Disclaimer: The Lost Canvas no me pertenece.


Lugonis de Piscis. Así le conocían en el Santuario. Era el respetado a la par que temido caballero que defendía la última de las casas zodiacales. Para mí era mucho más. Era mi padre, mi maestro, mi mundo. No exagero cuando digo que toda mi vida giraba en torno a él, que le debo todo. Absolutamente todo.

Mi padre me encontró rodeado de rosas cuando yo no era más que un bebé. Le gustaba contarme que yo era una de sus flores. Solía decir que yo era la más bella de entre todas las que él había visto nunca. La que más orgulloso le hacía estar. La que más alegrías le daba. Crecí y tuve una infancia feliz gracias al amor y al cariño que él me proporcionó.

Mi maestro me enseñó a defenderme y a luchar por lo que creía. Me instruyó en las técnicas de lucha de los caballeros de Piscis y con él descubrí lo letal que puede ser una rosa si se usa con destreza. Con él aprendí a no juzgar un libro por la portada, a no dejarme llevar por las apariencias. Al fin y al cabo, si no vas con cuidado a la hora de coger una rosa, puedes clavarte sus espinas.

El caballero de Piscis me lo arrebató todo. Me quitó a mi padre, a mi maestro, a mi mundo. Solo me dejó su veneno y un vacío en el pecho. Mi vida, tal y como la conocía hasta entonces, dio un giro inesperado. Me quedé solo, desamparado, lleno de preguntas sin respuesta.

¿Acaso solo me crió para cumplir su deber como caballero? ¿Yo le importaba tanto como él a mí? ¿Habría hecho lo mismo con cualquier otro de no haberme encontrado a mí? ¿Era consciente de lo desgraciado que me iba a hacer con su muerte, de lo que me iba a pesar su legado? ¿Llegará el momento en que yo tenga que condenar a alguien a una vida en soledad?

Lugonis de Piscis me lo dio todo. Lo bueno y lo malo. Me regaló una infancia llena de amor y un futuro oscurecido por la soledad y el odio hacia mi propio ser. Me enseñó a cuidar de la vida y me mostró qué es la muerte. Le amo, porque no concibo hacer otra cosa, pero a veces tengo tanto que reprocharle que no puedo evitar sentir cierto rencor hacia su persona. En momentos como este siento que no soy más que un ingrato.

Supongo que es cierto eso que dicen; hasta la rosa más bella tiene espinas. Yo, además, tengo veneno.