada.
Además, pensó, si algo malo fuera a pasar, ¿de qué me serviría hablarlo con una esclava?
01/06/17
Bienvenidos a esta nueva aventura de Dragon Ball!
Antes que nada me gustaría dejar claro que este Fan Fic está basado en Dragon Ball. Eventualmente los personajes de la serie aparecerán y seremos tan amigos como siempre, pero no por ahora. Estoy harto de ellos, de todos y cada uno de ellos, después de 250 capítulos de otro Fan Fic, creo que merezco descansar de sus impertinencias a lo largo de DBHS. Así pues, BASANDOME en el Universo de Dragon Ball, voy a inventarme una realidad llena de personajes originales y veremos cómo llegan los engendros de Toriyama a esta historia.
Esperaban ver a Vegeta como el galante príncipe que es? Bien, estará, pero no ahora. Un Fan Fic de Dragon Ball es un experimento para mí, estoy buscando nuevos métodos, nuevas herramientas y estoy seguro de que aprenderé más con este que con DBHS. Espero que les guste este juego y estaré encantado siempre de que lean lo que yo escriba. Muchas gracias por eso.
Dragon Ball y sus personajes pertenecen a sus respectivos dueños, los demás personajes, a menos de que lo aclare, me pertenecen a mí y son engendros muy queridos que no buscan otra cosa más que provocar.
Y como siempre...
**Dedicado Especialmente a mi Maldita Zely**
«-( H.S )-»
