GRANDPA'S WAY.
¡Hola! Bueno, he aquí uno de mis fics, que he comenzado a traducir, ya que el original lo he escrito en inglés. Trataré de mantenerme fiel a la traducción literal, para no perder la esencia de la historia. Quería decirles que no estoy acostumbrada a escribir en español, así que espero comprendan si hay errores en la redacción. Los dejo con el primer capítulo. ¡Espero que lo disfruten!
Capítulo uno: "¡¿Qué hiciste qué?!"
La hora pico del almuerzo había terminado, logrando que una calma atmosfera se formara. Ukyo estaba terminando de preparar las últimas órdenes del mediodía cuando un nuevo comensal ingresó en el restaurante.
— Siéntese por favor, lo atenderé en un minuto, —dijo alegremente, ocupada en la parrilla.
El hombre se sentó frente a ella, respondiéndole en un tono serio.
— Hola, Ukyo.
Ella levantó la vista sorprendida, reconociendo la voz.
— ¿Papá?
Él sonrió vergonzosamente, un débil sonrojo esparciéndose por sus mejillas.
— Ha pasado un tiempo, hija.
Frunciendo el ceño, le entregó las órdenes a Konatsu y le pidió que pusiera el letrero de 'cerrado' para iniciar el descanso de la tarde. Había sólo algunos clientes todavía, pero no quería que ingresaran más personas.
— ¿Tienes hambre? —Ella preguntó, aunque bruscamente.
— Ya he almorzado, cariño, pero gracias igualmente. —Él respondió sinceramente.
Ukyo lo miró sorprendida, luego su mirada se tornó fastidiada.
— ¡No me vengas con 'cariño'! Si recuerdo tu última carta correctamente, ¿qué pasó con 'no te hablaré de nuevo hasta que restaures el honor de nuestra familia' y toda esa basura? —ella siseó.
Ichiro Kuonji se encogió.
— Uh… Bueno… Esa es la razón por la que estoy aquí, en realidad.
Ukyo levantó una ceja.
— ¿De qué estás hablando?
El veterano chef entrelazó sus manos, apoyándolas en el mostrador.
— Ambos sabemos que yo… Bueno, admito que he cometido un error cuando te comprometí con Ranma. No por Ranma en sí, sino por su padre…
Cuando los últimos comensales dejaron el restaurante, Konatsu se disculpó, dejando a padre e hija solos.
Ukyo se sentó en un taburete detrás del mostrador, apoyando sus antebrazos en la ya fría parrilla. Ichiro reanudó la conversación.
— Ya que nuestro honor fue tirado a los perros cuando esa rata de Genma huyó con nuestra dote y dejándote atrás, juré a los dioses que lo recuperaría…
Ella escuchó cuidadosamente, reviviendo esos dolorosos recuerdos en su mente.
— Como sabes, la venganza no está hecha para la mujer. Necesitaba un hijo para eso. —Ichiro hizo una mueca cuando vio la mirada de su pequeña niña.
— Estoy perfectamente consciente de eso, padre. —expresó fríamente. Ichiro hizo otra mueca.
— No debí haber puesto semejante peso en tus hombros, especialmente cuando tan sólo eras una pequeña niña.
Ella frunció el ceño, preocupada. ¿Qué estaba sucediendo? Su padre no había hablado así con ella desde… Bueno, nunca.
—Estaba tan determinado en lograr vengarme que no me detuve a considerar tus sentimientos; o cómo mi decisión afectaría tu vida, de hecho. No pensé en cómo hacerte pretender que eras un niño cambiaría tu vida.
De repente, ella recordó cómo su padre la había saludado cuando llegó.
—Me has llamado 'hija'. —declaró, asombrada.
— ¿Qué?
— Me has llamado 'hija'. —Repitió,— tú nunca haces eso.
Ichiro asintió tristemente con su cabeza.
— No debí haber olvidado que eras mi hija; no debí haberte forzado a ser algo que no eras, tampoco.
Para su horror, ella notó que sus ojos se estaban llenando de lágrimas.
— No, no debiste. —Ella regañó.
— Pero estoy aquí para corregir eso. —Él respondió con seguridad.
Los ojos de la muchacha se ampliaron.
— ¿Cómo es eso?
— Bueno, ya que han pasado doce años y tú aún no te has casado con Ranma… o matado a Saotome, —añadió en voz baja,— voy a tomar el asunto en mis manos.
— ¿Qué? —La menor de los Kuonji entró en pánico.
— Voy a hablar con Saotome y reclamar lo que es mío. —Respondió él, orgulloso. Luego añadió,— y ya que cumplirás dieciocho años en unos meses, podemos declarar oficial el compromiso y luego casarte; y nuestro honor será restaurado.
— ¡¿En verdad?! —Preguntó, entusiasmándose. ¡Finalmente! Había esperado que su padre tomara el asunto en sus manos (era su culpa, después de todo), viendo que ella aún no había podido lograr que Ranma la eligiera. Sabía que era porque él estaba viviendo en el Dojo Tendo, ella estaba segura de que si su Ranchan hubiera estado viviendo con ella en su lugar, ellos probablemente ya se hubieran casado hace rato, y su padre habría estado feliz.
— ¡Estoy tan feliz! —Ella juntó sus manos, haciendo a su padre sonreír,— ¡Finalmente voy a casarme con Ranhcan! —Sus ojos se volvieron estrellas.
Ichiro se atragantó, tosiendo. Su linda niña lo miró bruscamente, preocupándose.
— ¿Verdad?
— Bueno… Sobre eso… —Sonrió avergonzadamente, aclarando su garganta.
De repente, un anciano abrió la puerta bruscamente y cojeó apresurado hacia el hombre que lucía temeroso, bamboleando su bastón en el aire. Una señora de la edad del anciano lo siguió, con una expresión avergonzada en su rostro.
— ¡Ichiro! —El anciano gritó, golpeándole en la cabeza con el bastón,— ¡¿Por qué nos has dejado allí cuando no era ese el restaurante de mi nieta?!
— Cálmate, amorcito. —La señora advirtió.
— ¿Abuelito? —Ukyo preguntó, aturdida. — ¿Abuelita?
Ambos la miraron con grandes y enternecedores ojos.
— ¿Uchancita? —Su abuelo cuestionó, sonriendo ampliamente.
— ¡Abuelito! —La muchacha exclamó felizmente, saltando sobre el mostrador y aterrizando en los brazos de su abuelo.
— ¡Has crecido tanto! —El anciano Kuonji afirmó.
Ella se despegó de él y envolvió a su abuela en un abrazo de oso.
— Querida Ukyo, ha pasado tanto desde que nos hemos visto, —la dama aspiró su nariz, frotando una lágrima.
— ¡Los he extrañado tanto! —Exclamó felizmente; no los había visto en un largo, largo tiempo.
—o—o—o—
Llevando a su familia al apartamento arriba del 'Uchan's', la más joven chef comenzó a preparar té. Se habían sentado cómodamente en la pequeña sala, disfrutando del calor del pequeño hogar. Ella apoyó la bandeja en la pequeña mesa de café, aún un poco conmovida acerca de toda la situación. Definitivamente no había esperado a su padre, y luego a sus abuelos irrumpiendo en su negocio, actuando como si nada hubiese pasado. Pero no se quejaba. Estaba feliz de tener a toda su pequeña familia allí, sea cual fuera la razón.
— Asumo, Ichiro, que ya has hablado con Uchancita acerca del predicamento del compromiso. —El anciano dijo, tomando una taza de la mano de su nieta.
— Uh, bueno, estaba llegando a eso cuando irrumpiste por la puerta, papá.
— Sí oí correctamente, —mamá Kuonji comenzó—, querida Ukyo estaba diciendo cuán feliz está acerca de finalmente casarse cuando entramos en el restaurante. ¿No es así, querida?
— Sí abuelita, ¡lo estoy!
— Así que, ¿aceptas el matrimonio, Uchancita? —Abuelo Akeru preguntó, un poco sorprendido.
— Sí abuelo, ¿por qué no lo haría? ¿No es eso lo que todos queremos?
— ¡Oh, estoy tan contenta, querida! —Abuela Hana exclamó.
— Ya, ya; —Ichiro intentó calmar la conmoción—, no tomemos esto seriamente, no he hablado demasiado con Ukyo acerca—
— ¿Qué hay que hablar? Ella aceptó, ha dicho que sí, se casará. Fin del asunto. —Akeru interrumpió, levantando sus manos—. Ella traerá felicidad y honor a la familia otra vez, ¡por fin!
El pecho de Ukyo se llenó de orgullo, — ¡Por supuesto, abuelito!
— Ahora, todo lo que debemos hacer es resolver el asunto con Saotome, ¡y luego puedes conocer a tu nuevo prometido! Creo que no viven muy lejos de aquí… —el mayor de los Kuonji declaró, levantándose de su asiento—. Si me disculpan un segundo, tengo un asunto que resolver yo mismo. —Dijo y fue hacia la cocina.
— ¿Por qué está yendo a la cocina? —Ukyo se congeló, su orgullosa sonrisa convirtiéndose en una mueca de horror—. ¿Nuevo… prometido? —Preguntó con una pequeña voz.
— Eso es lo que he estado tratando de decirte, hija.
— ¿Nuevo… prometido? —Repitió, mirando con impotencia a su abuela, quien hizo una mueca.
— No le dijiste sobre eso, ¿verdad, hijo? —Hana espió a su hijo quien estaba sentado junto a ella.
— ¡¿NUEVO PROMETIDO?! —La bonita chef finalmente gritó a su padre, poniéndose de pie.
— Sí, pues, verás, cuando dije que ibas a casarte, no estaba exactamente hablando de Ranma.
Ella lo miró furiosamente, —entonces, ¿por qué no lo dijiste?
— ¡Estaba intentándolo, pero tu abuelo me interrumpió y luego tú lo entendiste todo mal!
— ¡Padre! ¡Estabas hablando sobre restaurar el honor de la familia y de reclamar a Genma lo que es nuestro! ¡Debo casarme con Ranma para eso!
— Sí he dicho eso, pero mamá ha tenido una buena idea, ¿sabes? Haremos que Genma pague por lo que nos ha hecho… con dinero. —Ichiro hizo un gesto de dolor cuando vio cómo el rostro de su hija se tornó triste.
— Entonces… Yo no… —Lágrimas comenzaron a asomarse en sus ojos.
— Hijo, ve a ver si tu padre ya ha terminado con su magia. Necesito hablar con mi querida Ukyo a solas.
Ichiro asintió y fue hacia la cocina.
— ¿M-magia?
— Supongo que debo explicarte algunas cosas, querida. Verás, cuando éramos jóvenes, tu abuelo y yo entablamos amistad con una pareja de artistas marciales. Ellos poseían un estilo único, y nosotros pensamos que sería una buena idea unir nuestras escuelas.
Ukyo suspiró, ¿no había oído esto ya?
— Los cuatro decidimos que casaríamos a nuestros hijos, de esa manera nuestras escuelas serían una; aunque ellos no estaban muy convencidos acerca de comprometer a su hijo. Sin embargo, hicimos una promesa.
Sip, definitivamente ya lo había oído antes.
— Luego tu padre nació. Desafortunadamente, ellos también tuvieron un varón. —Hana se encogió—. Tú sabes qué tan malhumorado es tu abuelo, y ya que su hijo había nacido después que el nuestro, él… —buscó la palabra correcta— insinuó que lo habían hecho adrede. Akeru les dio una segunda oportunidad, —ella rodó los ojos— pero aparentemente los dioses no estaban de su lado, ya que tuvieron un segundo varón.
— Déjame adivinar, —dijo Ukyo a sabiendas—, abuelito se dejó llevar un poco, ¿verdad?
La matriarca Kuonji asintió con una expresión aburrida. —De todas maneras, querida. Para 'restaurar el honor familiar' —dijo exasperadamente, (aparentemente, los hombres Kuonji amaban esa frase)—, acordamos casar nuestros nietos. Gracias a Dios que ellos tuvieron un nieto varón primero. Luego viniste tú, —ella le sonrió a la niña—, unos pocos meses después.
— Así que, él tiene mi edad. —Declaró sin ánimos.
— Sí, ha cumplido dieciocho la semana pasada. Esa es la razón por la que estamos aquí, amorcito. Él ya es lo suficientemente mayor para casarse contigo.
— Ya veo. Entonces no hay escape, ¿verdad?
Hana suspiró.
— Creí que sabías, querida. No debí haber dicho que tú querías casarte, no sabía que estabas hablando de Ranma. Siempre has estado tan enojada con él.
— Eso era dos años atrás, abuelita; cuando lo encontré aquí, en Nerima… Todo cambió.
— Ya veo. Pero, estoy consciente de la situación del joven Saotome. ¿Creo que es similar a la tuya?
— ¿Te refieres a los Tendo?
— Ranma y la hija de los Tendo fueron prometidos aún antes de nacer. Eso haría tu compromiso con él, nulo; si ya no lo hubiera sido.
— ¿Qué?
— Aún si Ranma hubiese querido, él no puede casarse contigo, querida. Ichiro no tenía derecho a comprometerte, ya que tú ya estabas comprometida. Incluso antes de que él mismo naciera. Fue realmente algo estúpido de tu padre.
Ukyo bajó la mirada, amargas lágrimas empapando sus mejillas.
— Ya veo… ¿Qué quisiste decir con que aún si Ranma hubiese querido casarse conmigo?
— Bueno, amorcito; digamos que tú has estado aquí por los últimos dos años y él ni siquiera te ha invitado a salir, ¿o sí?
— Yo… Bueno… Él viene a veces y…
— ¿Creo que él solía pensar que eras un niño?
— Sí.
— ¿Aún te trata como lo hacía entonces?
— Ah… Bueno… —Era como un ladrillo lanzado a su rostro—. Creo que veo tu punto, abuelita.
— Me alegro.
Ella limpió sus lágrimas. Finalmente había terminado. No porque ella quisiera, pero si era de esa manera, si Ranma sólo la veía como su amiga de la infancia, ¿cómo podría casarse con ella? Era tan obvio que la hizo sentir tan tonta.
— Entonces, —ella cambió el doloroso tema—, ¿qué fue lo que el abuelito le hizo a sus amigos?
Hana cabeceó hacia la cocina. —Les arrojó un hechizo; acaba de levantarlo ahora mismo.
— ¿Oh?
— El hechizo permanecería hasta que las familias fueran unidas. Y afectaba a todos los descendientes de su familia, también. Ahora que tú has dicho que sí…
— Dioses, ¿en qué me he metido?
— Mi querida, aún si decías que no, no creo que hubieras tenido otra opción, conociendo a Akeru.
Ellas compartieron una mirada cómplice, —sé lo que quieres decir, abuelita. —Ella suspiró, resignándose—. Entonces, ¿cuándo conoceré a mi… prometido?
— Creo que mañana por la mañana.
Ukyo se encogió.
— Oh, no estés tan triste. Él viene de una buena, honorable familia. Va a gustarte, ya verás. Ustedes dos aprenderán a amarse. Y, déjame agregar esto sólo entre nosotras, si él se parece en algo a su abuelo, deberías dejar de quejarte. —La dama le guiñó un ojo, haciéndola sonrojarse.
— ¡Abuelita!
— ¿Qué? No soy ciega, ¿sabes? Amo a Akeru, pero era un poco imposible no mirar a tan fino espécimen de masculinidad. Si mi amiga no me estaba mintiendo acerca de su esposo, —ella se rio disimuladamente—, vas a estar muy complacida, querida.
La muchacha sólo se volvió más roja.
— No puedo creer que acabo de oír eso.
Hana rio.
— Así que, abuelita, ¿qué clase de hechizo les lanzó el abuelito? —preguntó, cabeceando hacia la cocina.
— Tu abuelo estaba muy molesto cuando lo hizo, por lo que no estaba pensando correctamente. Fue algo horrible de hacer… Ese imbécil. —Regañó en voz baja.
Ukyo no pudo evitar sonreír, su recatada abuela había mostrado un poco de la chispa Kuonji. Ella era siempre serena y educada, pero cuando se enojaba…
— Tan mal, ¿eh?
— Si quieres saber, él hizo que los pobres perdieran su sentido de la orientación… —Ukyo tragpo fuerte, sus ojos como dos bolas de béisbol.
— ¿Qué…?
De ninguna manera… De ninguna manera… ¡No es lo que estoy pensando!
— Aunque debo admitir, —añadió, avergonzada—, ¡que era un tanto gracioso cuando no podían encontrar la manera de salir del clóset!
¡PUM!
— Oh, madre mía, — Hana susurró, uniendo sus manos—, ¡qué dulce! ¡Se ha desmayado de felicidad!
A/N: Gracias por leer, dejen su comentario =)
