Eran las 5 de la madrugada. Toris no lograba dormir, y aun por encima tenía que soportar los ronquidos agudos de Feliks. Había conseguido por fin unas pequeñas vacaciones lejos de Iván, y el no poder descansar tal como él deseaba le estaba matando la paciencia. Así que, se puso con su dedo índice a apretarle la mejilla a Feliks para que se despertase y al menos dejase de roncar.

-Feliks~ despierta...

En ese momento, el rubio se giró todavía dormido, y empezó a chuparle el dedo a Toris, atrapándolo dentro de su boca inconscientemente como si fuese su biberón. El Lituano se sonrojó por completo y lanzó un pequeño grito, sacando el dedo de su boca de repente, lo cual hizo que Feliks se despertase al fin.

-¿Que... que pasa? ¿Que hora es...? -dijo confundido por el sueño-.

-N-nada, no pasa nada...-dijo girando la cara para que no le viese, totalmente sonrojado, y se secó el dedo en las sábanas-. Así que estás despierto.

-Ah... soñaba con mi infancia, estaba con mi mami... me daba el pecho y yo estaba vestido con ropa pequeña rosa muy mona~.

-Y-ya veo... Yo no he podido dormir apenas.

-Comparado con Moscú... Espero que aquí al menos tengas algo de paz.

-Seguro que mañana me obligas a pintar de rosa alguna habitación contigo, pero bueno... Al menos no es nada comparado con lo que hacía para Iván.

-No seas así... ¡El rosa es bonito! ¡Da alegría a la vida! ¿Y qué era lo que Iván te ordenaba?

-Pues... Primero tenía que limpiar yo solo todo el Kremlin... Y para ello solo tenia 3 horas. Luego debía hacer las compras de comida y de materiales que necesitásemos para trabajar cada día... Lo peor venía por la noche...

-¡Eso es malo! Ni siquiera te daban ayuda, es muy cruel... ¿Qué ocurría por las noches?

-P-pues... Iván entraba a mi habitación... Decía que no podía dormir... y que quería divertirse... Así que me ponía de espaldas y me ataba a la cama...

-Dios...

-Todavía me duelen... ¿sabes? Las cicatrices... -dijo sonrojado y acariciando su espalda-.

-¿Puedo... verlas? -respondió poniendo una de sus manos en su hombro, mostrando simpatía por su amigo-.

-Es un poco feo... ¿Seguro que quieres?

-Claro... Quiero conocer tus heridas -le dijo, con un tono firme, y mirándole a los ojos-.

Y así, Toris se quitó poco a poco la camiseta, dejando ver todas y cada una de las cicatrices de puñaladas, latigazos y otras torturas que ha tenido que sufrir desde que era pequeño, creciendo al lado de su amo y señor soviético. Feliks pasó sus dedos, acariciando su espalda lentamente, a la vez que vería unas lágrimas de pena e impotencia, por no poder hacer nada por ayudar a su amigo. El moreno le escuchó sollozar, lo que le puso más nervioso.

-N-no te preocupes... Estoy acostumbrado.

-Pero... es cruel eso...

-Es la vida que me ha tocado vivir... Doy gracias por tener estos momentos a tu lado donde puedo relajarme... Y ser yo mismo aunque sea unos pocos días... -dijo mientras se ponía de nuevo la camiseta y se giraba para abrazar a Feliks-.

-Pero... Por eso yo quiero hacerte ver la vida en rosa... Que seas un poco feliz conmigo... Que puedas descansar al menos.

-Lo hago... Créeme que lo disfruto mucho.

Los dos jóvenes se abrazaron y se tumbaron juntos en la cama, quedándose dormidos hasta la mañana siguiente, mientras deseaban que ese momento no se terminase nunca. Feliks se propuso curar una a una las cicatrices de su amigo, pero no las de su espalda, sino las de su corazón.